Chile/ hace 50 años nacía el MIR: legado y presente [Franck Gaudichaud - Igor Goicovic Donoso]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Sep 3 13:29:19 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 3 de setiembre 2015

germain5 en chasque.net

A l’encontre – La Breche

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Chile

Legado y presente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)

Hace 50 años nacía el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fuerza
política revolucionaria que marcó la historia de la izquierda chilena y
latinoamericana. Franck Gaudichaud nos propone aquí una breve introducción a
esta historia –todavía en construcción– y conversa del tema con el
historiador de la universidad de Santiago (USACH)  Igor Goicovic Donoso,
especialista de los temas de violencia política y exmilitante del MIR en los
años 80  [ii]  .

El Desconcierto

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Hace 50 años nacía el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), fuerza
política revolucionaria que marcó la historia de la izquierda chilena y
latinoamericana. Franck Gaudichaud nos propone aquí una breve introducción a
esta historia –todavía en construcción– y conversa del tema con el
historiador de la universidad de Santiago (USACH)  Igor Goicovic Donoso,
especialista de los temas de violencia política y exmilitante del MIR en los
años 80  [ii]  .

El 5 de octubre de 1974, Miguel Enríquez secretario general del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR)– era asesinado durante un combate
desigual, calle Santa Fe en Santiago de Chile, que lo opuso a los servicios
secretos de la dictadura del general Pinochet. En 2014, 40 años después, en
la capital chilena como en el resto del país, fueron organizados por
diversos colectivos políticos, organizaciones y revistas (como el quincenal
Punto Final [iii] ) conmemoraciones, presentaciones de libros o reuniones,
no sólo para recordar al líder político que fue Miguel, sino también en
nombre de todas las personas que resistieron y lucharon contra la Junta y
murieron por haber intentado transformar Chile en una perspectiva
socialista. Hoy los 50 años de la fundación de esta organización política
revolucionaria también dieron lugar a varias actividades públicas en
Santiago, así como en varias regiones, especialmente en Concepción [iv] .
Por cierto, no sin provocar reacciones indignadas de los medios de
comunicación conservadores y de varios representantes de la derecha (y
expartidarios de la dictadura de Pinochet) frente a lo que consideran como
apología de "un grupo que promovió la lucha subversiva armada en la historia
de Chile" y que por lo tanto no debería ser –según ellos- objeto de foros,
debates y seminarios en espacios públicos de la capital [v].

El MIR nace el 15 de agosto de 1965 de la confluencia de varias pequeñas
corrientes de la izquierda crítica (trotskistas, guevaristas, cristianos
radicales, exsocialistas o comunistas) que se oponían entonces al
parlamentarismo y al legalismo de la mayoría de la izquierda (en particular
al PC chileno) y aspiraban a construir una organización revolucionario
marxista, en ruptura con toda táctica electoral y el Estado. Los tiempos
están marcados por la Guerra Fría, las luchas antiimperialistas del Tercer
Mundo y especialmente en América Latina, por el impacto continental de la
revolución cubana, así como por los debates en torno a la lucha armada
(versus vía institucional). En sus textos fundadores, el análisis MIR
difiere de la izquierda marxista tradicional chilena. La organización hace
hincapié en el carácter desigual y combinado del desarrollo capitalista
dependiente del país, rechaza la ilusión que supone aliarse -como lo propone
el PC- a una inexistente burguesía "nacional" o incluso en seguir una
táctica de "revolución por etapas" pacífica y legalista. Los miristas
piensan que el proceso revolucionario debe ser ininterrumpido, permitir la
alianza de la clase obrera, de los trabajadores, con los "pobres de la
ciudad y del campo" y que es esencial destruir violentamente el aparato del
Estado burgués, defendiéndose en paralelo de las embestidas del
imperialismo. El MIR se construye según criterios leninistas en términos de
"centralismo democrático" y se considera una "vanguardia revolucionaria" al
servicio del pueblo chileno y también de la revolución latinoamericana,
cultivando una visión claramente internacionalista y "nuestramericana". El
primer congreso aprobará un documento titulado "A la conquista del poder por
la vía insurreccional", que reivindica la lucha armada y la guerra popular
prolongada como medio legítimo del movimiento revolucionario, “tesis
político-militares" que fueron validadas durante los debates nacionales
posteriores.

A partir del tercer Congreso (1967), una nueva generación, en parte
proveniente del medio estudiantil de la ciudad de Concepción, toma el
control de la dirección, encabezada por un brillante estudiante de medicina
(exmilitante del PS), Miguel Enríquez, y también por su hermano Edgardo o
Bautista van Schouwen, Sergio Pérez y Ricardo Ruz (entre otros). Estos
jóvenes militantes terminan en estos años por apartar (e incluso expulsar en
1969) a la mayoría de los antiguos líderes sindicales y a la oposición
trotskista (incluyendo al historiador Luis Vitale, al líder sindical
Humberto Valenzuela o a Oscar Waiss que regresa al PS) considerados “un
lastre” (sic) para el desarrollo del partido. El MIR reorienta la
organización hacia una perspectiva estratégica "castro-guevarista": algunas
acciones espectaculares y "expropiaciones" de fondos bancarios obligan a sus
militantes a pasar a la clandestinidad. Con la elección de Salvador Allende
en 1970 y el retorno a la legalidad (gracias a una amnistía presidencial),
el MIR -a pesar de constituir una organización de sólo algunos miles de
militantes- se convierte en una de las principales organizaciones de la
izquierda revolucionaria extraparlamentaria, con una repercusión no menor
dentro del movimiento popular, o por lo menos de sus franjas más
politizadas.

La época del gobierno de la Unidad Popular, coalición de izquierda
articulada en torno al PC y el PS, es evaluada por la dirección mirista como
un periodo "prerrevolucionario", pero la apuesta allendista "de una vía
chilena al socialismo", institucional, sin armas, respetuosa de la
Constitución y de las Fuerzas Armadas es severamente denunciada como
ilusoria. El Gobierno es analizado como democrático, popular y
antiimperialista pero "dominado por el reformismo obrero y pequeñoburgués".
Sin embargo, el MIR apoya consecuentemente y de manera crítica todas las
medidas más avanzadas del Gobierno, medidas que aparecen a la luz de hoy día
como radicales: nacionalización de las minas de cobre en manos de los
Estados Unidos, estatización del 90 % del sistema bancario y de numerosas
empresas “monopólicas”, profundización de la reforma agraria, aumentos
sustanciales en los salarios básicos, política exterior antiimperialista "no
alineada", etc. La organización busca así radicalizar a las fracciones más
rupturistas de la Unidad Popular (el ala izquierda del PS y la Izquierda
Cristiana en particular), suspende sus operaciones armadas e incluso pone
parte de su aparato al servicio de la seguridad del presidente Allende (con
la creación del GAP, “grupo de los amigos del presidente”, servicio de
seguridad personal). Durante estos mil días que marcaron para siempre la
memoria colectiva del pueblo chileno y de la izquierda mundial [vi] , la
organización del MIR, muy vertical, compartimentada y vertebrada en torno de
grupos político-militares (GPM), entra cada vez más en tensión con la
dinámica real de la lucha de clases y las formas más horizontales del poder
popular naciente, tales como los "cordones industriales" (sobre todo a
partir de 1972).

Muchos son los militantes y simpatizantes que experimentan esta
contradicción entre la organización rígida y su militancia diaria en un
movimiento popular en plena ebullición, contradicción vivida como un claro
obstáculo al desarrollo del partido y a la creación de los “comandos
comunales" de trabajadores, estudiantes y campesinos, perspectiva
reivindicada con fuerza por el MIR desde 1972 [vii] . No obstante, el
movimiento, que reúne entre 10.000 y 15.000 militantes en 1972, influencia a
decenas de miles de miembros activos del movimiento popular a través de los
"frentes intermedios" y de “masas”. Esto a pesar de una difícil inserción en
los sectores más estructurados y centrales del movimiento obrero,
ampliamente organizados por el PS, los comunistas y la Democracia Cristiana.
Logra un desarrollo notable en los sectores pobres urbanos (los pobladores),
estudiantil e incluso campesino (como en Cautín), favoreciendo la
organización “desde abajo” y en clave revolucionaria, rechazando los
compromisos institucionales.

Después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, el MIR es una de
las primeras organizaciones que entra en resistencia y que anuncia con
valentía, audacia y fuerza ética: "¡el MIR no se asila!". Frente a una
dictadura cívico-militar feroz e implacable, estos militantes intentan
desplegar, en condiciones muy difíciles, su estrategia de "guerra popular
prolongada" y el derecho legítimo a la insurrección armada frente a la
tiranía [viii] . Después del asesinato de Miguel Enríquez (octubre 1974) y
de varios cuadros de la dirección clandestina en Malloco (octubre 1975), la
represión, la dispersión militante, el exilio y la reorganización interna
son muy dolorosas y debilitan aún más el movimiento. Andrés Pascal Allende,
el nuevo Secretario General, será uno de los iniciadores de la "Operación
Retorno" (a partir de 1977-1978), destinada a reintroducir en el territorio
nacional a militantes del exterior, muchos de ellos jóvenes revolucionarios
entrenados en Cuba, para organizar operaciones de resistencia
política-militar e incluso intentos de la guerrilla, como en Neltume, en el
sur (1981). Pero la dirección en el exterior mide con dificultad la realidad
de las relaciones de fuerzas, tiende a subvalorar el poder de la Junta y
sobrevalora las fuerza propias, sin consultar realmente a los cuadros medios
que subsisten en el terreno, ni entender siempre la dinámicas de
reorganización en curso dentro de las clases populares.

El costo humano de aquellos años oscuros es terrible y los resultados
políticos de esta orientación siguen siendo aún sujeto de controversia entre
los antiguos militantes que sobrevivieron, así como entre los historiadores
actuales. Los años 1985-1987 serán los tiempos de la fragmentación final y
del declive, producto de las dificultades de adaptación de la organización
frente a los cambios de época, tanto a nivel nacional (negociación entre
elites y transición democrática pactada) como en el plano internacional
(derrumbe de los “socialismos reales", fin de la experiencia sandinista,
hegemonía planetaria del neoliberalismo). Los múltiples conflictos políticos
internos y disensiones humanas, la falta de democracia interna y
participación en la toma de decisión, como también, evidentemente, la
dimensión traumática del terrorismo de Estado (más de 600 militantes
desaparecen en los centros de tortura de la dictadura o son ejecutados en la
calle) acentúan y profundizan este desfase y la crisis orgánica. Esta
situación lleva a la división del movimiento entre varias tendencias ("MIR
Histórico" de A. Pascal Allende,"MIR político" de N. Gutiérrez y "MIR
militar" del “Nacho” Aguilo): la disolución es ya efectiva en 1987, se hace
“desde arriba” y sin haber podido organizar un congreso nacional.

Hoy existe una amplia “cultura mirista”, difusa, variopinta y varios
pequeños colectivos y organizaciones anticapitalistas se identifican con el
legado revolucionario mirista y su bandera roja y negra (tal como la
Izquierda Guevarista). Algunos incluso reivindican la continuidad directa de
la organización, especialmente el MIR dirigido por Demetrio Hernández y
Mónica Quilodrán  [ix], pero por lo general en espacios con poca influencia
en el movimiento popular real. Por otra parte, algunas organizaciones de la
“nueva” izquierda actual reconocen cierta filiación –pero distante y
critica- con parte de este herencia revolucionaria (como es el caso de
Izquierda Autónoma o de Izquierda Libertaria). Eso sin contar el uso
mediático que pueda hacer de la figura de su padre, un antiguo (y ¿futuro?)
candidato a la elección presidencial como Marco Enríquez Ominami, desde el
centroizquierda.

Después de 4 décadas de capitalismo neoliberal desenfrenado y más de 20 años
de la democratización parcial administrada con entusiasmo por los
social-liberales (gobiernos de la Concertación 1990-2010), las luchas
sociales han comenzado a erosionar el mito del Chile "desarrollado, moderno
y estable”. Las grandes movilizaciones estudiantiles de 2011 que buscaron
acabar con el legado de Pinochet en la educación, las demandas a favor de
una asamblea constituyente para terminar con la Constitución autoritaria de
1980, el regreso del espectro de las luchas de los trabajadores y
asalariados precarios (puertos, minas, call center, sector forestal, etc.) o
la idea de una renacionalización del cobre, muestran que un nuevo período
surgio. La crisis de legitimad actual del segundo Gobierno de la socialista
Michele Bachelet y la integración del PC al nuevo ejecutivo de la “nueva
mayoría” sobre la base de un programa de reformas que, al final, siguen
siendo funcionales al sistema neoliberal, abren también el espacio a la
reorganización independiente de las izquierdas y a la posible reinvención de
una perspectiva anticapitalista en Chile. Es lo que destacaba en 2014 Carmen
Castillo, compañera de Miguel Enríquez y quien se encontraba a su lado
durante su última pelea, en calle Santa Fé [x] . Para la cineasta chilena,
las luchas de las personas que cayeron bajo los golpes de la dictadura en
nombre de su compromiso revolucionario aún viven en el presente y
constituyen una guía esencial para pensar nuestro futuro: “la fidelidad a
Miguel Enríquez se juega en el presente de nuestras vidas políticas. Con las
lecciones de Miguel y del MIR en la cabeza, lúcidos y con mucho humor,
revolucionarios repletos de dudas, sin fe ni certezas, apostemos desde las
incertidumbres del siglo, levantando el coraje como un valor no negociable,
poniendo una energía absoluta al servicio de certezas relativas, inventemos
las nuevas formas de la lucha anticapitalista” [xi]  .

Para volver sobre esta historia militante, importante para pensar las
emancipaciones en el siglo XXI ya que ha influido de manera notable los
debates políticos y luchas de la izquierda revolucionaria en el siglo XX,
hemos conversado con Igor Goicovic Donoso, historiador de la Universidad de
Santiago (USACH), especialista en temas de violencia política y exmilitante
del MIR en los años 80-90  [xii]  .

-¿Podrías, en pocas palabras, contarnos tu experiencia personal en el MIR y
de qué manera militaste en esta organización durante la Dictadura?

Mi formación inicial, más cultural que política, fue en el Partido
Socialista (Almeyda). Venía de una familia socialista y de una región (la
provincia de Choapa), en la cual el PS ha sido históricamente la principal
fuerza política. Con esa formación llegué en 1980 a la Universidad Católica
de Valparaíso. Pero a partir de 1982, mi militancia en el PS se comenzó a
debilitar. Yo cuestionaba mucho que el partido no se hiciera cargo de sus
definiciones políticas; entre otras, la preparación de la organización para
el desarrollo de la insurrección popular de masas. A partir de ese momento
comencé a apoyar las acciones que desarrollaban los compañeros del MIR a
través de las Milicias de La Resistencia Popular, fundamentalmente en el
ámbito de la propaganda y la agitación. Pero en 1984 fui detenido por la CNI
y pasé dos años en la cárcel pública de Valparaíso. En prisión participé del
colectivo de presos miristas y durante un tiempo me correspondió asumir la
representación de la Organización de Presos Políticos (OPP). Al salir de
prisión, me reincorporé a la universidad y se me asignaron tareas de
representación pública del MIR. Fui dirigente estudiantil hasta 1988.

Durante ese período asistí a la división del partido. Si bien fui muy
crítico con lo que estaba ocurriendo (consideraba que era una crisis en la
dirección), me mantuve leal a la legalidad partidaria y reconocí filas en el
partido que dirigía Andrés Pascal. También me correspondió asistir a la
posterior fragmentación de la organización. Milité en una de las
microfracciones del MIR hasta 1992. En esa oportunidad una situación
represiva en el sur de Chile terminó por desbandar el grupo en el que me
encontraba.

- Como historiador, ¿Cuáles son las principales etapas y acontecimientos que
destacarías en la trayectoria de este partido?

Yo sostengo que existen cuatro períodos fundamentales en la historia del MIR
y que esos períodos dan cuenta de la existencia de cuatro partidos
distintos. La primera etapa, que va de 1965 a 1967, que coincide con la
etapa de formación del partido y en la cual predomina, por sobre otras, la
influencia trotskista.

Una segunda etapa, que va desde el III Congreso (1967) y que se extiende
hasta el enfrentamiento de Malloco (octubre de 1975). En esta etapa se
asienta la influencia de la tendencia castro-guevarista, se conforma la
dirección colectiva liderada por Miguel, el MIR disputa la conducción del
proceso revolucionario (1970-1973) y luego asume la organización de la
resistencia a la dictadura (1973-1975). Pero ese partido, a mi juicio,
comienza a desaparecer con la caída en combate de Miguel (1974) y con la
posterior salida de la dirección fuera del país (1975). Tras esto se produjo
un desbande de la militancia (tanto en Chile como en el exilio) y muchos de
esos cuadros ya no volvieron a militar en la organización.

La tercera etapa se inició a fines de 1975, con los diferentes núcleos de
reconstrucción partidaria, se fortaleció con la operación retorno (1978) y
se extendió con el reclutamiento de nuevos cuadros, en especial entre los
jóvenes, los pobres urbanos y los trabajadores subempleados o desocupados. Y
este, a mi juicio, es un nuevo partido. Es el partido de los hermanos
Vergara Toledo, de Mauricio Maigret y de Aracely Romo. Este partido será,
hasta 1984, el que soportará el peso de la lucha antidictatorial.

La última etapa, iniciada con la crisis interna de 1986, sorprende al MIR en
una situación de extrema debilidad. Los golpes represivos han erosionado su
estructura partidaria y obturado la relación del partido con el movimiento
de masas. La organización se fragmentó, pero en esa misma situación se
instalaron las bases de lo que hasta hoy día se conoce como “la cultura
mirista”, que permea a amplios movimientos políticos y sociales.

-Después de su fundación, donde participaron varias corrientes
revolucionarias (libertarios, cristianos, trotskistas, socialistas), el MIR
parece centrarse más en una perspectiva política-militar influenciada por la
experiencia cubana: ¿Cuáles eran las ideas centrales y los ejes teóricos e
ideológicos de esta organización?

Es evidente que en la tendencia liderada por Miguel existía una clara
influencia ideológica, política y ética de la Revolución Cubana. Es más, se
puede sostener que para esta generación de revolucionarios la Revolución
Cubana fue una interpelación que exigía compromiso. Pero Miguel y esa
generación de revolucionarios siempre supieron que las condiciones
históricas del proceso revolucionario en Chile y en especial las condiciones
de construcción de la izquierda, poseían condiciones particulares. De ahí su
rechazo a la teoría del foco de Regis Debray.

Las tesis político-militares del MIR, hasta 1973, se planteaban la
acumulación de fuerzas sociales, políticas y militares para el despliegue de
una guerra insurreccional de masas. Es decir, el componente fundamental del
diseño estratégico eran los trabajadores y el pueblo. Por ello el énfasis de
la política del MIR en el ciclo más álgido de la lucha de clases
(1970-1973), fue construirse como vanguardia revolucionaria, para ganar la
conducción de la lucha de las masas. Sin renunciar a la acción directa. Pero
ésta entendida como el despliegue de formas de lucha legales, semiilegales e
ilegales, en un contexto de enfrentamiento de clases abierto. Las tomas de
terrenos, las corridas de cerco, la ocupación de centros fabriles, los
enfrentamientos con los grupos de choque de la derecha y la DC, la
autodefensa frente a la violencia estatal, son la mejor expresión de los
avances alcanzados en dicho proceso. Avances que, en todo caso, no fueron
suficientes. Es necesario decirlo, el MIR no logró madurar como vanguardia
revolucionaria y, en consecuencia, no logró ganar la conducción del conjunto
del movimiento popular. Sólo de la franja más radicalizada del mismo.

-¿Qué tipo de partido representó el MIR? Muy a menudo se dice “partido de
cuadros” o de “revolucionarios profesionales”, también se subraya el
verticalismo interno y los bajos niveles de democracia interna. ¿Qué opinas
de esto? ¿Mirado desde hoy día, cuáles fueron sus principales dificultades o
debilidades orgánicas tanto durante la UP, como en Dictadura?

Lo dije previamente: No hay un MIR. Existen, a lo menos tres MIR y una
continuidad cultural. De esos tres MIR, dos son los que pueden identificarse
con la trayectoria y el legado mirista. Uno es el MIR liderado por Miguel,
entre 1967 y que perdura un par de años más después su muerte. Este partido
puede ser nominado como un “partido de cuadros”, articulados bajo el
liderazgo de un colectivo de dirección ampliamente reconocido, validado, y
con un trabajo de masas importante derivado de la creación de los
denominados “frentes intermedios”. Luego está el MIR que condujo las luchas
de la resistencia antidictatorial, especialmente en el ciclo 1978-1984. Este
segundo MIR también se autodenomina “partido de cuadros”, se ve obligado a
construirse en la clandestinidad y enfrentó duras arremetidas represivas. En
ese escenario, el proceso de formación de cuadros profesionales es más
complejo y los déficits respecto de la generación anterior son más
ostensibles. Pero, a contrapelo, el compromiso y la voluntad revolucionaria
se midieron en escenarios bastante más duros que aquellos del ciclo
1970-1973.

En ambas circunstancias los requerimientos de la política contingente y el
legado ideológico del “centralismo democrático”, favorecieron la
construcción de un partido fuertemente centralizado donde la democracia
interna era reducida. Probablemente hoy día, en el actual escenario de la
lucha política y social, este modelo de organización y conducción política
resulte poco apropiado. Pero el modelo leninista de partido era el
disponible para los revolucionarios de los años 60, 70 y 80. Y a ese modelo
de partido optamos por ingresar: nadie nos obligó… Pretender evaluar (e
incluso recriminar) esas prácticas políticas con los parámetros del contexto
actual me parece una deslealtad.

-A 40 años de la caída de Miguel Enríquez en combate, son muchos los jóvenes
que reivindican esa figura revolucionaria: ¿Qué significa ser mirista en el
Chile actual o cuáles son las principales lecciones que nos lega esa
generación de militantes anticapitalistas de los 70?

El legado es muy amplio y se puede observar en múltiples dimensiones:
política, social, cultural, estética y ética. Me voy a detener sólo en el
plano político. En él hay varios aspectos que podemos enfatizar. Por una
parte el contenido programático de la propuesta del MIR: esta organización
planteó para Chile, y luchó consecuentemente en ese sentido, la construcción
del socialismo. Hoy día, en que las alternativas al capitalismo se
configuran de manera difusa, muchos jóvenes y muchas organizaciones
revolucionarias vuelven a plantear la necesidad de la construcción del
socialismo. ¿Qué tipo de socialismo? No lo sabemos; pero la discusión sobre
sus contenidos y orientaciones es una demanda fundamental de nuestra época.
Y respecto de ello, los miristas y el programa mirista tienen aún mucho que
decir.

Por otro lado, la primera generación de miristas y la que se formó después,
en la lucha contra la dictadura, plantean un ejemplo político y un desafío
ético. Se trata de generaciones de revolucionarios cuya generosidad y
compromiso los llevó a entregar sus vidas por sus ideales, sin pedir nada a
cambio. Tan lejos de la clase política contemporánea (senil o juvenil), que
hace de la carrera por los cargos públicos una estrategia de enriquecimiento
y poder. La estatura moral de esos revolucionarios influye, sin duda, de
manera importante en la actitud política de los militantes anticapitalistas
de hoy.

Por último, es necesario enfatizar el requerimiento de organización. Muchos
hoy día, después de transitar los caminos de un movimientismo estéril,
asumen que la organización política, la vanguardia política, constituye un
elemento irremplazable en todo proceso revolucionario. Las experiencias
históricas exitosas así lo demuestran (Rusia, China, Vietnam, Cuba,
Nicaragua). Esa organización revolucionaria, dotada de una estrategia
revolucionaria, que asuma las particularidades de la región (América Latina)
y del país (Chile), debe construirse al interior de los trabajadores y el
pueblo. Debe adecuarse al nuevo escenario y contexto histórico. Esa lección
de dialéctica de la historia, el MIR la construyó con compromiso, coraje y
abnegación.

* El autor es doctor en ciencias políticas por la Universidad Paris 8,
profesor de estudios latinoamericanos de la Universidad de Grenoble, Francia
y miembro del colectivo editorial de www.rebelion.org.
<http://www.rebelion.org/>

Notas

[ii]  Una primera versión de este texto fue publicado en francés por la
revista ContreTemps Web (París)
(www.contretemps.eu/interviews/chili-50-ans-sa-fondation-mouvement-gauche-r%
C3%A9volutionnaire-mir-en-h%C3%A9ritage), la traducción de la introducción
estuvo a cargo de Rocío Gajardo Fica.

[iii]  www.puntofinal.cl.

[iv]  Cf. en Santiago, el seminario organizado por la Fundación Miguel
Enríquez :
www.fundacionmiguelenriquez.cl/2015/08/12/programa-seminario-mir-50-anos/  y
el foro organizado por la Izquierda Guevarista (
http://izquierdaguevarista.cl/index.php/2015/08/12/98/  ); Cf. también la
actividad pública en la Universidad de Concepción, en el sur del país,
pensada por el periódico Resumen (http://resumen.cl/), por la Federación
estudiantil de esta universidad (FEC) y por la Corporación Mutualista
Bautista Van Schouwen :
http://resumen.cl/2015/08/foro-por-el-aniversario-50-del-mir-en-la-universid
ad-de-concepcion/  .

[v]  “UDI pide a Contraloría revisar permiso de Dibam a seminario del MIR en
Museo de Bellas Artes”, El Mercurio , 12 de agosto de 2015.

[vi]  Cf. F. Gaudichaud,  Chili 1970-1973. Mille jours qui firent trembler
le monde , Presses Universitaires de Rennes, 2013
(www.pur-editions.fr/detail.php?idOuv=3265) y P. Winn, La revolución
chilena, Santiago, LOM, 2013.

[vii]  Cf. F. Gaudichaud, Poder popular y cordones industriales. Testimonios
sobre el movimiento popular urbano chileno (1970-1973), Santiago, LOM, 2004
y « 1970-1973 Y la entrevista (por Janek Malewski): "Dialéctica del poder
popular chileno", http://www.rebelion.org/noticia.php?id=174075

[viii] Cf. J. Pinto, “¿Y la historia les dio la razón? El MIR en dictadura,
1973-1981”en Verónica Valdivia O. de Z., Rolando Álvarez V. y Julio Pinto
V., Su revolución contra nuestra revolución. Izquierdas y derechas en el
Chile de Pinochet (1973-1981), Santiago, LOM, 2006.

[ix]   www. mir -chile.cl

[x]  Ver su película: Calle Santa Fé, Chile-Francia; Les Films d’Ici / Les
Films de la Passerelle / INA / Parox et Love Stream productions, 2007
(distribuido en Chile por Le Monde Diplomatique / Editorial ‘Aun creemos en
los sueños’).

[xi]  Carmen Castillo, “El Antaño encuentra el Ahora”, Le Monde Diplomatique
– Chile, octubre 2014.

[xii]  Ver su breve historia del MIR: Igor Goicovic Donoso, Movimiento de
Izquierda Revolucionaria, Colección América, Ediciones Escaparate,
Concepción, 2012.

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