Brasil/ el trabajo que estructura al capital desestructura a la sociedad [Ricardo Antunes - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 8 12:33:29 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 8 de julio 2015

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

 <http://www.alencontre.org/> www.alencontre.org

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Brasil

Entrevista Ricardo Antunes, profesor de Sociología del Trabajo*

El trabajo que estructura al capital desestructura a la sociedad

Ricardo Machado

Instituto Humanitas Unisinos (IHU), Sao Leopoldo, 24-4-2015

http://www.ihu.unisinos.br/

Herramienta, Buenos Aires, julio 2015

http://www.herramienta.com.ar/

Traducción de Raúl Perea - Herramienta

¿Por qué se impuso el proyecto de la tercerización? “Porque el PT, en el
Ejecutivo Federal, nunca se consustanció con un gobierno de los trabajadores
y de las trabajadoras”, afirma el sociólogo. “El PL 4330 es el más virulento
y fuerte ataque del empresariado a los derechos del trabajo conseguidos a lo
largo de un siglo y medio de luchas”. Así, de forma contundente, comienza la
entrevista con el profesor e investigador Ricardo Antunes, que conversó con
la IHU On-line por teléfono.

“El PL 4330 es la tercerización global del trabajo. Entonces, cuando sus
defensores dicen que la ley de la tercerización va a garantizar el trabajo
es, naturalmente, un discurso falaz. Este proyecto nació para reducir
salarios, reducir derechos, aumentar la rotatividad, despedir más fácilmente
a la clase trabajadora. Estos son los fundamentos”, critica. En opinión del
investigador, el discurso de que la tercerización podría traer mayor
especialización a las empresas es pura ideología y, al contrario, fragiliza
a los trabajadores. “Un ejemplo de nuestros días, es la crisis de Petrobras,
cuya corrupción no fue creada por los trabajadores, pero deriva de una
simbiosis nefasta entre el gran empresariado y algunos sectores de la alta
burocracia estatal que aceptaron ser corrompidos”, puntúa.

Ricardo Antunes argumenta que hay un movimiento en el Congreso que se
aprovecha de la crisis política actual para fomentar proyectos que
beneficien al capital en contra del trabajo. “La cámara fue cerrada para los
representantes de los trabajadores (que fueron reprimidos) y abierta para
los representantes del patronato (que fueron adulados); es un desequilibrio
evidente, no hubo siquiera un equilibrio formal”, sustenta.

Al realizar tal análisis, en tanto, el investigador reitera que todo este
proceso es resultado de una cierta negligencia de los gobierno de Lula y de
Dilma. “El PT fue, desde el inicio, un gobierno –este fue el trazo
característico del PT y de Lula en el poder- de la conciliación nacional”,
complementa. Al pensar en el futuro, Antunes propone que el “proyecto
político tendrá que tener una fase indígena (…) en el trabajo comunal y
comunitario indígena, de la preservación del agua, de la naturaleza, de los
bienes, de la fauna, de la flora”, destaca. Finalmente, apunta: “El trabajo
que estructura al capital desestructura a la humanidad”.

- ¿Qué significa la aprobación del PL 4330 para el mundo del trabajo en
Brasil?

RA- El PL 4330 es el más virulento y fuerte ataque del empresariado a los
derechos del trabajo conseguidos a lo largo de un siglo y medio de luchas,
desde mediados del siglo XIX, cuando la clase trabajadora brasileña
–asalariada y urbana, todavía incipiente- hizo sus primeras huelgas
intentando obtener derechos que tenían que ver con la regulación del
trabajo. La primera huelga de que se tiene noticias, de 1858 (intento
recordar aquí de memoria), era ya una lucha por el derecho al trabajo
regulado que comenzó a ser una plataforma imperiosa de la lucha trabajadora.

Cuando nosotros tuvimos la Consolidación de las Leyes del Trabajo – CLT,
normalmente citada por la historia oficial como una concesión del gobierno
varguista, se condensaron luchas importantes del proletariado brasileño
desde los primeros años del siglo XX. La huelga general de 1917 es un
momento singular de estas luchas. Yo pude estudiar los años 1930 a 1935,
analizando todas las principales huelgas que se sucedieron y fueron noticia
para la prensa de la época. Estas huelgas reivindicaban mejores salarios,
descanso semanal, salario mínimo, salarios iguales para hombres y mujeres,
luchas que después de casi una década y media – Vargas comienza sus decretos
en 1931-, o sea, solamente en 1943, resultaron en todas las leyes
promulgadas en los primeros 12 años del gobierno varguista, consolidadas en
la CLT.

La CLT tiene un carácter bifronte. En su lado claramente positivo, que
refiere a la regulación del trabajo, ella tiene una contribución decisiva,
pues fue una respuesta a las reivindicaciones presentes en las huelgas de la
época: tratar de modo ecuánime el conjunto de la acción social protectora
del trabajo de modo que haya, al menos, un nivel mínimo de derechos
garantizados. Pero es bueno recordar que la CLT excluía a los trabajadores
del campo, lo que era un compromiso de Vargas con el sector de donde él era
originario, pero los trabajadores urbanos comenzaron a tener derechos. La
CLT se transformó en aquello en lo que vengo llamando la atención hace algún
tiempo: en una verdadera “constitución del trabajo en Brasil”.

Los trabajadores ven en la CLT el propio código protector de los derechos
del trabajo. En el capítulo sindical, entretanto, la CLT fue claramente
restrictiva, al instaurar el sindicalismo de estado en Brasil, con fuerte
injerencia estatal.

El aspecto más nefasto perverso del PL 4330 es que él claramente acaba con
los derechos del trabajo en la medida en que, en su Artículo 4º, permite “el
desarrollo de actividades-afines, inherentes o accesorias a las actividades
económicas de la empresa”. El PL 4330 es la tercerización global del
trabajo. Entonces, cuando sus defensores dicen que la ley de la
tercerización va a garantizar el trabajo es, naturalmente, un discurso
falaz. Este proyecto nació para reducir salarios, reducir derechos, aumentar
la rotatividad, despedir más fácilmente a la clase trabajadora. Estos son
sus verdaderos y nefastos fundamentos. Esa cosa de que las empresas se
especializan es, en gran medida, ideología pura. Si la tercerización
realmente cualificase la fuerza de trabajo, ¿qué  explicaría el hecho de que
los accidentes de trabajo ocurren con más intensidad en las actividades
tercerizadas?

El primer punto es que la aprobación de este proyecto significa lo
siguiente: rumbo a la tercerización global. Segundo punto, se recorta la CLT
como código del trabajo en Brasil. Tercer punto, guardadas las diferencias
del tiempo histórico, este proyecto de ley equivale a una regresión a la
esclavitud del trabajo en Brasil, a una especie de esclavitud moderna típica
de nuestro tiempo, donde la burla a nuestros derechos, la depresión
salarial, la disminución de todo lo que fue conquistado, el aumento del
trabajo y, hasta incluso, la disminución o no representación sindical
comienzan a ser impuestos. Cuando se dice que los sindicatos van a
representar a los trabajadores tercerizados de determinada empresa es
evidente que esto es mentiroso, porque lo que lleva a la corrosión del
salario del trabajador tercerizado es, más allá de los ítems que ya señalé,
la rotatividad en los puestos de trabajo y su inestabilidad, que dificulta
enormemente su organización en sindicatos. El trabajador no sabe cuánto
tiempo quedará en una empresa, no sabe cuánto tiempo la empresa durará, no
sabe cuánto tiempo el contrato con la contratante va a perdurar. Hay mucha
inestabilidad. Y quien gana es siempre el capital.



Un ejemplo de nuestros días, es la crisis de Petrobras, cuya corrupción no
fue creada por los trabajadores, pero deriva de una simbiosis nefasta entre
el gran empresariado y algunos sectores de la alta burocracia estatal que
aceptaron ser corrompidos. O sea, los trabajadores están fuera de eso, sin
embargo el resultado es la dimisión en torno de 200 mil trabajadores y
trabajadoras tercerizados, que estaban en empresas tercerizadas que
prestaban contratos para trabajar en los canteros de las obras de Petrobras.
Esto sucede porque no está en vigencia el régimen de la CLT, lo que
significa decir que existen algunos impedimentos del empleador para despedir
trabajadores, como garantías, pagar derechos, justificar la dimisiones. Al
tercerizado, incluso que la legislación le diga que va a contemplar esto, en
la práctica ella no lo va hacer. Lo va a burlar como lo viene burlando desde
hace décadas.

La constitución dice que el salario mínimo debería garantizar la dignidad
del trabajador y de la trabajadora, con alimentación, educación, vestimenta,
placer, pero ¿alguien imagina que con el salario mínimo de hoy (menos de R$
800) sea posible tener una supervivencia que garantice mantener una vida
digna? Por cierto que no. Si la constitución es burlada cotidianamente, qué
no decir de este proyecto que estamos en vía de ver consustanciado contra la
clase trabajadora.

- ¿Qué modelo de trabajo emerge de este escenario?

RA – El modelo es el de la ley de la selva del mercado. Hay 12 millones de
tercerizados, que viven hoy en una situación en que frecuentemente no
conocemos los nombres de estos trabajadores en empresas, principalmente
porque los tercerizados están en la base – trabajadores de limpieza,
trabajadores en los hoteles, los trabajadores que hacen comidas en los
restaurantes. El modelo que se quiere implementar es el de la “esclavitud
moderna”, abarcando a la población económicamente activa de Brasil, que
tiene hoy alrededor de 100 millones de trabajadores aptos y en
disponibilidad para el trabajo, de los cuales unos 40 millones ya podrían
ser convertidos en nuevo tercerizados, en nuevos esclavos modernos.

- ¿Cuál es el contexto político y social que hace emerger una legislación
tan retrógrada?

RA- Un contexto, primero, de crisis profunda del gobierno de Dilma. Una
candidata que fue electa en una disputa difícil, diciendo que no haría
ajustes fiscales ni implementaría las medidas defendidas por Aécio Neves o
Marina Silva (si recordamos también dos debates del primer turno). Ella
planteó que ni aunque la “vaca tosa” tocaría los derechos de los
trabajadores, y su primera medida fue el ajuste fiscal, que afectó al seguro
de desempleo, el abono salarial. No hubo ninguna medida, por ejemplo, de
tasación de las fortunas, de tributación más dura y efectiva contra los
bancos. Estas medidas sintetizadas en el plan Dilma-Levy, en su nefasto
ajuste fiscal, trajeron un nuevo desgaste al gobierno, adicionado al
desgaste anterior, causado por la corrupción en Petrobras.

La sumatoria de los dos, uno retroalimentando al otro, y considerando,
inclusive, la prisión del secretario de finanzas del Partido de los
Trabajadores, lo que adiciona más combustible a la cuestión de la
corrupción, lleva a un tercer punto sensible: el gobierno de Dilma fue
electo en base a un mismo pacto y alianza, en lo mínimo esdrújula, capaz de
colocar a dios y al diablo en la misma mesa, en donde el PMDB tiene el papel
de dar el respaldo mayoritario para consolidar una mayoría parlamentaria,
bajo la conducción de un gobierno ultra moderado del PT y de sus aliados.
Este pacto fue hecho desde el gobierno de Lula y vale también para el
gobierno de Dilma y él está corroído por la base, hoy, con la rebelión del
PMDB.

Este cuadro de crisis profunda que mencioné se acentúa por la crisis
mundial, ampliada por la disminución significativa del precio de la
commodities, siendo que el modelo de expansión del mercado interno, que dio
impulso y fuerza al gobierno de Lula, también se agotó, porque los
asalariados lo desafiaron. En base a todos estos elementos aquí tan sólo
indicados, este modelo del PT se desmoronó, falló completamente. En este
momento, el PMDB, percibiendo un relativo vacío de poder coronado por los
equívocos políticos del núcleo político de conducción del gobierno de Dilma
– y ojo que con un núcleo político de esos casi no es preciso tener enemigo
externo- hizo con que el parlamento brasileño (Cámara y Senado) transformase
a la presidente, que de conductora se transformó en dependiente del
parlamento.

Esto se desencadenó a partir de dos momentos: primero, la tentativa del PT
de tener una candidatura propia contra la candidatura a la presidencia de la
Cámara de Eduardo Cunha; segundo, cuando la operación Lava Jato indicaba
entre potenciales partícipes del esquema de la Lava Jato los nombres de
Renan Calheiros, presidente del senado, el de Eduardo Cunha, presidente de
la Cámara. Estas fueron las dos gotas que hicieron rebalsar el vaso. El PMDB
de cierto modo rompió, de hecho, su pacto con el gobierno, con Dilma, y
comenzó a tomar aquellas medidas que dejaron al gobierno de Dilma con una
pollera justa enorme. Fue corroída en pocos días su base parlamentaria y no
parece que será fácil recomponerla. Las dificultades para la aprobación del
ajuste fiscal, la brutal reducción de la mayoría de edad penal y ahora la
aprobación del PL 4330 son pruebas de hasta dónde el parlamento brasileño
–actualmente la más odiada institución por parte de la población- es capaz
de llegar.

Es en ese contexto que ahora tenemos esta medida nefasta, a la cual el
empresariado brasileño muestra toda su desfachatez de clase, con gran apoyo
mediático, grandes canales de televisión que practican la tercerización
global dando completa connivencia. Es aterrador que los debates en la
televisión sólo tengan un lado, el que argumenta ser favorable a la
tercerización, hecho por “sociólogos de las organizaciones” que ganan
rentables sobre salarios de las empresas para la cuales realizan sus
consultorías.

Todo esto lleva al empresariado con el deleite de quien percibe el momento
de instigar el “golpe parlamentario” nuevamente. Un breve paréntesis: el
congreso también da “golpes” dentro de la formalidad institucional (cuando
Joao Goulart, en la crisis de 1964, fue aconsejado para salir del Palacio
del Planalto en Brasilia, pues corría el riesgo hasta de quedar prisionero
de los militares golpistas, y optó por ir a Río Grande do Sul, donde tendría
algún respaldo, el congreso brasileño decretó la vacancia del cargo – lo que
fue una mentira, porque Goulart no había abandonado el cargo de la
presidencia).

Entonces, volviendo al argumento anterior, existe la posibilidad de un nuevo
“golpe”, ahora contra la totalidad de la clase trabajadora. Tanto que la
primera aprobación, dos semanas atrás, del proyecto nefasto del señor Mabel,
fue obtenido a hierro, a la fuerza, como se dice en el lenguaje popular. Y
ahora está siendo rediscutido, inclusive, por quien lo apoyó. Este es un
proyecto que precisa ser leído con cuidado y debatido, es inaceptable que él
sea votado de un día para otro sin discusión. La Cámara fue, como pudimos
ver por la televisión, cerrada a los representantes de los trabajadores  y
abierta para los representantes del patronato. Se trata de un desequilibrio
evidente, no hubo siquiera un equilibrio formal. Nosotros estamos en la era
del desequilibrio, con las fuerzas del capital imponiendo “garganta abajo” y
teniendo a la Cámara como un gendarme de sus intereses.

Esta crisis social y política, sobre la cual presenté diversas dimensiones,
es lo que llevó a este verdadero “golpe parlamentario”, aunque él no sea
ilegal. Golpe en el sentido que expliqué anteriormente, una situación de
crisis política que crea una mayoría que permite “dar la cuchillada”. Un
golpe legitimado jurídicamente; no hubo ninguna ruptura de la legitimidad en
la cámara, pero hubo el impedimento de un debate público en una cuestión tan
vital como ésta. Es importante repetir: el parlamento brasileño, hoy, es la
institución más odiada por la población, tiene un nivel de reprobación
estruendoso.

- En los gobiernos de Lula y Dilma la tercerización pasó de 4 millones a
12,7 millones de trabajadores. A pesar de la bancada del PT haber votado en
contra del PL 4330 ¿Qué significa eso, qué contradicciones quedan en
evidencia?

RA- Quedan en evidencia muchas contradicciones, voy a intentar tratar
algunas de las más importantes. Primero, es evidente que el PT, en ningún
momento, desde que tomó posesión en 2003, hasta ahora, abril de 2015, tomó
medidas que permitiesen caracterizarlo como un gobierno de izquierda o un
gobierno que defienda los intereses de la clase trabajadora. El PT fue desde
el inicio un gobierno – este fue el trazo característico del PT y de Lula en
el gobierno- de la conciliación nacional. El empresariado ganó (y gana)
mucho dinero y Lula ganó la confianza del empresariado. Lula se cansó de
decir que “nunca los banqueros ganaron tanto dinero aquí en Brasil como en
su gobierno”. ¡Y él tiene razón! Pero lo mismo se podría decir del
agro-negocio, cuya evaluación de Lula es la de que los dueños del
agro-negocio “son los verdaderos héroes de Brasil”, frase escandalosa que da
la dimensión de la degradación a que llegó el exlíder obrero cuando estuvo
en la presidencia de la República. Y más, en los gobierno del PT no se
realizó la revisión de ninguna privatización; el primer gobierno de Lula
amplió el superávit primario, liberó los transgénicos, privatizó la
jubilación pública. Al final del primer gobierno se intentó pasar un
legislación laboral y sindical que era destructiva y que, por suerte, en
aquel momento no prosperó.

En relación al gobierno del PT, por lo tanto, el primer mito que es preciso
desmontar es de que se trata de un gobierno de izquierda. Él ni siquiera
intentó ser un gobierno de izquierda, fue un gobierno de coalición y
conciliación entre los sectores de las grandes fracciones de la burguesía
financiera, contemplando también a los sectores industriales, del
agro-negocio, la burguesía de los servicios, bancos – todos tuvieron una
“fuerza” muy significativa en los gobiernos del PT.

Entonces ¿por qué se amplió la tercerización? Por un doble movimiento.
Primero, hay brechas en la legislación brasileña que permiten la
tercerización, y cuando el empresariado brasileño tiene una brecha legal, él
la implementa, sea a hierro caliente o a sangre fría.

Está en el Supremo Tribunal Federal – STF, después de haber sido discutido
por el Tribunal Superior del Trabajo – TST, a solicitud de una empresa
cuestionando la división entre actividades-fin y actividades-medio, o sea,
la tercerización viene siendo implementada por el empresariado prácticamente
en todos los sectores, empresas privadas y públicas, de manera creciente.

Pero la cuestión que se plantea es la siguiente: es preciso decir con todas
la letras que la tercerización, sea de las actividades-medio, sea de las
actividades-fin, es nefasta para la clase trabajadora, ella le quita
dignidad el trabajo todavía más. La clase trabajadora ya es humillada por la
condición de asalariamiento, de la súper explotación del trabajo, de las
burlas salariales. La tercerización es todo eso y más tal como dijimos
anteriormente. Es preciso que el movimiento sindical tenga más coraje;
muchos sectores del movimiento sindical aceptaron la tercerización y se ve
hasta hoy que existen algunas centrales sindicales que no tienen compromiso
con la clase trabajadora, que están defendiendo la tercerización, que tienen
una concepción patronal.

Sería muy importante que los sindicatos comprometidos con la clase
trabajadora definiesen un precepto: la prohibición del trabajo tercerizado
también en los sindicatos sería un primer ejemplo. Si el sindicato de
trabajadores terceriza el trabajo, se hace difícil para él convencer al
empresariado de que la tercerización es nefasta; los sindicatos deben lanzar
una campaña por el fin del trabajo tercerizado.

¿Por qué pasó el proyecto de la tercerización? Porque el PT, en el Ejecutivo
Federal, nunca se  consustanció con un gobierno de los trabajadores y de las
trabajadoras. En segundo lugar, porque la presión del empresariado es lenta,
gradual, segura y, por fin, letal. Ahora estamos en el momento letal, ahora
ellos quieren dar la estocada final. Imponer una legislación que permitirá,
por ejemplo, que los aviones brasileños sean piloteados por pilotos
tercerizados, sólo para dar un ejemplo chocante.

Decir que los precarios son una clase nueva en Brasil que no tiene que ver
con la clase trabajadora es un equívoco profundo, porque nosotros siempre
tuvimos la clase trabajadora precarizada en Brasil.

- ¿En qué medida las transformaciones en el mundo del trabajo son
subsidiarias también del achicamiento de los colectivos de masas, como los
sindicatos, por ejemplo?

RA- Ese achicamiento es decisivo. Primero, la tercerización rota de trabajo
como si fuese una rueda de camión en el asfalto. Entonces ¿cómo se organiza
una clase trabajadora cuya tasa de rotatividad es altísima? ¿Cómo se
organizan trabajadores que luchan desesperadamente por un empleo? Porque
peor que el empleo salvaje, todavía más nefasto, es el desempleo. La
tercerización, si ese PL nefasto fuese aprobado, se tornará un fenómeno
exponencialmente todavía más amplio, pues si nosotros tenemos tercerización
de actividades de limpieza, restaurantes, transportes, hace décadas – ya que
eran actividades marginales en el pasado-, pasaremos a enfrentar la
tercerización total. Es eso lo que es imperioso impedir.

Actualmente vemos al sector público corroído por tercerizaciones que,
además, es preciso decir, no reducen costos, más con mucha frecuencia
aumentan los gastos y crean polos potenciales de corrupción en la empresa
pública. Todo eso crea núcleos privados de intereses al lado de los
funcionarios públicos y los corrompen para poder sacar una ventaja recíproca
en esta tercerización del sector estatal.

En el sector privado, las consecuencias de la tercerización son conocidas
hace más tiempo. Todo este cuadro contribuye a que estos segmentos de
trabajadores y trabajadoras tercerizados tengan una gran dificultad de
organización sindical.

Hay declaraciones de trabajadoras no tercerizadas que dicen que cuando ellas
comienzan a conversar entre sí, crean momentos de sociabilidad y coágulos de
solidaridad. No obstante, en las empresas tercerizadas, opera la “ley de la
selva”, pues temiendo embriones de organización interna de los trabajadores
y para evitar huelgas de tercerizados, los trabajadores y trabajadoras son
transferidos,  separándolos en empresas diferentes para evitar la formación
de un núcleo primero de solidaridad.

Las empresas tercerizadas dificultan la propia organización de los
trabajadores en el lugar de trabajo, porque la rotatividad no para,
cualquier trabajador puede salir de un espacio hacia otro, de una empresa a
otra, etc. Todo eso consigue fracturar todavía más a la clase trabajadora
entre los que tienen sindicato y entre los que no tienen sindicato. Esto
consigue, es evidente, enflaquecer la solidaridad, la organización y la
representación unitaria de los trabajadores y trabajadoras.

- En contrapartida ¿en qué medida el enflaquecimiento político de categorías
del siglo XX, como los sindicatos, son una especie de efecto colateral del
mismo contexto social que hace emerger movimientos característicos del siglo
XXI, como el de multitud?

RA- Multitud, para mí, no tiene el estatuto de un concepto. Antonio Negri
crea el concepto de multitud para mostrar, según él, o para intentar
demostrar que las clases no dan más cuenta de la realidad, y hoy tendríamos
un movimiento, un polo más disforme, diferenciado, heterogéneo, que él
define como multitud. Multitud para mí es una descripción, no un concepto.

No es casualidad que también en Europa ganó cuerpo, a partir de los
trabajos, por ejemplo, de Guy Standing y varios otros, la idea del
precariado. Pero la idea del precariado, según estos autores europeos,
estaría relacionada a una nueva clase peligrosa que no es más ni parte de la
clase trabajadora (diferente de aquellos, son varios aquí que utilizan el
concepto de precariado para caracterizar el nivel acentuado de precarización
de los estratos más rebajados del proletariado brasileño, por ejemplo).

Por lo tanto, una cosa es defender la tesis del proletariado como una clase
diferenciada y otra es concebir, como yo hago, al precariado como la punta
más explotada y precarizada de la clase trabajadora. El concepto de
multitud, para substituir el concepto de clase, así como el concepto de
precariado para una nueva clase que no sea trabajadora, son absolutamente
insuficientes, eurocéntricos y no resuelven el problema. Y estas
formulaciones aparecen detalladas en mis libros más recientes.

Además, en las próximas semanas debo lanzar la edición de los 20 años del
libro ¿Adiós al trabajo?, y aún tengo la felicidad de que mi libro Los
sentidos del trabajo se haya publicado en varios países, el último fue en la
India. En ellos intento comprender a la clase trabajadora hoy, a la que
denominé como la “clase-que-vive-del trabajo”.

Se trata de la clase que presenta una nueva morfología del trabajo donde
están presentes el operario industrial, el operario agrícola, los
trabajadores de servicios, pero también los trabajadores de la
agro-industria, los trabajadores de los servicios industriales, de tal modo
que ahí entran los metalúrgicos, los bancarios, trabajadores del cultivo de
caña, de la producción y corte de aves y cerdos para exportación, del
call-center (que son más de 1,6 millones en Brasil – con alto componente de
feminización de la fuerza de trabajo), de la industria hotelera, del
comercio, de los hipermercados. Por ejemplo, el “wallmartismo” comenzó a ser
una expresión usada para definir este nuevo joven proletariado
ultra-explotado que trabaja en el sector de servicios (hipermercados).
Nuestro desafío es comprender el sentido abarcativo, contemporáneo,
heterogéneo y diferenciado que compone la clase trabajadora hoy.

El concepto eurocéntrico de multitud o el concepto eurocéntrico de
precariado, como él es concebido por los autores europeos, ambos no dan
cuenta de esta realidad. Decir que el precariado es una clase nueva de
Brasil que no tiene que ver con la clase trabajadora es un equívoco
profundo, porque nosotros siempre tuvimos la clase trabajadora precarizada
en Brasil. Basta decir que la clase trabajadora, antes de ser clase
trabajadora asalariada, era clase trabajadora esclavizada, era trabajo
esclavo lo que teníamos en Brasil. De este modo, se complejizó el concepto
de clase, él se amplía, es preciso pensar la dimensión de clase, género,
generación, etnia. Pero no rechazarlo, como aparece en el concepto de
multitud.

Es preciso también, pensar dimensiones de clase que refieren respecto a
opciones sexuales, la cuestión étnica, etc. La clase trabajadora brasileña,
así como parte de la clase obrera norteamericana y en varios países de
Centroamérica, es una clase trabajadora de origen africana, negra. El
socialismo latino-americano –si algún día hubiera socialismo en América
Latina, y nosotros los socialistas luchamos por eso- tendrá  que tener una
cara negra, africana, con su cultura, con sus valores. El proyecto político
tendrá que tener una cara indígena, es impensable el socialismo
latinoamericano sin pensar en las comunidades indígenas, en el trabajo
comunal indígena, de la preservación –que nadie lo hace como el indio- del
agua, de la naturaleza, de los bienes, de la fauna, de la flora.

Vamos a pensar en el trabajo inmigrante que hoy es decisivo. Los
trabajadores inmigrantes que están en Italia, en Inglaterra, en España, en
Portugal, en Alemania, en Suecia, en Argentina, en Brasil, son parte de la
clase trabajadora de esos países y el polo más ultra explotado de la clase
trabajadora global. Por todo esto, aquí solamente indicado, yo no puedo
estar a favor de tesis que en el fondo quieren deconstruir a la clase
trabajadora, como quisieran también deconstruir el trabajo. Intentaron
deconstruir el trabajo y erraron. Intentaron deconstruir a la clase
trabajadora y también erraron. Intentarán deconstruir las luchas sociales
del trabajo, una vez más errarán.

Por cierto que no comparto una visión tradicional y vulgar del marxismo que
opina que sólo es trabajador el operario de mameluco. Los profesores de la
enseñanza pública primaria y secundaria que vive hoy una intensa
“explotación” del trabajo –“explotación” en el sentido más que económico del
término, con salario indignos en función de los reajuste fiscales que logran
que la hora/aula del profesor de la educación pública valga el precio de un
ananá – está sufriendo un proceso de proletarización de una profesión que
tenía un atributo especial.

¿Cuál era el atributo especial del profesor? Aquella actividad laboriosa que
tiene en el ejercicio del intelecto su polo central, lo que incluso Marx
llamó, con una lucidez que caracteriza siempre su reflexión, como el espacio
de los trabajos inmateriales, del intelecto. Los profesores en las escuelas
públicas de Brasil, en América Latina y en otras parte del mundo (en
Portugal, hace algunos años, hubo una importantísima huelga de los
profesores de las escuelas públicas) están percibiendo que su trabajo
intelectual está siendo corroído y llevado hacia el desperdicio junto con
sus condiciones de trabajo cada vez más precarizadas.

Tenemos que comprender ese conjunto, esa dimensión compuesta y heterogénea
que compone nuestra clase trabajadora que es ampliada, con hombres y mujeres
que viven de la venta de su fuerza de trabajo en cambio de un salario. En un
sentido muy amplio, la clase trabajadora no viene disminuyendo a escala
global, sino aumentando. Para esto, es preciso no ser eurocéntrico, y hay
que mirar a la India, a China, a los países asiáticos, a América Latina,
para no decir el equívoco teórico, analítico y conceptual que el trabajo no
tiene más relevancia.

- ¿Frente a este complejo escenario, cuáles son los desafíos para el mundo
del trabajo en silgo XXI?

RA- Rescatar los sentidos del trabajo, lo que nos obliga a desestructurar el
capital. Esta es, también, la principal conclusión de mi libro Los sentidos
del trabajo. El trabajo que estructura al capital desestructura a la
humanidad. Por ejemplo, el trabajo tercerizado estructura al capital, crea
más valor, más riqueza privada y desestructura a la humanidad.

En contraposición, el trabajo que estructura a la humanidad, los trabajos de
bienes socialmente útiles, sean ellos materiales o inmateriales, esto es,
aquellos que necesitamos para nuestra sobrevivencia, nuestros alimentos,
ropas, pinturas, esculturas, libros, obras de arte (en un sentido amplio),
este trabajo que estructura a la humanidad tiene que desestructurar al
capital. Este es un imperativo decisivo del siglo XXI.

El imperativo hoy es hacer que la vida en el trabajo sea dotada de sentido
para que la vida fuera del trabajo sea también dotada de sentido. Quien se
depaupera, quien se destroza de 8 a 16 horas en el trabajo (con su régimen
de “metas”, productividad, etc.) llega a casa exhausto ¿Y que hace este
trabajador cuando llega a casa? Abre el computador y mantiene el celular
encendido para estar siempre “conectado” con el trabajo. Es una sociedad que
lucha por un trabajo que ya no existe más y se agota en la búsqueda
prometeica de un trabajo que desapareció. Nosotros podríamos trabajar hoy,
algunas horas por día, algunos días de la semana y tener una vida fuera del
trabajo dotada de sentido, pero eso es incompatible con lo que Robert Kurz
llamó como “sociedad productora de mercancías”, con lo que István Mèszáros
denomina como “sistema de metabolismo social del capital”, ambos inspirados
en Marx.

Así, el imperativo del siglo XXI es: ¿cuál es el nuevo modo de vida que
queremos construir? ¿Cuáles son nuestras cuestiones vitales hoy? El trabajo
es una cuestión vital. La preservación ambiental es una cuestión vital, no
es un tema del futuro, estamos frente a una sociedad con energía fósil, con
producción destructiva, que procura eliminar en vez de preservar. ¿Quién
podría imaginar hace dos o tres décadas, salvo los especialistas y
estudiosos, que en Brasil habría un año sin agua, especialmente en el
Sudeste más rico? Sabemos que el universo hoy no tiene agua para la
humanidad, es una cuestión universal. Sabemos que el oxígeno va a
desaparecer en la medida en que, de las quemadas a los plantíos de ganado,
de la destrucción del campo a la urbanización rural, de la favelización de
las ciudades a la industrialización destructiva, todo se torna cada vez más
intenso. Todo esto coloca como imperativo crucial ¿cuál es el modo de vida
que nosotros queremos para el siglo XXI? Responder a esta cuestión pasa por
responder qué trabajo nosotros necesitamos para el siglo XXI.

* Ricardo Antunes es profesor titular de Sociología del Trabajo en el
Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas (IFCH) de la Universidad Estadual
de Campinas (Unicamp), Brasil. Ha dictado numerosos cursos, seminarios y
conferencias en universidades de América Latina y Europa. Autor, entre
otros, de Adeus ao trabalho? (14ª edición revisada y ampliada, San Pablo,
Cortez, 2010), editado también en español (¿Adiós al trabajo?, Buenos Aires,
Herramienta, 2ª edición 2003); Os sentidos do trabalho (2ª edición, 10ª
reimpresión, San Pablo, Boitempo, 2009), O caracol é sua concha (San Pablo,
Boitempo, 2005), O continente do labor (San Pablo, Boitempo, 2011). Preparó
los libros colectivos Infoproletários: a degradacao real do trabalho virtual
(2009) y Riqueza e miséria do trabalho no Brasil I (2006) y Riqueza e
miséria do trabalho no Brasil II (2013), editados todos por Boitempo.
Coordina las colecciones Mundo do Trabalho (Boitempo) y Trabalho e
Emancipacao (Expressao Popular). Colabora regularmente en diarios y
publicaciones de Brasil, participa activamente en las revistas Margem
Esquerda (Brasil), Latin American Perspectives (Estados Unidos), Proteo
(Italia), Asian Journal of Latin American Studies (Corea). Integra el
consejo asesor de la Revista Herramienta (Argentina) en cuyas páginas
escribe asiduamente. La primera edición de Los sentidos del trabajo. Ensayo
sobre la afirmación y la negación del trabajo fue publicado en español en el
año 2005 por el Taller de Estudios Laborales y Ediciones Herramienta.

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