Uruguay/ guardia republicana: el escudo de Bonomi [Ricardo Scagliola]

[Ernesto Herrera]

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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 4 de junio 2015

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Uruguay

El escudo de Bonomi

¿Cómo consiguió la tan temida Guardia Republicana convertirse en una de las
policías con más presencia y competencias del país, y ostentar la más alta
confianza del gobierno del Frente Amplio? La clave, dicen allí, es “contar
con la disciplina precisa para mantener cohesionada y controlada la
estructura, una gran capacidad de adaptación a los cambios de la sociedad”,
además de una “obediencia total” al mando superior. Su crecimiento genera
desconfianza en las fuerzas armadas.

Ricardo Scagliola

La Diaria, Montevideo, 3-6-2015

http://ladiaria.com.uy/

Ni azul oscuro ni verde oliva, a mitad de camino entre el Ejército y la
Policía, civil por fuera y militar por dentro, si algo ha demostrado la
Guardia Republicana es que sabe aprovechar las oportunidades. Nunca dice que
no. Acepta los retos. La utilidad es la clave de la supervivencia de esta
institución, que tiene sus orígenes en la unión de las guardias de Coraceros
y Metropolitana fundadas entre fines del siglo XIX y principios del siglo
XX, aunque, formalmente, su surgimiento data de agosto de 1974, cuando, un
año y 56 días después del golpe de Estado, ambas formaciones pasaron a estar
al mando del Regimiento Guardia Republicana. Desde entonces, cada cambio de
gobierno supuso una amenaza de disolución, militarización o fusión con la
Policía. Ninguna se materializó. Pero, de todas formas, ha ido variando en
sus funciones. De ser un instrumento represivo de la dictadura, la Guardia
ha cumplido distintas tareas, con mayor o menor notoriedad pública, hasta
que la última vuelta de tuerca trajo en 2011 un nuevo panorama al interior
de la fuerza. Ocurrió cuando, a impulsos del senador blanco Jorge Larrañaga
y a partir del consenso de todos los partidos políticos sellado en sendos
acuerdos y aprobado en la Ley de Presupuesto Nacional para el quinquenio
2011-2015, se creó la Guardia Nacional Republicana como cuerpo de élite de
la Policía, con jurisdicción ya no sólo en Montevideo sino también en el
interior del país.

Los cambios acordados por los partidos hace cinco años implicaron que la
Guardia pasara de ser una repartición de la Jefatura de Policía de
Montevideo a depender directamente del ministro del Interior, lo que
permitió que Eduardo Bonomi designara al frente de la Republicana a un
hombre de su estricta confianza: Robert Yroa. Del jefe de la Guardia se dice
que es “un policía sin despacho”. Mejor dicho: su despacho es la calle.
“Ando por todos lados, me gusta estar con la gente en la calle. Viví seis
meses en un despacho que era una carpa. Ahora le pusimos el techo, pero
cuando llegué el lugar estaba derruido, tenía un techo de paja”, describe
Yroa a la diaria. Algunas cartas ya había mostrado durante su mandato como
director nacional de la Policía Caminera, con una gestión que en el gobierno
coinciden en calificar “de puertas abiertas”. El propio Bonomi, al
investirlo como nuevo director de la Republicana, dijo que Yroa logró bajar
las quejas de los conductores y aumentar los procedimientos. “Fue muy
eficiente cuando estuvo en la Caminera y es muy eficiente en la Guardia
Republicana. Tiene una capacidad de trabajo muy grande, por eso se merece mi
confianza”, dijo a la diaria al ser consultado por el perfil de este hombre
de cejas anchas y bigote desteñido que se ha transformado en una especie de
comodín del ministro del Interior.

Uno de los colaboradores más próximos de Bonomi lo dice con estas palabras:
“Es la espada del Bicho. Puede discutir con el mando político, pero termina
haciendo lo que le pedís. Son diferentes a la Policía, que discute menos,
pero hace lo que le da la gana. Éstos son disciplinados; tienen naturaleza
militar”, explica a la diaria un antiguo responsable del cuerpo. El propio
Yroa ya delineaba esa impronta a fines de marzo de 2013, poco después de ser
investido en el cargo, cuando decía: “Realizamos operativos en esas zonas
donde se dice que no entra la Policía... Nosotros entramos en todos lados”.
La prioridad, explica Yroa a la diaria, está en “patrullar ahí donde la
georreferenciación del delito marca que son zonas más complicadas”. Bonomi
coincide: “Nosotros hemos reforzado lugares donde no ha habido una
modificación de los delitos. Tenemos dos organismos, la Republicana y el
Grupo de Reserva Táctica, con los que reforzamos. Y tan mal no nos fue”. En
condiciones de intervenir ante copamientos, desmanes en espectáculos
deportivos, secuestros, disturbios civiles, narcotráfico o episodios
vinculados al terrorismo internacional, el impresionante equipamiento con el
que se está haciendo la Republicana empezó a despertar recelos entre los
militares, que asisten temerosos a lo que señalan como el surgimiento de la
cuarta arma de las Fuerzas Armadas uruguayas. Más de medio centenar de
patrulleros pick-up, tres blindados rusos todoterreno (apodados “El Tigre”)
capaces de desarrollar velocidades de hasta 140 kilómetros por hora y
registrar imágenes en un radio de 360 grados, 500 fusiles de asalto AK-103,
150 fusiles Bushmaster M-4, y 200 armas cortas Izhevsk, además de un
lanzagranadas GP-30, son sólo algunas de las adquisiciones que se realizaron
para engrosar las reservas de la Republicana. Eso no es todo: según explicó
Yroa a la diaria, el Ministerio del Interior (MI) está realizando gestiones
para adquirir helicópteros en el corto plazo.

De los 1.200 efectivos con los que actualmente cuenta, 80% está desplegado
en Montevideo y el resto en el interior, aunque serán más una vez que se
concrete el anuncio realizado por Bonomi en marzo: la “unificación de la
Guardia Republicana y la Policía Caminera”. A las competencias en materia de
custodia de las rutas y el tránsito se suman las tareas alrededor del
“primer cerco” de la seguridad presidencial. Blindados rusos, perros y
francotiradores fueron parte del paisaje de los Consejos de Ministros
realizados en las ciudades de Maldonado y Melo. Hasta en la mismísima Torre
Ejecutiva se ha incrementado la presencia de los “boinas negras”, como se
llaman entre sí los guardias de la Republicana. Se trata, explicaron desde
el entorno de Vázquez, de un “segundo anillo” de seguridad para cubrir las
espaldas del presidente. El 1º de marzo, el propio Yroa fue el encargado del
operativo que se desplegó para el cambio de mando. En varias partes del
recorrido, se pudo ver al director caminando a paso ligero detrás del convoy
que transportaba a Tabaré Vázquez y Raúl Sendic. Pero, ¿cómo consiguió esa
guardia tan temida convertirse en una de las policías con más presencia y
competencias del país, y ostentar la más alta confianza del gobierno del
Frente Amplio? Para uno de los directores de división del cuerpo (que
prefirió mantener su anonimato), la clave es “contar con la disciplina
precisa para mantener cohesionada y controlada la estructura, una gran
capacidad de adaptación a los cambios de la sociedad”, además de una
“obediencia total” al mando superior.

Las cuitas con el Ejército

A medida que el nuevo director de la Guardia Republicana comenzaba a cobrar
notoriedad, un rumor empezó a desplegarse como reguero de pólvora en el
Ejército. A mediados de 2014 se murmuraba en los corredores de los cuarteles
que el fortalecimiento de la Republicana escondía un fin ulterior: el
desmantelamiento progresivo del Ejército mediante el paulatino pasaje de
soldados a la guardia de la avenida José Pedro Varela. Tanta fuerza cobraron
los rumores que el entonces comandante en jefe del Ejército, Juan Villagrán,
convocó a una reunión de la cúpula del Ejército en el comando general para
analizar la situación. Varios generales estaban especialmente preocupados
por un llamado de la Guardia Republicana para llenar vacantes con
integrantes de las Fuerzas Armadas. La convocatoria terminó imantando a unos
400 efectivos que decidieron pasar al MI, a pesar de las intensas presiones
de la interna militar para evitar la pérdida de efectivos. En su momento, el
Ejército diseñó un plan de contingencia que incluía reducir el número de
integrantes de sus misiones de paz y hasta sus unidades en el interior,
explicaron a la diaria fuentes del Ministerio de Defensa Nacional. A raíz de
las gestiones emprendidas por el generalato ante el ministro Eleuterio
Fernández Huidobro, el llamado para militares no volvió a repetirse este
año, cuando está previsto que ingresen unos 280 nuevos efectivos. Pero,
según afirma Yroa, algunos igual se las ingenian para presentarse por su
cuenta.

-Estamos haciendo la evaluación y las pruebas. Van a ingresar ahora, es
cuestión de semanas. Para cubrir unas 280 vacantes se anotaron 780
postulantes. Están viniendo integrantes de distintas unidades del Ejército a
concursar y pedir el ingreso. Vinieron del Ejército, la Marina, cadetes que
se fueron del Liceo Militar...

-¿Y eso no genera algún tipo de recelo en el Ejército?

-Igual que como me pasa a mí con las embajadas, hacia donde se me va
personal. Este personal se capacita, entrena, tiene buena preparación, pero
luego la relación trabajo-salario es determinante...

La pérdida de efectivos no es el único tema que genera roces entre las
Fuerzas Armadas y la Republicana. La mera existencia de un cuerpo
militarizado armado hasta los dientes que, para los militares, tiene
competencias y prerrogativas demasiado generosas, es fuente de preocupación
y abundantes reclamos ante el mando civil. El enroque entre una y otra
fuerza tendrá su propia fotografía cuando, este año, finalice el plazo que
se estableció por ley para que los militares custodiaran el perímetro de
siete cárceles. “Ahí hay dos soluciones. O se extiende el plazo y sigue como
hasta ahora, o se le encarga esa tarea a la Republicana”, señaló Bonomi a la
diaria. A Yroa no le preocupa asumir nuevas funciones. Es más: hasta un
punto parece motivarlo. Pocos días después de que asumiera, el dirigente del
club Aguada Hugo Rodríguez dijo a El Observador que “la Republicana es un
cuerpo que está preparado para actuar en Corea del Norte”. Ocurrió luego de
que la intervención del cuerpo en la tercera semifinal entre Aguada y Malvín
suscitara quejas por el trato dispensado a algunos dirigentes. Por entonces,
Yroa no dudó en recoger el guante: “Y bueno, si el mando ministerial así lo
dispone, estaremos presentes también en Corea del Norte”.

La pulseada entre el Ejército y la Republicana tuvo, sin embargo, uno de sus
puntos álgidos cuando el gobierno de José Mujica decidió que Miguel Dalmao,
primer general en actividad procesado por delitos de lesa humanidad en la
dictadura, cumpliera su pena de prisión en la sede de la Guardia de
Coraceros. Una fuente de la Republicana dijo a la diaria que la convivencia
fue “por decir poco, difícil”, aunque no ofrece detalles. Las asperezas
también transitan en la palabra del propio Yroa. “Acá viene personal militar
y hacen notar la diferencia. Nos dicen que operamos diferente, que nuestro
trato entre el personal subalterno y la oficialidad es diferente. A ellos
les extraña que los oficiales participemos mucho con el personal. Ellos no
acostumbran a que un general o un capitán esté comiendo o patrullando la
calle con ellos. Nosotros comemos, entrenamos, hacemos muchas tareas juntos
con el personal. Tenemos espíritu de cuerpo”, sostiene el jefe de la
Republicana. Y enseguida cambia de tema. Retoma los acuerdos partidarios de
2010, aquellos que le dieron origen a lo que Larrañaga avizoró como “un
cambio de paradigma frente al delito y la delincuencia”. Lo que jamás debe
haber imaginado el líder nacionalista es que la nueva “Policía militarizada”
-así la describe Bonomi- con asiento en la avenida José Pedro Varela parece
llamada a erigirse como la más fiel representante de aquello que el ministro
del Interior alguna vez describió como “mano firme”. Una síntesis verbal con
la que más de una vez Bonomi buscó distanciarse de los reclamos de mano
dura.

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