Bolivia/Ecuador/ termina la era de las promesas andinas [Maristella Svampa]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Sep 16 13:07:42 UYT 2015


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Correspondencia de Prensa

boletín informativo – 16 de setiembre 2015

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A l’encontre – La Breche

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Bolivia/Ecuador

Termina la era de las promesas andinas

Maristella Svampa *

Revista Ñ, Buenos Aires, 25-8-2015

http://www.revistaenie.clarin.com/

América del Sur vive un momento político-social muy inquietante, de fuerte
polarización en diferentes países y de crisis del pluralismo político.
Aunque el espectro regional es amplio, quiero referirme aquí a aquellos dos
países que más expectativas políticas transformadoras concitaron desde las
llamadas izquierdas progresistas latinoamericanas en la última década:
Bolivia y Ecuador. La razón de ello es que en el último mes asistimos a dos
hechos elocuentes que ponen de relieve la amenaza y cercenamiento de
libertades políticas en ambos países.

Bolivia y Ecuador (y, en menor medida, por su carácter siempre
controversial, Venezuela) lideraron el ranking de los gobiernos de izquierda
en la región, cuyo correlato fue un proceso de innovación social e
institucional, protagonizados por organizaciones indígenas y movimientos
sociales. Así, a través de la Asamblea Constituyente el gobierno de Evo
Morales estableció el reconocimiento de los derechos colectivos y la
creación del Estado Plurinacional y las Autonomías indígenas. Por su parte,
Ecuador constitucionalizó los Derechos de la Naturaleza y estableció un Plan
del Buen Vivir que apuntaba a la salida del modelo primario-exportador,
acompañando esto con la propuesta innovadora como la de dejar parte del
petróleo bajo tierra (Iniciativa Yasuní).

En 2015, las promesas de generar “otros modelos de desarrollo” parecen ya
muy lejanas. Así, en Bolivia, el 9 de agosto pasado, el vicepresidente
Alvaro García Linera, connotado intelectual y sociólogo, fustigó con una
retórica virulenta a cuatro ONG nacionales, a las cuales trató de
mentirosas, amenazándolas con expulsarlas del país (sic), debido a que sus
informes contradicen el discurso oficial (pues muestran el avance del
agronegocio), o bien porque defienden las comunidades indígeno-campesinas
frente a la expansión del extractivismo (así, acusó a una de estas ONG de
hacer “trotskismo verde”).

Días más tarde, con un conjunto de intelectuales, entre ellos Boaventura de
Sousa Santos, Leonardo Boff, el ecuatoriano Alberto Acosta y la expareja del
vicepresidente, la mexicana Raquel Gutiérrez, y varios argentinos (Beatriz
Sarlo, Roberto Gargarella, Rubén Lo Vuolo y la autora de esta nota, entre
otros), enviamos una carta abierta a García Linera rechazando las
descalificaciones y amenazas, las que de concretarse, implicarían una
violación de los derechos civiles y, por consiguiente, un enorme retroceso
para la democracia boliviana. En dicha carta, de gran circulación en
Bolivia, subrayamos también que “la disidencia o la crítica intelectual no
se combate a fuerza de censura y efecto de amenazas y descalificaciones,
sino con más debate, más apertura a la discusión política e intelectual;
esto es, con más democracia”. García Linera contestó con otra carta, la cual
si bien abre a una discusión pendiente sobre extractivismo y modelos de
desarrollo, insiste en que las ONG en el banquillo mienten y que no fueron
amenazadas de expulsión, sino de defender “los intereses de la derecha
política internacional”.

La posición de García Linera tiene antecedentes. Así, en 2011, cuando el
gobierno de Evo Morales generó el conflicto en el Tipnis (Territorio
Indígena Parque Nacional Isidoro Secure), por la construcción de una
carretera, García Linera escribió un libro, Geopolítica de la Amazonía
(2012) donde criticaba el “ambientalismo colonial” y demonizaba las ONG y
las agencias de cooperación (situándolas en el mismo plano) así como a
diversas organizaciones indígenas históricas que se habían opuesto a dicha
carretera.

En Ecuador, la situación es de mayor gravedad, pues los dichos y amenazas
suelen convertirse en hechos. Así, el pasado 13 de agosto tuvo lugar una
importante marcha liderada por la Confederación Nacional de Pueblos
Originarios del Ecuador (Conaie), la que terminó –como sucede en los últimos
tiempos en ese país– en represión. En la misma fue golpeada la periodista
franco-brasileña Manuela Picq, residente desde hace 8 años en el país, donde
es profesora universitaria y pareja de un líder indígena. Mientras estaba en
el hospital, Manuela Picq se enteró de que su visa había sido cancelada y
que estaba obligada a abandonar el país. Finalmente, gracias a la
solidaridad nacional e internacional, Picq no fue deportada.

Tampoco es la primera vez que el gobierno de Rafael Correa lleva a cabo este
tipo de acciones, que lo colocan muy lejos de la idealización política e
intelectual que se ha venido haciendo de los gobiernos progresistas, por
ejemplo, en la Argentina. En 2009, Correa despojó de su personería jurídica
a la reconocida ONG Acción ecológica, pero tuvo que retroceder frente al
rechazo internacional. En diciembre de 2013 expulsó del país a la Fundación
Pachamama, y en 2014, canceló súbitamente la visa de Oliver Utne, consultor
de origen estadounidense (yerno de Alberto Acosta, reconocido economista y
político opositor) que debió abandonar el país. Por otro lado, el carácter
autoritario del gobierno de Correa tiene su correlato en la creciente
criminalización de estudiantes y organizaciones indígenas-campesinas que
luchan contra el extractivismo, hay más de 200 personas procesadas (varias
de ellas, bajo la figura de terrorismo).

¿A qué se debe el corrimiento político en estos países, impensable unos
pocos años atrás? Desde mi perspectiva, hay dos inflexiones mayores que
ayudan a explicarlo: por un lado, la acentuación del extractivismo; por otro
lado, el retorno del populismo. En primer lugar, asistimos al fin de las
llamadas “tensiones creativas” propias del comienzo de ambos gobiernos y a
la consolidación de una política netamente extractivista que colisiona con
los derechos consagrados por las constituciones, reclamados por las
organizaciones indígenas y ecologistas. Con ello, Bolivia y Ecuador
traicionaron sus promesas políticas originales de Buen Vivir y respeto a la
Naturaleza y lejos de alentar cualquier escenario de transición y salida del
extractivismo, hoy proceden como cualquier otro gobierno latinoamericano,
promoviendo la expansión de las fronteras del capital y la exportación
masiva de commodities, a través de la multiplicación de megaproyectos
extractivos (minería, expansión de la frontera petrolera, soja, entre
otros).

En segundo lugar, este proceso significó una estigmatización creciente de la
narrativa indigenista y ecologista, desplazada por la narrativa populista,
donde convergen visión estatalista y culto al líder, bajo esquemas
hiperpresidencialistas. Asistimos así al retorno de un populismo de alta
intensidad, asociado al ejercicio de la política como permanente
confrontación entre dos polos antagónicos (el nuevo bloque popular versus
oligarquía, medios de comunicación dominantes y el “ambientalismo colonial”
o el “ecoterrorismo”). La inflexión no es menor, pues el populismo, como
fenómeno político complejo y contradictorio, presenta una tensión
constitutiva entre elementos democráticos y no democráticos. Tarde o
temprano, ello hace que nos preguntemos sobre el tipo de hegemonía que se va
construyendo en esa tensión peligrosa entre una concepción plural y otra
organicista de la democracia; entre la inclusión de las demandas y la
cancelación de las diferencias. Los dos hechos reseñados, aunque revisten
una gravedad diferente (Ecuador está varios pasos adelante), forman parte de
esta tentación de corrimiento de las fronteras.

Por último, no es lo mismo hablar de nueva izquierda latinoamericana que de
populismos del siglo XXI. En el pasaje de una caracterización a otra algo
importante se perdió, algo que evoca el abandono, sino la pérdida de la
dimensión emancipatoria de la política y la evolución hacia modelos de
dominación de corte tradicional, basados en el culto al líder y su
identificación con el Estado. 

* Socióloga y escritora, es miembro de Plataforma 2012.

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