EEUU/ niños migrantes y verdades a medias [Laura Carlsen]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ago 1 21:24:26 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 1° de agosto 2014

germain5 en chasque.net

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Estados Unidos 

Niños migrantes y verdades a medias 

En las últimas semanas han surgido una inmensa cantidad de reportajes sobre
el aumento de los niños y niñas migrantes que arriban a la frontera sur de
los Estados Unidos. Para muchos de nosotros en México, esto no es nada
nuevo. A diario salen notas que detallen los abusos, las tragedias y las
historias de los cientos de centroamericanos que atraviesan el país hacia el
norte. Sin embargo, la atención de la prensa estadounidense sí es nuevo, y
ha detonado un debate político sobre lo que el Presidente Obama llama “una
crisis humanitaria”.

Laura Carlsen, desde México * 

Programa de las Américas

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Traducción de Julia Hernández Carlsen

Es sin duda positivo que estos niños no permanezcan invisibles. Lo que
sufren debería ser causa de indignación a nivel global. La oficina de alta
comisión para refugiados  Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos publicó un reporte en marzo pasado que
encontró que la mitad de los niños y niños entrevistados había sido
seriamente maltratado o había recibido fuertes amenazas en su viaje a
Estados Unidos.

Pero la mayoría de los reportes periodísticos de los medios de comunicación
masivos cuentan verdades a medias, al manipular la cuestión de qué o quién
es el responsable.

El New York Times, AP y otros medios han presentado una serie de reportajes
que siguen un patrón que enfatiza en dos conclusiones generales. La primera,
que los padres en los Estados Unidos son egoístas e irresponsables al mandar
por sus hijos y alentar este fenómeno, poniendo a sus propios hijos en
riesgo, y la segunda, que esta “ola” de menores no acompañados migrando a
los Estados Unidos se debe a que ellos perciben las políticas y prácticas
administrativas de Obama como indulgentes sobre los niños migrantes y
piensan que pueden quedarse al entrar en el país.

A pesar de que la mayoría de estas notas mencionan de paso las condiciones
de pobreza y violencia en los lugares de origen de los niños, casi nunca
mencionan la manera en que estos lugares han caído en tales condiciones, y
mucho menos el rol directo que han jugado las políticas exteriores de los
Estados Unidos hacia estos países y su contribución a llevarlos a estos
extremos, obligando a miles de niños y jóvenes a huirse.

Por poner algunos ejemplos: Empezó en abril cuando el NYT publicó una
historia acerca de la migración infantil centrada en una niña ecuatoriana de
12 años de edad quien aparentemente se suicidó en un albergue en Ciudad
Juárez, México. Este artículo subrayó la renuencia de los abuelos al dejarla
ir y la insistencia de los padres, quienes viven en Nueva York. Describía el
terror solitario de la niña y su cuerpo encontrado en la regadera. No
ahondaba en las circunstancias, ni investigó los reportes que la policía
mexicana la había “rescatada” y llevada al albergue, ni por qué sus padres
no podían mantener a su familia en Ecuador.

Los lectores se quedaron con la impresión de que fue la culpa de los padres,
no de un circuito de injusticia, que se extiende desde los Andes hasta la
frontera sur de los Estados Unidos.

Esta conclusión inducida fue reflejado en muchos de los cientos de
comentarios que en la página expresaban por un lado, genuina compasión por
la muerte de la niña de ojos oscuros con vestimenta indígena, y por otro, un
juicio implacable hacia los papás desconocidos, con múltiples variaciones en
el sentido de este comentario de un lector: “Los padres se encuentran en las
raíces de este crimen”.

Otro reportaje, de AP del 3 de junio, es protagonizada por un niño de 14
años que va hacia Estados Unidos en compañía de unos amigos. Citan al joven
diciendo que había escuchado que se estaba permitiendo a los menores
quedarse en el país. A pesar de que la nota más adelante menciona las
condiciones de violencia de su nativa Honduras, de nuevo no hay contexto
alguno y hacen parecer que los muchachos están viajando al norte para
aprovecharse de la supuesta generosidad del gobierno estadounidense. Como
era previsible, este mensaje– diseñado y difundido por la prensa– está
incendiando a las fuerzas anti-migrantes.

La AP continúa esta interpretación con otro reportaje del 6 de junio que
anuncia su tesis desde el título: “Rumores de asilo incrementan las
esperanzas de familias migrantes”.  Presenta una serie de anécdotas para
vender la idea de que el pico en la migración de menores es producto de las
esperanzas de poder entrar y permanecer en los Estados Unidos. No les
importa que la respuesta inicial a la pregunta ‘¿por qué migraste?’ de los y
las migrantes normalmente hace referencia a la violencia en su lugar de
origen; siguen insistiendo en su percepción de las leyes migratorias de
EEUU, en un proceso que frecuentemente parece inducir que dieran esta razón
como causa de sus migraciones. De hecho, en las imparciales encuestas acerca
de las razones los y las migrantes no responden que su partida se debe a
cambios en las prácticas o leyes migratorias en los Estados Unidos como una
causa mayor.

El predecible resultado de la ofensiva periodística en torno a los migrantes
menores es apurar la creación de más facilidades en las detenciones
(potencialmente lucrativo para la industria privada de prisiones) y llamadas
a dejar de liberar a los jóvenes migrantes en territorio estadounidense e
incrementar la deportación expedita, y “asegurar” la frontera, tal y como
señala el artículo de AP:

“El gobernador de Texas Rick Perry la semana pasado pidió al Departamento de
Seguridad Nacional que dejase de liberar inmigrantes con avisos de
comparecencia. El lunes, el gobernador de Arizona, Jan Brewer pidió lo mismo
para los cientos de inmigrantes, sobre todo mujeres y niños, quienes en
semanas recientes habían volado a Arizona desde el Sur de Texas para su
procesamiento.”

Siguiendo el hilo, un artículo del New York Times del 7 de junio llamado
“Niños migrantes saturan un albergue improvisado en Arizona” describe a una
marea de jóvenes  entrando a los Estados Unidos. El artículo hace eco a las
críticas de la gobernador de Arizona, Janet Brewer, acerca del esfuerzo de
la administración de albergar a los migrantes:

“Estoy perturbado e indignado de que la administración del presidente Obama
continúe implementando estas peligrosas e inhumanas políticas, mientras no
cumple con responder a las preguntas cruciales que nuestros ciudadanos
demandan y merecen”, dijo el gobernador, Republicano, al viernes pasado.

El artículo no citó en ninguna parte a ningún defensora de los y las
inmigrantes, de los cuales existen, por suerte, muchos en Arizona. Y mucho
menos mencionó, ni en ningún otro artículo, la necesidad de políticas que
facilitan la reunificación familiar.

Niños en peligro

Nadie argumentaría que es una buena idea intentar llevar a un niño a los
Estados Unidos sin un acompañante de confianza. Nótese que estos niños no se
encuentran usualmente “no-acompañados”. Sus padres han pagado grandes sumas
de dinero a polleros para cruzarlos por la frontera de una forma segura. Sin
embargo, usualmente no conocen a los polleros y el tráfico de migrantes se
ha convertido en un gran negocio para el crimen organizado en las últimas
décadas, debido en parte al incremento de las barreras en la frontera,
haciendo necesario para cualquiera que intente cruzar contratar a un
profesional. Mientras suben los precios por llegar al otro lado, este
negocio se vuelve más atractivo para el crimen organizado y han  reemplazado
a los coyotes independientes o a los parientes en el trabajo de cruzar a los
migrantes a través de la frontera.

Los reportajes de la prensa buscan tocar las fibras más sensibles del
corazón acerca de los traumas de los niños, mientras contienen un fuerte y
escondido mensaje de oprobio contra los padres. ¿Cómo permitieron que esto
sucediese? ¡Qué egoístas de su parte al exponer a sus hijos a tales
peligros!

Tal vez los reporteros y editores no tienen hijos. O tal vez sí, y
simplemente no pueden imaginarse lo que es saber que está creciendo tu hijo
y que no puedes estar ahí para acompañarlo, o marcar el cumpleaños de tu
hija en un calendario y preguntarte cómo se luce con un año más. Esta
historia que destroza corazones, repetida al por millón, es el resultado
directo de las políticas inmigratorias de Estados Unidos. ¿Dónde queda la
indignación por el hecho de que Estados Unidos no tenga mecanismos básicos
para proveer a las personas las posibilidad de la reunificación familiar?

Una editorial del New York Times tomó una visión un poco más compasiva de la
situación al reconocer la falsa narrativa de los encargados de hacer
cumplir:

“La crisis arriba en un mal momento en el estancado debate inmigratorio de
América, con los Republicanos felizmente aprovechándose de una situación
aparentemente adaptada a su falsa narrativa, donde cualquier reforma que se
quede corta de la agresiva militarización de la frontera provocará otro imán
para atraer más de los pobres miserables a través de la frontera, y que todo
el caos en el sistema es culpa del Sr. Obama.”

Como ejemplo, citan a Bob Goodlatte, el presidente del Comité Judicial de la
Cámara:

“Se rumora ya alrededor del mundo acerca de los débiles esfuerzos de
implementación de las políticas inmigratorias por parte del Presidente
Obama, y esto ha alentado a más individuos a migrar a los Estados Unidos de
manera ilegal… La aplicación de las leyes en la frontera y en el interior de
los Estados Unidos es crucial para terminar este tipo de situaciones, no
otra burocrática fuerza de tarea.”

La editorial enfatiza los factores que obligan a migrar y que los niños
están “huyendo por sus vidas”. Pide al gobierno que humanamente atendiese
los flujos pero no menciona soluciones a largo plazo que tuviesen que ver
con políticas desastrosas de los Estados Unidos en los países de origen.

El 3 de junio, el presidente Obama emitió un memorándum llamando a la
formación de un “Grupo unificado de coordinación” para atender a los niños
migrantes no acompañados. Pidió $1.4 billones de dólares para crear
infraestructura para el influjo de menores.

Un artículo en VOX señala que el gobierno de Estados Unidos parece
comprender que la solución real recae en mejorar la condiciones en los
países de origen pero ha fracasado en su dirección:

“Últimamente, cualquier solución a largo plazo tiene que ser dirigida no
solamente a los factores que los jalan al inmigrar, sino también a los
factores que los empujan a emigrar y los conducen fuera de sus países. El
gobierno federal aparentemente comprende esto, pero no hay muchas buenas
ideas para cómo lidiar con esto. La semana pasada, Jeh Johnson, el
Secretario de la Secretaría de Seguridad Nacional, sugirió al congreso que
los Estados Unidos lanzara una campaña de concienciación al público en
países Centroamericanos para mostrar los peligros de migrar a los Estados
Unidos.”

De nuevo, la “solución” sugiere culpar a las víctimas por arriesgarse en el
viaje, como si con esto dejarán de salir de la situación límite en que
viven.

Entonces, ¿por qué los medios de comunicación masiva se empeñan en culpar a
los padres y a supuestas políticas inmigratorias reblandecidas?  Porque la
alternativa a culpar a las familias de los migrantes les resulta
inaceptable.

La alternativa consiste en reconocer que los Tratados de Libre Comercio de
Centroamérica y de Norteamérica han dejado a cientos de jóvenes sin
oportunidades económicas. Es reconocer que la ayuda en seguridad de los
Estados Unidos que apoya la guerra contra el narcotráfico ha armado y
agravado la violencia en México y Centroamérica.

Es entender los precios altos de haber sostenido el Golpe de Estado en
Honduras y la manera en que los hondureños y los estadounidenses estamos
pagando este precio, al incrementar las migraciones en un 500% en los
últimos dos años y las violaciones a los derechos humanos, la inestabilidad
y la violencia son desorbitantes.

En mis visitas a albergues de migrantes y las entrevistas con migrantes que
pasan por México, he encontrado que, sorprendentemente, ellos sí están
conscientes del riesgo que implica migrar y, sin embargo, realizan el viaje
a pesar de todo.

La campaña de concienciación pública que de verdad necesitamos es una
dirigida a los ciudadanos estadounidenses y al Congreso, para que les haga
ver el impacto de las políticas económicas y de militarización en sus
vecinos del sur, en especial sobre sus niños.

Después necesitamos una campaña de acción pública para hacer algo al
respecto. 

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