Uruguay/ reconciliación entre tupamaros y militares: el relato de los "combatientes" [Víctor H Abelando]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 29 21:20:18 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 29 de mayo 2015

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A l’encontre – La Breche

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Uruguay

El relato de los combatientes

El ministro de Defensa está en la mira: sus dichos, junto con la idea
propuesta por José Mujica de construir un monumento que afirme la
reconciliación entre tupas y militares, son rechazados por la presidenta del
FA, Mónica Xavier, quien sostuvo que se está ante un intento de “reescribir
la historia” del pasado reciente.

Víctor H Abelando

Brecha, Montevideo, 29-5-2015

http://brecha.com.uy/

Desde hace décadas, en la izquierda uruguaya coexisten dos interpretaciones
sobre el origen y la causa de la dictadura. Una de ellas, la sustentada por
algunos antiguos dirigentes del Mln, afirma que los hechos que terminaron en
el golpe de junio de 1973 fueron parte de una respuesta de la oligarquía a
la guerrilla, que utilizó a los militares para reprimirlos, y que las
Fuerzas Armadas, tras asumir ese papel, siguieron de largo, desconociendo
las instituciones para mantenerse al frente del país hasta 1985.

Otra, mayoritaria, establece que el proceso dictatorial fue parte de un
proyecto continental, que en Uruguay tenía como fin reestructurar la
economía en mayor beneficio del capital, a la vez que se intentaba frenar el
proceso de acumulación de fuerzas visible a través de la creación del Frente
Amplio y el aumento de la influencia de las organizaciones sociales. Y el
argumento principal de esta última concepción es que en el momento del golpe
de Estado la guerrilla había sido derrotada política y militarmente. Por lo
cual, la secuela de desaparecidos, asesinados, torturados, exiliados y
presos producida después de 1973 era propia de la aplicación del “terrorismo
de Estado” y no de “daños colaterales” producto de una guerra entre
insurgentes y las Fuerzas Armadas.

Lo llamativo en el análisis de la primera posición es que la visión de que
en los sesenta y setenta se desataron dos demonios (guerrilla y Fuerzas
Armadas golpistas) es parte de la construcción que la derecha uruguaya ha
hecho del pasado reciente. Así lo sostuvo el ex presidente colorado Julio
María Sanguinetti y en las últimas horas lo repitió el también ex presidente
colorado Jorge Batlle. Ambos vienen argumentando insistentemente que la
dictadura fue culpa de la guerrilla, y en esta lógica, la dictadura aparece
como una reacción natural ante la agresión armada.

Últimos hechos

La idea de “combatientes” que sumaron excesos en su disputa está presente en
la concepción que anima –con distinta terminología a la hora de expresarse–
los discursos tanto del ex presidente José Mujica como del actual ministro
de Defensa. Los planteos hechos por Mujica de liberar a los “viejitos” de la
cárcel de Domingo Arena, y los de Fernández Huidobro en estos días, van en
esa dirección. Pero la mayor expresión de esa lógica de combatientes que se
reconocen entre sí es la resolución firmada el 26 de febrero por el ex
presidente y el ministro de Defensa, por la cual se acepta una donación de
una empresa privada que se encargaría de fundir las armas utilizadas en los
setenta por la guerrilla y los militares. El fin sería levantar un monumento
(detrás de la Torre Ejecutiva, según informó Búsqueda el jueves 21 de mayo)
que simbolizara el reencuentro de los “combatientes”, en una paz “sin
vencidos ni vencedores”.

En diciembre del año pasado el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández
Huidobro –ante un reclamo de las organizaciones de derechos humanos– sostuvo
que si el Serpaj lo autorizaba a torturar, “capaz que conseguía información”
sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la pasada dictadura.
A esas palabras les siguieron otras calificando de “imbéciles” a los
integrantes de la mencionada organización.

El 18 de mayo, en los actos recordatorios de la batalla de Las Piedras y de
la fundación del Ejército nacional, redobló la apuesta y sostuvo que hay
quienes “estigmatizan” a las Fuerzas Armadas, y calificó de “enfermitos”,
“mentirosos” e “intoxicantes” a las organizaciones que reclaman verdad y
justicia por los hechos ocurridos durante la dictadura que Uruguay sufriera
desde 1973 hasta 1985.

Las expresiones despertaron una rápida reacción del Frente Amplio, que en
una declaración emitida por la Mesa Política el 22 de mayo sostuvo que “no
comparte ni representan a esta fuerza política las expresiones del ministro
de Defensa nacional, compañero Fernández Huidobro”. A esta resolución, que
fue aprobada por unanimidad en la dirección frenteamplista, le sucedieron
tres pronunciamientos sectoriales (Vertiente Artiguista, Casa Grande, de la
senadora Constanza Moreira, y Pvp) que piden la renuncia del ministro, y
otros tantos de diversas redes frenteamplistas.

La presidenta del FA, Mónica Xavier, dijo a Brecha que lo que más le
preocupa de la sucesión de dichos y propuestas (por ejemplo la del
monumento, que rechazó enfáticamente) “es la intención de reescribir la
historia, que surge tanto de lo expresado por Fernández Huidobro como por
Mujica”. Xavier se manifestó contraria a toda interpretación que tenga como
eje la teoría de los dos demonios.

Por su parte, el Nuevo Espacio en una declaración emitida anteayer afirma
que “el monumento proyectado reviste un significado político altamente
cuestionable y sólo parece destinado a consagrar simbólicamente un relato
histórico falso, cuyos protagonistas habrían sido los ‘combatientes’ y no el
pueblo uruguayo, y en particular las víctimas del terrorismo de Estado”.

También el Pcu rechazó la idea del monumento y sostuvo que esa iniciativa
debería dejarse sin efecto, porque “responde a una visión histórica que no
compartimos”. Sobre Fernández Huidobro, El Popular, órgano oficial del Pcu,
afirma que sus posturas son contrarias “al programa del FA y a la visión
expresa del actual gobierno”. De inmediato, los comunistas recordaron que el
presidente Tabaré Vázquez creó el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia,
encargado de continuar las investigaciones sobre los delitos de lesa
humanidad cometidos durante la pasada dictadura.

El senador Marcos Otheguy (de la lista 711 y ex integrante del Frente
Juvenil Raúl Sendic) señaló a Brecha que no pueden existir “pactos de
silencio” con las Fuerzas Armadas, porque no es posible negociar información
por impunidad.

Los pronunciamientos de los distintos dirigentes sectoriales van en esa
misma dirección de rechazo a las palabras de Fernández Huidobro y la
propuesta de Mujica. Carlos Varela, diputado de AU, alegó que los dichos y
hechos reseñados “consolidan la tesis de los dos demonios y reduce la
historia del pasado reciente a dos actores: el Mln y los militares”.

Los días por venir

En términos políticos, y más allá de los cuidados que hacen a la
“gobernabilidad” de la nueva administración frenteamplista, resulta evidente
que el actual ministro de Defensa no tiene el respaldo de la fuerza
política. Sin embargo, la unanimidad de la resolución de la Mesa, con el
correr de los días ha develado algunos bemoles. A partir de la declaración
frenteamplista, el Mpp (algunos de sus dirigentes comentaron a Brecha que el
tema en cuestión no ha sido analizado formalmente en su dirección) ha
aparecido, a través de su senador Ernesto Agazzi, opinando que la gestión de
Fernández Huidobro no está en cuestión, aunque acompaña lo expresado por la
Mesa del FA. En declaraciones realizadas a El País (27 de mayo), el senador
sostuvo que el titular de Defensa siempre ha colaborado con los pedidos que
se han hecho al ministerio (algo que es negado enfáticamente por las
organizaciones de familiares y jueces que manejaron decenas de causas; a
propósito véase entrevista con Mariana Mota en página 4), y que las palabras
utilizadas “son responsabilidad de él”.

Esa distancia con respecto al talante de las otras fuerzas frenteamplistas
tiene su explicación en que el verdadero sustento del ministro de Defensa
reside en el respaldo que le han brindado sus antiguos camaradas, hoy
conformando gran parte de la dirección del Mpp. La historia dice que Mujica
pidió a Vázquez el mantenimiento de dos secretarios de Estado: Eduardo
Bonomi y Fernández Huidobro. Más allá de que este último renunció al Mln y
al Mpp, conformando la Cap-l, persiste una “hermandad”, sobreviviente de su
pasado guerrillero. Hermandad que tampoco, confesaron fuentes del Mpp a
Brecha, es ajena a algunas coincidencias en la lectura del pasado reciente.
Con todo, la lectura de Fernández Huidobro tampoco en­globa a todo el
emepepismo.

En otro plano, Xavier se reu­nió con Vázquez para trasmitirle formalmente la
postura del Frente Amplio. Sin embargo no parece que haya una resolución
cercana, y la impresión es que las cosas se resolverán luego de transcurrido
cierto tiempo. Para el presidente, un cambio de ministro sería resultado de
una imposición de la mayoría del Frente Amplio. Y aunque fuentes del
Ejecutivo aseguran que Vázquez mantiene una relación fría con Fernández
Huidobro, el presidente sabe, lo escuchó el 18 de mayo, que desde filas
castrenses vendrán reclamos presupuestales. Todo parece indicar que la
conformidad que las Fuerzas Armadas tienen con su ministro oficia como una
malla de contención. O por lo menos, ese es el relato instaurado.

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