Siria/ entre la compasión y el cinismo [Roland Mérieux y Francis Sitel]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Oct 5 13:56:22 UYST 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 5 de octubre 2015

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A l’encontre – La Breche

 <http://www.alencontre.org/> www.alencontre.org

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Siria

Entre la compasión y el cinismo

Roland Mérieux y Francis Sitel

Ensemble!

https://www.ensemble-fdg.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Siria, ayer ignorada y abandonada, ha vuelto al primer plano de la
actualidad. En París, en medio de una conferencia de prensa presidencial de
François Hollande, en Nueva York, como tema estrella de la Asamblea General
de las Naciones Unidas. Todo ello con el trasfondo de los ataques contra el
Daesh (Estado Islámico), cuyo impresionante número (más de 7 000 según
algunas estimaciones) no parece garantizar la eficacia, y de la llegada
masiva de refugiados sirios a Europa.

François Hollande explica:

1) que hay que acoger a los refugiados sirios, sin confundirlos con los
demás refugiados, y menos aún con los “inmigrantes económicos”;

2) que los ataques franceses contra Daesh deben ampliarse de Irak a Siria.
La proximidad de las dos afirmaciones da a entender que esos refugiados
sirios son fundamentalmente víctimas de la barbarie de Daesh. Una percepción
que refuerza a gran escala el tratamiento mediático del asunto.

Merkel, por su parte, siguiendo un razonamiento similar llega a una
conclusión clara: si se quiere derrotar a Daesh y responder a los problemas
a los que está confrontada Europa, hay que discutir con el régimen sirio;
por tanto, relegitimar a Bachar Al-Assad como un interlocutor presentable.

De todas estas aproximaciones confusas conviene extraer los verdaderos
granos:

1) Sí, hay que acoger a los refugiados sirios. Pero no limitarse a 24 000,
cuando los que huyen del horror se cuentan por centenares de miles en Europa
y por millones en Medio Oriente.

2) Sí, estos refugiados huyen del horror de Daesh pero son, en primer lugar
y de forma masiva, víctimas de la barbarie del régimen de Bachar al-Assad
que, para salvar su poder dictatorial, lleva a cabo una guerra implacable
contra su pueblo.

3) Sí, hay que combatir a Daesh, pero unos ataques aéreos no permitirán
acabar con él, ni preservarse de los atentados terroristas, y menos aún
responder al desafío de las migraciones

La idea nueva es la “gran alianza antiterrorista”: todos contra Daesh,
¡incluso el régimen sirio! Una idea que Putin defiende de forma ardiente,
que encuentra un eco favorable en Merkel, y que en Francia se repite en
diferentes ámbitos. Y no solo de la derecha, puesto que Hubert Védrine,
antiguo ministro de asuntos exteriores de Mitterrand, lo promueve.

Se trata de un engaño. Una ecuación simplista y puramente militar (“en una
guerra, el enemigo de nuestro enemigo debe ser considerado como un amigo”)
que sirve para enturbiar la verdadera cuestión: ¿qué soluciones políticas
plantear para desenrollar la compleja madeja de las contradicciones en la
región?

Además, incluso desde el punto de vista militar, es falsa. ¿Es el régimen
sirio, como quieren creer algunos, el enemigo de Daesh? Esto obligaría a
excusarle del terror que inflige a su pueblo, a olvidar los más de 200 000
muertos civiles, las ciudades destruidas, las torturas a gran escala, los
repetidos bombardeos por armas químicas y barriles de TNT… Pretender verlo
asó es no ver que los primeros yihadistas fueron liberados por Bachar
Al-Assad de sus prisiones para hacer de ellos la excusa que justificara el
necesario apoyo a su régimen. Y es ignorar por qué Palmira ha caído tan
fácilmente en manos de Daesh, por qué en el pasado mes de junio la ofensiva
de los rebeldes antiAssad para conquistar Alepo fue impedida por un ataque
de Daesh en Marea contra esas mismas fuerzas… ¿Cómo no interrogarse sobre
una evidente coordinación entre el régimen y Daesh? Y también sobre una
situación que permite la circulación sin obstáculos en el mismo espacio
aéreo de los aviones de la coalición que van a golpear a Daesh y los del
régimen que continúan bombardeando la población civil siria. Y ahora son los
aviones rusos los que lanzan sus bombas, “contra el Daesh”, ¡precisamente en
lugares en los que Daesh no está presente! Es cierto que el poder ruso dice
no hacer diferencias entre los diferentes “terroristas islamistas” (lo que,
parece, no le impide analizar a los opositores al régimen de Bachar Al-Assad
para golpear a los que le parecen más peligrosos…).

Sin embargo, está claro que cuando Merkel (junto a otros) dice que hay que
discutir con Bachar Al-Assad, lo que quiere decir en primer lugar es que hay
que entenderse con Putin.

En efecto, en el tablero sirio, se está afirmando de forma creciente, y
volviendo más complejo, el juego entre potencias exteriores. Cada una de
ellas tan empeñada en defender sus propios intereses como indiferente a la
suerte del pueblo sirio. Cuanto más se debilita el régimen, más se implican
Irán y Rusia. Y más problemas tienen los Estados Unidos para saber cómo
gestionar las injerencias de sus múltiples aliados. Para la administración
Obama, la prioridad está en el restablecimiento de las relaciones con Irán,
que comparte esta preocupación pero no quiere abandonar a Bachar Al-Assad.
Mientras, Arabia Saudita no está dispuesta a la conciliación con el régimen
sirio (ni con Irán), y Turquía tampoco, más preocupada en reprimir a los
kurdos que en combatir a Daesh… De ahí la confusión que parece dominar la
política americana y de ciertos cambios de opinión a costa de tal o cual
aliado en determinados momentos.

En cuanto a Rusia, ésta ve en Siria la posibilidad de reafirmar su papel de
gran potencia mundial y de superar los efectos desastrosos de su papel en
Ucrania. Está también directamente concernida por el debilitamiento del
régimen sirio y no puede ver tranquilamente la progresión de la amenaza del
llamado terrorismo islamista.

Una situación cargada de grandes cambios en el futuro, de consecuencias
difícilmente previsibles. ¡Pero, desgraciadamente, que no augura nada bueno
para el pueblo sirio! Los pocos impulsos de compasión hacia sus desgracias
no pueden disimular que lo que está en el puesto de mando es la real politik
y su implacable cinismo.

En el maelström actual el único punto de referencia que permite desbaratar
las trampas y manipulaciones de los diferentes actores estatales, es el
reconocimiento de la legitimidad de la exigencia del pueblo sirio de
liberarse de la sangrienta dictadura de Bachar Al-Assad, y la de los kurdos
e iraquíes de decidir por sí mismos, al margen de toda influencia
extranjera, sobre su propio futuro.

El combate contra el Daesh debe ser llevado a cabo con determinación, no
puede justificar un acuerdo que permita a Bachar Al-Assad mantenerse en el
poder. Eso no sería más que una nueva traición al pueblo sirio y su derecho
a la libertad.

En cuanto a los y las refugiadas, deben ser acogidos, no de forma
vergonzosamente parsimoniosa, ni siquiera solo desde un punto de vista
humanitario, sino de forma conscientemente política. Su tragedia debe ser
comprendida y explicada. Con la preocupación de presionar para que se pueda
dibujar una solución política global. La de una Siria libre, capaz de
reconstruirse, en un Medio Oriente pacificado, liberado del control de las
potencias extranjeras y respetuoso de los derechos de sus diferentes
poblaciones.

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