Argentina/ Macri y sus fantasmas [Eduardo Castilla]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Nov 25 00:01:11 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

25 de noviembre 2015

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Argentina

Macri y sus fantasmas

Las primeras horas luego del balotaje comienzan a desnudar las tensiones que
recorrerán al nuevo gobierno. Debilidad política y necesidad de ajustar en
el centro de la agenda.

Eduardo Castilla

La Izquierda Diario, Buenos Aires, 24-11-2015

http://www.laizquierdadiario.com/

Macri llega a la Casa Rosada después de un balotaje en el que se impuso por
escaso margen. Tanto lo acotado del resultado como el carácter del mecanismo
electoral, imponen condiciones a su futura gobernabilidad. Condiciones que
no son, precisamente, prometedoras. Los problemas no se ubican sólo en el
terreno de la política sino, ante todo, en los marcos del agotamiento del
“modelo” económico.

Números que engañan

Los resultados de octubre de 2011 crearon la falsa ilusión de una hegemonía
casi ilimitada del kirchnerismo. El recordado 54% fue blandido como una
espada filosa contra propios y extraños. Pero ese porcentaje se sostenía,
esencialmente, en la mejora relativa de los indicadores económicos. Era un
número que dibujaba un pasado en retirada, no un futuro de hegemonía
política completa. Aquella elección fue el inicio del lento y oscilante
declive del kirchnerismo.

También el 52% de Macri tiene mucho de ilusión óptica. La dinámica política
electoral lo evidencia. En las PASO, el candidato del PRO concentró el 24,5%
de votos. En octubre reunió poco más del 34%, apropiándose del conjunto de
los sufragios de la coalición Cambiemos y sumando algunos puntos más,
expresando la tendencia a la polarización. Esa suma pegó un salto hace 48hs,
creciendo 17 puntos y más de 4 millones de sufragios.

La lógica del balotaje impone el voto por el candidato “menos malo”. Un
porcentaje no menor de esos sufragios no constituye un aval explícito a
Macri sino un rechazo abierto al kirchnerismo. Esto implica, desde el inicio
de su mandato, un apoyo condicionado. Para que devenga “poder propio” deberá
mediar la política, la negociación constante y, esencialmente, resultados de
gestión que impliquen algún nivel de mejoras parciales para sectores amplios
de masas.

En 2003 Néstor Kirchner logró convertir un 22% en un apoyo importante en un
lapso breve de tiempo. Pero las condiciones en las que Macri llega al poder
difieren radicalmente. Los vientos de la economía internacional, lejos de
ser favorables, soplan en contra; el súper-ciclo de las comoditties se halla
en retirada; los problemas estructurales que nacen del carácter dependiente
del capitalismo argentino pesan como una espada de Damocles sobre el país.
Son esas condiciones las que imponen a Macri una agenda de ajuste, más allá
de su propia ideología (neo)liberal. Un triunfo de Scioli hubiera inaugurado
el mismo camino. Como afirmó Miguel Bein el triunfo de Macri “no cambia la
agenda económica”.

Allí, en esos límites que impone el agotamiento del “modelo”, radican las
principales contradicciones que deberá sortear el macrismo, en pos de
estabilizarse como gobierno. El PRO-Cambiemos en el poder deberá avanzar con
ataques sobre sectores del pueblo trabajador en pos de recomponer las
condiciones de rentabilidad del gran capital. Lo hará partiendo de las
debilidades que señalamos.

Con toda seguridad, la lucha de clases volverá a escena en el marco de la
tarea por lograr un “país normal” desde el punto de vista del capital.

Cortocircuitos en la política

Si los problemas de la economía y su propia génesis electoral le confieren
un marco de debilidad relativa a Macri, el andamiaje político-institucional
nacido de las elecciones de octubre, constituye un corsé para sus
posibilidades de acción. No insuperable, pero corsé al fin.

Como se señaló ayer, el nuevo gobierno no tendrá mayoría en ninguna de las
cámaras legislativas. Por otro lado, una porción no menor de los
gobernadores reviste en las filas del peronismo y otras fuerzas locales.
Eso, en el sistema político nacional, les confiere un relativo poder de veto
y obligará a Macri a la negociación constante. Las tensiones, fricciones y
posibles rupturas serán un elemento que tenderá a emerger en esas “roscas”.

Pero además, el macrismo tendrá que entrar en negociaciones con la
burocracia sindical peronista, representación distorsionada del enorme poder
social de la clase trabajadora. La alianza construida con Hugo Moyano
funcionará como una suerte de reaseguro pero será parcial. Aun la enorme
mayoría de la casta que regentea las organizaciones gremiales tiene oficinas
en el interior del movimiento político fundado por Perón.

Cualquier negociación que encare Macri estará mediada por los ataques que
tenga que emprender contra sectores de la clase trabajadora. La capacidad de
control social de la burocracia está lejos de ser ilimitada. A su izquierda,
en franjas centrales del proletariado argentino, habita la izquierda
clasista y antiburocrática que ha protagonizado grandes peleas de clase como
la lucha de Lear en 2014.

Mirando hacia Cambiemos

Un tercer elemento que deberá sopesar el macrismo en el poder es la solidez
de la coalición que lo llevó allí.

Cambiemos es, esencialmente, una unidad inestable entre el PRO y la UCR. Por
un lado un líder con proyección nacional y estructuración local, aunque
aunque como fuerza acaba de conquistar la provincia de Buenos Aires. Por el
otro, una estructura territorial extendida en todo el país, pero sin una
cabeza con capacidad de atracción.

La UCR fue a Gualeguaychú con un programa “mínimo” que buscaba recobrar
poder territorial en gobernaciones e intendencias. Esa estrategia pareció
fracasar durante casi todo el año y, minutos antes del final de juego, se
encuentra a las puertas del poder estatal nacional. Pero el portero se llama
Mauricio Macri.

El líder del PRO se rasga las vestiduras por estas horas por el rechazo de
Ernesto Sanz al ministerio de Justicia. Pero las “razones personales” que
aduce el radical buscan ocultar las tensiones que todo el mundillo de la
política conoce. El radicalismo aspira a más que convertirse en la banqueta
sobre la que se apoyó el “creído de Barrio Norte” para llegar al Ejecutivo.
Su centenaria historia y se extensión territorial así lo dictan. Lejos
estamos de haber terminado los capítulos de esta novela.

La vacuidad discursiva, la política real y la lucha

La consigna de “cambio” le permitió al macrismo camuflar su verdadero
programa económico, reduciendo lo esencial a un cambio de las formas
políticas. Tuvo, es cierto, que esconder a sus economistas de cabecera para
construir algo creíble.

Pero la vacuidad del discurso de campaña deberá, cada día más, ceder frente
a la agenda de gobierno. Cada paso hacia el 10 de diciembre lo obligará a
definir más claramente su agenda de gobierno. El “desastre” que dejó el
kirchnerismo se convertirá en el leit motiv favorito para perfilar las
medidas de ajuste a aplicar.

Pero las mismas chocaran contra la resistencia de sectores del pueblo
trabajador que, difícilmente, otorguen una luna de miel duradera a quien
votaron escuchando promesas demagógicas. Los meses por venir anuncian un
escenario poco calmo. ¿Se tratará de aquello conocido como "verano
caliente"? Aún está por verse

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