India/ sobrevivir al ácido: decenas de mujeres son atacadas por día [Gabriel Diaz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Abr 26 00:06:25 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 26 de abril 2015

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A l’encontre – La Breche

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India

Decenas de mujeres son atacadas con ácido por día

Sobrevivir al ácido

El gobierno indio aún no dispone de cifras oficiales sobre las mujeres
atacadas con ácido desde hace décadas, un acto tipificado como delito recién
en 2013. Sus miles de víctimas buscan auxilio en las organizaciones civiles,
que sostienen que la supuesta pérdida del “honor masculino” figura entre los
principales pretextos.

Gabriel Diaz, desde Calcuta

Brecha, Montevideo, 24-4-2015

http://brecha.com.uy/

La menuda figura de Moyna Pramanik aparece corriendo entre los uniformes
inmaculados de la escuela de secundaria de su pueblo, Jamalpur, a 250
quilómetros de Calcuta (India). Está contenta y exhausta. Encontró lo que a
estas alturas no pensaba conseguir: un trabajo por 2.500 rupias al mes (unos
45 dólares), como cocinera en la propia escuela. “Luego de lo que me pasó,
encontrar trabajo ha sido casi imposible”, comenta mientras señala
diferentes partes de su cuerpo.

Moyna tiene 26 años y hace diez que su marido le arrojó ácido en la cara,
desfigurándole el rostro, el cuello, y aniquilándole por completo su oído
derecho. Durante el ataque, su suegra estaba presente y ayudó a su hijo,
además, a rociar con querosene el cuerpo de su nuera, de 16 años. Las
quemaduras alcanzaron su brazo, la piel que recubre las costillas y la
pierna derecha. Sus gritos de auxilio fueron escuchados por los vecinos y
gracias a ellos pudo llegar al hospital de la zona.

La joven no había “cumplido” con las expectativas de la familia, trayendo al
mundo a una niña y no a un niño. En India esta preferencia del varón sobre
la mujer está asociada a la dote que la familia de la novia debe entregar al
novio. Puede tratarse de una vaca, y una vaca puede ser toda la riqueza con
que cuente la familia. Por tanto la niña no sólo no fue bienvenida sino que
la familia del esposo comenzó a reclamarle a Moyna la dote que no exigió en
el momento de la boda, cuando tenía 13 años y fue obligada a casarse.
Entonces, como hoy, vivía con lo justo para la comida.

“Claro que ahora mismo siento ganas de venganza, que les ocurra lo mismo,
que reciban el castigo de la justicia y me compensen”, dice Moyna. Su
bengalí sale con rabia y su mirada se pierde. Sus grandes ojos negros miran
a ninguna parte y hace una pausa. La incomprensión y el vacío que le produjo
el suicidio de su hija de 11 años, ocurrido en febrero pasado, la ha
devastado pero no paralizado.

“De todas las mujeres que hemos atendido, Moyna es una de las más vitales,
es una gran luchadora, lo era antes de la muerte de su hija y ahora no
descansará hasta mejorar su situación”, apunta Anita D’Souza, subdirectora
de la Asociación de Supervivientes de Ataques con Ácido (Asfi), cuya sede
central está en Calcuta y tiene centros en varios puntos del país. En esta
organización Moyna ha encontrado acompañamiento emocional, asesoramiento
legal y ayuda económica para las operaciones quirúrgicas.

El marido y la suegra “están libres y viviendo felizmente”, cuenta la
víctima. Ambos fueron encarcelados durante 45 días y estarán libres bajo
fianza mientras el caso esté abierto. “El juicio puede durar diez, 20 años,
quién sabe”, expresa D’Souza. Aunque los casos de ataques con ácido ocurren
en India desde hace décadas, no fue sino hasta 2013 que se modificó el
Código Penal para tipificar específicamente este delito y fijar la
compensación para la víctima: unos 5 mil dólares, independientemente del
daño sufrido. El atacante puede llegar a ser condenado a por lo menos diez
años de prisión.

“La lucha contra los ataques con ácido necesita un triple enfoque. En primer
lugar está la prevención, como el registro de compradores de ácido. En
segundo lugar, la acción punitiva, el castigo estricto para el atacante y,
finalmente, por supuesto, la rehabilitación y un verdadero esfuerzo para
reintegrar a la víctima en la sociedad”, señalan desde Asfi.

La asociación estima –dado que no existen cifras oficiales– que 3.582
personas han sido atacadas en el país entre 2000 y 2014, la mayoría mujeres
y niños. Sin embargo, las estadísticas del gobierno muestran que alrededor
de 7 mil novias son asesinadas y 18 mil mutiladas cada año en litigios sobre
la dote. ¿Cuántas de esas mujeres mutiladas han perdido un miembro de su
cuerpo por ataques con ácido? No se sabe.

En la misma India de Mahatma Gandhi, miles de mujeres son maltratadas desde
su nacimiento. Un informe de la Fundación Thomson Reuters indica que este
país es uno de los cuatro donde las mujeres reciben peor trato. Afganistán,
República Democrática del Congo y Pakistán encabezan el listado.

El colmo del tabú

La escritora, fotógrafa y activista india Rita Banerji sostiene: “Todos
quienes hemos crecido en India hemos escuchado historias de bebés, niñas
abandonadas o sobre las mujeres muertas por la dote. Incluso en mi familia,
que es muy educada, de clase media alta, hubo casos de violencia”. Banerji,
autora del libro Sexo y poder. Definiendo la historia y las sociedades que
configura, añade que las mujeres en India “tratan de decirles a las niñas y
jóvenes que esto es ‘normal’”.

Como contrapartida esperan silencio y resignación, incluso ante algo tan
evidente como es el ataque con ácido. “Intentan hacernos aceptar la
violencia desde muy jóvenes, lavarnos el cerebro –agrega Banerji–. A pesar
de las leyes, los asesinatos continúan porque la sociedad aún lo considera y
trata como un asunto familiar y cultural, no una cuestión de derechos
humanos, donde el gobierno y las leyes deben proteger a cada niña y a cada
mujer.”

En el caso de Moyna, el ataque con ácido no acabó con su vida porque el
propósito era deformarle el rostro, desfigurarla, para quitarle lo más
parecido a su identidad. Rahul Varma, director nacional de Asfi, asegura que
“aunque la muerte puede ocurrir en los casos en que el tratamiento se
retrasa, la superviviente muere cien muertes. He visto familias de las
sobrevivientes eliminar todos los espejos en sus casas durante diez años o
más”.

Desde la agresión, los cirujanos plásticos han reconstruido la cara y el
cuello de Moyna a partir de una tela epidérmica informe. No fueron menos de
cuatro intervenciones y harán falta otras cuatro o cinco para atender el
resto de su cuerpo quemado con querosene, y colocarle una prótesis en el
oído. Para eso necesita cerca de 1.700 euros, de los cuales el gobierno no
aportará nada, todo dependerá –como hasta ahora– de la solidaridad de los
colaboradores privados de Asfi.

Los 250 quilómetros que la separan de Calcuta, Moyna los recorre en 12
horas. Un trecho en bicicleta, otro en moto-taxi y el resto en tren. No le
queda otra opción, dado que los médicos especialistas se encuentran en la
capital del estado bengalí. “Quiero encontrar otro lugar para vivir sola, y
más cerca de mi nuevo trabajo”, comenta, al tiempo que prepara el arroz, la
salsa y los huevos, sobre el suelo, en un pequeño fogón.

Luego se acerca con té y dulces caseros, y recuerda cuando pudo completar el
ciclo de secundaria que había abandonado tras el matrimonio. “La mujer en
este lugar tiene que cuidar de los hijos, del marido y ocuparse de la casa.
No puede salir a trabajar, por eso me quiero ir de aquí.” El trabajo le da
un respiro, afirma, y tiene ganas de seguir estudiando. La vida sacudió a
Moyna y ella sacude a la vida, sin lamentos, para que deje de aturdirle la
existencia.

Despiece. El bajo número de condenas por ataques con ácido muestra que uno
de los principales desafíos de la justicia india reside en mejorar su
eficiencia. En todo el país la tasa de condenas en 2013 fue del 40 por
ciento, según la Oficina Nacional de Registro de Delitos (National Crime
Records Bureau). En Japón o China, por ejemplo, la tasa de condenas fue del
98 por ciento.

Las organizaciones no gubernamentales reclaman al gobierno federal lanzar
campañas de sensibilización y de primeros auxilios; mayor control en la
venta de ácido exigiendo licencias específicas; profesionalización de la
policía y de las investigaciones; mejoras en los servicios ofrecidos en los
hospitales públicos. Demandan cambios en la mentalidad patriarcal imperante
y sustento a la mujer, sobre todo a aquellas que viven en el campo, en
pueblos y aldeas, y que son las que sufren el mayor número de estos ataques.

Entre los móviles que llevan a cometer este crimen no figuran en primer
término ni la casta ni la religión, sino la pérdida del supuesto “honor
masculino” del hombre rechazado o cuestionado por una mujer, y también
disputas por la dote o la tenencia de tierra. En un reporte presentado por
Asif, la mayoría de las víctimas en Bengala Occidental –uno de los tres
estados indios más afectados– son mujeres de entre 11 y 20 años, el 81 por
ciento de condición socioeconómica media o media-baja.

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