Gaza/ "mejor morir que volver a la situación anterior" [Julien Salingue]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Ago 18 11:25:38 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 18 de agosto 2014

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A l’encontre – La Breche

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Gaza

"Mejor morir que volver a la situación anterior"

Julien Salingue

NPA, Francia 

http://www.npa2009.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

Cerca de 2000 muertos, más de 10 000 heridos y de 400000 desplazados,
decenas de miles de edificios destruidos o dañados... A pesar de las
"treguas" y "alto el fuego", el balance de la agresión israelí contra Gaza
crece cada día que pasa. En términos de balance humano y material se trata,
sencillamente, de la más violenta ofensiva israelí en los Territorios
Palestinos desde la guerra de junio de 1967.

En el momento actual, la atención se polariza en las "negociaciones" en
curso en El Cairo, de cara a un alto el fuego duradero. ¿Tendrán una
conclusión dichas negociaciones? No es seguro en absoluto. Y aún si la
tuvieran, nada quedaría realmente zanjado.

¿Un "alto el fuego"?

El relato político y mediático dominante sigue impregnado del punto de vista
israelí. Las "hostilidades" se resumirían en los bombardeos de Gaza y los
disparos de cohetes palestinos. Una "salida de crisis" pasaría por tanto por
un acuerdo que permitiera poner fin a unos y a otros. Los dirigentes y los
medios occidentales podrían obtener un gran respiro y pasar a otra
actualidad, esperando que en uno o dos años tenga lugar una nueva campaña
militar israelí con el pretexto de los disparos de cohetes. Y, entonces,
todo el mundo se interrogará e intentará comprender por qué no ha durado la
"tregua"...

Sin embargo los datos del problema son simples. La primera de las
hostilidades de las que son víctimas la banda de Gaza y sus habitantes es el
bloqueo ilegal e inhumano impuesto desde hace más de 8 años al pequeño
enclave costero con la complicidad de Egipto. Ese bloqueo ha destruido la
vida dentro de Gaza y, cada día que pasa, amenaza un poco más a sus
habitantes con una verdadera tragedia humanitaria. Un informe de la ONU
publicado en 2012 indicaba que la banda de Gaza no sería "ya habitable" en
2020, debido a la falta de infraestructuras (al menos deberían construirse
800 hospitales suplementarios y debería doblarse el número de escuelas) y de
la penuria de recursos esenciales. Antes de la agresión actual, la mitad de
los habitantes de Gaza no tenía acceso regular al agua potable y cerca del
80% de la población debía contentarse con 4 horas de electricidad al día.

La actual operación israelí ha agravado aún un poco más la situación, con
destrozos estimados entre 5 y 6 millardos de dólares (alrededor de 3 000
dólares por habitante). La única central eléctrica de Gaza ha sido destruida
y los organismos oficiales anuncian que será necesario al menos un año para
rehabilitarla; miles de edificios, entre los cuales hay escuelas, hospitales
y establecimientos industriales indispensables, han sido dañados o
destruidos; el número de habitantes que dependen de la ayuda alimentaria
internacional ha aumentado aún más, para alcanzar más del 75% de la
población. Según un responsable de la ONG israelí Gisha que, concretamente,
hace campaña a favor de la libertad de circulación de los bienes y personas
desde y hacia Gaza, si el bloqueo no es levantado, un bloqueo que impide en
particular que entren en la banda de Gaza materiales de construcción,
"tomará 100 años reconstruir Gaza".

"Mejor morir que volver a la situación anterior"

En tales condiciones, las demandas palestinas para la firma de un acuerdo de
alto el fuego no son, en absoluto, "maximalistas" o "radicales",
contrariamente al relato dominante de las negociaciones en curso. Forman
parte del consenso entre el conjunto de las fuerzas palestinas, incluyendo
la muy dócil Autoridad Palestina de Ramala, dirigida por un Mahmud Abbas,
cuya tendencia al "compromiso" o, más bien, a la sumisión, es conocida.
Sería de extrañar el hecho de que casi nadie, entre quienes alaban la
"moderación" de Abbas para mejor oponerle a la "radicalidad" de Hamas,
subrayara este hecho, si no se supiera ya que ese tipo de declaraciones está
ante todo destinada a debilitar a la parte palestina.

¿Cuáles son esas demandas? El levantamiento del bloqueo pasa, evidentemente,
por la apertura de los fronteras con Israel y con Egipto, la rehabilitación
del puerto y del aeropuerto de Gaza (destruido y cerrado desde finales del
año 2000) y la extensión a 10 km de la zona de pesca a lo largo de Gaza.
Como subraya la jurista Francesca Albanese, que ha trabajado durante 8 años
para la ONU, "ninguna de esas reivindicaciones es nueva. Las Naciones
Unidas, entre otros, han exigido regularmente el levantamiento del asedio,
asedio ilegal según la legislación internacional, como una condición
necesaria para poner fin a la desastrosa situación humanitaria en la Banda.
Facilitar los movimientos de mercancías y personas entre Cisjordania y la
Banda de Gaza ya había sido estipulado en el Acuerdo sobre el Movimiento y
el Acceso (AMA) firmado entre el gobierno de Israel y la Autoridad Palestina
en 2005. Incluso la construcción de un puerto y la posibilidad de un
aeropuerto en Gaza ya habían sido estipulados en el AMA, aunque su
realización efectiva no se haya efectuado jamás. La demanda de la ampliación
de la zona de pesca autorizada es inferior a la contemplada en 1994 en los
Acuerdos de Oslo y formaba parte ya del acuerdo de alto el fuego de 2012".

Nada de "maximalista" o de "radical" en tales exigencias, que corresponden
sencillamente al mínimo vital para la población de Gaza y que están
reconocidas como legítimas por el conjunto de los organismos
internacionales. Son estas reivindicaciones las que rechaza oír Israel,
demostrando una vez más que lo que la potencia ocupante rechaza en nombre de
su pretendida seguridad no es la satisfacción de los derechos nacionales de
los palestinos (también consagrados por el derecho internacional) sino el
establecimiento de las condiciones de la satisfacción de sus necesidades más
elementales: circular, tener vivienda, atención sanitaria, alimentarse
adecuadamente, educarse. De ahí la exasperación de la población de Gaza y de
las organizaciones de la resistencia palestina, y el sentimiento cada vez
más extendido entre los habitantes del enclave, a pesar de la violencia de
la agresión actual. Tal y como lo resume Raji Surani, del Palestinian Center
for Human Rights (PCHR): "Mejor morir que volver a la situación anterior".

¡No hay paz sin justicia!

Ninguna intransigencia, pues, por parte de los palestinos; al contrario, una
cierta moderación. Ninguna organización demanda hoy la satisfacción del
conjunto de los derechos nacionales de los palestinos (fin de la ocupación
civil y militar, derecho a la autodeterminación y derecho a la vuelta de los
refugiados) a cambio de un alto el fuego, sino solo derechos básicos y un
poco de oxígeno. La intransigencia hay que situarla una vez más del lado del
Estado de Israel, que demuestra a quien quiera olvidarlo, que prosigue, en
nombre de su autodenominada "seguridad", un trabajo meticuloso de
destrucción de la sociedad palestina a fin de impedirle poder reivindicar
colectivamente sus derechos. Este es uno de los objetivos inconfesados de la
agresión contra Gaza: devolver a la pequeña banda costera a la Edad de
Piedra a fin de que las preocupaciones de la población no estén ligadas a la
lucha por el fin de la ocupación sino a la lucha por la reconstrucción y la
supervivencia.

Por esa razón, en las negociaciones actuales, Israel se niega a oír hablar
de un verdadero levantamiento del bloqueo que permitiría a los gazatíes
respirar un poco y, a medio plazo, reorganizarse para combatir a la
ocupación. Estaría tentado de decir que el Estado de Israel estaría
equivocado si se privara de actuar así en la medida en que nadie, en las
cancillerías occidentales, formula ninguna exigencia en ese sentido ni
considera que habría que ejercer algún tipo de presiones en su contra. Muy
al contrario, se acusa a los palestinos de ser responsables del fracaso de
las supuestas "treguas" y se exige que dejen de reivindicar sus derechos,
los más elementales, a cambio de "calma", es decir, del final de los
bombardeos masivos.

A partir de ahí, es más que urgente prestar atención a los repetidos
llamamientos de las organizaciones palestinas, ya se trate de organizaciones
palestinas o de las estructuras de la sociedad civil, que no dejan de
repetir que la urgencia está hoy en la imposición de verdaderas sanciones
contra Israel, con la extensión de la campaña BDS
(Boicot-Desinversiones-Sanciones), única capaz de ejercer verdaderas
presiones sobre Israel, de contribuir a su aislamiento y de modificar la
correlación de fuerzas en favor de los palestinos. Como subrayaban ya el 15
de julio varias organizaciones de la sociedad civil de Gaza, "sin presión y
sin aislamiento, el régimen israelí ha probado repetidamente que continuará
perpetrando masacres como las que estamos viendo ahora, y que no tiene
ninguna intención de poner fin a decenios de depuración étnica, de ocupación
militar y de política de apartheid (...). Os invitamos a sumaros a la
campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones, campaña que crece sin cesar,
a fin de pedir cuentas a ese estado criminal que se revela una vez más tan
violento a la vez que goza sin embargo de la mayor impunidad".

Por tanto, el mejor servicio que se puede hacer al pueblo palestino es dar
prueba de al menos de tanta determinación y obstinación como ellos, haciendo
pagar el precio de los sufrimientos que les son infligidos al Estado de
Israel y a todos los que le apoyan, entre otros y en particular el gobierno
Hollande-Valls. Tregua duradera o no, la lucha deberá proseguir a fin de
evitar que Israel se sienta libre, en el futuro, para bombardear,
encarcelar, expulsar, matar y colonizar. Ya se trate de sus derechos
nacionales o de sus derechos más elementales, los derechos de los palestinos
no son negociables y no pueden ser sacrificados en el altar de los intereses
del Estado de Israel y de sus aliados occidentales y árabes. En otros
términos, y como repiten desde hace decenios los palestinos y todos los que
son auténticamente solidarios con su causa: sin justicia, no habrá paz.

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