Argentina/ bonapartismo mágico [Fernando Rosso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ago 22 13:55:34 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 22 de agosto 2014

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A l’encontre – La Breche

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Argentina

Bonapartismo mágico

En la política real son demasiado liberales para ser tomado como
intervencionistas y en la retórica demasiado estatistas para ser
considerados seriamente como liberales y dignos “pagadores seriales”. Pagan
todos los costos de la combinación ecléctica de relato y política, sin tener
ninguno de sus beneficios. Y en tiempos de crisis, cuando la lucha por los
intereses se agudiza y transforma a todos en más realistamente incrédulos,
no se termina de creer ni el relato ni la política.

Fernando Rosso

Alfil – El diario para leer 

http://diarioalfil.com.ar/

 

La entrada del país en default parcial llevó a un giro en la política del
gobierno en relación no solo a la cuestión de la deuda externa, sino al
conjunto de la política económica.Se pasó de una orientación de cumplimiento
religioso del pago de la deuda para lograr nuevo crédito que subsane la
escasez de dólares producto del agotamiento del “modelo”, a una línea de
arbitraje dirigista y bonapartista de la economía para administrar la
crisis, mientras se buscan alternativas para salir de la situación de
default.

Esto llevó primero a dar impulso a la modificación de la Ley de
Abastecimiento. Luego al furcio nacional protagonizado por la misma
presidenta cuando anunció en medio del entusiasmo balconero de la Casa
Rosada, la aplicación de la “Ley Antiterrorista” contra la empresa Donnelley
por el cierre fraudulento de la fábrica. Horas después, un opaco funcionario
de menor envergadura salió a aclarar la “confusión” afirmando que la
acusación es por un posible fraude y se aplicaría otro artículo del Código
Penal. Y finalmente, Cristina anunció el cambio de sede de pago para los
bonistas reestructurados impedidos de cobrar en Nueva York por el fallo del
juez Griesa.

Esto se combina con el impulso al orden y al arbitraje hacia los conflictos
obreros. En la autopartista Lear -que despidió masivamente y violó todos los
derechos sindicales de la comisión interna-, el Ministerio de Trabajo en los
papeles y Berni en la calle intentan garantizar el “cierre” del conflicto a
golpes de militarización de la fábrica y aval a las maniobras fraudulentas
del sindicato SMATA, que se ha convertido en la “agencia de suspensiones y
despidos” de las terminales y autopartistas.

Observando este contrapunto se cae la aparente “neutralidad” del árbitro.
Mientras el “desafío” a las empresas o a los buitres es mediante amenazas
legales de difícil cumplimiento o incluso cambio de sede para “obligarlos” a
cobrar, hacia los trabajadores el peso del estado cae con el envío directo
de sus brazos armados y el aval ministerial para obligarlos a desistir de la
lucha por el derecho al trabajo.

En los últimos tiempos hemos tenido varios ejemplos del fracaso de estos
giros del gobierno. La estatización del 51% de las acciones de Repsol y
luego su reprivatización en manos de Chevron, tiene hoy como resultado el
aumento del déficit energético. Esto es así porque pese a que los números de
YPF dicen que aumentó su producción, el conjunto de la producción nacional
bajó. La “estatización” no fue tal porque no se aplicó sobre el toda la
industria petrolera y gasífera, sino sobre una parte de las acciones de una
empresa, que además luego se reprivatizó y se pagó una jugosa indemnización
a los “expropiados” como premio a un vaciamiento de décadas. El Estado no
hizo una intervención en el conjunto para hacerse de los recursos que
permitan una planificación y uso racional, sino una incursión efímera para
rodearse de épica y volver a caer a los pies de vaciadores de distinta
bandera, pero iguales métodos.

Con la cuestión de la deuda pasa lo mismo. Se pagaron cerca de 190 mil
millones de dólares en la década, se acordó con el 93% de los acreedores y
se encuentra obligado a una rebelión ante un “radicalizado” 7% que no aceptó
la generosa reestructuración. Pero el pomposo acto de “soberanía” no implica
el desconocimiento de una deuda fraudulenta, que ya se pagó con creces “Como
se observa en el hecho de que la deuda que en 1983 era de 35 mil millones de
dólares, está hoy en 220 mil millones de dólares, habiéndose pagado no menos
de 300 mil millones de dólares en ese lapso” (Blog Punto de Desequilibrio
http://puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar/). Sino que la medida “audaz” del
cambio de sede de cobro es para ejercer el derecho soberano al vasallaje de
seguir pagando. El Banco Nación se convierte en nuevo albergue seguro e
inviolable del fideicomiso, para que los “buitres buenos” (los
reestrcuturados) cobren lo ganado en “buena ley”, la ley de la servidumbre
voluntaria. El dilema “Patria o Buitres” se resuelve con el siguiente
esquema: pagarles a los buitres en los bancos de la patria. Incluso el
gobierno ofrece un plus “anti-imperialista” abriendo una cuenta también para
que los más buitres entre los buitres (los que no aceptaron los canjes),
puedan pasar por ventanilla si decidiesen cobrar, no con ganancias del
1.600%, sino “sólo” del 300%. La utopía cómica, si no fuese trágica, de
transformar a los buitres “sólo” en palomas angurrientas.

La reforma de la Ley de Abastecimiento no escapa a esta norma del “modus
operandi” del bonapartismo mágico. Amenazas de incautaciones, impotentes
controles de precio o control de utilidades por parte de funcionarios
estatales que culminan en pura retórica para la tribuna, sin tocar los
intereses de las grandes cadenas de producción o distribución formadoras de
precios.

En la política real son demasiado liberales para ser tomado como
intervencionistas y en la retórica demasiado estatistas para ser
considerados seriamente como liberales y dignos “pagadores seriales”. Pagan
todos los costos de la combinación ecléctica de relato y política, sin tener
ninguno de sus beneficios. Y en tiempos de crisis, cuando la lucha por los
intereses se agudiza y transforma a todos en más realistamente incrédulos,
no se termina de creer ni el relato ni la política.

Como el pensamiento mágico, el bonapartismo mágico pretende suprimir las
contradicciones de la realidad y los conflictos propios de crisis como la
actual de fin de ciclo, con una limitada intervención dirigista del estado.
Pero la realidad se empeña en ser la única verdad, y dicta que el deterioro
de la economía (agravada por el default) impone tiempos de generalización de
conflictos imposibles de contener con trucos de magia.

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