Brasil/ ¿se inicia un nuevo ciclo de luchas de la clase trabajadora? [Marcelo Badaró Mattos - entrevista]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Jun 20 11:33:52 UYT 2014
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Correspondencia de Prensa
boletín informativo – 20 de junio 2014
germain5 en chasque.net
A l’encontre – La Breche
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Brasil
Entrevista a Marcelo Badaró Mattos (1)
¿Se inicia un nuevo ciclo de luchas de la clase trabajadora?
Patricia Fachin
IHU Online
http://www.ihu.unisinos.br/
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
-¿Qué significan las huelgas que vienen ocurriendo recientemente,
especialmente por el hecho de que los sectores se organizan sin la
participación y el apoyo de los sindicatos?
Marcelo Badaró Mattos: Fenómenos sociales complejos, como los ciclos de
huelgas y movilizaciones de la clase trabajadora, nunca pueden ser
explicados por un único factor. Por lo tanto, hay diferentes significados en
las huelgas que están ocurriendo en el último período. De un lado,
sindicatos que se mantuvieron activos y combativos a lo largo de las dos
últimas décadas sienten que hay un momento favorable para las movilizaciones
huelguísticas después de las jornadas de junio 2013 y en el contexto de la
Copa del Mundo.
En gran medida porque, cuando las manifestaciones multitudinarias del año
pasado levantaron como “de la Copa yo abro mano, quiero dinero para salud y
educación”, resumían los últimos veinte años de luchas de los trabajadores
del servicio público en esas áreas, que reivindicaban no apenas mejores
salarios y condiciones de trabajo para ellos, sino también demandaban salud
y educación de calidad como derecho de todos, en tiempos de privatización y
pésimas condiciones de oferta de esos derechos fundamentales. De allí porque
las huelgas en el servicio público de forma general y en la educación en
particular estén aconteciendo en gran número, dirigidas muchas veces por
sindicatos combativos.
Por otro lado, creo que ese fue el punto de la pregunta, están ocurriendo
también muchas huelgas en sectores de trabajadores que no vienen siendo
representadas por sus entidades sindicales, hace mucho tiempo controladas
por burócratas al servicio de los patrones y de los gobiernos.
Es el caso de las huelgas recientes de los fiscalizadores carreteros,
trabajadores de la limpieza urbana y, en muchos casos, de trabajadores de la
construcción civil. Tales situaciones refuerzan la tesis de que la
burocratización es una consecuencia de la estructura sindical brasilera, en
gran medida la misma estructura oficial (dependiente del registro en el
Ministerio de Trabajo, basada en el sindicato único por categoría y región y
atada en la cotización compulsiva de todos/as los/as trabajadores/as para el
sistema), creada en los años 1930 y apenas reformada en 1988 y después. De
cualquier forma, la existencia de polos combativos en el movimiento sindical
indica que ese proceso no es inevitable.
-¿A que le atribuye usted el hecho de que las huelgas se hayan duplicado de
2010 a 2013, habiendo ocurrido 446 huelgas en 2010 y más de 900 en 2013?
¿Las protestas por cuenta de la Copa del Mundo ayudaron?
Marcelo Badaró Mattos: El número de huelgas en Brasil viene creciendo,
incluso antes de las jornadas de junio de 2013. En 2012 hubo la mayor
cantidad de huelgas desde 1996, según los datos del Dieese (Departamento
Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos). No hay todavía
relevamientos divulgados para 2013, pero todo indica que la tendencia de
elevación del número de huelgas se mantiene.
Algunas de las huelgas de 2012, como la de los trabajadores de la educación
en las instituciones federales de enseñanza (que fueron seguidas por otras
categorías de funcionarios públicos federales), pueden ser vistas como
impulsoras de las reivindicaciones que re-emergieron en las calles y en las
voces de los manifestantes de 2013. Por otro lado, como ya mencioné, es una
agenda que, aunque difusa, posee un nítido sentido de clase (salud,
educación, transporte público de calidad, además de protesta contra la
violencia policial, cotidianamente letal en las favelas y periferias de las
grandes ciudades).
Eso reforzó la disposición de diversos sectores asalariados de ir a luchar,
empujados por la nueva coyuntura, no solo haciendo huelgas, sino también
fueron a las calles, dando mayor visibilidad y buscando apoyo para sus
causas. No se debe olvidar, que las huelgas ocurren también por una
acumulación de descontentos relativos a las condiciones de trabajo y a los
salarios. Por un lado, la relativa disminución del desempleo atenúa un poco
la inseguridad en relación a la confrontación huelguística, por otro lado,
los bajos salarios y las condiciones adversas de trabajo (crecimiento de los
accidentes de trabajo y realidades de trabajo análogo a la esclavitud en
construcciones de las grandes obras del Programa de Aceleramiento del
Crecimiento y de los mega-eventos, por ejemplo), son factores objetivos que
impulsaron un mayor número de huelgas.
-¿Cuáles son las principales reivindicaciones que se destacan en esas
huelgas?
Marcelo Badaró Mattos: Las principales reivindicaciones son reajustes
salariales y mejoría de las condiciones de trabajo -lo que implica el fin de
la doble función en el caso de los fiscalizadores carreteros (dirigir y
cobrar pasajes al mismo tiempo), la mejor alimentación y alojamiento en las
obras de la construcción civil, valores mayores para la alimentación de los
barrenderos-, por citar algunos ejemplos. En cuanto los funcionarios
públicos, predominan, además de las salariales, la reformulación de los
planes de carrera (luego de años de desnaturalización de las carreras por
cuenta de la introducción de gratificaciones diferenciadas, etc.), además de
la defensa de políticas públicas que atiendan los intereses de la mayoría de
la población (como la lucha contra el cierre de escuelas, el crecimiento del
número de alumnos por turno y la no garantía del tiempo de preparación de
clases por parte de los profesionales de la educación.
-¿A qué atribuye los bajos salarios, a pesar del aumento del salario mínimo,
y la falta de avances en los derechos laborales, considerando especialmente
la tercerización en Brasil?
Marcelo Badaró Mattos: La lógica de acumulación capitalista explica esos
fenómenos, pues las empresas y los empresarios que personifican el capital,
sólo a costa de mucha lucha, organizada por parte de la clase trabajadora,
reajustan salarios, aceptan ampliar derechos y garanten condiciones de
trabajo mínimamente dignas. Desde los años 1980 en todo el mundo, y en
Brasil especialmente a partir de los años 1990, se vive una época de
retrocesos históricos de las conquistas de la clase trabajadora y avance del
capital sobre los límites que las luchas del siglo XX impusieron a la
explotación. Por atrás de ese proceso está el esfuerzo del capital para
superar las varias crisis cíclicas que, por sus dimensiones cada vez más
planetarias, indican para muchos analistas una crisis estructural o
sistémica.
Todos los procesos de reestructuración productiva inducidos desde los años
1970, así como la diseminación de modelos neoliberales de gestión del
Estado, crearon condiciones para tal avance del capital sobre las conquistas
de los trabajadores. Tal proceso adquiere características todavía más
violentas en una periferia capitalista tardíamente industrializada y
económicamente dependiente del capital externo como la brasilera, en que las
conquistas de la clase trabajadora eran todavía muy limitadas y donde la
necesidad de generar lucros capaces de remunerar tanto a los capitales
locales cuanto a los foráneos, tendió a producir siempre una
superexplotación de la fuerza de trabajo, para usar el sentido dado a la
expresión por Ruy Mauro Marini. (2)
-¿Esas huelgas, qué indican desde el punto de vista del trabajo en Brasil,
considerando que hay críticas positivas en relación a los gobiernos de Lula
y Dilma en el sentido de aumentar el salario mínimo y crear políticas de
crédito para el consumo?
Marcelo Badaró Mattos: En estos casi 12 años de gestiones petistas del
gobierno federal, tanto en las fases de crecimiento más significativo en el
segundo mandato de Lula da Silva, como en los períodos de estancamiento del
crecimiento económico, como hoy en día, la mayor parte de los empleos
generados en Brasil fue anclada en el bajo salario. Datos de 2011 indican
que 82% de los empleados en Brasil reciben tres salarios mínimos (30%
reciben hasta un salario mínimo). Se calcula que entre 8 y 10 millones de
trabajadores están tercerizados. El número de empleados sin cartera de
trabajo disminuyó en los últimos años, pero, si sumamos los que no tienen
registro a los que contribuyen para la previsión social y a los cerca de 7%
de desempleados (según datos recientes del IBGE, Instituto Brasilero de
Geografía y Estadística), podemos tener una idea del grado de precarización
de las relaciones de trabajo en Brasil.
Los aumentos del salario mínimo por encima de la inflación y las facilidades
de crédito consignado, sobre todo el comercial, estimulan una ampliación del
consumo de corto plazo. El gobierno intenta darle una sobrevida a través de
las exoneraciones fiscales (o sea, pagamos todos para garantir el lucro de
las montadoras de automóviles y fabricantes de electrodomésticos y
electrónicos, prácticamente todas grandes empresas transnacionales). Pero es
preciso recordar que los reajustes del salario mínimo, mal y mal, lo
recolocan en niveles de 1980, que ya era el punto más bajo de su curva desde
el final de los años 1930. Y la facilidad del crédito es también la
facilidad de endeudarse, cuyo límite es también poco elástico si se trata de
trabajadores de ingreso tan bajo. Las huelgas constituyen una de las
reacciones posibles a ese cuadro.
-¿Qué es lo que la huelgas señalizan, específicamente, en relación a la
representación de los sindicatos y a la organización de los sectores?
Marcelo Badaró Mattos: Cuando diversos sectores hacen huelga
independientemente de la orientación de las direcciones sindicales, o
incluso contra ellas, estamos delante de un cuadro en que un proceso de
reorganización sindical se hace necesario. La última vez que eso ocurrió con
proporciones significativas fue a finales de la década de 1970 e inicio de
los años 1980, cuando las huelgas del llamado “nuevo sindicalismo”; algunas
de ellas dirigidas por direcciones representativas, pero muchas de ellas
construidas por “oposiciones sindicales”, o incluso por sectores menos
organizados de bases sindicales insatisfechas con el perfil “pelego” de sus
direcciones (Nota del Traductor: burocracia sindical de colaboración con las
patronales, de prácticas mafiosas y subordinada al Estado, en otros países
se lo denomina “sindicalismo amarillo”). De aquellas luchas surgió la
Central Única de los Trabajadores (CUT), y más tarde otras centrales que
disputaron espacios con la CUT por una vía menos combativa.
-¿Las centrales sindicales todavía tienen relevancia en la actual discusión
laboral en el país?
Marcelo Badaró Mattos: Aquella CUT que emergió de las luchas de los años
1970/80 ya no existe más. En lugar de la central sindical autónoma en
relación al gobierno y a los patrones, que proponía un sindicalismo
clasista, combativo y construido por la base, se levanta hoy un inmenso
aparato burocrático, entrelazado al Estado, dependiente de la cotización
sindical compulsiva (Nota del Traductor: conocido en Brasil como “impuesto
sindical” que recauda el gobierno y luego distribuye entre las centrales
sindicales con registro legal), y de fondos públicos, dominada por una
concepción de colaboración de clases, que se expresa en el posicionamiento
de sus dirigentes. Centrales que se presentaban como rivales, a la derecha
de la CUT en los años 1980, como la Fuerza Sindical, hoy prácticamente se
equivalen en propuestas y compromisos con el Estado y los patrones. Nuevas
centrales surgieron en los últimos años, casi todas con un objetivo de
legalizarse para obtener un parte de la torta de la cotización sindical
compulsiva. Esos aparatos burocráticos cumplen mucho más el papel de dique
de contención que de polo irradiador de las huelgas y movilizaciones. Hay,
sin embargo, espacio para el surgimiento de alternativas.
Las huelgas actuales son fragmentadas. En algunos momentos se intenta
unificar acciones y manifestaciones, pero, en ausencia de centrales
sindicales amplias y representativas, dispuestas a dirigir la unificación de
las luchas (¿hace cuántos años no escuchamos de hablar en serio sobre la
idea de una huelga general en Brasil?), cualquier camino unitario es más
difícil de ser recorrido. Hay algunos esfuerzos en curso en dirección de
construir un polo sindical combativo, y el más significativo de ellos me
parece ser la Central Sindical y Popular-Conlutas (CSP-Conlutas), que se
propone reunir no solamente a sindicatos, sino también a otras
organizaciones y movimientos con base social en la clase trabajadora, como
el movimiento por la vivienda, por la reforma agraria, por la igualdad
racial y de género, etc.
En un período en que la clase trabajadora se encuentra profundamente
fragmentada y una parcela de ella trabaja de manera informal y precaria, no
siendo la forma tradicional de sindicato capaz de sumar todas las parcelas
de clase, una central de sindicatos y movimientos sociales puede ser una
salida. Sin embargo, hay que poner reparos, porque el proceso de
construcción de la CSP-Conlutas lleva una década, y sus dimensiones todavía
son muy pequeñas como para dar cuenta de los desafíos que se presentan.
-¿Cuáles han sido las propuestas de las izquierdas en relación a las
discusiones acerca del trabajo?
Marcelo Badaró Mattos: Las fuerzas políticas de izquierda como aquellas que
reivindican la alternativa socialista al orden capitalista, sufrieron
duramente el retroceso de las luchas de la clase trabajadora, de forma
análoga al sindicalismo combativo, y sus dificultades son también un
componente de ese retroceso. Hoy, no sólo el desempeño electoral de esas
fuerzas es muy poco significativo, también su implantación en los
movimientos sociales de base trabajadora es diminuta, estando reducida su
capacidad de influenciarlos, como quedó patente el año pasado, en medio de
las “jornadas de junio”, cuando la izquierda organizada no consiguió ejercer
un papel protagónico en las manifestaciones de masas, generando incluso, en
medio de las manifestaciones, un espacio momentáneo de rechazo de matriz
conservadora, a los partidos de forma general.
No obstante, sería injusto no reconocer que las organizaciones de izquierda
vienen cumpliendo un papel importante, con todas sus dificultades, al
aglutinar fuerzas en la resistencia a los ataques del capital a las
conquistas de la clase trabajadora, plantándose contra las reformas que
retiran derechos, así como presentando propuestas de reconquista de esos
derechos -la reducción de la jornada de trabajo sin reducción del salario,
el fin del factor de aporte a la seguridad social para calcular las
jubilaciones, la anulación de las medidas privatizadoras en la salud, la
previsión social, los hospitales públicos, entre otras.
-¿Cómo evalúa específicamente la gestión de los gobiernos Lula y Dilma en
relación a las cuestiones laborales, siendo que es el Partido de los
Trabajadores?
Marcelo Badaró Mattos: Los gobiernos del Partido de los Trabajadores poseen
una base electoral anclada en sectores de la clase trabajadora urbana y,
cada vez más, en capas más precarizadas y pauperizadas de los llamados
rincones de pobreza del interior de país. No obstante, el partido que carga
a los trabajadores en su nombre, desde el primer mandato de Lula, no
gobierna para ellos, gobierna para el capital. De allí que, en relación a
las cuestiones laborales, ya a partir de 2003, sus medidas fueron siempre en
retroceso. La retirada de derechos que venía de los años 1990, continuó,
como se hizo evidente ya en los primeros meses del primer mandato de Lula,
con su “reforma” de la previsión social, a la que siguieron cambios en la
legislación de quiebras y de las pequeñas y medianas empresas. En el campo
de la legislación sindical, ocurrió una profundización del entrelazamiento
de los sindicatos al Estado, justo en el camino opuesto al que Lula, como
dirigente sindical de los metalúrgicos de San Bernardo, pregonaba a finales
de los años 1970.
-¿En relación al trabajo en Brasil, qué avances y retrocesos son posibles
destacar?
Marcelo Badaró Mattos: Todas las respuestas anteriores apuntaron a un
balance en que, en las relaciones capital-trabajo en el Brasil de las
últimas décadas, las fuerzas del trabajo perdieron mucho. No obstante, en el
último período, la elevación del nivel de conflictividad social -con las
manifestaciones masivas del año pasado y la onda de huelgas de este año-
parece apuntar al inicio de un nuevo ciclo de luchas de la clase
trabajadora. Sólo un movimiento de ese tipo podrá revertir el proceso de
recortes de derechos y retroceso en el grado de organización y conciencia de
la clase, permitiendo avances significativos para los trabajadores.
1) Nota de Correspondencia de Prensa: Investigador social, profesor del
Departamento de Historia en la Universidad Federal Fluminense (UFF), autor
de numerosos estudios sobre el sindicalismo brasilero. Integra la secretaría
de redacción de la revista marxista Outubro.
2) Nota de IHU Online: Ruy Mauro Marini (1932 - 1997): cientista social
brasileiro. Conocido internacionalmente como uno de los elaboradores de la
Teoría de la Dependencia. Su obra ha tenido una gran difusión en castellano,
aunque es poco conocida en el propio Brasil.
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