Brasil/ un momento de acción masiva, colectiva e indignada [Correio da Cidadania]

[Ernesto Herrera]

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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 30 de mayo 2014

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A l’encontre – La Breche

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Brasil

Un momento de acción masiva, colectiva e indignada

Correio da Cidadania, editorial, 28-5-2014

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Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Las últimas semanas en nuestro país trajeron un escenario turbulento, de
fuerte polarización social, como para caracterizarlo de un “mayo rojo”. La
vuelta de la inflación, los fallos notorios en la infraestructura de
energía, transportes y abastecimiento de agua reiteran las señales de
agotamiento de la política y del planeamiento económico, incapaces de romper
con la dependencia y la sumisión al capital financiero, manifestadas, entre
otras, en el presupuesto de la Unión comprometido centralmente con el pago
de la deuda pública, y no con las demandas sociales. Factores que influyen
para la actual coyuntura de grandes luchas, que tuvo ensayos importantes en
estos últimos meses, luego de la grandes manifestaciones de junio de 2013,
como la huelgas en Porto Alegre y Río de Janeiro en pleno carnaval, cuando
los trabajadores se rebelaron en contra de las direcciones sindicales y
dieron inicio a un movimiento huelguístico victoriosos.

Loe ejemplos se multiplican desde entonces: solamente en San Paulo, la
huelga de los motoristas de ómnibus, también originada en la rebelión dentro
del sindicato; huelga de profesores de la red municipal; la huelga de
profesores, funcionarios y estudiantes de la universidades paulistas; la ola
de ocupaciones del MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo); y
diversos actos contra la Copa.

Porto Alegre, Río de Janeiro y Sao Paulo, como contextos más radicalizados,
característicos de las grandes metrópolis, no son, de modo alguno,
excepciones en Brasil. Son ciudades emblemáticas de las manifestaciones que
recorren el país, a mayoría de ellas asociadas a los sectores de la
educación y transporte, que parecen ser hoy los depositarios de la enorme
insatisfacción y cansancio populares con unos servicios públicos de quinta
categoría.

La situación es, por tanto, de inestabilidad, y hay que contar además con
los posible fiascos antes y durante la Copa -el ejemplo del estadio
Itaquerão, en San Paulo, en torno al cual rondan desconfianzas de que no
estará pronto para la apertura del evento y que no contará incluso con la
estructura adecuada para el funcionamiento de redes de celular e internet. 

Frente a la tensión social que emerge a pocos días de la Copa, también hay
que resaltar la gran diversidad de los movimientos populares y su despuntar
de modo autónomo en la escena política, a partir de las bases y tomado
distancia de las dirección sindicales. Se configura así, una mayor
aproximación de intereses auténticamente proletarios y a una confluencia
rumbo a los temas progresistas, a la izquierda del espectro político.

De otro lado, parece lejana la posibilidad de unificación de plataformas,
condición esencial para el avance sustantivo de la lucha política, algo que,
debe decirse, no fue tangente en el MPL (Movimiento Pase Libre) en 2013, y
ni por el MTST, protagonista de las actuales ocupaciones. Es posible
observar, entonces, una clara retomada de experiencia y formas de lucha
entre los diferentes movimientos que confluyen en varias de sus temáticas y
estrategias, y un salto cualitativo frente a las manifestaciones de 2013.

Al lado de esa mayor politización de los sectores involucrados, la simpatía
por las luchas coloca dificultades a los poderes constituidos para poner a
la población en contra de los protestas. Esto insinúa señales auspiciosas en
el horizonte en favor de la lucha de las capas populares por derechos, que
perdieron el miedo a pelear.

Esta es la movilización que viene de las calles, expresión del extremo
malhumor y agotamiento de la paciencia con una realidad social degradada;
sensación que se agudiza ante los gastos fenomenales y a las evidencia que
el legado de la Copa será una falsedad.

A esa presión que viene de las calles, a través de las huelgas contra la
corrosión salarial, de las luchas por la vivienda, que en este momento dan
el tono a las protestas contra la Copa, se contrapone la agenda
institucional de las elecciones, determinada por el capital, que acelera sus
pedidos de ajustes económicos, forzando el posicionamiento de los
presidenciables, que corren a buscar su apoyo. Cada día queda más claro,
entre tanto, que la mayoría de la población percibió que la política se está
decidiendo en las calles. Mucho de lo que ocurrirá en el escenario electoral
a partir de julio, será influenciado por esta coyuntura pre-Copa.

El momento es de acción, colectiva, masiva, indignada, de diversos sectores
de la sociedad, ante el desconocimiento de los gobiernos e instituciones de
las demandas que emergen desde junio de 2013 y que, raramente, fueron
consideradas. El momento es de participación y apoyo activo a esta
multiplicidad de protestas, que podrán abrir esperanzas para los cambios
profundos que Brasil precisa.

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