Uruguay/ lo único que el gobierno cumple: no aumentar los impuestos al capital [Martín Jauge]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Abr 2 14:53:06 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

2 de abril  2016

Boletín Informativo

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Uruguay

Lo que el presupuesto nos dejó (y no ha sido comentado)

Se consolida un escenario en el que habrá escasa expansión del gasto social.
Además hay un claro avance privatizador.

Martín Jauge *

Brecha, Montevideo, 1-4-2016

http://brecha.com.uy/

Como sucede desde la restauración de la democracia, durante el primer año
del gobierno electo se discute y se aprueba en el Parlamento la ley de
presupuesto. Ésta rige a partir del 1 de enero del año siguiente y tiene una
vigencia de cinco años. Es la expresión fiscal y financiera del plan de
gobierno. Por lo tanto, su análisis es central para evaluar la importancia
que el gobierno le asigna a diferentes áreas programáticas: educación,
salud, vivienda, política industrial, etcétera. Pero el presupuesto no se
vota “en el aire”, sino que se asienta sobre condicionantes que impone la
acumulación de capital y su dinámica concreta.

En ese marco, la expansión presupuestal en los últimos gobiernos no fue sólo
la expresión de un cambio político, con una gestión macroeconómica más
ordenada y prudente, con mejoras en lo tributario y avances importantes en
el gasto público social (educación, salud, políticas de transferencia),
también fue el aprovechamiento de un ciclo de crecimiento económico por la
captación de renta extraordinaria gracias al alza de los precios
internacionales.

De esta forma, analizar la última ley presupuestal considerando el nuevo
escenario económico permite calibrar qué movimientos son esperables para
impulsar con mayor efectividad la acción colectiva.

En primer lugar, se conjugan previo al presupuesto algunos compromisos
electorales importantes, aunque a priori resulten difíciles de cumplir en
simultáneo: a) no aumentar la carga tributaria; b) implementar el sistema de
cuidados; c) llegar al 6 por ciento del Pbi en la educación. En un contexto
no dinámico de acumulación, pareciera imposible aumentar el gasto público
social sin aumentar la carga tributaria, incumpliéndose por tanto con alguna
de las promesas electorales.

Como veremos a continuación, la que ha prevalecido con más fuerza es la del
no aumento de impuestos, a pesar de que existe un creciente reconocimiento
académico de que los impuestos al capital distan de ser altos en nuestro
país y que es necesario implementar gravámenes adicionales (por ejemplo,
impuestos a las herencias).

Presupuesto a dos años

El presupuesto nacional suele marcar las pautas durante todo el quinquenio
de gobierno. No obstante, la presente ley “dispondrá de recursos
incrementales para atender las prioridades del plan de gobierno para los
años 2016-2017”. Este es un dato llamativo, ya que no había sucedido en los
anteriores proyectos presentados y aprobados en las administraciones
posdictadura. Esta decisión se apoya en la actual desaceleración económica,
así como en la incertidumbre respecto a la evolución de la economía,
consecuencia de la evolución de las economías de la región y de la caída de
los precios de los bienes que Uruguay exporta principalmente (commodities).

Esto genera al menos tres problemas. En primer lugar, limita la capacidad de
planificación de las autoridades, en tanto su horizonte temporal se reduce.
Si bien existen países en los que se establecen presupuestos por uno o dos
años, lo cierto es que tienen instituciones idóneas para poder proyectar
políticas públicas por varios años, como sucede en Finlandia o Corea del
Sur.

En segundo lugar, habilita la posibilidad de continuar con un comportamiento
característico de nuestro país: la prociclicidad de su gasto público,
aumentando su peso relativo dentro del Pbi en tiempos de bonanza económica y
reduciéndose en recesión. En particular se observa para algunos componentes
del gasto público social, como educación y salud. Es cierto que un
presupuesto diseñado a cinco años no garantiza niveles de gasto público
estables respecto al Pbi, independientemente de los ciclos económicos. Sin
embargo, reducir los años en los cuales el gobierno se compromete en niveles
de gasto definidos puede dar lugar a una profundización de la tendencia
histórica hacia la prociclicidad.

En tercer lugar, en el plano de la arena política puede ser previsible un
alto nivel de tensión ya que “las sucesivas rendiciones de cuentas serán el
instrumento idóneo para asignar (…) mayores partidas presupuestales a los
efectos de continuar avanzando en los compromisos de gobierno”, por lo que
en los siguientes años estas instancias tendrán un contenido y una
importancia mayor a la que han tenido, haciendo necesariamente de las
futuras rendiciones de cuentas escenarios de mayor conflictividad que la
habitual.

Empresas Públicas

Otro aspecto interesante es el rol que se les asigna a las empresas de
propiedad estatal: “Buena parte del deterioro del resultado fiscal del
período 2010-2014 se explicó por el desempeño de las empresas públicas, que
además de mostrar menores resultados operativos llevaron adelante un fuerte
proceso de inversión en los últimos años”.

En este sentido, desde el Ejecutivo se espera que las empresas públicas
mejoren sus resultados operativos ya que esto “constituye un factor clave en
el proceso de consolidación fiscal y, por tanto, en el logro de las metas
fiscales previstas”, intentando que para el 2019 su aporte alcance el 3,3
por ciento del Pbi –un punto más que en 2014.

Quizás esta idea permite explicar por qué el ajuste de las tarifas de las
empresas públicas fue levemente superior a la inflación de 2015, medida que
no responde al aumento de los costos de las empresas, sino al intento de
alinearlas con criterios macroeconómicos, de inflación y de rentas
generales, como dijo la ministra Carolina Cosse (El País, 26-I-2016).

En consonancia con los compromisos electorales, se descartó la opción de
incrementar los ingresos del Estado vía aumento de los impuestos –la presión
tributaria se mantiene en el entorno del 27,5 por ciento del Pbi–, y se opta
por aumentar los ingresos fiscales vía incremento de las tarifas, cargando a
los hogares.

Educación y gasto público social

El área de educación es la que mayor incremento tiene –respecto a su línea
base– en esta ley de presupuesto. Según se transmitió desde el Poder
Ejecutivo, este aumento implica “alcanzar en 2017 un gasto en educación con
respecto al Pbi de 4,7 por ciento”. Esto muestra que en los dos primeros
años el incremento fue de 0,2 puntos porcentuales. Por lo que, con
incrementos del 0,1 por ciento por año, recién se llegaría a cumplir la
promesa de llegar al 6 por ciento del Pbi en 2030.

En esta línea, si analizamos la prioridad macroeconómica (gasto en un área
sobre el Pbi) para Anep (Administración Nacional de Educación Pública) y
Udelar (Universidad de la República), vemos que se mantiene prácticamente
incambiada: en 2015 pesan un 3,69 por ciento, en 2016 un 3,74, y en 2017 un
3,72.

Si analizamos la prioridad fiscal (gasto en un área sobre el total del gasto
público), vemos que la Anep cae de 12,89 por ciento en 2015 a 11,95 en 2017;
mientras que la Udelar permanece casi igual: pasa de 2,98 por ciento a 3 en
igual período.

En el caso de la salud (Ministerio de Salud Pública y Administración de
Servicio Sanitarios del Estado), la prioridad fiscal pasa de 7,26 por ciento
en 2015 a 7,29 en 2017. Y en el caso de vivienda la prioridad fiscal pasa de
0,11 por ciento en 2015 a 0,12 en 2017.

PPP en la estrategia de Inversión

Se espera en este quinquenio una importante inversión en infraestructura:
dos tercios con fondos públicos y un tercio con fondos privados. Para ello,
el rol de las inversiones bajo la modalidad participación público privada
(Ppp) adquiere una relevancia muy importante. Corresponde por tanto analizar
el peso que tienen las Ppp en determinadas áreas. A continuación se desglosa
el porcentaje de este tipo de inversiones sobre el total para diferentes
áreas: en energía 52,01 por ciento; en seguridad 46,15; en educación 41,03;
en salud 33,90; en vialidad 31,36; en ferroviaria 25.

Esto supone que el Estado está generando una deuda a futuro y terminará
pagando por estas obras un costo mayor (por lo que implica cualquier pago
diferido contra una licitación normal). Además, resulta una suerte de
especulación, porque para que se realicen todas las obras que el gobierno
espera, se necesita que los actores privados encuentren dicha inversión
atractiva, a la vez que cuenten con el flujo de capital para hacerla.

En síntesis, se consolida un escenario en el que habrá escasa expansión del
gasto social. Además hay un claro avance privatizador que se manifiesta de
dos formas. Por un lado –más visible–, hay un fuerte recorte en las empresas
públicas, que abarca desde proyectos de tercerización y privatización vía
Ppp hasta privatización abierta (ejemplo: represa en Río Negro que estará
totalmente en manos de privados). Por otro lado –más sutil–, inversiones vía
Ppp para servicios sociales como educación y salud.

De todos los compromisos electorales realizados por el actual Poder
Ejecutivo, sólo uno se está cumpliendo: el no aumento de impuestos al
capital (en un país en que el 1 por ciento más rico se apropia del 14 por
ciento del valor generado). Los únicos proyectos tributarios en discusión
actualmente son la creación de zonas francas temáticas. Así que estamos
lejos de gravar más al capital y, en lugar de eliminar las exoneraciones
fiscales, se estarían ampliando. Esto compromete la necesidad de recursos
para aumentar la necesaria expansión de gasto público social en educación,
salud y vivienda, así como en expandir la infraestructura, salvo que la
opción sea mercantilizar todas esas áreas.

* Integrante de la Cooperativa Comuna.

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