Argentina/ transición "desordenada" y crisis política [Fernando Rosso y Eduardo Castilla]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Dic 10 07:43:15 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

10 de diciembre 2015

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Argentina

Transición “desordenada” y crisis política

Lo que empezó como una disputa por el lugar y la entrega de los atributos
presidenciales, derivó en una crisis política inédita. Mauricio Macri jurará
frente a un Congreso con muchos lugares vacíos.

Fernando Rosso y Eduardo Castilla

La Izquierda Diario, Buenos Aires, 10-12-2015

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El llamado “Partido Judicial”, tantas veces vilipendiado en el discurso
oficial, fue el que terminó adelantando la entrega formal del poder a
Federico Pinedo (PRO) para el minuto cero del día de hoy. El senador de
Cambiemos se convirtió así en un insólito presidente "de transición", que no
tiene ningún ministro a su cargo y cuyo mandato tendrá una duración de
apenas 12 horas. El primer "presidente cautelar", elegido por un solo voto
(el de la jueza Servini de Cubría) o dos, si se cuenta el del fiscal Di
Lello que había hecho lugar a la medida cautelar presentada por Mauricio
Macri.

Precisamente por esa medida, el "Partido Judicial" fue puesto nuevamente en
el centro de las críticas por parte de Cristina Fernández este miércoles por
la tarde, en los dos discursos de despedida que brindó en la Casa Rosada y
frente a decenas de miles de militantes y adherentes en la Plaza de Mayo.

Ante la disputa que comenzó por el lugar de la sucesión presidencial y la
entrega de los atributos, la coalición Cambiemos terminó jugando “fuerte”
con la presentación ante la justicia de una medida cautelar que primero fue
avalada por el fiscal electoral Jorge Di Lello y, posteriormente, por la
jueza María Romilda Servini de Cubría.

El intento de mostrar “poder”, luego del ajustado triunfo en las urnas y la
necesidad de garantizar una transición en orden que le aporte fortaleza para
avanzar en el ajuste que exige el gran capital, fue lo que empujó a esta
apelación a la corporación judicial.

El fallo inédito y jurídicamente muy endeble por donde se lo mire, significó
un mensaje de alerta para Cristina Fernández, que respondió “radicalizando”
el enfrentamiento y buscando vaciar la sesión de la Asamblea Legislativa en
la que jurará Macri. Mientras los diputados kirchneristas anunciaron que no
participarán de la jura (aunque no está garantizada, ni mucho menos, la
ausencia de todos), en el Senado, el jefe de bloque oficialista, Miguel
Pichetto, dio “libertad de acción” ante la imposibilidad de llegar a un
consenso.

Diversos hechos de los últimos días mostraron varios mensajes “amigables” de
la corporación judicial hacia el nuevo titular del Poder Ejecutivo.

El fallo que limita el decreto presidencial que ordenaba la devolución del
15% de coparticipación a las provincias; el progresivo fin de las causas
contra Macri por espionaje ilegal y, finalmente, el fallo que limitó el
poder de Cristina Fernández, al último minuto de este miércoles; son parte
de los elementos que apuntan en dirección a esa “sintonía fina”.

El macrismo, a las puertas de asumir el poder, mostró adelantadamente las
“cartas” de una estrategia política que le permita que el eje del debate
público pase por una avanzada judicial contra los miembros de la
administración saliente (para la que el kirchnerismo hizo muchos “méritos”),
y simular el ajuste que ya está en curso por la delicada situación de la
economía.

Una realidad que es una consecuencia del agotamiento del “modelo” y
exclusiva responsabilidad del oficialismo saliente, y que Macri pretende
“solucionar” con un ajuste. Un plan que, con matices, también se proponía
aplicar el candidato oficialista Daniel Scioli (como lo “confiesan” hoy
fuera de la campaña electoral, sus asesores económicos como Miguel Bein)

Precisamente, la virulenta respuesta del kirchnerismo puede deberse a una
medida “defensiva” ante esa eventual “santa alianza” que derive en una
andanada de causas judiciales en su contra.

El contragolpe kirchnerista llevó al enfrentamiento hacia los extremos.
Mauricio Macri jurará ante un Congreso cuya bancada de oposición mayoritaria
tendrá gran cantidad de legisladores ausentes. Un hecho inédito, que se
registra por primera vez desde el retorno del régimen democrático.

Ambas camarillas en disputa aumentan su desprestigio por el escándalo
bochornoso en el marco de una situación en la que existen problemas más
urgentes para las grandes mayorías populares, con la inflación como cuestión
central.

El cristinismo radicalizado se desprestigia por aumentar su “beligerancia”
por una cuestión formal, en momentos que tiene que retirarse del poder. Pero
el macrismo, ve limitado de entrada su discurso “republicano” y de consenso,
que mostraba como parte esencial de su capital y perfil político.

Cristina Fernández pelea su lugar como “jefa” de la oposición a un gobierno
que ganó por la mínima diferencia. Pero el macrismo, inaugura su gobierno
con una crisis, cuando tiene la responsabilidad de la administración en un
marco nacional (e internacional) adverso.

Será justicia

La entrada de Néstor Kirchner en la arena de la política nacional en 2003
tuvo, entre sus objetivos, la tarea de recomponer las maltrechas
instituciones del régimen político. En pos de ese fin, la Justicia fue
puesta en el centro de los cuestionamientos con los ataques contra la Corte
Suprema menemista y el cambio de sus figuras más recalcitrantes.

Pero una vez depurados los funcionarios más cuestionados, el conjunto de la
casta mantuvo intactos sus privilegios. El kirchnerismo peleó en el terreno
del discurso, pero sin tomar ninguna medida esencial que, efectivamente,
terminara con el poder de una corporación que se había mantenido casi
intacta desde el período de la dictadura.

Cómo en muchos otros ámbitos (los medios, el “campo”), el kirchnerismo sufre
las consecuencias de los propios límites que le impuso en la realidad a su
discurso contra la “corporaciones”. Produjo más relato del que el “proyecto”
estaba dispuesto a bancar.

El peronismo en disputa

La “despedida” de Cristina Fernández, hablando ante decenas de miles de
personas y reivindicando el conjunto de lo que busca presentar como su
“legado”, tiene el objetivo también de terciar en la disputa al interior del
peronismo, luego de la derrota del balotaje.

Allí compite –hoy en alianza con Daniel Scioli- con referentes como Juan
Manuel Urtubey, el joven gobernador salteño, que busca hegemonizar el
espacio de la debilitada “liga de los gobernadores” del peronismo
tradicional. Se trata de un hombre estrechamente ligado al gran capital. Su
carácter de gobernador “feudal” le permite conformar un combo que lo hace
“digerible” para el resto de los gobernadores provinciales pero pone un
límite al progresismo que lo “bancó”, sólo mientras pudo darle
gobernabilidad al “proyecto”.

Otros peronistas como Omar Perotti de Santa Fe, también muestran su perfil
de “renovadores” que pugnan por “republicanizar” al peronismo. Y no puede
obviarse la “interna” con el sector del peronismo que responde a Sergio
Massa.

Sin embargo, lo que une hoy forzadamente al grueso del espacio peronista no
es el amor, sino el espanto de “renovarse” y aggiornarse a la vera de un
gobierno (el de Macri) que tiene unos cuántos obstáculos para terminar
imponiendo con relativo éxito un ajuste inevitable.

La suerte de las distintas tendencias del peronismo están íntimamente
relacionadas con los éxitos o fracasos del gobierno de Cambiemos.

La gobernabilidad y el futuro

Hasta el momento el kirchnerismo vino actuando como garante de la
gobernabilidad futura del macrismo. El mismo Héctor Recalde se encargó de
confirmarlo en la conferencia de prensa de este miércoles.

Desde la “cesión” de un ministro (Lino Barañao), pasando por las reuniones
que cada ministro o secretario tiene con su sucesor, hasta haber apoyado a
Emilio Monzó como titular de la Cámara de Diputados, todo aparece como
concesiones en aras de la “gobernabilidad” que el kirchnerismo plantea
garantizar.

Sin embargo, la “santa alianza” entre el macrismo y el “Partido Judicial”
pone límites a esta colaboración. El “vamos por todo” del macrismo puede
haber significado un primer error de cálculo en un país burgués en el que
“subirse al caballo” es, a esta altura, un deporte nacional.

La escena política transita un momento de incertidumbre, lejos de la
transición “ordenada” que el macrismo solicitaba y el kirchnerismo hacía
alarde de ofrecer.

Estas reyertas de camarillas no tienen nada que ver con los intereses
urgentes y esenciales de las grandes mayorías obreras y populares. Por eso
el Frente de Izquierda mantendrá su posición independiente y convocará a los
trabajadores, a las mujeres y a la juventud a discutir y organizar la
resistencia al ajuste.

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