Uruguay/ conflicto sindical en Takata, la multinacional japonesa de las "5 S" [Javier Perdomo]

[Ernesto Herrera]

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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 13 de julio 2014

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A l’encontre – La Breche

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Uruguay

Un conflicto que no da pausa

La japonesa Takata y el relacionamiento con su personal

El sindicato de la empresa Takata (que exporta por 15 millones de dólares
anuales y emplea a 700 personas) está a punto de lograr su recategorización
como trabajadores autopartistas. Hasta ahora están incluidos en la industria
textil, y de lograr su objetivo, pasarán a percibir salarios sensiblemente
superiores a los actuales; su reclamo ha estado marcado por un pésimo
relacionamiento con la patronal, que desde el momento en que nació el
gremio, afiliado a la Untmra (metalúrgicos) ha tenido una actitud
beligerante con éste.

Javier Perdomo

Brecha, Montevideo, 11-7-2014

http://brecha.com.uy/

Takata es una empresa de origen japonés fabricante de bolsas de aire o
airbags para automóviles, que se instaló en 2012 sobre el quilómetro 46 de
la ruta 1, atraída por varios factores; uno de los más importantes era que
en la zona de Libertad y localidades cercanas había un importante número de
trabajadores, mujeres en particular, del sector textil –industrial y
artesanal–, con mucha experiencia, pero en una frágil estabilidad laboral
–ganando “por prenda”–, y deseosas de dar un paso hacia algo más firme.
Estabilidad y mejores sueldos, dos promesas difíciles de ignorar en un
sector sumergido.

Pero la multinacional japonesa, también se instaló estratégicamente en el
eje de la ruta 1 mirando hacia un mercado brasileño que se agrandó hasta lo
impensable con la entrada en vigencia de la normativa que establece la
obligatoriedad de airbags en todos los vehículos (similar norma debería
haber entrado en vigencia el 1 de julio en Uruguay pero por un decreto
presidencial se difirió seis meses más). En Brasil hay tres plantas de
Takata, y la de Uruguay llegó para reforzar la presencia en ese fenomenal
mercado.

En poco tiempo su personal aumentó abruptamente; de unas pocas decenas de
obreras –y algunos obreros– que comenzaron a trabajar durante 2012, Takata
pasó a ser una planta que hoy ocupa a 700 personas de todo San José y de más
allá, en tres turnos. En el primer año pleno de producción, 2013, sus
exportaciones –según información de la Dirección Nacional de Industrias
difundida a comienzos de 2014– fueron por 15 millones de dólares.

Tras los primeros meses de operativa, en que todo rodó con bastante
normalidad, o por lo menos con la normalidad que es de esperar en un
emprendimiento nuevo, los primeros días de 2013 significaron un quiebre en
la relación entre la gerencia y el personal, al formarse un sindicato y
tomar la patronal la medida de despedir a cuatro dirigentes del novel
gremio, desde el 1 de enero, por mal rendimiento. Tras tres meses de
conflicto, demandas ante la justicia a partir de la ley de fueros
sindicales, la 17.904, y dictámenes favorables y en contra, de los cuatro
despedidos, dos volvieron a trabajar (los otros dos acordaron sus despidos y
una compensación).

Se habló de hacer borrón y cuenta nueva, pero no fue así, las heridas
estaban abiertas y la reafirmación de la existencia del sindicato, pese a
ser minoritario entre el personal, continuó siendo un hecho incómodo para la
empresa, acostumbrada a otro tipo de relacionamiento laboral. Desde mediados
de 2013 hasta el presente no se han detenido los roces entre quienes están
sindicalizados y el gerente, un mexicano de 30 y pocos años que ha hecho
toda su vida laboral dentro de Takata y que alcanza su actual puesto a
partir de estudios en una escuela gerencial de la firma.

Recategorización

Para nadie es novedad, pero hay que decirlo para contextualizar:
emprendimientos como el de Takata, también llegan al país por los beneficios
que desde el gobierno nacional y el departamental de turno se les otorga. En
el caso de la multinacional japonesa, uno de esos beneficios era ser
contemplados como industria autopartista y poder beneficiarse del decreto
316, de julio de 1992, que establece importantes devoluciones a las
exportaciones del sector.

Pese a que para el Ministerio de Industria Takata es una empresa
autopartista, en los consejos de salarios sus trabajadores fueron incluidos
en el grupo 04 del Consejo de Salarios –industria textil–, que tiene laudos
inferiores a los autopartistas, incluidos en el grupo 08. El comité de base
de Takata se afilió desde su nacimiento a la untmra y con su respaldo es que
han trabajado en este último año por lograr la recategorización, que
implicaría incrementos salariales de por lo menos 5 mil pesos mensuales. 

Movilizaciones, paralizaciones, cortes de ruta y hasta una ocupación de 11
horas y media de la planta, han sido las demostraciones de fuerza que el
sindicato, con apoyo de la untmra y de todas las industrias del eje de la
ruta 1, ha realizado en este tiempo, mientras el caso se discute en el
Consejo Superior Tripartito de los consejos de salarios y con las
principales figuras de gobierno.

El 2 de julio hubo una nueva instancia del Consejo Superior, y como las
argumentaciones en uno y otro sentido están agotadas, el mtss propuso pasar
a votar, pero los representantes empresariales volvieron a pedir tiempo; se
acordó en definitiva volver a reunirse antes de finales de mes solamente a
los efectos de votar.

Según la representación de los trabajadores, los delegados del mtss les han
manifestado su disposición favorable a votar la recategorización, por lo que
hay fundadas expectativas de que la decisión sea favorable a los intereses
de los trabajadores, que verían incrementados –en el mediano plazo– sus
salarios.

La quinta “s”

Pero pase lo que pase con la recategorización, en ámbitos del gremio
entienden que la conflictividad seguirá, ya que la agresividad de la
gerencia no disminuye pese a las reiteradas advertencias que le han llegado,
incluso por boca del propio director nacional de Trabajo, Luis Romero, quien
ha tratado el caso en persona en más de una ocasión.

Si uno entra en la planta de Takata, verá enormes carteles que hacen
referencia a las llamadas “5 S”, un método desarrollado en los años sesenta
del siglo pasado por la también japonesa Toyota con el objetivo de
“conseguir mejoras duraderas en el nivel de organización, orden y limpieza”
y “aumentar la motivación del personal”.

Las “5 S” son “cinco pasos”, todos comienzan con S: seiri (eliminar), es la
primera y se refiere a eliminar de la sección de trabajo todo aquello que no
sea necesario. Es un concepto, dicen sus mentores, que ayuda a eliminar la
mentalidad de “por si acaso”. Seiton (orden) es la segunda, y apunta a
sistemas de almacenamiento eficiente y efectivo. “Un lugar para cada cosa y
cada cosa en su lugar”, dice la Toyota. La tercera es seiso (limpiar),
Toyota dice que la limpieza “desarrollará en los trabajadores un sentimiento
de orgullo por lo limpia y ordenada que tienen su sección de trabajo”. Se
pide atención a los trabajadores en este punto porque cuando no se atiende
“puede llevarnos a un fallo del equipo y pérdidas de producción, factores
que afectan las utilidades de la empresa”. Seiketso (estandarizar) es la
cuarta, que pregona, precisamente, “estandarizar las mejores prácticas en
cada sección de trabajo”.

La quinta “s” es la sitsuke (disciplina), la que, reconocen sus mentores,
“es la más difícil de alcanzar e implementar”, porque “la naturaleza humana
es resistir el cambio. La disciplina consiste en establecer una serie de
normas o estándares en la organización de la sección de trabajo. La
implantación de la metodología de las 5 S eleva la moral, crea impresiones
positivas en los clientes y aumenta la eficiencia de la organización. No
sólo los trabajadores se sienten mejor en su lugar de trabajo, sino que el
efecto de superación continua genera menores desperdicios y retrabajos, así
como una mejor calidad de productos, con el fin último de hacer a la empresa
más rentable y competitiva en el mercado”.

Con esta filosofía de trabajo es que llegó la firma a Uruguay. “Takata tiene
unos estándares de producción y un método de trabajo que exigen cierta
velocidad y disposición”, explicaba su gerente Enrique Alonso, justificando
los despidos que luego la justicia determinó como antisindicales.

Esos métodos implican metas de producción a cumplir, premios y castigos si
son o no cumplidas (cuentan que en las primeras épocas, cada vez que
cumplían una meta les obsequiaban a los trabajadores un helado) y, desde que
existe el sindicato, su no cumplimiento ha sido motivo de suspensiones para
sindicalizados.

Divisiones

Las medidas contra los trabajadores agremiados desembocaron en una ocupación
de la planta por 11 horas y media el 16 de junio, y allí se vieron las
profundas divisiones que hay entre los obreros sindicalizados y los no
sindicalizados, a partir de la existencia de una amenaza permanente de la
empresa de retirarse del país por culpa del sindicato.

Hay una parte del personal, aquellas mujeres que al principio de esta nota
decíamos provienen del sector textil informal, al que le causa pánico la
sola idea de quedarse sin esta “maravilla” que para ellas es Takata, que las
tiene en caja y les paga en fecha. “Será duro el trabajo y el sueldo no será
el mejor, pero es seguro”, mencionan algunas funcionarias enojadas con el
gremio, que está integrado por gente que viene del mundo fabril (de por acá
y por allá), y está acostumbrado a la conflictividad y la sindicalización.
Conviven dos formas distintas de ver el mundo del trabajo, por ahora en un
clima de mutua aceptación, aunque con cierta desconfianza.

En pocos días más habrá novedades sobre la recategorización. De ser positiva
la resolución para los intereses de los trabajadores, comenzará una nueva
etapa de relacionamiento con la empresa. Por ahora no es el mejor, pero
ambas partes deberán poner de sí para que mejore el clima. La prepotencia y
el desconocimiento no parecen ser el camino.

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