Brasil/ crisis discursiva del PT: entre tabúes y autoproclamación [Joana Salém Vasconcelos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 8 18:01:20 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 8 de agosto 2015

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A l’encontre – La Breche

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Brasil

Crisis discursiva del PT: entre tabúes y autoproclamación

Joana Salém Vasconcelos *

Correio da Cidadania, San Pablo, 7-8-2015

http://www.correiocidadania.com.br/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

El más reciente programa televisivo del PT, emitido el día 6 de agosto,
confirma que la “crisis económica” y la “crisis política”, deflagraron en el
partido una acelerada y profunda “crisis discursiva”. Como era de esperar,
la imagen de Lula fue largamente utilizada cómo última boya de salvación,
Entre tanto, sin poder preservarse del clima de desencanto, Lula también
aparece sin novedades. Grosso modo, la crisis económica “hace parte”, y el
ajuste “yo también lo hice”, la crisis política es “intriga de la
oposición”. Al contrario de reinventarse con transparencia y combate, el
discurso petista se tornó una versión empeorada de sí misma, cada vez más
defensivo e inofensivo. Mientras en la esfera económica echa mano de aquel
festival de autoproclamaciones, en la esfera política, se acumulan los
tabúes, que sólo oxigenan el conservadurismo.

La habilidosa construcción de la propaganda lulista en la primera década de
gobierno PT/PMDB consiguió registrar una marca de éxito, discursivamente
cimentada en la idea de que por primera vez en la historia del país algunos
problemas estaban siendo resueltos. Hay que reconocer que, a pesar de
autoproclamatorio, el lema “nunca antes en la historia del país” no era una
pura fantasía de las elites petistas, transformadas por sus publicistas
billonarios en increíbles piezas cinematográficas.

Pensar eso, sería simplemente subestimar a la población brasilera, que
reforzó su preferencia en tres elecciones seguidas (2006, 2010, 2014). Tal
lema, línea esencial del discurso petista, poseía algún viso de realidad,
sintonizándose con una percepción difusa de mejora de las condiciones de
vida de la población, especialmente los más pobres. El hecho es que las
clases trabajadoras brasileras desde 1964 hasta 2004, fueron gobernadas por
fuerzas políticas profundamente antipopulares.

Desde Jango  (Joao Goulart) no se sentía los efectos del aumento real de
poder de compra de los más pobres. Incluso si las políticas sociales del
neoliberalismo petista fueron superficiales y no alteraron la estructura de
la segregación social en Brasil, sus impactos fueron recibidos por la
subjetividad popular como un gigantesco salto adelante, un cambio
extremamente concreto, tejiendo un vigoroso lazo de confianza que ligó el
discurso petista a las masas. Ahora, ante los ojos de estos millones de
trabajadores, el lulismo está volviéndose humo.

Conforme la crisis económica llego, la distancia entre la dura realidad del
capitalismo periférico brasilero y la fantasiosa percepción sobre el
supuesto control que el lulismo tenía de su propia estrategia, sólo aumentó.
Es posible decir que la propaganda lulista fue una enorme deshonestidad
intelectual del PT. Como insistió André Singer, el lulismo fue una
combinación de virtud y fortuna.

La ventana de oportunidades no fue abierta por el PT, sino que aprovechada
por el partido. Por medio de ella, el neoliberalismo fue girando hacia el
social-liberalismo, pero las condiciones históricas que lo permitieron nunca
estaban y nunca lo estuvieron bajo control. La deshonestidad intelectual
petista fue alzarse en el papel de mesías, protector de los pobres y de los
oprimidos, produciendo la fantasía/farsa de que el capitalismo brasilero
alcanzaba su autodeterminación por las manos mágicas de un metalúrgico (a
veces me pregunto si la cúpula petista creía realmente en eso).

Mientras tanto, se profundizó el carácter primario-exportador de nuestra
economía, cegada por la inflación de los commodities, se modernizó nuestra
posición neocolonial en el sistema económico mundial y perpetuó
religiosamente el pago abusivo de los intereses de la deuda pública. Esta es
la verdadera espina dorsal de la corrupción que asalta nuestro Estado. Todo
era festejado ufanamente, inclusive la caída de los intereses, lo que duró
menos de un año y medio. El llamado ensayo desarrollista de Dilma, se
evaporó a la menor señal de “huelga de los inversores”. Hasta hubo quien
creyó que la burguesía industrial brasilera podría ser menos rentista…

Finalmente, en un arreglo institucional que solamente podría existir en el
cuadro de un crecimiento económico excepcional, empujado de afuera para
adentro por el efecto China, el PT se rindió a las exigencias del PMDB, que
también se benefició del liderazgo extraordinariamente carismático (de Lula)
para coordinar sus chantajes entre bastidores.

Ahora, el arreglo de gobernabilidad se hundió, junto con el crecimiento
económico. Pese a ello, el PT no tomó cuenta que su discurso, tanto como su
estrategia, se volvió obsoleto. Prosigue con sus lastimosas
autoproclamaciones y recrudecen los tabúes. En el programa de TV, ninguna
palabra sobre la reforma política o la Operación Lava Jato, o de cómo dar
oxígeno a la crisis política. Ninguna palabra, como siempre, sobre los
monopolios de las comunicaciones, vehículos panfletarios de la crisis
política. Ninguna palabra sobre la reducción de la minoridad penal en la
“patria educadora, resultado directo de la crisis política. Nada sobre el PL
(Proyecto Legislativo) de las tercerizaciones, principal retroceso en el
horizonte de la clase trabajadora brasilera. Ninguna palabra sobre los “más
cambios” que marcaron las piezas del marketing electoral vivido en 2014. 

Obviamente, ninguna palabra sobre las “inversiones” de dinero de los
ciudadanos brasileros en los intereses de la deuda pública, que alcanzaron
más de lo que suman todas las inversiones en programas sociales, educación y
salud públicas, números estos que hacen parte del arsenal de
autoproclamación.

El lastre real de la autoproclamación petista se corroe a una velocidad
impensable. Al mismo tiempo, la multiplicación de tabúes crea las
condiciones de un trágico suicidio político. Al obstruir el debate sobre los
verdaderos problemas del país y los poderosos intereses que deberían ser
enfrentados para resolverlos, el PT vierte agua en el molino del
conservadurismo, que está destinado a derrotarlo. Cuanto más demuestra
servilismo ante las exigencias de la gobernabilidad pemedebista, cuanto más
alardea que el ajuste neoliberal es la única e inevitable salida, más
insufla y fortalece a sus enemigos. La crisis discursiva del PT es un
reflejo de que la fantasía lulista no se deshace sola para el petismo.

Tal crisis discursiva sólo podría ser superada con un verdadero cambio de
estrategia. Pero la cúpula del partido está, de manera narcisista,
obsesionada por el retrovisor. Todavía reivindica como obra suya lo que fue
posible debido a un extraordinario golpe de suerte de la coyuntura. Cree con
tanto énfasis en la estrategia lulista que no consigue admitir su
agotamiento, destinándose a volverse una imitación mucho peor y fracasada de
sí mismo.

* Joana Salém Vasconcelos es historiadora.

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