Uruguay/ peones de estancias: militantes y estudiantes apoyan al sindicato [Miguel Arregui]

[Ernesto Herrera]

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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 27 de julio 2014

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A l’encontre – La Breche

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Uruguay

Una experiencia inédita

Con la peonada

Un grupo de militantes gremiales y estudiantes de Comunicación de la
Universidad de la República discuten en un pequeño pueblo cómo difundir algo
nuevo: el Sindicato de Peones de Estancias

Miguel Arregui, En Punta de Carretera

Que Pasa, Montevideo, 26-7-2014

http://www.elpais.com.uy/que-pasa/

Un sindicato de peones rurales, esos personajes solitarios, individualistas,
anárquicos, aislados, marginales, altaneros o temerosos del patrón? Es lo
que tratan de crear César Rodríguez Paz y un puñado de militantes con boina
de vasco y pantalón bombacha.

Se estima que en todo el país hay unos 35.000 peones ganaderos. Son la mano
de obra de la cría de vacunos, ovinos y yeguarizos y muchas veces comparten
las jornadas de campo con el patrón.

Los peones rurales representan una cultura ecuestre y son, hasta cierto
punto, una versión contemporánea y amansada del gauchaje, aunque, como
aquellos, también "pacientes, esforzados, valientes, sufridos", según una
descripción de inicios del siglo XIX.

Punta de Carretera

"Es difícil llegarle a la gente", admite Natalia Machado (37), secretaria
del Sindicato de Peones de Estancias (SIPE). "Pero preguntan y de a poco se
acercan".

Natalia es cocinera y hace limpiezas, aunque ahora está desocupada. Reside
en Punta de Carretera, un caserío del este del departamento de Tacuarembó,
no muy lejos del límite con Cerro Largo.

Punta de Carretera es todo lo prolijo y funcional que suelen ser los núcleos
urbanos hechos con viviendas del Plan Mevir, que incluyen escuela, local de
Policía, salón comunal y sistema de saneamiento.

Punta de Carretera, donde alguna vez terminó la ruta 26, tiene unos 110
pobladores en 35 viviendas. Está lejos de casi cualquier cosa, salvo de
Villa Ansina, que dista 39 kilómetros. Pero se ubica en una zona de tierra
generosa y bien regada en la que se practican la ganadería mixta, la
forestación y los cultivos de arroz y soja.

En ese rincón de Tacuarembó, más precisamente en Pueblo del Barro, a 27
kilómetros de Punta de Carretera, el 28 de octubre de 2011, hace casi tres
años, se creó formalmente el Sindicato de Peones de Estancias.

Pueblo del Barro, que no tiene casas de barro sino de materiales más sólidos
y se extiende al costado de la ruta 26, no supera los 100 habitantes.

¿Por qué allí se formó el SIPE y no en otra parte? "Hay grandes empresas y
se practica una ganadería un poco más intensiva, lo que concentra mucho
personal, además de mano de obra calificada", resume César Rodríguez. Es uno
de los dinamizadores del nuevo sindicato. Pequeño productor rural en
Arerunguá, en tierras del Instituto Nacional de Colonización, también actúa
en el seno de la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines (Unatra) y
en los Consejos de Salarios del sector.

Poca gente

El Sindicato de Peones de Estancias tiene poco más de 150 afiliados en 12
grupos zonales. Recién dejaron instalado un núcleo de siete militantes en
pueblo Baltasar Brum, departamento de Artigas, que difunden derechos del
trabajador y prácticas de salud laboral. "La gente quiere saber, por
ejemplo, cómo se liquida un sueldo", dice Rodríguez. Y "hay gente
interesada" en otras zonas: Salto, Artigas, San José. Algunos delegados
viajarán hacia allí.

  Pero aún el sindicato es una pequeña llama librada al viento. "Los peones
tienen miedo al despido si reclaman algo", dice Natalia Machado, la
secretaria del sindicato. Sirve para sus compañeros una feijoada con todas
las de la ley: poroto negro, arroz, espinazo de cerdo y chorizo ahumado. Se
reúnen una vez al mes y en domingo.

"La jornada laboral de ocho horas está impuesta", afirma Natalia. Entonces
el nuevo sindicato de peones estimula las inspecciones de predios rurales
por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que obliga al cumplimiento
de las normas laborales y sanitarias.

La explotación ganadera se realiza con una baja concentración de personas en
el medio rural, con pocos empleados por establecimiento, lo que dificulta el
diálogo y la sindicalización.

De hecho en Uruguay muy pocos rubros productivos agropecuarios requieren
mano de obra masiva, y en general sólo por temporada o zafra. Entre ellos se
cuentan los peones de los arrozales ("taiperos"), los cortadores de caña de
azúcar en la zona de Bella Unión (los "cañeros" que Raúl Sendic, cofundador
del MLN-Tupamaros, contribuyó a sindicalizar en la UTAA a partir de 1961),
los recolectores de frutas (manzanas, duraznos, naranjas) y, en las últimas
dos décadas, los peones de la cadena forestal.

Criollas en agosto

El puñado de delegados del Sindicato de Peones de Estancias discute en el
salón comunal de Punta de Carretera diversas formas de acercarse a la
peonada —y cómo hacer finanzas, una cuestión decisiva para cualquier
sindicato que quiera crecer. Ya tienen muy avanzados los planes para unas
criollas con baile, carreras de caballos (pencas) y jineteadas, "pues no los
vamos a convocar con un concierto de rock". Un sindicalista rural -y eso son
Wilber, Pirulo, César, Daniel, Pantaleón- se mueve en cocinas de estancia,
en boliches, bailes y reuniones del paisanaje.

Las criollas se harán allí mismo, en un predio abierto al otro lado de la
ruta 26. Comenzarán el sábado 16 de agosto con un baile en el salón comunal
del Mevir. La cantina recaudará para el sindicato. Y el domingo se harán
pruebas de rienda, pencas y jineteadas.

También invitarán a militantes de otros sindicatos: el de los peones de
arrozales, el de las empleadas domésticas, el sindicato de la madera (Soima)
y hasta cañeros de Bella Unión. Dedican buena parte del tiempo a cuestiones
de difusión.

Trabajan en la creación de centros informáticos en pequeños núcleos poblados
con la colaboración de Antel. Distribuyen guías de derechos, tablas
salariales y un medio de prensa: "El Baqueano", ese héroe rural legendario
que conoce todos los recovecos de la campaña. Ese boletín es el nexo entre
los delegados y procura captar nuevos afiliados.

Extensión universitaria

Desde hace tres meses el Sindicato de Peones de Estancias cuenta con una
ayuda inapreciable. Ese domingo en Punta de Carretera están presentes tres
estudiantes de Comunicación de la Universidad de la República, un docente,
una ingeniera agrónoma y un chofer llegados desde Montevideo en una
camioneta Hyundai H1. Cumplen programas de "extensión", procesos educativos
complementarios que ellos mismos planifican y ejecutan.

Ricardo Almeida (58) cursa el último año de la licenciatura en Comunicación
en la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la
República, con especialización en Comunicación Comunitaria. Antes estudió
Derecho ("me faltan dos para ser procurador"), y también Periodismo en la
UTU. Se gana la vida con la venta de libros en la feria de Tristán Narvaja,
en Montevideo, y dedica tiempo al Centro Comunitario Galpón de Corrales,
instalado frente a la antigua fábrica de Funsa, donde contribuye con la
edición de boletines, el comedor barrial, la radio comunitaria y una
biblioteca.

Rocío Castillo (22), quien cursa el cuarto y último año de la licenciatura
en Periodismo, se muestra encantada con la experiencia, pese a que es
vegetariana, toda una rareza y un inconveniente en el interior profundo.

"He vivido en una burbuja, entre Solymar y Montevideo, y creí que era hora
de conocer el campo, algo tan importante para Uruguay", dice.

Juan Manuel Álvarez (23) escucha con atención. A veces filma o toma notas.
Él es otro tipo de comunicador. Cada martes difunde "El Reportero", un
programa informativo semanal que transmite el "cable" de la zona, el Canal
Caraguatá, que no va por cable sino por antena (dow converter). Juan Manuel,
quien vive en Las Tocas, un pueblo cercano de unos 1.200 habitantes, reúne
información de todo tipo, graba o filma, edita y difunde. También vende
publicidad, con la que mantiene su motocicleta y vive. Así que es productor,
vendedor, periodista y presentador en el eje de la ruta 26, en el linde de
Tacuarembó y Cerro Largo.

Un libreto

Rocío Castillo, la estudiante de periodismo en la Udelar, monta un proyector
y hace una presentación en power point con la propuesta del grupo
estudiantil para el Sindicato de Peones. Un compañero suyo filma todo lo que
le parece de interés, pues se propone editar un video, mientras el docente
dirige un taller sobre comunicación interna y externa del sindicato, en el
que investigan la mejor forma de obtener difusión en emisoras locales de
radio y televisión. No sólo importa el medio sino también el horario, que
entre la peonada no es cualquiera, el tipo de programa y el lenguaje.

En la tarde soleada de domingo los delegados del sindicato, el docente y los
estudiantes van creando el libreto en base a preguntas, respuestas y bromas.

Campesino, productor, empleado

En Uruguay no existe un "campesinado"; no al menos de ese tipo que compone
un gran número de personas que se desplaza de una zafra a otra, o que
explota una constelación de pequeños predios de supervivencia. Es más
preciso hablar de productores o empresarios (muchas veces familiares) y
empleados (administradores, capataces, peones). La población rural
permanente de Uruguay no supera las 170.000 personas. En 2011 había
alrededor de 45.000 explotaciones agropecuarias, unas 12.000 menos que en el
año 200La superficie promedio por explotación era de 361 hectáreas.

Pequeños y grandes

Existen unos 97.000 asalariados en todas las ramas rurales. Hay unos 33.000
productores familiares, en particular tamberos, que emplean a una o dos
personas. Hay más presencia de grandes propietarios: la industria forestal,
empresas agrícolas, el Instituto Nacional de Colonización.

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