Argentina/ ¿Scioli o Macri? la vieja Alianza en ambos mostradores [Octavio Crivaro]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Nov 2 00:15:34 UYT 2015


  _____

Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 2 de noviembre 2015

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

 <http://www.alencontre.org/> www.alencontre.org

  _____

Argentina

¿Scioli o Macri?

La vieja Alianza en ambos mostradores

Como en una orquesta algo desequilibrada, desde el oficialismo han sacado a
relucir el fantasma de la Alianza como espantajo para evitar una nueva huida
de votos al macrismo. ¿Vale la comparación?

Octavio Crivaro

La Izquierda Diario, Buenos Aires, 31-10-2015

http://www.laizquierdadiario.com/

Tanto Scioli como Cristina, coordinadamente, salieron a sacudir el ejemplo
de la Alianza como amenaza de lo que puede venir si gana el PRO y sus globos
amarillos llenos de helio y neoliberalismo. Claro. La UCR, que forma parte
de Cambiemos, está infestada de ex funcionarios de De la Rúa. En cambio el
kirchnerismo...también. Diana Conti, Martín Sabbatella, Abal Medina, Nilda
Garré son apenas algunos de los regalitos delarruístas que revistan en el
peronismo nacional y popular. Díganle a Cristina que deje de pedir registros
fílmicos, porque van todos presos...

Pero más aún. La estrategia del kirchnerismo para ganar a Macri es un calco
de la de la Alianza contra el patilludo de Anillaco y los suyos. La
discusión de “tenés que tomar partido” ya la vimos, a eso vamos, antes de la
elección de la Alianza, que fue presentada como el señor “mal menor”. No
somos buenos, parecían decirnos, pero Menem es peor. Así ganaron, así
gobernaron, así ajustaron y así los rajamos. ¡Y le dicen a la izquierda que,
supuestamente, cuando peor, mejor!

Dicho sea de paso, Daniel Scioli en 1998 se jugaba por la re-reelección de
Menem, con una férrea defensa de los "logros" obtenidos por el riojano.
Entre otros la privatización de YPF... ¡otro archivo por ahí!

Luego del 2001 (parece que el mal menor no fue tan menor) nuevamente nos
decían que, para salir del atolladero al que la Convertibilidad llevó a la
economía argentina, había que elegir entre “mantener el 1 a 1”, sumergiendo
a una porción de la nación en el fango eterno de la hiperdesocupación y la
pobreza, para salvar a exportadores, bancos y privatizadas, o apostar al
presuntamente amigable plan devaluador, que implicaba e implicó liquidar el
poder de compra de los salarios para salvar, nuevamente (¡ups, vivillos!) a
los empresarios, que recuperarían rentabilidad a costa de socializar la
miseria. Hablaban de distribuir los costos: distribuírselos a otros, a los
trabajadores, claro. Ahora era un "mal menor" económico. Con la misma lógica
y la misma coherencia que ahora, rechazamos esa falsa disyuntiva y,
lamentablemente, creemos que tuvimos razón.

Entendemos al voto en blanco en el balotaje como una de las peleas
necesarias para la construcción de una salida, de una política y de una
fuerza social independiente de esta disyuntiva ficticia que nos colocan
adelante.

¿Scioli más un cerco amigo?

Las elecciones burguesas no son, nunca, el mejor terreno para expresar la
relación de fuerzas del pueblo trabajador. Ahí siempre se es visitante.
Mucho más en un Balotaje entre dos representantes de la derecha, herramienta
hija de la Reforma constitucional surgida del Pacto de Olivos entre Menem y
Alfonsín en 1994, de la que Cristina fue una activa redactora. La única
forma (no la mejor, la única) de expresar el rechazo a los planes de ajuste,
es con un masivo voto en blanco o anulado.

Contrariamente a esto, nos dicen que el kirchnerismo que acompaña a Scioli
velará por la continuidad de determinado piso de conquistas. Conquistas que,
claro, atribuyen a la generosidad kirchnerista. Como un cerco amigo que lo
va a controlar. ¡Nos dicen eso, cuando se callaron mientras Scioli anunciaba
un Gabinete de ajustadores y represores!

Esto es falaz. En primer lugar, el kirchnerismo no ha mostrado ni mucho
interés, ni mucha destreza, ni mucha convicción para oponerse al derechismo
de Scioli. Ni siquiera a la candidatura del motonauta. Después de
brabuconear con que Scioli era el "candidato de los buitres y de Clarín",
avalaron la caída de Randazzo (el presunto candidato progresista) decretada
por Cristina y se pusieron a militar sin chistar a favor de Scioli. Como
metáfora de la resignación, el principal intelectual oficialista dijo en la
víspera de la elección del domingo que votaría a Scioli “Desgarrado y con
cara larga”. ¿Oponerse? ¿Enfrentar el derechismo? No: desgarrarse, hacer
puchero y comerse un garrón. ¿Esa es la defensa para parar los goles de la
derecha?

Ya hablamos del gabinete de pistoleros y represores que anunció Scioli en el
transcurso de la campaña, con Berni, Granados y Casal. Ya mencionamos a
Barbieri, el jefe serio de la patota radical de la UBA. Pero, encima, como
Ministro eventual de Trabajo, Scioli anunció a Oscar Cuartango. Cualquier
trabajador que haya tenido que salir a la calle por salario, condiciones
laborales o contra despidos anti sindicales, conoce el rol pro empresarial
de Cuartango. Pero donde se llevó todos los premios fue en los conflictos de
Gestamp y de LEAR, donde actuó como un verdadero títere de las
multinacionales autopartistas y de la burocracia mafiosa del SMATA. En
Gestamp llegó al colmo de desconocer un acta firmada por él mismo, que
retrocedía parcialmente de despidos anti sindicales, por presión de
Pignanelli y la patota mecánica.

Para no hablar de la posible futura ministra de Economía, Silvina Batakis,
especialista en no pagar sueldos a los docentes y en ajustar al máximo las
arcas estatales.

El cerco del que nos hablan como condicionante de Scioli es un alambre
caído, desvencijado y roto. Solo los trabajadores van a defender las
conquistas de los trabajadores. Y claramente no será dándole apoyo a Macri,
ni a Scioli y su "cerco" de Bernis, Batakis y Cuartangos.

Del ajuste a la contención y ahora de nuevo al ajuste: un poco de historia
del peronismo reciente

Pero la falacia viene desde más atrás: se nos quiere presentar a un
kirchnerismo como un dadivoso y generoso proyecto político, un proyecto
“díscolo”, proclive a la redistribución y, en ese sentido, de naturaleza
cualitativamente distinta a la de Macri. Este “relato” omite que todas y
cada una de las conquistas económicas, culturales o sociales que hubiera
habido en los últimos años, tuvieron que ver, en general, con años de luchas
y movilizaciones, y, en particular, con el cimbronazo histórico que fue el
2001. Eso es lo que explica que un gobernador menemista apadrinado por
Duhalde luego de haber sido descartados Reutemann, De la Sota y Rodríguez
Saá, haya descubierto las bondades del progresismo. Por eso el relato K
borra el 2001.

Es decir que determinadas conquistas, como las paritarias, no solamente
fueron concesiones arrancadas a fuerza de luchas, sino que se convirtieron
en necesidades para la clase dominante, con el afán de estabilizar un
régimen político enclenque. La lucha del Garrahan de 2005, la enorme huelga
telefónica de 2004, los conflictos en el Subte, en ferroviarios o en
mecánicos, expresaron que la licuación de salarios producto de la
devaluación era intolerable para una clase trabajadora que se iba
recomponiendo lentamente. Y fue eso lo que forzó las paritarias, y no el
celo, el cuidado de Néstor Kirchner por el salario de los trabajadores. De
no haber abierto algún tipo de recomposición salarial, hubiera sido
imposible estabilizar un régimen que tenía el aliento en la nuca del 2001 y
de la caía de Duhalde luego de la Masacre del Puente Pueyrredón, que hoy
algunos prefieren olvidar.

Esta misma lógica se puede aplicar a cada una de las presuntas conquistas o
concesiones de un kirchnerismo que nos presentan como “generoso”, como los
juicios a los militares, la Asignación Universal.

Peronismo y peronistas

Esto se puede ver en un hecho histórico insoslayable: fue el mismo personal
político que participó del remate del país en los 90 (bajo el menemismo o
bajo la Alianza) los que conformaron el kirchnerismo y los que, post 2001,
con viento de cola por los precios de las materias primas, aceptaron que
había que correr levemente a izquierda la insoportable vara del
neoliberalismo. No cambiaron por ideología, por bondad, ni por voluntad.
Sino por necesidad y oportunismo.

El peronismo, que fue el partido del ajuste en el 90, luego fue el partido
de la contención en el 2001 y después fue el partido de una tibia y desigual
“redistribución”, durante la época de las vacas gordas. Gordas vaquitas
ajenas. Fue el mismo partido, los mismos referentes concretos, los que
llevaron a cabo cada una de esas faenas, en apariencia, contradictorias. No
hay muchos peronismos: hay uno solo, con diferentes momentos y, por ende,
distintas tareas. Siempre con el ADN de defender los intereses sociales de
la clase a la que revistan, que no es la clase trabajadora, por más lazos y
apoyo popular que (en declive) aún tienen.

Ahora vuelven, ahora volvieron, las épocas de vacas flacas y no hay dudas de
que el peronismo, al igual que el macrismo, se prepara para aplicar un
ajuste, tarea de la que conocen el paño, porque ya la hicieron. ¿Por qué
insisten en que elijamos a nuestros verdugos?

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20151102/b03ce7d2/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa