Irak/ en estado de shock por ofensiva yihadista [Tino Burgos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 23 23:03:43 UYT 2014


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 23 de junio 2014

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Irak

Ofensiva yihadista

Irak en estado de shock

Tino Burgos

Viento Sur

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En los últimos meses la guerra en Siria entró en una fase agotamiento. Tras
meses de impasse la situación parecía inclinarse a favor del presidente
Assad. Varios factores permitían obtener esa conclusión: escaso interés de
la comunidad internacional por abrir un escenario nuevo en el que las
fuerzas islamistas podrían jugar un papel hegemónico peligroso para los
intereses occidentales, convocatoria electoral para legitimar el gobierno de
Bachar e incluso la retirada de combatientes opositores de algunos núcleos
urbanos. Todo ello permitía albergar alguna esperanza de que el conflicto
entrara en una fase de hibernación o de baja intensidad.

Sin embargo, la ofensiva desencadenada por el Ejército Islámico de Irak y
Levante (EIIL) sobre Irak ha desmentido, aunque sea de forma parcial, estas
previsiones. Quizás la guerra en Siria pase temporalmente a un segundo plano
pero el traslado de los enfrentamientos a Irak abre un escenario si cabe más
difícil y complejo por las consecuencias que pudiera tener. Con buena parte
del protagonismo mediático centrado en Siria no eran muchos los analistas
que advertían de la inestable y compleja situación existente en Irak donde
estaban convocadas elecciones para finales de abril de este año. Aunque las
perspectivas existentes en el año 2010 se presentaban favorables, lo cierto
es que la legislatura de Al Maliki ha estado marcada por su incapacidad para
estabilizar al país y lograr un consenso entre las diferentes comunidades
que permitiera remontar la situación que se abrió con la invasión
norteamericana para derrocar a Saddam Hussein. Diversos analistas señalaban
que en los últimos años se ha incrementado la pobreza en un país destruido
por la guerra. De hecho se habla de seis millones de iraquíes viviendo en
los límites de la miseria lo que facilita la inestabilidad y radicalización
de segmentos importantes de la población. Uno de ellos está formado por la
comunidad sunnita que acusa al gobierno de Al Maliki de haber
patrimonializado el gobierno a favor de su partido y clientela electoral
chiita, con base en Kerbala, principalmente.

A la pobreza rampante habría que añadir otros elementos como son el fracaso
en lo referente a la estabilidad y seguridad con un ascenso continuado de
los atentados terroristas y por otro lado estaría el empeoramiento de sus
relaciones con los países vecinos. La retirada norteamericana permitió
albergar alguna esperanza con respecto al incremento de la estabilidad en el
país. En efecto, retiradas las tropas invasoras parecía que los niveles de
violencia disminuirían de forma drástica en la medida que una parte
significativa de los atentados se dirigían contra ellas. Pero esta idea se
sustentaba en que únicamente la presencia americana era la causante de la
violencia en Irak olvidando un elemento tan importante como es la violencia
sectaria protagonizada por sunnies y chiitas. Si se hubiera hecho un
esfuerzo real por integrar a la comunidad sunnita en el proceso es posible
que la situación no se hubiera deteriorado tanto como lo hizo en los últimos
cuatro años. Pero la realidad es que los árabes sunnies han seguido
sintiéndose como los grandes marginados y excluidos lo que ha favorecido su
rechazo hacia el nuevo régimen al tiempo que alimentaban una creciente
radicalización.

Aunque se presentaron diversas opciones políticas, mayoritariamente de
inspiración islámica como la coalición Mutahidum (Unida) que se situaba en
las coordenadas ideológicas de los Hermanos Musulmanes, lo cierto es que no
lograron ni el apoyo masivo necesario, ni se han convertido en
interlocutores del conjunto de la comunidad sunnita que ha ido alimentado
diversos grupos insurgentes desde el año 2004. La realidad es que en el
último periodo se habla de unos 3.500 muertos en los primeros meses de este
año, con un promedio de mil víctimas mensuales como consecuencia de diversos
atentados.

El otro elemento que contribuyó estos años a deteriorar la situación de Irak
fue su creciente aislamiento dentro del contexto regional árabe. Percibido
como un gobierno sectario favorecedor de los intereses de la comunidad
chiita y aliado privilegiado de Irán, los países árabes han mantenido
durante estos últimos años una actitud cuanto menos distante. El estallido
de la revuelta popular en Siria no ayudó a mejorar su imagen ya que, en una
coyuntura en la que la calle árabe mostraba su solidaridad con los
combatientes islamistas, el gobierno de Bagdad aparecía como despreocupado
por esta cuestión y poco sensible al sufrimiento de la población civil. Que
Bachar en Siria proceda de la minoría alauita, es decir chiita, y que Maliki
sea también chiita es un elemento que la comunidad sunnita percibe con
facilidad como una alianza de traidores al Islam. Es fácil imaginar que
detrás de este aspecto se pueden encontrar sin dificultad las intrigas y el
trabajo conspirativo de Arabia Saudita así como de los Emiratos del Golfo,
que ven con verdadera aprehensión cualquier posible incremento de la
influencia de Irán sobre los países de Oriente Medio o sobre las poblaciones
chiitas de sus propios estados. En este sentido, Irak y su gobierno forman
parte del bloque enemigo al que hay que aislar o incluso destruir. Lo cierto
es que este aislamiento regional no ha ayudado a estabilizar la situación en
Irak.

Unos resultados que incrementan la crisis

Si la campaña electoral estuvo marcada por una espiral de violencia
ascendente, con atentados indiscriminados que afectaron especialmente a la
población chiita, el resultado de la misma abrió una nueva fase en el
deterioro de la situación. Con un parlamento formado por 328 representantes,
la lista vencedora, la de Al Maliqui, obtuvo 92 escaños, muy lejos de la
mayoría necesaria para obtener el apoyo parlamentario. Por ello se abrió un
intenso periodo de negociaciones que solo han servido para mostrar las
debilidades del nuevo Irak así como su desgarramiento entre los diversos
grupos políticos y comunidades. Hasta cinco posibles candidatos ha
presentado la Alianza Nacional Iraquí para el cargo de Primer Ministro, sin
obtener resultado favorable.

Todas las partes se acusan de sectarismo o de estar al servicio de intereses
extranjeros. Formalmente el Consejo Supremo de Al Hakim se presenta como una
alternativa no sectaria abierta a la sociedad civil e integradora pero en la
práctica no puede hacer olvidar su alianza con Irán durante muchos años al
tiempo que no es capaz de presentar una ruptura con ese pasado. Su propia
base electoral, chiita, se siente cómoda con la presencia e influencia
iraní.

En este contexto es en el que se produce la irrupción del EIIL desde Siria
ocupando en una ofensiva relámpago la provincia de Nínive, incluida la
ciudad de Mosul, su capital. Quizás lo que más haya asombrado en el exterior
haya sido el hundimiento del nuevo ejército iraquí que se ha mostrado
incapaz de hacer frente a la misma. Tres divisiones se han hundido y buena
parte de sus mandos han huido hacia la capital dejando en manos insurgente
posiciones sin defensa así como numeroso armamento. Para los Estados Unidos,
que se retiraron de Irak anunciando que se había logrado formar un nuevo
ejército, entrenado y disciplinado, el escenario no deja de ser un serio
contratiempo pues obliga a repensar la situación y la necesidad de una
posible implicación en un conflicto indeseado. Para el gobierno de Bagdad,
que ha venido incrementando el presupuesto de defensa durante este tiempo,
se trata de un fracaso sin paliativos.

Ante este resultado, los yihadistas anunciaron su avance hacia el sur con la
intención de alcanzar las ciudades sagradas chiitas y destruirlas. La
amenaza resultó tan creíble que en cuestión de horas el clero chiita llamó a
la movilización general acudiendo en ayuda del gobierno de Maliki al mismo
tiempo que los pershmergas kurdos se hacían con el control de la disputada
ciudad de Kirkuk, centro petrolífero iraquí, con el pretexto de evitar su
posible caída en manos de los yihadistas. De este modo Irak se mostraba al
mundo al borde de convertirse en un estado fallido.

Los yihadistas del EIIL

El Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) forma parte de la galaxia
islamista/yihadista partidaria de la yihad global apadrinada por Al Qaeda.
Su origen hay que buscarlo en Irak. La intervención americana permitió la
formación de Al Qaeda de Mesopotamia, dirigida por Al Zarqawi que dio
importantes dolores de cabeza a los norteamericanos hasta su muerte en
combate. Con posterioridad, en la región occidental de Faluya se produjo una
reorganización de los efectivos yihadistas para dar forma al Estado Islámico
de Irak (EII).

Fieles a su estrategia de implicarse en conflictos ya existentes, el EII
decidió intervenir en el conflicto de Siria en el año 2012. Como en otros
lugares, pasaron a convertirse en parásitos, pero a la vez protagonistas,
del viejo conflicto. Lo que al inicio había sido una revuelta popular en
contra del gobierno de Bachir Assad, pronto se convirtió en una guerra civil
y, con la incorporación de los yihadistas, se transformó en un
enfrentamiento sectario en el que la línea de fractura sunnita-chiita quedó
claramente delimitada. La ayuda del EII fue fundamental para la formación de
Al Nusra (El Frente para la Victoria) que contó con importantes apoyos tanto
a nivel económico como en lo referente al envío de combatientes. Desde el
comienzo hubo acusaciones de que Al Nusra contaba con la complicidad de
Turquía que, además de su apuesta por el derrocamiento de Bachar Assad,
necesitaba un contrapeso para evitar que los kurdos pudieran impulsar un
proceso que culminara con la proclamación de una región kurda autónoma.
Dirigido por Mohamed al Jawlani, Al Nusra consiguió una presencia efectiva
en diversos lugares del territorio sirio: Alepo, Deraa, Deir el Zor, Raqqa,
etc.

Su ascenso parece estar vinculado a un doble proceso. Por un lado la
efectividad de sus combatientes y por otro la formación de una red
asistencial en las ciudades y barrios bajo su control para ofrecer ayudas a
la población civil castigada por el conflicto. No hay dudas de que Al Nusra
sea una fuerza política implantada en la sociedad valiéndose del conflicto.
Sin embargo, en el año 2013 se produjo una división en sus filas cuando el
dirigente del ISI, Abu Bakr Al Bagdadi, comenzó a hacer públicos comunicados
en los que insistía que Al Nusra era parte del EII y que la nueva situación
llevaba a una reorganización que daría origen al actual EIIL.

De lo recogido en diversas redes y testimonios se puede deducir que se
produjo un intento de controlar un movimiento como Al Nusra en un momento en
el que su prestigio estaba en alza. Pero las cosas no salieron según lo
previsto y el dirigente del Frente, Jawlani, rechazó la propuesta. Las
recriminaciones mutuas intentaron ser solventadas mediante una declaración
del líder de Al Queda Ayman Al Zawuahiri, quien reconoció como miembro de la
Yihad global al frente Al Nusra.

Inevitablemente se produjo un enfrentamiento entre ambas facciones marcado
por la opacidad. Se conocen casos de batallones de diversas áreas que han
cambiado de posición oscilando entre Al Nusra e EIIL en varias ocasiones. En
la primavera de 2013 Raqqa, ciudad estratégica situada junto al Eúfrates,
cayó en manos del EIIL que la convirtió en su cuartel general. Aunque se
produjeron diversas denuncias que señalaban que los combatientes del EIIL
eran básicamente extranjeros, el asunto no está claro y existen estimaciones
que reducen esta composición hasta un 30% de los efectivos.

Aunque el enfrentamiento entre sunnitas y chiitas es un hecho recurrente a
lo largo de la historia en Oriente Medio, nos encontramos en la actualidad
en una fase de radicalización de dicha rivalidad. Desde el triunfo de la
Revolución Islámica en Irán las clases gobernantes árabes han venido
insistiendo en el peligro de un expansionismo iraní y por lo tanto chiita
que podría poner en peligro el status quo existente en la región. Un
argumento que no sirve para ocultar su temor a un posible contagio del
modelo iraní a otros escenarios árabes. Arabia Saudí ha sido el país
abanderado de esta posición a la que se han unido buena parte de los
gobernantes árabes de la región. El derrocamiento de Saddam no fue llorado
por parte de las petro-monarquías pero abrió la puerta a un ascenso chiita
si acaso más preocupante. La división ideológica existente entre los
reformistas modernizadores islamistas (Hermanos Musulmanes) y los
tradicionalistas (wahabitas) ha sido el factor decisivo que ha mantenido
durante este tiempo divididos a los estados árabes a la hora de enfrentar lo
que ellos perciben como una amenazadora media luna chiita que se extendería
desde el estrecho de Ormuz hasta el Líbano presionando a los estados donde
los sunnitas son mayoritarios.

El EIIL mantiene un discurso de extrema violencia contra los chiitas.
Recientemente Ahmed Rashid señalaba en la prensa que su originalidad
consiste en que de sus palabras se puede apreciar un llamamiento al
exterminio físico, algo que no tiene precedente dentro de las pugnas
internas del Islam. Los yihadistas usan el argumento del takfir, la
apostasía, para justificar sus ataques en contra de quienes consideran son
unos traidores a las enseñanzas religiosas. Frente a un apóstata la muerte
aparece como la mejor de las opciones. Quienes viven en un estado musulmán y
no son capaces de rebelarse contra quienes gobiernan ese estado son gente
que se merece la muerte precisamente por su ignorancia cuando no por su
propio abandono de las prácticas religiosas. Con este argumento se entiende
que los yihadistas no tengan especiales prejuicios a la hora de utilizar la
violencia de forma indiscriminada. Las víctimas lo son por su propia
inacción. Pero frente a los chiitas, el EIIL se presenta como un grupo de
Nasibis, concepto que hace referencia a quienes tomaron el control de la
inicial comunidad islámica para dirigirla en contra de los idólatras, lo que
encaja perfectamente en su idea de yihad o guerra santa. Los chiitas son
rafidis, es decir, aquellos que rechazan o que rehúsan someterse a los
principios del Islam. El valor simbólico de estos conceptos se aprecia en
las declaraciones del EIIL afirmando que no tiene ninguna duda de que el
destino de las ciudades sagradas de Nayaf o Kerbala es el de ser
bombardeadas y destruidas, del mismo modo que el clero chiita interpreta el
discurso como una verdadera amenaza lo que le lleva a pedir la movilización
de la población en apoyo del gobierno de Maliki y la formación de milicias
para defender sus lugares sagrados. Las ejecuciones sumarias y masivas de
las que se ha hablado en estos días formarían parte de una “campaña de
imagen” del EIIL presentándose como los únicos y verdaderos combatientes
contra aquellos rafidis que se atreven a rechazar el verdadero mensaje
religioso.

Las fronteras artificiales

Otro elemento significativo que evoca la actual ofensiva del EIIL hace
referencia a la artificialidad de las fronteras existentes en Oriente Medio.
Surgidas hace un siglo, en medio de la I Guerra Mundial y como resultado de
un reparto de zonas de influencia entre Francia y Gran Bretaña, durante este
tiempo han venido siendo cuestionadas por diferentes corrientes entre las
que destacan los nasseristas y el panarabismo del partido Baas. De ahí las
continuas interferencias de unos países en los asuntos de los otros, los
proyectos de fusión de estados que no llegan a consolidarse, la articulación
de corrientes políticas por encima de las fronteras etc. Para la corriente
islamista, la única frontera reconocida hace referencia a la Umma o
comunidad islámica, hecho que explica y facilita la presencia de
combatientes de diversos países en cada uno de los conflictos que se
desarrollan en el seno de la Umma (Afganistán, Chechenia, Irak o Siria). Las
delegaciones de Al Qaeda en las zonas en conflicto han buscado siempre la
superación de las fronteras estatales (Al Qaeda del Magreb Islámico, Al
Qaeda de Mesopotamia, de la Península Arábiga, etc). La mutación del EII a
EIIL plantea un grave desafío en la medida en que Siria deja de existir para
convertirse en un vago y difuso Al Sham traducido generalmente como Levante
que trasciende a estados vecinos como Líbano e incluso Jordania. Solamente
el desarrollo de los acontecimientos en el futuro permitirá saber si esta
denominación incluye un deseo real de extender su campo de actuación. De
momento habrá que señalar que entre los objetivos a destruir en ocasiones
han citado a Beirut, ciudad a la que consideran como un baluarte de
Hezbollah, el partido-miliciano de la población chiita libanesa, que no ha
dudado en acudir en apoyo de Assad en los momentos más delicados del
conflicto en Siria.

Como en Oriente Medio todo es difuso y opaco la cuestión de las fronteras y
de las alianzas políticas es un fenómeno claramente volátil. Así, el
nacionalismo árabe fomentó en Siria la presencia del PKK kurdo para
dirigirlo en contra de Turquía e incluso de Irak en la época de Saddam. Esta
alianza, rota cuando se expulsó de Líbano a Ocalan, se ha mantenido en el
imaginario islamista justificando su hostilidad en contra del movimiento
kurdo, señalando que el PYD en Siria es un caballo de Troya en manos de
Bachir. Se trata de un argumento ideológico que, unido a la inspiración
laica del movimiento kurdo, ha sido el pretexto para combates entre milicias
kurdas e islamistas que han proliferado en diversos momentos y lugares
durante el periodo de la revuelta contra Assad en Siria. Como nada es
sencillo, también se han levantado voces señalando una extraña confluencia
de intereses entre Bachir y el EIIL. El primero habría dejado actuar al
segundo o, cuanto menos, no se implicado en conseguir su derrota, con la
idea de que un auge del yihadismo del EIIL serviría para que las potencias
occidentales reaccionaran con temor . De este modo Bacher jugaría la carta
de hacerse imprescindible para derrotar al EIIL solamente cuando los
americanos reclamaran su actuación lo que sería recompensado con una
aceptación de su mantenimiento en el gobierno de Damasco al convertirse en
la punta de lanza contra el terrorismo islámico, Se trataría en suma de
repetir una jugada semejante a la de Milosevic en la región balcánica en la
década de los noventa. Después de incendiar la zona, se presentó como único
garante para imponer los acuerdos de paz firmados en Dayton, lo que obligó a
los USA a mantenerle en el poder convertido ahora en su aliado. De modo
semejante, Bachar estaría dejando hacer a los yihadistas convencido de que,
tarde o temprano, los americanos tendrán que solicitar su apoyo. En ese
momento Bachar pondrá como precio a su apoyo su mantenimiento en el poder.

Un Obama despistado

La ofensiva del EIIL ha colocado contra las cuerdas al presidente Obama
quien ha venido presentándose hasta ahora como el artífice de la retirada de
las tropas estadounidenses de Irak. Para justificar esta retirada se alardeó
de la formación de un ejército y una policía profesional que contaban con
medios y formación suficiente como para mantener el control y la estabilidad
de Irak. Los hechos han venido a desmentir estas afirmaciones obligando a
los norteamericanos a repensar la situación. Desde el inicio de la ofensiva
las declaraciones oficiales han venido insistiendo en la idea de que no se
contempla un escenario en el que tropas norteamericanas puedan hacerse
nuevamente presentes en la zona. Cuando se acerca el final de su segundo
mandato, Obama aspira a pasar a la historia como el presidente que sacó a
las tropas USA de los avisperos de Irak y Afganistán. Dar marcha atrás en
este objetivo sería considerado como un fracaso, incluso si se trata de
combatir al yihadismo. Por eso mismo sus portavoces se han mostrado
dispuestos a valorar otras posibilidades, haciendo referencia al uso de
bombardeos mediante drones, un hecho que ha hecho sonar todas las alarmas
vistos los resultados de ese método en escenarios como Yemen, Afganistán o
Pakistán, donde dichos bombardeos han causado numerosas víctimas entre la
población civil.

Un hecho relevante es la convergencia de intereses en esta crisis entre USA
e Irán, los grandes enemigos. El gobierno de Teherán presenta en la
actualidad una actitud más flexible y cooperadora en temas como el armamento
nuclear, pero de ahí a establecer una alianza media todavía un trayecto
importante. Sin embargo, en el caso de Irak los americanos tienen claro que
no se puede suprimir la influencia de Irán y hacer de ello un objetivo
esencial solo puede alimentar una insurgencia chiita antiamericana en Irak,
lo que supondría una dificultad añadida. Del mismo modo, Irán lucha por
mantener el espacio de influencia con el que cuenta actualmente sin que ello
suponga un enfrentamiento radical con los Estados Unidos. De momento, y ante
el ataque islamista a los centros de producción y refinado de petróleo, los
Estados Unidos han anunciado el envío de un contingente de trescientos
asesores militares para respaldar al gobierno de Al Maliki. Está por ver el
alcance real de la ofensiva del EIIL y si este apoyo será suficiente para
frenarla o habrá que buscar medidas añadidas.

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