Israel/ la guerra segurocrática y el policía guerrero [Jonathan Cook]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Sep 11 13:56:47 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 11 de setiembre 2015

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A l’encontre – La Breche

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Israel

La guerra segurocrática y el policía guerrero 

Jonathan Cook * 

Brecha, Montevideo, 11-9-2015 

http://brecha.com.uy/

El nuevo libro del investigador israelí Jeff Halper, integrante del Comité
Israelí contra las Demoliciones de Casas, arroja luz sobre la industria
armamentística y sostiene que Israel es hoy en día el país de referencia
para las fuerzas armadas y policiales de todo el mundo.

Desde hace 18 años Jeff Halper ha estado en la primera línea del conflicto
entre Israel y Palestina, ayudando a reconstruir casas palestinas demolidas
por Israel en los territorios ocupados. Su nuevo libro sobre Israel sale
publicado cuando está a punto de dejar su cargo como director del Comité
Israelí contra las Demoliciones de Casas (Icahd, por su sigla en inglés). La
principal conclusión de Halper es inquietante: Israel, dice, está
globalizando a Palestina.

La investigación de amplio alcance realizada por este ex profesor de
antropología lo ha llevado a especializarse en un tema en el que no se
siente del todo cómodo: la industria mundial de armas. Halper afirma que
Israel está sacando provecho –tanto financiera como diplomáticamente– de los
sistemas de control que ha desarrollado en los territorios ocupados. Está
exportando su know-how a las elites mundiales deseosas de proteger sus
privilegios de las amenazas tanto externas como internas.

En un mundo supuestamente sumido en una guerra sin fin contra el terrorismo,
puede que todos enfrentemos un futuro como el de los palestinos. El libro de
Halper, titulado War Against the People: Israel, the Palestinians and Global
Pacification (“Guerra contra la gente: Israel, los palestinos y la
pacificación global”), que saldrá el mes próximo, sugiere que Israel ofrece
una ventana única en algunos de los más importantes desarrollos recientes de
lo que él llama “la guerra segurocrática”.

La tesis central del libro surgió cuando trataba de entender por qué un país
diminuto como Israel tiene un impacto mucho mayor que su peso económico,
político y militar. ¿Cómo es que Israel tiene tanta influencia, no sólo en
Estados Unidos y Europa, sino –de manera más sorprendente– en países tan
diversos como India, Brasil y China?

Ninguna de las explicaciones habituales –la culpa del Holocausto, el poder
de los lobbies, o incluso el crecimiento del fundamentalismo cristiano–
parecía dar una respuesta acabada.

Pacificación global 

Zeev Maoz, profesor israelí de ciencia política residente en California,
puso a Halper ante una pista diferente. “Él ha observado que uno de los
principios fundamentales del movimiento sionista fue siempre ligarse a una
potencia hegemónica y servirla”, dice Halper.

Los sionistas hicieron eso desde el principio apoyando a Gran Bretaña en
Palestina. Una vez establecido como Estado, en 1956 Israel ayudó a los
franceses y a los británicos en Suez, y después de 1967 actuó como suplente
de Estados Unidos en el Oriente Medio, durante la Guerra Fría.

Hoy en día, la creciente influencia de Israel, sostiene Halper, refleja su
posicionamiento en el corazón de la rápidamente floreciente industria de
“pacificación global” asesorando y asistiendo a fuerzas armadas, policías y
agencias de seguridad nacional en todo el mundo.

En el mundo pos 11 de setiembre, Israel es el rey de la seguridad –o la
“securityland”, como lo describió recientemente un destacado analista
israelí.

Y, significativamente, Israel está comenzando a valerse de esta utilidad
para buscar un apoyo político y diplomático mayor, dice Halper, aun cuando
en la comunidad internacional crece la exasperación por los casi 50 años de
ocupación. Tal respaldo, incluso de gran parte del mundo árabe, a menudo
pasa desapercibido.

La sombría advertencia del presidente de Estados Unidos Dwight Eisenhower en
los años 1950, de que un “complejo militar-industrial” rampante amenazaba
con convertirse en el verdadero poder detrás de la fachada de la democracia
popular necesita actualizarse, dice Halper.

Él describe el surgimiento de lo que llama el complejo misilístico: la
dominación de espectro completo por parte de Estados Unidos y sus aliados
mediante la acción conjunta de fuerzas armadas, seguridad interna,
vigilancia, inteligencia y legislación.

Después de décadas controlando al pueblo palestino sometido a ocupación,
señala, Israel no tiene rival en todas estas esferas: utiliza los
territorios ocupados como un laboratorio gigante para desarrollar y probar
nuevas ideas, tecnología, tácticas y armamento.

Una superpotencia armamentística

Cuando me reu-ní con él en su casa en el oeste de Jerusalén, Halper hizo
cuestión de subrayar que él sólo está esbozando el esquema de la nueva
industria de pacificación mundial liderada por Estados Unidos, adentrándose
en aguas en gran parte desconocidas. Periodistas, analistas y académicos han
rehuido las investigaciones necesarias, según él, prefiriendo mantenerse
dentro de sus estrechas especializaciones.

Halper está interesado en el análisis de la “big picture” que le permita
unir los puntos. Y al hacerlo se ha obligado a sí mismo a explorar un
territorio desconocido, a leer textos clave en los estudios de seguridad, a
estudiar detenidamente los trabajos de expertos en terrorismo y a reunirse
con generales condecorados.

Halper señala que Israel gasta alrededor del 8 por ciento de su Pbi anual en
el presupuesto militar –aproximadamente el doble del gasto per cápita de
Estados Unidos–. A pesar de su tamaño, Israel tiene más aviones de guerra
que cualquier país europeo.

Israel posee cuatro de los 100 principales fabricantes de armas del mundo, y
se encuentra entre los diez principales países comerciantes de armas; según
algunas estimaciones, en el cuarto lugar. Desde 2007, el Índice Global de
Militarización ha coronado anualmente a Israel como la nación más
militarizada del planeta.

En mayo pasado Israel recibió un nuevo galardón, convirtiéndose en una
“superpotencia cibernética”: sus compañías venden una décima parte de la
tecnología de seguridad informática y de redes del mundo.

Ese enfoque en los sistemas militares y de armamento ha llevado a Israel a
mantener relaciones militares oficiales con 130 países, muchos de ellos
dictaduras bien conocidas por sus violaciones de los derechos humanos. Los
informes sugieren que Israel mantiene además negocios más dudosos y secretos
con otros regímenes.

Este mes la Onu reveló que Israel estaba rompiendo el embargo militar
occidental al venderle armas a Sudán del Sur, alimentando la guerra civil en
ese país. Los críticos han sugerido que Israel también tiene asesores y
entrenadores que operan clandestinamente en Sudán del Sur.

El fin de las guerras convencionales 

Pero el verdadero talento de Israel, dice Halper, ha sido explotar un nuevo
énfasis en la “guerra segurocrática”.

“Las guerras entre estados son en gran parte una cosa del pasado. En el
nuevo tipo de guerra, los aviones F-35 y las armas nucleares son mucho menos
útiles. Lo que se necesita ahora son las habilidades que Israel ha
desarrollado después de un siglo de ‘contrainsurgencia’ contra los
palestinos. Israel es el país de referencia cuando se trata de la guerra
segurocrática.”

La necesidad de este tipo de guerra se puso de relieve tras el ataque
estadounidense a Irak en 2003, señala Halper. Las guerras convencionales
entre estados han tenido tradicionalmente tres fases: los preparativos
operacionales, el ataque mismo y el desenlace.

Pero Irak –así como antes Afganistán– mostró que existe una cuarta etapa: la
necesidad de estabilización y mantenimiento de la paz después de un cambio
de régimen.

La industria de la pacificación, que ha experimentado un auge pos 11 de
setiembre, señala Halper, se está extendiendo hacia Occidente. A medida que
el ejército asume muchas de las funciones de la fuerza policial en las
guerras externas como Irak y Afganistán, en casa la policía se vuelve cada
vez más militarizada. La policía de Ferguson no se diferencia en nada de sus
compatriotas del ejército en Irak.

“Lo que estamos viendo es el surgimiento del Estado de seguridad humana: una
eterna ‘guerra contra el terror’, y el mundo en un estado de excepción
permanente. Las fronteras tradicionalmente claras entre policías y
militares, entre las agencias de inteligencia interna y externa –en otras
palabras, entre el Fbi y la Cia– se desmoronan.”

Policías guerreros 

Para las elites que ven el peligro acechando en cada esquina, Israel tiene
la respuesta: lo que llama el “policía guerrero”. Durante décadas Israel ha
estado operando fuerzas paramilitares como la Policía de Fronteras, así como
servicios de inteligencia como el Shin Bet, cuya área de responsabilidad
operativa no está limitada por ninguna distinción entre Israel y los
territorios palestinos ocupados.

“Israel creó hace mucho tiempo el modelo de militares y policías que
trabajan juntos, y ahora está bien posicionado para entrenar al mundo”,
concluye Halper.

Ese punto quedó en evidencia esta semana, cuando el gobierno israelí anunció
que un oficial del ejército de larga trayectoria, Gal Hirsch, se convertiría
en el jefe de la Policía Nacional de Israel.

¿Qué es lo que está en juego? ¿No están Estados Unidos y Europa tratando de
defenderse de las amenazas terroristas reales?

Halper cree que es importante examinar estos hechos dentro de un marco más
amplio: el del sistema capitalista mundial.

No es casualidad, en su opinión, que Estados Unidos esté hablando de
amenazas terroristas mundiales al mismo tiempo que la riqueza y el poder se
están desterritorializando, creando un archipiélago de intereses de las
elites que se extiende desde partes de Estados Unidos y Europa hasta
Singapur y las Islas Vírgenes.

Las empresas trasnacionales necesitan corredores seguros para el flujo de
capital y mano de obra, según él, al tiempo que gran parte del resto del
mundo se convierte en terrenos baldíos o marginales.

La preocupación es cómo mantener un orden social propicio para el
capitalismo cuando grandes extensiones del planeta están siendo empobrecidas
y los migrantes tratan de escapar de su situación desesperada.

Aquí es donde entra Israel. El lugar donde Israel ha desarrollado sus ideas
y las ha testeado son los territorios ocupados, dice Halper. El control de
Gaza, por ejemplo, ofrece un modelo para otros estados interesados en las
cuestiones de vigilancia interna, seguridad fronteriza, guerra urbana,
amenazas de migración y mucho más. “Los palestinos, en este sentido, son un
recurso importante para Israel. Sin los territorios ocupados, Israel sería
Nueva Zelanda. Sería un destino turístico, no una potencia hegemónica
regional.”

Un lugar en la mesa de la OTAN 

La industria armamentística de Israel no sólo está dirigida a hacer dinero.
“Ella permite que Israel se siente a la mesa con los países de la Otan.”
Israel lleva a cabo ejercicios militares con la Otan y ayuda a desarrollar
drones Watchkeeper para los europeos.

También mantiene relaciones cada vez más estrechas, dice Halper, con
regímenes que son ostensiblemente sus enemigos, como Arabia Saudita. “Los
saudíes están financiando al Estado Islámico, así que ¿cómo se explica su
alianza con Israel? El denominador común es la ‘política de seguridad’. No
hay dos países que tengan intereses más parecidos que Israel y Arabia
Saudita.”

Cuando los sauditas dieron a conocer la Iniciativa Árabe de Paz en 2002
–sostiene Halper– ofrecieron el reconocimiento del mundo árabe a Israel como
potencia hegemónica regional, a cambio de poner fin a la ocupación.

Esta utilidad de Israel ¿está dando frutos diplomáticamente?

Hay indicios de que cada vez más. The Economist señaló recientemente que
India, que tiene una larga historia de apoyo a la causa palestina, fue uno
de los cinco países que se abstuvieron en el Consejo de Derechos Humanos de
la Onu el mes pasado al votarse una resolución que critica a Israel por su
conducta en el ataque de 51 días a Gaza el verano pasado, en el que murieron
más de 500 niños.

Según la revista, los dirigentes israelíes creen que la creciente
dependencia de la comunidad internacional de su armamento reducirá en el
largo plazo la vulnerabilidad de Israel al movimiento mundial de boicot,
desinversión y sanciones (Bds).

Halper señala que Nigeria, otro país que se ha convertido en dependiente de
las armas israelíes, recientemente también traicionó su tradicional apoyo al
pueblo palestino.

Nigeria sacó a Israel y Estados Unidos de un gran aprieto en diciembre
pasado cuando votó en el Consejo de Seguridad de la Onu en contra de una
resolución palestina que exigía el fin de la ocupación. Estados Unidos había
temido que tendría que usar el veto.

Halper hace hincapié en que Estados Unidos todavía sigue –por cierto margen–
siendo el mayor comerciante de armas del mundo. Pero en su lucha por ocupar
más nichos, Israel está arrojando luz sobre el verdadero propósito de la
industria de armas: no la seguridad, sino la pacificación.

“Cuando lo llamas ‘seguridad’, acallas el debate. ¿Quién no quiere
seguridad? Pero cuando lo replanteas como ‘pacificación’, los verdaderos
objetivos se vuelven mucho más claros.”

* Publicado en Middle East Eye el 29-VIII-15.Traducción: María Landi. Cook
es un premiado periodista independiente británico, residente en Nazaret y
autor de varios libros. Escribe sobre temas de Oriente Medio, especialmente
la cuestión Israel-Palestina. Su sitio web: www.jonathan-cook.net.
<http://www.jonathan-cook.net/> 

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