Brasil/ las consecuencias del neo-desarrollismo son davastadoras para
los trabajadores [Ricardo Antunes]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Nov 20 14:53:05 UYT 2015
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Correspondencia de Prensa
20 de noviembre 2015
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Brasil
Entrevista a Ricardo Antunes
Contradicciones del neo-desarrollismo son devastadoras para los trabajadores
Gabriel Brito, de la Redacción
Correio da Cidadania, San Pablo, 9-11-2015
http://www.correiocidadania.com.br/
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
Al inicio del año, el sociólogo Ricardo Antunes afirmaba que “la falencia
del PT genera inestabilidad política”, dentro de un gobierno prácticamente
“natimorto”. En una nueva entrevista con Correio da Cidadania, reafirma
tales análisis. A la vez, describe la “crisis económica, política y social
profundas”, lo que a su entender torna impredecible el cuadro hasta 2018.
Incluso, pone en duda la posibilidad de una “reaparición histórica” de Lula.
A continuación publicamos una versión editada de la entrevista, autorizada
por Ricardo Antunes. (Redacción de Correspondencia de Prensa)
- Correio da Cidadania: En el inicio del año, tú afirmabas que estábamos
ante un “gobierno natimorto”, fruto de la “falencia del PT”. ¿Cómo evalúa la
crisis política, ética y económica que ya marcó el quinto año de Dilma
Rousseff en la presidencia de la República?
Ricardo Antunes: El cuadro actual confirma mi formulación provocativa. La
elección que Dilma ganó señalaba una victoria electoral difícil y una
acentuación todavía más profunda de un gobierno antipopular, completamente
favorable a los grandes y dominantes intereses, en particular del capital
financiero. Y sometido a las imposiciones exigidas por el FMI y a la reglas
del orden, o sea, un gobierno que debía implementar los más rápido posible
un ajuste fiscal, profundamente destructivo en relación al mundo del
trabajo, cortar conquistas, reducir otros derechos de los asalariados en
general, aumentar y garantir el superávit primario. De tal modo que, al
encontrar respaldo de las intereses dominantes, del mundo financiero y
productivo (aún en un contexto de crisis), creyó que podía iniciar su
segundo mandato.
De allá para acá, más allá del agravamiento de la crisis política, vino
simultáneamente el agravamiento exponencial de la crisis política. La
Operación Lava Jato llegó a los núcleos dirigentes del PT y los vínculos de
sectores dominantes que controlaban las finanzas del partido, inclusive con
el empresariado más destructivo y corruptor, como por ejemplo la “burguesía
de las empresas constructoras”. Tal crisis fue ampliada por el hecho de que
el ajuste fiscal penalizó a los sectores asalariados (que garantizaron la
victoria de Dilma), empobrecidos y dependientes del programa Bolsa Familia.
Vale recordar que Dilma perdió el apoyo de capas de asalariados y Aécio
Neves ganó en el ABC Paulista, mostrando como el derretimiento petista hasta
en el cinturón industrial de su núcleo originario.
Las duras medidas del ajuste han corroído parte de lo que resta de la base
de apoyo de Dilma entre los asalariados. Tanto que vemos con frecuencia
manifestaciones de movimientos como el MST (Movimiento de los Trabajadores
Rurales Sin Tierra) y MTST (Movimiento de Trabajadores Sin Techo) contra el
ajuste fiscal y la política económica de Dilma, aunque todavía es contra el
impeachment. Sólo en pocos casos es claramente a favor del gobierno. El 13
de octubre, por una suspensión del STF (Supremo Tribunal Federal), Dilma
consiguió librarse de un proceso de impeachment, pero recordemos que es una
suspensión, que puede ser levantada más adelante, más allá de otras
iniciativas todavía en curso
Así, respondiendo a la pregunta, el gobierno Dilma es un gobierno que no
gobierna. Cada medida que toma es una “desmedida” importante, junto a
amplios sectores del empresariado, especialmente el industrial, que en
función de lo alto de las tasas de interés y de la falta de perspectiva para
la economía en los próximos meses comienza a retirar el apoyo que era fuerte
recientemente. Ese empresariado no se bandea completamente de lado del
impeachment, porque sabe que abriría una crisis social en el país. Muchos
hacen oposición al gobierno Dilma, pero no aceptan una medida tomada por un
parlamento cuyo nivel de compromiso viceralmente degradado. Basta decir que
el presidente de la Cámara (de diputados) está envuelto en las corrupciones
que viene impregnado la política brasilera en las últimas décadas.
- Correio da Cidadania: De ese modo, es precipitado reducir la hipótesis del
impeachment a un mero collar político del mandato de Dilma, a ser usado por
el mayor tiempo posible.
Ricardo Antunes: Ciertamente. No es apenas un collar. Porque si de un lado
el empresariado sabe que el impeachment tiene un apoyo social, por otro, una
parálisis completa de la economía asusta al empresariado. Lo que es
inaceptable también para los asalariados. ¿Qué es lo que ven los asalariados
y asalariadas? Millares de despidos. Cuando no son despedidos, tienen que
negociar con un cuchillo en el corazón y una espada en la espalda para
aceptar una reducción de la jornada con reducción salarial, la antesala del
desempleo.
El capital financiero, claro, percibe el alza de intereses y la calesita
financiera favorable, pero en la medida en que debe controlar el crédito
casi sin poder prestar, pues el riesgo es enorme, crea toda una parálisis
económica. Y el movimiento callejero de las clases medias conservadoras,
hoy, digamos, más retraído, puede volver. Para completar, 2016 es año
electoral.
No habiendo impeachment, se intenta una alternativa donde el gobierno reina,
aunque no gobierna. Pero Dilma ni siquiera reina.
- Correio da Cidadania: ¿Cómo encaja la figura de Lula en medio de la crisis
política? ¿Qué se puede esperar de él, o de este “personaje”, o de lo que se
llama “lulismo” para los próximos tiempos?
Ricardo Antunes: Primeramente, el fenómeno del lulismo es muy reciente. Fui
de los primeros en tratar las pistas en dos libros de artículos: La
desertificación neoliberal de Brasil y La izquierda fuera de lugar. La
figura del lulismo es todavía poco conocida entre nosotros, aunque se pueda
tener muchas pistas, como se vienen dando desde 2012 por lo menos.
Rápidamente, el lulismo es la figura carismática y en sus momentos de apogeo
fue casi mesiánica, de un líder que conseguía accionar a dos puntas de la
clase trabajadora.
En el apogeo de Lula, él tenía un respaldo casi inquebrantable de la clase
trabajadora organizada brasilera, aquella clase trabajadora que tiene formas
de asociación sindical o de algún nivel, donde Lula era su principal líder.
No sin razón. Es preciso decir que Lula fue, tal vez, el mayor líder
sindical del siglo XX brasilero. Es pasado, pero fue. Y fue en base a esa
trayectoria, de 1975 a 1989, y luego hasta 2012, algo real, que él se tornó
un líder nacional.
El lulismo, y en particular su personaje, también está atado de forma
indisoluble a la figura de Lula -así como el varguismo está atado a Getulio
Vargas y el brizolismo a Leonel Brizola. Pero el lulismo no tiene herederos.
Y un límite entre otros tantos de Lula. Es tan auto-concentrado y
personalizado que no tiene herederos. El varguismo al menos tuvo a Joao
Goulart y al brizolismo como herederos, entre otros que no eran Vargas. Pero
intentaron remar de forma similar. El Lulismo no tiene heredero alguno.
No obstante, como ya se dijo, la crisis del mensalão desató una catástrofe
en alta cúpula del PT, mostrando la corrupción política y, como sabemos, con
grandes trazos de corrupción privada y enriquecimiento personal. Fue una
crisis profunda. Y la crisis de 2005 tiene muchas similitudes con la actual.
No tengo dudas que Lula estuvo a segundos de su renuncia en aquel fatídico
año. Es pura intuición. No se si se acuerdad de una entrevista que él
concedió en Francia, a una joven periodista, estaba completamente perdido.
Después de aquel período, Lula ganó las elecciones en 2006 y comenzó su
segundo gobierno. Hubo un cambio importante, conforme escribí en la época:
“Lula comenzaba a emigrar de la clase trabajadora más organizada hacia los
sectores más empobrecidos de la sociedad brasilera, que vivencian los
trabajos más precarizados, hasta el completo no-trabajo y el desempleo,
típicos de las poblaciones pobres de los rincones brasileros, donde el
programa Bolsa Familia tiene incidencia”. Hay que acordarse, Bolsa Familia
comenzó en el segundo mandato de Lula. En el primero el programa era Hambre
Cero y fue un fracaso completo.
La Bolsa vino con un nuevo diseño, alcanzó a millones de familias y creó un
bolsón electoral que, en el fondo, era una tragedia política. La Bolsa
garantizó la sobrevivencia de familias paupérrimas, sin la realización de
reformas estructurales profundas que podrían haber eliminado las causas de
la pobreza, por ejemplo: la reforma agraria y la reforma urbana. No hubo
nada de eso. Pero con la Bolsa, el PT tenía garantida una base excedente
para las victorias electorales.
Ese sector social empobrecido de apoyo al lulismo, produjo, simultáneamente,
la pérdida de apoyo a Lula en los sectores organizados de la clase
trabajadora (…) Es difícil aquilatar cuanto de apoyo perdió el lulismo en el
sector más pobre, pero pienso que se fragilizó porque esa población ve al
creador como una criatura que fracasó. Entonces, como Dilma es la creación
de Lula, una parte expresiva del descontento va hacia su gobierno.
La intuición que tengo es que para que Lula vuelva a ganar una elección, va
a tener que sudar mucho la camiseta. Sudar de más, porque el desgaste del PT
es poli y multiclasista. Es lo nuevo. Perdió el apoyo de las clases ricas,
dominantes, propietarias. De forma devastadora perdió apoyo de las clases
medias tradicionales (el mito de que el PT creó una nueva clase media no
puede tomarse en serio). Y pierde apoyo, también exponencial, en los varios
estratos distintos “compósitos y heterogéneos”, para recordar a nuestro
querido Florestan Fernandes, que hacen parte de nuestra clase trabajadora. Y
Lula lo sabe.
Sólo un cambio muy profundo de la situación, con expansión económica en
2017, podría apagar la tragedia y darle una sobrevida a Lula. Hoy no la
tiene. Su suerte es que la oposición más derechista -porque el PT tiene un
amplio abanico de derecha de su lado-, no tiene un candidato fuerte. Aécio
Neves salió fortalecido de la última elección, porque su nombre se hizo más
visible a nivel nacional, pero en el propio PSDB no lo entienden así.
En cuanto a las organizaciones a la izquierda del PT, no fueron capaces de
hacer la confluencia política de tantos movimientos sociales y sindicales, y
tampoco generaron nuevos liderazgos. En la última elección, Luciana Genro se
calificó como una joven candidata de izquierda, corajuda y capaz de tratar
temas contemporáneos con calidad. Pero liderazgos como el de Luciana Genro
-en la medida que tiene fuertes vínculos con el PSOL (Partido Socialismo y
Libertad) y la juventud- o Guilherme Boulos do MTST, en San Pablo São
Paulo, están lejos de ser una alternativa. Por tanto, el cuadro para 2008
está muy nublado.
La única cosa que me parece evidente, es que imaginar a Lula vencedor de las
elecciones de 2018, es no tener idea del nivel corrosión que el PT y todos
sus dirigentes van sufriendo, de modo devastador.
-Correio da Cidadania: Ya que hablaste de Boulos y Genro, que piensas de las
iniciativas de reacción a ese cuadro de retrocesos generalizados, tanto
dentro como fuera del espacio gubernamental, a ejemplo de Agenda Brasil (más
pro-gobierno) y de la conformación del Frente Pueblo Sin Miedo?
Ricardo Antunes: Son manifestaciones distintas, embrionarias y en un cuadro
defensivo. La primera de las citadas, piensa en un Frente de Izquierda con
dirección del PT. Lo que es un chiste. Un Frente de Izquierda con el
gobierno que en su cuarto mandato todavía no tomó ninguna medida de
izquierda, ninguna, que mínimamente contrariase los intereses dominantes, es
un chiste.
No hubo tasación de las grandes fortunas; no hubo reforma tributaria
progresiva, algo elementar, en el sentido de tributar al que más tiene y
exonerar a la clase trabajadora; no hubo ningún cambio de la estructura
agraria, por el contrario, el PT fue espectacular para el agro-negocio. La
burguesía agraria, devastadora, fue enteramente beneficiada por los
gobiernos del PT
Por tanto, un “Frente Popular” o “Frente de Izquierda” con el PT es una
provocación. Sólo si fuera un Frente de Izquierda para cargar el cadáver
político del PT. El PT tiene que ser responsabilizado por sus actitudes.
Claro que me refiero al ala dominante del partido y separo a ciertos núcleos
de base, a las personas serias, a la militancia que creía en un partido
diferente, como en los años ’80.
Pero el núcleo dominante del PT, que en parte está en la cárcel, en parte
procesado, no tiene autoridad alguna de llegar a los movimientos sociales y
decirle, por ejemplo, al PSOL y al PSTU (Partido Socialista de los
Trabajadores Unificado): “vamos a acordar, ahora que estamos muriendo, un
Frente de Izquierda”. Lo digo con tristeza: la más dura de las medidas
tomada por los gobiernos del PT a lo largo de cuatro mandatos fue destruir a
la izquierda brasilera. El PT de 2015 tiene poco ver con el PT de 1980. Y la
CUT (Central Única de los Trabajadores) perdió, desde el 2002, un conjunto
de tendencias militantes que estaban desde su fundación, en 1983.
Naturalmente, soy contrario al impeachment. Incluso si se tiene la prueba
cabal de que la presidencia de la República estuvo involucrada,
directamente, en las corrupciones. Pero también habría que juzgar los
mandatos de FHC (Fernando Henrique Cardoso) y de todos los gobiernos y
alcaldes que hicieron lo mismo. Los hechos de corrupción son reprobables, no
solamente los de un gobierno.
Iniciativas como el “Frente Pueblo Sin Miedo” y varios otros movimientos
tienen una dificultad interna. Por ejemplo, no dicen que a Joaquim Levy
(Ministro de Hacienda) lo puso Dilma. Dicen que Levy no tiene apoyo del PT
(…) La cuestión de estas manifestaciones disidentes tienen un problema: se
puede criticar a Levy y defender Dilma. No concuerdo con eso. Criticar a
Levy nos obliga a decir que el gobierno Dilma e nefasto y antipopular.
-Correio da Cidadania: Estamos delante de la mayor tasa de desempleo de los
dos últimos años. ¿Ya se puede hacer un balance contundente respecto de las
políticas de ajuste fiscal dictadas por el ministro de Hacienda, Joaquim
Levy, y sus graves consecuencias sociales en general y para el mundo de
trabajo en particular?
Ricardo Antunes: Existe la apariencia de algo nefasto porque ese proyecto es
esencialmente nefasto. Es el proyecto del capital financiero, porque empuja
al Estado a secar sus actividades públicas y sociales. Lo que se gasta con
la deuda pública e intereses que se remuneran al sistema financiero es mucho
mayor que todo el achique practicado por el ajuste fiscal de 2015.
Bastaría otra política, de contención de intereses, antiespeculativa, con
otro rumbo, lo que en este momento, con este gobierno, sería imposible. Pero
nadie esperaba en octubre de 2014 una guiñada a la izquierda del PT, después
de 12 años sirviendo a las derechas y a los capitales.
Dilma no podía hacer nada diferente. Podía continuar haciendo lo mismo, lo
que provocaría un corto-circuito, al tirar el costo del ajuste encima de los
asalariados. Lo que hizo. El ajuste se resume al mismo que las clases
dominantes siempre hacen en tiempo de crisis: que la cuenta la pague la
clase que vive-del-trabajo, que depende del salario para sobrevivir. Y hoy
no tiene empleo, ni tiene seguro de desempleo, vivimos una situación más
triste que la anterior.
El mito que algunos llamaron, apologéticamente, de neo-desarrollismo, cayó.
El PT nunca fue neo-desarrollista. Oscilaba entre el neoliberalismo y el
social-liberalismo, con cara social-liberal y concentración de renta del
capital. Era una redistribución por dentro de los asalariados. Los capitales
sólo engordaron y crecieron en Brasil en la era Lula.
Evidentemente, el resultado es devastador para las clases trabajadoras y el
PT va a pagar el precio en las elecciones del año que viene. Las respuestas
de la clase trabajadora serán duras contra el PT. Y sería triste si no
fueramos capaces de, al menos, germinar alternativas de izquierda capaces,
capaces de canalizar el descontento y no dejarlo ir hacia la derecha del
modo tosco y bruto que vemos.
Que al menos comencemos a reinventar la idea de otro modo de vida, otro modo
de producción, otra organización de la política, que recuse esta
institucionalidad. Un modelo más democrático, más popular, fundado en la
soberanía del pueblo, con asambleas y plebiscitos. En fin, ejerciendo alguna
cosa de nuevo tipo.
-Correio da Cidadania: ¿Qué esperas de una continuidad del mandato de Dilma
y sus consecuencias en la vida política nacional, que pasará con la
población en términos de condiciones de vida y trabajo?
Ricardo Antunes: Varios movimientos. Deterioro de las condiciones de vida,
destrucción de lo que resta de servicios públicos, con la salud y la
educación más precarizadas. ¡El gobierno estadual del PSDB (Partido de la
Social Democracia Brasileña) cierra escuelas! O sea, la cosa pasa por todas
las esferas del gobierno. Cuando Levy anunció sus primeras medidas, la
cartera que más sufrió fue la de Educación. Esta tendencia va a aumentar.
Paralelamente, vamos a tener un aumento de las revueltas y rebeliones.
Evidente. La población de las periferias adquirió un nuevo nivel de
conciencia de sus derechos y de las tragedias que permean el país.
Imagino una nueva era de rebeliones. Si más o menos moleculares, no sabemos.
Tomará tiempo que esas manifestaciones callejeras, de carácter polisémico,
que marcan las luchas sociales del país, comiencen a encontrar algunos polos
de confluencia que permitan un salto. Una idea que vengo madurando
recientemente, una triste constatación, es que las derechas, en 2015,
politizaron las rebeliones de 2013 para su campo, es decir, la
contrarrevolución, del odio al comunista, al socialista. Todos son
comunistas, el PT es comunista, ¡hasta los liberales!
-Correio da Cidadania: ¿Se puede concluir que la izquierda paga el precio de
no haber acelerado su reorganización en los últimos tiempos?
Ricardo Antunes: Las izquierdas de los movimientos sociales no consiguieron
dar un salto hacia un nivel ofensivo a partir de las manifestaciones de
masas y populares. E camino, que nuestras izquierdas tienen dificultad de
encarar, es no quedar focalizadas en la próxima elección. ¡No adelanta
pensar en las elecciones de 2016, 2018! Precisamos de un campo social y
político organizado por la base, en manifestaciones cotidianas, decisiones
plebiscitarias, avance de acciones colectivas, sean sindicales o sociales.
Es necesaria una articulación más generosa de esa enorme multiplicidad de
movimientos sociales y de las izquierdas, donde aisladamente cada uno de
nosotros somos pocos. ¡Pero juntos, no!
Otro punto es que trabajamos mucho con la dicotomía movimientos sociales
versus partidos. Uno u otro. No estoy de acuerdo en que sean dicotómicos.
Los movimientos son muy importantes por estar atados a la vida cotidiana. La
cuestión de la tierra es el sentido de la vida para el MST, el asalariado
rural, la campesina. Tierra, alimentación, casa y vida nueva. Los sin techo
saben que la arquitectura del “planeta favela” los ricos viven encerrados en
guetos con seguridad Robocop y hacen que las periferias sean expulsadas para
lugares más periféricos todavía.
Los partidos de izquierda al menos reconocen que precisan adentrarse en el
siglo XXI pensando lo nuevo. Me refiero fundamentalmente al PSOL, PSTU, PCB
(Partido Comunista Brasileño) y pequeños agrupamientos que procuran
insertarse en el mundo y en la vida real y, en general, tener una mirada más
de lejos. Pero tienen una gran dificultad de vincularse a las luchas
cotidianas, que son exactamente la fuerza de los movimientos sociales. La
fuerza de unos es el límite de otros y vice-versa.
Estoy haciendo una síntesis, repito. No soy de la idea de ¡“los partidos
acabaron, viva los movimientos sociales”! Los movimientos pueden tener mucha
vinculación con la vida concreta, pero es difícil que un movimiento tenga la
longevidad del MST. Este es un movimiento fuerte porque tiene dinámica y
vida de base, no sólo lucha cotidiana. Las mujeres del MST pueden discutir
acciones y actitudes, así como los asentados, pues tienen autonomía en la
base que le permite avanzar un poco. Y creo que lo mismo se puede decir del
MTST.
Los movimientos sociales nacen y desaparecen. Los partidos al menos se han
mostrado más longevos, aunque perdieron la capilaridad con la vida
cotidiana, de tal modo que el salto positivo en el siglo XXI sería una
aproximación de esos dos polos orgánicos del mundo del trabajo. La energía
que todavía de las rebeliones de 2013 deben caminar en la dirección de
“contra-rebeliones”.
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