Alemania/ ¡bienvenidos refugiados! de nuevo en Alemania [Manuel Kellner]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 11 13:55:48 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 11 de setiembre 2015

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A l’encontre – La Breche

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Alemania

¡Bienvenidos refugiados! De nuevo en Alemania

Manuel Kellner *

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Estas últimas semanas la llegada de refugiados y refugiadas ha suscitado en
Alemania un masivo movimiento de acogida, apoyo y solidaridad. Las portadas
de los diarios y los media alemanes e internacionales se hacen eco de la
nueva cultura de "bienvenida" alemana. En las estaciones de Múnich,
Frankfurt, Colonia y muchas otras ciudades se concentran cientos de personas
para recibir con aplausos a los refugiados que llegan en tren. Se les
ofrecen flores, bebida y avituallamiento. También se les ofrece apoyo
económico. Una multitud de gente se presta voluntarias para distribuir ropa,
ocuparse de las niñas y niños, ofrecerles cursos de alemán o dispensarles lo
que fuera necesario.

Un movimiento que crece día a día. Clubs de futbol organizan equipos
internacionales compuestos entre refugiados y quienes juegan en la liga a
diferentes niveles. Miles de personas, no vinculadas a asociaciones o a
partidos políticos, se organizan espontáneamente para prestar ayudar a las y
los refugiados. Es mucha la gente joven (entre la que se encuentran gente
inmigrante o de origen no alemán) la que se compromete en este movimiento de
solidaridad de forma muy concreta, basada en la ayuda práctica a las y los
refugiados, codo a codo con los militantes antifascistas, radicales de
izquierda, revolucionarios, mucha gente joven se compromete

En los programas de la televisión pública así como en las grandes cadenas
privadas, se multiplican los reportajes, los debates y las emisiones de todo
tipo a favor de las y los refugiados y de su integración y lo que prima
siempre es el entusiasmo por la integración. Las discusiones giran en torno
a la cuestión de cómo poder hacer aún mejor para aliviar la suerte de las y
los refugiados, cómo hacer para vivir juntos y cómo podría imponer el
gobierno alemán, en el seno de la UE, la generalización del recibimiento
generoso, la ayuda inmediata y eficaz y la integración de la gente
refugiada. "Bienvenidos refugiados" es el lema que, hasta nueva orden,
acapara el debate público en Alemania.

Esto contrasta vivamente con las movilizaciones xenófobas y antimusulmanas
de Pegida [extrema-derecha] y la oleadas de actos violentos organizadas por
los neonazis de todo tipo contra los centros de acogida de refugiados y
contra la gente inmigrante, muy a menudo apoyadas por "ciudadanos
cabreados", que llegan con sus hijos para vociferar su odio, incluso con
amenazas de muerta contra los políticos que organizan los centros de acogida
y de alojamiento. Esto contrasta también con lo que ocurrió la primera mitad
de los años 1990, en la que los atentados y las manifestaciones violentas
contra los refugiados de guerra de Yugoslavia llevaron no solo a que la
ideología oficial concluyera con le lema "el barco (alemán) está lleno"
sino, también, a una modificación en la constitución alemana en 1993 que
convertía el derecho de asilo en un residuo más que restrictivo.

Así pues, ahora nos encontramos ante una polarización extrema de
sentimientos en la población alemana y son los sentimientos de solidaridad
los que son hegemónicos. Imagínense a todos esos filo-nazis, a las derechas
de todo tipo, envenenados por la agitación "populista" nacionalista, viendo
en la tele las orgías de "bienvenida" y el discurso oficial de la "cultura
de bienvenida", apoyada incluso por la patronal que habla de las opciones
para la economía alemana que supone la integración de centenares de miles de
personas capaces de vender su fuerza de trabajo; a veces con una
cualificación alta (sobre todos los que provienen de Siria). Las y los
refugiados que llegan de Hungría han gritado: "¡Alemania! ¡Queremos ir a
Alemania! ¡Amamos a mama Merkel!" Estos refugiados ven las flores que se
agitan en las estaciones alemanas, los aplausos con los que se recibe a los
trenes llenos de gente refugiada y se enteran de que Alemania recauda miles
de millones de Euros para acoger como es debido a los refugiados… "¡Venid!
¡Venid todos! ¡Aún habrá muchos más porque se les ofrecen flores y miles de
millones de euros!" Todo ello constituye una verdadera pesadilla para los
filo-nazis, los nacionalistas y los predicadores del odio occidentales.

Para el gobierno de Merkel, y para su prestigio, constituye un triunfo
importante. Aún ayer, en las caricaturas, Merkel y Schauble aparecían con el
bigote de Hitler y el casco de hierro de la Werhmacht por su actitud
ultra-dura contra el pueblo griego. Ahora, se les cita como la encarnación
del principio humanitario y del humanismo, como el buen ejemplo frente
Hungría, Dinamarca y el resto de brutos.

No soy de los que no dejan de refunfuñar y aguar la fiesta a todo el mundo.
Es preciso felicitarse del giro de la opinión pública en Alemania y para la
izquierda radical y revolucionaria cooperar con toda esa gente -a menudo
poco politizada- que se pone en movimiento de forma solidaria y entrar en
diálogo con ellos constituye toda una oportunidad. Sin embargo, conviene
analizar con sobriedad lo que está ocurriendo.

Schauble [Ministro de finanzas alemán] viene de presentar unos Presupuestos,
en los que a la vez que incluye miles de millones para la acogida y la
integración de las y los refugiados exige reducir los gastos a todos los
ministerios: se trata del dogma de la disciplina presupuestaria, del culto
al "endeudamiento cero". Y eso significa que la política de austeridad se
impone por doquier, lo que alimenta el contragolpe: cuando la ayuda a la
gente refugiada se asocie al empeoramiento de la situación social de la
población alemana pobre y con salarios bajos, se corre el riesgo de que el
sentimiento cambie de campo a nivel de masas. Para evitarlo, será necesario
que los sentimientos de solidaridad se extiendan al conjunto de las
relaciones sociales con el fin de exigir un reparto equitativo de la
riqueza, reducir las desigualdades y reivindicar el derecho a una vida digna
para todo el mundo.

La izquierda en Alemana no está, ni mucho menos, a la altura de las
circunstancias. Es cierto que en el debate en el Bundestag (Parlamento
federal alemán) Gregor Gysi [de Die Linke] evocó, sensatamente, las razones
por la que la gente huía de sus países y la relacionó con lo que hace
Alemania cuando participa en las guerras de intervención y como campeona en
la exportación de armas. Ángela Merkel se guardó bien de responderle
directamente. Ahora bien, Gysi no relacionó la cuestión de la solidaridad
con los refugiados con la de la solidaridad con las poblaciones machacadas
por las dictaduras o, incluso, con la solidaridad de clase en la lucha
contra el gran capital en Alemania, cuyos intereses de clase condenan a una
parte creciente de la población a una vida cada vez más alejada del ideal
"paraíso alemán" que, sin embargo, atrae a la gente que solicita refugio (y
que sólo una pequeña parte lo logrará).

También hay que decir que la izquierda del partido Die Linke así como la
izquierda radical alemana en su conjunto no se encuentra en una buena
posición para responder a la cuestión de las razones del éxodo, sobre todo
de Siria. En efecto, Sahra Wagenknecht, copresidenta del grupo parlamentario
en el Bundestag, logró hacer una declaración sobre el tema de los refugiados
proveniente de Siria -que constituyen la mayoría de quienes llegan a
Alemania desde 2014- sin ni siquiera mencionar al dictador Assad y la guerra
devastadora que desarrolla contra su propio pueblo. Porque ("campismo"
obliga) son EE UU, la UE y el "oeste" en su conjunto los responsables de la
catástrofe siria. No es así como la izquierda radical alemana podrá
establecer un diálogo con los refugiados sirios que pertenecen o simpatizan
con la oposición democrática contra el régimen de Assad -visto sobre todo
que la izquierda radical alemana (salvo honrosas excepciones) jamás se ha
solidarizado con la revolución siria que, en sus inicios, no tenía nada en
común con la contra-revolución islamista.

Otra cuestión importante, es la clasificación, la diferenciación, entre los
"buenos" y los "malos" refugiados. Por ejemplo, las y los refugiados
provenientes de Siria, incluso si no entran en los criterios restrictivos
del derecho de asilo alemán aprobado en 1993, pueden esperar obtener el
estatuto de refugiado porque la opinión pública y la política oficial
reconocen la situación de guerra y terror sangriento e insostenible en Siria
como una razón legítima para huir del país. Pero las y los refugiados de los
Balcanes son mayoritariamente calificados como “refugiados sociales”, o
mejor dicho inmigrantes, que llegan a Europa occidental y a Alemania para
huir de la pobreza. Es cierto que actualmente los media alemanes hablan de
la situación de los gitanos discriminados o de los Albaneses amenazados por
venganzas de sangre, pero la política oficial del gobierno de la gran
coalición (CDU/CSU, cristiano-conservadores y el SPD socialdemócrata), trata
de establecer una lista de países de origen "seguros" para poder repatriar
más fácilmente a la gente proveniente de ellos.

Ante esto, es preciso responder que las razones "económicas" o sociales para
huir de un país tienen la misma legitimidad que la huida por motivos
políticos, de guerra o de guerra civil. Vivimos en un mundo que genera
desigualdades terribles y miseria para al menos dos mil millones de seres
humanos. Las poblaciones de los países industrializados dominantes sólo
podrán emanciparse, liberarse de toda explotación y de toda opresión, cuando
hagan frente, de forma directa, a esta situación e integren a las y los
refugiados; en ningún caso, aislándolos mediante fronteras asesinas y
protegiéndose tras muros. Es lo que Marx y Engels plantearon a la clase
obrera inglesa: Jamás podréis liberaros mientras seáis cómplices de la
sobreexplotación y de la discriminación de vuestros colegas irlandeses. 

* Manuel Kellner es redactor de Sozialistische Zeitung.

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