Memoria/ Srebrenica, 20 años después: ¿qué verdad? [Catherine Samary]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 15 14:32:22 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 15 de julio 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Memoria

Srebrenica, 20 años después: De las conmemoraciones a las interpretaciones

Catherine Samary

Europe solidaire

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Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

Todas las gesticulaciones diplomáticas que rodean la conmemoración de la
masacre de Srebrenica (estén a favor o en contra de la resolución propuesta
por Londres calificando la masacre de genocidio), omiten preguntarse sobre
lo esencial: ¿cuáles fueron las causas y quiénes los responsables de estos
crímenes, en el espacio y sobre el terreno en que los conflictos se
desarrollaron y en el plano internacional en el que fueron “arreglados”? El
homenaje a las víctimas de Srebrenica, el pleno respeto de su memoria impone
no atenuar la condena de lo que remite ciertamente a crímenes de guerra y
contra la humanidad, sino darle también un sentido político.

Los días 11-13 de julio de 1995, 8 000 jóvenes y hombres musulmanes bosnios
fueron separados de las mujeres y de los niños, luego asesinados y echados a
fosas comunes. Esta realidad no está puesta en cuestión ni en Moscú ni en
Belgrado, cuyos dirigentes estarán presentes en las conmemoraciones. Estos
crímenes fueron condenados por el parlamento serbio y, según un reciente
sondeo, por el 54% de las personas encuestadas en Serbia -aunque el 70% se
niegue, igual que sus dirigentes, a aceptar el calificativo de genocidio. Un
tal rechazo es sin duda aún más radical en el seno de la República Srpska
-la entidad serbia de Bosnia donde se produjo la propia masacre: ahí es aún
probable que el dirigente político Radovan Karadzic así como el comandante
de las fuerzas armadas bosnio-serbias, el general Ratko Mladic, que esperan
en La Haya el veredicto de su proceso por genocidio, sigan aún considerados
como “héroes” -combatientes contra hombres y jóvenes musulmanes asimilados a
sanguinarios criminales.

Estaremos pues este 11 de julio de 2015, muy lejos de una “verdad” común y
de una clara denuncia de las responsabilidades. Pero, ¿qué
responsabilidades? contrariamente a lo que dicen los comentarios dominantes,
no es el término de genocidio el test de un real esclarecimiento “de los
hechos”, sin omisión y a una escala que permita su plena interpretación. El
árbol de la “palabra” (genocidio) corre el riesgo en este caso de ocultar un
sombrío bosque con dos componentes -el del desmembramiento de la antigua
Yugoslavia sobre bases “étnicas” para apropiarse de sus territorios y
propiedades, y el de la realpolitik internacional en el trasfondo de la
firma de los acuerdos de Dayton, algunas semanas después de la masacre de
Srebrenica. Se trata de establecer los lazos evidentes entre esta masacre y
el conjunto de las “condiciones” que permitieron a la diplomacia
estadounidense hacer firmar, algunas semanas más tarde los acuerdos de
Dayton proclamando una Bosnia-Herzegovina “una” -y profundamente herida y
dividida-, “soberana” -y de facto bajo protectorado internacional- /1.

¿Qué “verdad”?

El Reino Unido presentando en la ONU una resolución ardientemente apoyada
por los Estados Unidos (artífices de los acuerdos de Dayton) pretende,
retomando el término utilizado por el Tribunal Penal Internacional sobre la
ex-Yugoslavia (TPIY) para calificar la masacre de Srebrenica, aparecer como
garante de la verdad. Pero está lejos de haberse demostrado que el TPIY
-tributario de la financiación y presiones políticas de las grandes
potencias que le pusieron en pie ad hoc- haya podido él mismo ejercer algún
tipo de poder de “verdad” sobre las responsabilidades internacionales de un
drama así; tampoco ha permitido analizar cómo se integra en las guerras de
“limpieza étnica” que asolaron Bosnia-Herzegovina durante tres años,
produciendo alrededor de 100 000 muertos (de ellos el 70% musulmanes, cuando
no son más que el 43% del conjunto de la población) y varios centenares de
miles de refugiados y desplazados /2.

La diplomacia estadounidense, por su parte, ha explotado los callejones sin
salida de los “planes de paz” inicialmente concebidos por los gobiernos
europeos y la ONU -planes hechos sucesivamente fracasar por el avance
práctico, sobre el terreno, de las limpiezas étnicas: dos Estados en el
Estado bosnio tendían así a forjarse por acciones que aterrorizaban a las
poblaciones “indeseables”, de una parte la “República Srpska” (de dominante
serbia) y paralelamente (lo que se omite generalmente ) la Herzeg-Bosna
(alrededor de Mostar, de dominante croata). Las milicias ultranacionalistas
de esas dos opiniones se encontraban en 1991 y rodeaban Sarajevo, haciendo
progresar sus proyectos paralelos sobre las espaldas de las poblaciones más
partidarias de una Bosnia-Herzegovina multicomunitaria, en particular los
musulmanes (llamados bosnios desde los años 1990).

Una de las constantes de los fracasos de las políticas de la ONU y europeas
fue que elaboraban pseudo “planes de paz” en contexto de guerras: las
negociaciones no hacían más que ratificar la progresión de los territorios
controlados por las milicias nacionalistas serbias y croatas; pero ninguna
de las potencias europeas implicadas en esos planes, ni los Estados Unidos
que permanecieron al margen hasta 1994-95, estaban dispuestas a interponerse
contra las limpiezas étnicas, y a perder en ello una sola vida. A los cascos
azules se les suponía garantes de una “paz” que no existía en los planes.
Pero en las zonas de seguridad debían teóricamente proteger a las
poblaciones. Si no lo hicieron en Srebrenica es por que no tenían (ya) el
mandato para ello /3.

Cuando Richard Holbrooke se apoderó del “expediente”, un espectacular (en el
sentido literal) giro de la OTAN acababa de producirse, explotando los
callejones sin salida de la ONU y de la UE, al apropiarse los Estados Unidos
del conflicto bosnio para mantener en pie la OTAN y luego desplegarla -tras
1991, a pesar del final de la guerra fría. En la práctica, algunos “ataques
selectivos” de la OTAN, bajo mandato de la ONU, contra las fuerzas
bosnio-serbias, acompañaron la entrega de armas de los Estados Unidos al
ejército croata: esto permitió a Washington, sin implicar tropas americanas
en el suelo, equilibrar la correlación de fuerzas sobre el terreno. Pero
este dispositivo de conjunto permitió también camuflar un giro pragmático:
Slobodan Milosevic hasta entonces denunciado en los Estados Unidos como
“serbo-comunista” y carnicero de los Balcanes, va a ser asociado a la
negociación de Dayton, como lo había sido por otra parte desde 1993 a los
planes de paz europeos y de la ONU en Croacia y luego en Bosnia. Holbrooke
buscaba una “estabilización” de toda la región mediante un equilibrio de las
correlaciones de fuerzas y un compromiso sin derrota clara - contando poco
en esos cálculos los “principios” y las víctimas humanas. La detención de
los combates sobre el terreno era tributaria de la percepción de lo que
aportaba el acuerdo negociado con los “dirigentes fuertes” de los Estados
vecinos de la región y el peso de una negociación de carácter internacional.

Detrás de los acuerdos de Dayton, había por tanto una primera precondición:
el “mapa” del Estado de Bosnia-Herzegovina según la constitución elaborada
por los Estados Unidos debía ser percibido como ventajoso por cada uno de
los firmantes, por tanto “aceptable” sin prosecución de la guerra, desde el
punto de vista de los protagonistas. Tras tres años de limpiezas étnicas
bajo dirección de las fuerzas nacionalistas bosnio-serbias, la “entidad”
serbia (llamada “República Srpska”) iba a ser ratificada en Dayton sobre el
49% de Bosnia-Herzegovina -pero para que las armas “se callaran”, había que
dejar a las fuerzas bosnio-serbias suprimir el enclave “ingobernable” de
Srebrenica (incluso si una masacre así era, sin duda, imprevisible,
conduciendo a inculpar a los dirigentes bosnio-serbios desde los acuerdos de
Dayton). El restante 51% aproximadamente iba a ser atribuido a la
“federación croato-musulmana” (llamada en adelante croato-bosnia”), segunda
“entidad” creada por los acuerdos de Dayton. Iba, bajo presión
estadounidense, a contener el separatismo de la Herzeg-Bosnia (donde las
milicias nacionalistas croatas habían destruido en particular los barrios
musulmanes de Mostar) mediante una alianza frágil y forzada “antiserbios” en
el seno de esta “federación”.

Dicho de otra forma, en Dayton, las milicias y dirigentes nacionalistas
bosnio-serbios y bosnio-croatas, más “separatistas” , fueron descartados a
fin de mantener la ficción de un Estado unificado; pero había que hacer
aceptar a las poblaciones como “representando” respectivamente sus
intereses, a Slobodan Milosevic (dirigente de Serbia) y Franjo Tudjman (jefe
del estado croata), frente a Aljia Izetbegovic en el poder en Sarajevo. Los
tres firmaron los acuerdos de Dayton por razones evidentemente opuestas:
Izetbegovic las aceptó porque mantenían una Bosnia-Herzegovina supuestamente
soberana e indivisible de la que iba a poder ser oficialmente presidente;
mientras que los dirigentes de Belgrado y Zagreb se ponían de acuerdo, como
lo habían hecho desde el comienzo de los años 1990: se trataba entonces de
un reparto étnico de esta misma Bosnia, defendido de forma más radical sobre
el terreno por las fuerzas nacionalistas bosnias serbias y croatas.

A partir de ahí los acuerdos incluían una constitución de
Bosnia-Herzegovina, que permitía a Belgrado y Zagreb fuertes lazos con las
“entidades” definidas sobre bases étnicas. Las fuerzas bosnio-serbias y
bosnio-croatas aceptaron por tanto estar representadas por los dirigentes de
los Estados vecinos, pues habían ido lo más lejos posible por la fuerza de
las armas, y sus “avances” eran en gran parte reconocidos por la nueva
constitución de Dayton. La esperanza de las corrientes separatistas era
también que el tiempo dejaría la puerta abierta a un estallido ulterior de
Bosnia. En cuanto a Milosevic y Tudjman, su “moderación “ -en comparación
con los ultranacionalistas sobre el terreno- les valía un reconocimiento
internacional (con la atenuación de las sanciones contra Belgrado) y sobre
todo, se convertían en dueños “en su casa” de gestionar la suerte de su
“minoría” respectiva: el silencio sobre los conflictos de Kosovo en Dayton
fue parejo con otro silencio, sobre la limpieza étnica de varios centenares
de miles de serbios de la Krajina croata, sin la sombra de Srebrenica y el
silencio de los diplomáticos y medios internacionales.

Dicho de otra forma, no se puede comprender Srebrenica ni aislándolo del
sentido general de las guerras de limpieza étnica que asolaron Bosnia, ni
ignorando el impacto de la “real-politik” de Dayton sobre los “mapas”
dibujados por limpiezas étnicas. Al mismo tiempo, hay que medir la violencia
particular que sufrieron allí las poblaciones musulmanas: la agresión
infligida por las dos partes a la vez y la fragilidad particular de la
“nación musulmana” bosnia tienen que ver con esto, incluso en el sentimiento
de connivencia internacional que pudo galvanizar a los agresores.

Esto no ha impedido, sin embargo (sin duda, ha sido al contrario) a esta
población ser la más masivamente defensora de un Estado que afirmaba a la
vez una ciudadanía universal (independiente de las culturas, las lenguas y
las religiones) sea yugoslava o bosnia, y la diversidad de las historias que
forjan identidades “nacionales” evolutivas y a menudo cruzadas. Hay también
que rendirle homenaje por esto.

Notas

1/ No es cierto, al contrario de lo que dice el Guardian ( How Britain and
the US decided to abandon Srebrenica,
http://www.theguardian.com/world/2015/jul/04/how-britain-and-us-abandoned-sr
ebrenica-massacre-1995), que habría habido que esperar 20 años para conocer
y analizar las condiciones previas a Dayton: se puede leer en los artículos
sobre este tema escritos para Le Monde Diplomatique, pero también, el
escrito con ocasión de la muerte de Slobodan Milosevic, en el texto “De la
disparition dans le sang de la Yougoslavie” (2006) que trata en particular
sobre la alianza Milosevic-Tudjman sobre el reparto étnico de Bosnia
Herzegovina y las “evoluciones de la política internacional” en particular
en los acuerdos de Dayton. (Leer el artículo completo en
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article13577). Curiosamente, The
Guardian no incluye a Franjo Tudjman entre los principales actores de Dayton
y omite al hacerlo evocar la limpieza étnica de varios centenares de miles
de serbios de Krajina, como una de las precondiciones de Dayton (En VIENTO
SUR se pueden encontrar abundantes artículos de la autora sobre el tema
ndt).

2/  Para un análisis de estas guerras, contra diversas interpretaciones
etnicistas o religiosas, leer el texto de la conferencia de diciembre de
2014, ESSF (article 33860) : “Interprétations profanes : Le religieux dans
la crise yougoslave des années 90”.
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article33860

3/  Ver el artículo de The Guardian indicado más arriba (nota 1).

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