EEUU/ WalMart: el negocio de la pobreza [Alberto Maestre]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Ago 27 14:35:35 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 27 de agosto 2014

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A l’encontre – La Breche

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Estados Unidos

Explotación en una de las principales transnacionales del mundo

WalMart: el negocio de la pobreza

Alberto Maestre *

Diagonal, España

https://www.diagonalperiodico.net/

En los almacenes, mientras descargaba camiones a las cuatro de la madrugada,
podía leer los carteles de “perritos calientes gratis si conseguimos 15 días
sin accidentes, pizza si son 30, el sorteo de una Xbox 360 si son 90 días,
una tele de plasma si son 120 días”. A pesar de las estratagemas para evitar
denuncias por accidente laboral, nunca vi que el contador de “días sin
accidentes” pasara de 12.

Mis compañeras de trabajo, como la abuela que se abrió la cabeza al caerse
de una estantería y sigue trabajando el turno de madrugada con 65 años, la
licenciada con máster, pluriempleada para conseguir tres sueldos mínimos con
los que pagar su préstamo universitario, también la cajera que era ingeniera
ambiental en su país, el casi septuagenario que carga sacos de abono en
furgonetas, o la veinteañera en bancarrota que apenas puede pagar las
facturas y no tiene para comer, forman parte de los casi dos millones de
personas que trabajan para Walmart en Norteamérica.

En los Estados Unidos, el 1% de la población activa, en su mayoría mujeres y
minorías raciales, trabaja en este gigante de los grandes almacenes, y los
associates (trabajadores, en la jerga interna de la empresa) venden
alimentación, ropa, electrodomésticos, muebles, productos de jardinería,
óptica, servicios de reparación de automóviles, peluquería, incluso
armamento y munición.

Mientras la familia Walton, heredera del fundador de la empresa, acumula un
patrimonio de casi 150.000 millones de dólares, Walmart suele despertar
reacciones clasistas en el imaginario norteamericano. El 18% de los food
stamps (subsidios estadounidenses para alimentación) se gasta allí. La
compañía es sinónimo de una pobreza ridiculizable, ya sea de sus
trabajadores o sus clientes; no en vano una de las páginas web más populares
en Estados Unidos es People Of Walmart, una recopilación de fotografías de
clientes “pintorescos” objeto de burla a causa de su sobrepeso o su “falta
de clase” al vestir.

La quimera del “asociado”

Desde el primer día en el que me convertí en un associate, recibí un
continuo torrente de propaganda: se nos intenta convencer para cobrar parte
del sueldo en acciones de la empresa, lo que reduce la ya ínfima nómina
mientras engorda el valor bursátil de la compañía. Se habla de muchos
posibles bonus en caso de cumplir objetivos de productividad inalcanzables
en la práctica, pero que crean la ilusión de que el responsable de que su
sueldo sea tan bajo es siempre del propio trabajador y no de la compañía.

A pesar de la diversidad de labores que puede realizar un associate, el
periodo de formación, que dura casi una semana, apenas entrena para ninguna
tarea específica. Unas animaciones de ordenador transmiten mensajes simples,
fáciles de entender para aquellos cuyo inglés o sus habilidades lectoras no
son fluidas. En el modelo que Walmart ha perfeccionado, en el que se
contrata y se despide automáticamente según las ventas suban o bajen, no
cabe ningún tipo de especialización del trabajo.

Estas animaciones de ‘formación’, por ejemplo, nos dicen que denunciar
accidentes laborales supondría incómodos trámites que no convienen a nadie,
y que será mejor para todos si volvemos al trabajo porque así nos seguirán
pagando. Los trabajadores, una inmensa mayoría de ellos a tiempo parcial,
somos a menudo chantajeados con la promesa de trabajar horas ‘extra’ no
declaradas. Gracias a esta estratagema, muy pocos associates tienen los
escasos derechos que otorga el estatus de trabajador a tiempo completo en
las legislaciones de Estados Unidos o Canadá.

Terreno vedado a la lucha sindical 

En Walmart no hay lugar para los sindicatos, y las leyes se lo permiten. La
empresa, que gasta millones de dólares en donaciones políticas, mantiene
buenas relaciones con cualquier tipo de gobierno; líderes como Barack Obama
o Cristina Fernández de Kirchner han hecho declaraciones elogiando a la
compañía. Las prácticas antisindicales han hecho que no haya trabajadores
sindicados de Walmart en toda Norteamérica. Además, la comunicación interna
de la compañía ha sofisticado los canales para la delación entre los propios
empleados. El periodista Hamilton Nolan cita el caso de una trabajadora
despedida cuando su jefe la oyó hablar de una reunión familiar; la palabra
reunión es demasiado similar a union, sindicato en inglés.

Cuando los carniceros de un Walmart de Texas decidieron organizarse en un
sindicato, la empresa decidió prescindir de todos sus charcuteros en todo el
planeta, y pasar a vender únicamente carne empaquetada en bandejas. Cuando
los trabajadores del hipermercado de Jonquiere, en Québec, se organizaron,
Walmart no dudó en cerrar, despedir a todos los trabajadores y abandonar ese
pueblo.

Documentales como The High Cost of Low Price muestran el efecto devastador
sobre la economía de las zonas donde Walmart desembarca. Instalándose en las
afueras de las ciudades, con costes laborales mínimos y con una política de
precios diseñada para eliminar a su competencia, destruye muchos más puestos
de trabajo que los muy precarios empleos que crea.

Walmart es la segunda empresa del mundo con más beneficios, sólo superada
por ExxonMobil, y, si se cumplen los pronósticos y Hillary Clinton llega a
la Casa Blanca en 2016, la empresa habrá conseguido colocar en la
presidencia de los Estados Unidos a una antigua lobbista y miembro de su
Consejo de Administración; para entonces, miles de associates seguirán
reponiendo los estantes de alimentación mientras no pueden permitirse tres
comidas diarias, y para la familia Walton, la creación de pobreza seguirá
siendo un excelente negocio.  

* Alberto Maestre ha sido trabajador de WalMart.

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