Francia/ el estallido del movimiento "noche de pie" [Gueugneau - Ferre - Pagneaux]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Abr 8 17:50:14 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

8 de abril 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

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Francia

El estallido del movimiento Nuit debout

A l´encontre

http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Nuit debout (“Noche en pie”) es el hastag con el que la misma noche del
jueves 31 de marzo -tras la huelga general convocada contra la Ley del
Trabajo del gobierno socialista de François Hollande- hubo un llamamiento
para reunirse en asamblea en la Place de la Republique, en el corazón de
París y pasar la “noche en pie” (ver
https://www.vientosur.info/spip.php?article11152) . Desde entonces esta
plaza y otras muchas en toda Francia han sido ocupadas por miles de
personas, bajo el lema nuit debout, con propuestas, debates, animación e
iniciativas que escapan absolutamente de los protocolos institucionales de
la política e, incluso del sindicalismo. Un estallido que no sólo evoca sono
que hasta explícitamente se refiere a nuestro 15M. Publicamos aquí dos
crónicas sobre ello. Uno se refiere al movimiento en París. El otro al de
Nantes y Toulouse]

París, la primera Nuit debout aguanta hasta el amanecer

Christophe Gueugneau

Mediapart, París, 1-4-2016

Ayer por la noche (este artículo se publicó inicialmente en la página
Mediapart el pasado 1 de abril, ndr), en la plaza de la República,
centenares de personas, jóvenes y menos jóvenes, participaban en una
concentración lúdica y estudiosa a la vez. La dispersión de la concentración
por la policía, al amanecer, no les ha cortado las ganas: ya tienen nuevas
citas.

Y la lluvia se detuvo. Tras una jornada de manifestación parisina bajo
trombas de agua pero animada por una gran movilización, la gente valiente
que ha ido directamente a la cita de la Plaza de la República, para una
primera “noche en pie”, ha sido finalmente recompensada. De un centenar
justo a las 18 horas del jueves por la noche, la multitud ha crecido
rápidamente, para alcanzar más de un millar algunas horas más tarde cuando
la lluvia había parado.

La idea germinó en una pequeña reunión el 23 de febrero pasado, alrededor de
periodistas de Fakir , de miembros del colectivo Les Engraineurs o de DAL
(droit au logement, derecho a la vivienda, ndr). Una Asamblea General para
juntar gente se celebró el 14 de marzo, es decir 5 días después de la
primera gran manifestación del 9 de marzo. De las 200 personas que habían
hecho el desplazamiento, un centenar pasado se ha presentado como voluntaria
para organizar lo que iba a ser la Noche en pie: comisión de medios,
comisión de material, comisión de comunicación, etc. Además de en París, el
tema está previsto también en ciertas ciudades de provincia como Lyon, Caen,
Nantes, etc.

Este jueves por la noche, en Paris, las comisiones parecen haber funcionado:
una gran carpa está instalada para acoger una Asamblea General permanente al
abrigo de la lluvia, un camión equipado para dar conciertos, una pantalla
gigante para difundir Merci Patron !, el documental de François Ruffin,
periodista de Fakir. Hay una tienda con el rótulo de “enfermería”, rodeada
de un lado de una tienda del DAL y del otro de una carpa Paris 8. Los
organizadores han obtenido de la prefectura la posibilidad de permanecer
tres días allí, lo que no ha impedido a la policía proceder a la evacuación,
en calma, de los lugares hacia las 5 horas del viernes por la mañana. Una
nueva cita está ya fijada para esta noche a las 18 horas.

Las primeras horas de esta Noche en pie están consagradas a afinar la
organización. Todo el mundo puede coger el micro y hablar dos minutos. Como
ocurría en el movimiento de los Indignados españoles o el de Occupy Wall
Street americano, se evitan los aplausos, prefiriendo agitar la mano. “¿Cómo
permanecer aquí durante tres días y qué hacemos mientras tanto?, pregunta un
orador. “Hay que crear comisiones sanitarias, alimentación, etc.” dice otro.
“Es preciso que las mujeres estén representadas, y que puedan hablar como
los hombres” dice una joven.

La plaza se llena poco a poco, la gente se agolpa delante del concierto.
Pronto interrumpido por un discurso del economista Fréderic Lordon (que se
puede ver aquí: https://www.periscope.tv/w/1jMKgMrvbqjJL) Una corta
alocución porque como dice: “Hay asambleas generales, hay conciertos, todo
eso se basta y no necesita nada más”. “Aunque no lo parezca, es posible que
estemos a punto de hacer algo (…) hoy cambiamos las reglas del juego”, añade
ante un público conquistado. “Quienes presumíamos que iban a reivindicar
sabiamente no quieren reivindicar, quienes estaban separados se unen”. De
hecho, el economista parece haber consagrado estos tres últimos días a
reflexionar sobre el momento en curso. Había intervenido ya la víspera, el
30 de marzo, en la asamblea general de Tolviac y había escrito un amplio
texto en su blog de Le Monde Diplomatique. Pocos minutos más tarde estaba
bailando, siguiendo la música del concierto.

Hacia las 21 h, la multitud sigue creciendo. Mucha gente joven, pero también
menos jóvenes. A menudo de vuelta de casa a donde habían ido a cambiarse de
ropa tras el aguacero de la manifestación de la tarde. Samy está ahí con un
grupo de amigos. Con su gorra, sudadera con capucha, su cerveza, se prepara
un cigarro mientras dice que “el asalariado está jodido, señor. Soy parado
porque no quiero seguir cogiendo el dinero de los demás”.

Esto me recuerda enormemente lo que ocurría en España en 2011

En el escenario, HK y los Saltimbanques tocan ante un público
superanimado.”Sabéis, hay algo que queremos todos y todas aquí, es la
convergencia de las luchas”, exclama el cantante bajo los aplausos.

Ya son las 11 de la noche. Al otro lado de la plaza, un organizador está
ante una pantalla gigante. Propone cortar la asamblea para difundir la
película Merci patron, “pero, bueno, no quiero cortaros es superimportante
que se discuta, no sabemos todavía lo que esto va a dar de sí, pero estamos
aquí y bien aquí”. La asamblea se desplaza para dejar sitio al documental de
François Ruffin sobre una familia del Norte despedida por una filial del
grupoLouis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) que acaba por ganar su combate
contra su antiguo patrón, Bernard Arnault (Mediapart ya había hablado de
él). La sesión improvisada se llena rápidamente, la gente se sienta en el
suelo, otros permanecen de pie, todos están atentos y reaccionan. Así la
familia Klur es muy aplaudida desde su primera aparición, mientras que
Bernard Arnault, François Hollande o incluso François Chérèque, antiguo
dirigente de la CFDT, son muy silbados.

Lisa sigue el documental de lejos, discutiendo también con dos camaradas.
Educadora, está en paro desde hace 8 meses y ya ha visto la película.
“Muestra lo que no se ve forzosamente, hace tomar conciencia de la mierda de
las cosas que diría el otro”. No sabe si va a pasar toda la noche aquí, y
por decirlo todo, parece difícil pues no tiene ni tienda ni siquiera una
manta. En el tablero político, “no sabe ya a qué partido creer” y vota
Verdes por defecto en la primera vuelta y por el candidato que “le ponga
menos nerviosa” en la segunda”. “Sueño con una revolución” dice con una
sonrisa.

Al final de la película, la gente canta a coro “Merci patron”, la canción de
los Charlots (https://www.youtube.com/watch?v=BP3_dgTofKA). François Ruffin
toma el micro, y repite, como él mismo confiesa, el mismo speech que repite
en todas las proyecciones. Añade: “Es emocionante ver tu película utilizada
como arma de lucha. Al final Bernard Arnault dice: ‘Espero que los
revolucionarios se calmen el año que viene’, pues bien, yo espero que no”.

En otro rincón de la plaza, algunos espabilados han ido a comprar cervezas
en gran cantidad e intentan venderlas, pero a 4 euros. La gente no se agolpa
para comprarlas. Tanto más cuanto que la gente ha venido bien provista,
tanto de cerveza como de vino. A la una de la noche la gente sigue motivada.
Una fanfarria ha atraído a la gente a la que le gusta bailar, mientras que
prosigue la asamblea. Sophie Tissier, la eventual que acaba de ganar su
lucha contra la cadena Direct8, interviene a su vez para testimoniar que “a
veces también es posible ganar”. Otro interviniente propone una organización
para aguantar tres días, “ha circulado una caja, me gustaría saber dónde
está ahora”.

Son las dos de la madrugada. Nino y Olivier del ENS Cachan y Justine de Ulm,
no van a tardar en volver a casa. “En Cachan, es cierto que no somos muchos,
pero ha habido Asambleas”, dice Nino. “Escribe que vamos a organizar allí
una proyección de Merci Patron el próximo miércoles, eso hará que venga
gente”, añade Olivier. Circulan voluntarios con sacos de basura para recoger
botellas y vasos.

En una asamblea, interviene un español de alrededor de 30 años: “Todo esto
me recuerda mucho lo que pasó en España en 2011”. Con esa experiencia, se
permite dar algunos consejos: “hay que comenzar inmediatamente a reflexionar
sobre cómo estructurar este movimiento aquí, hay que crear comisiones con un
pequeño número de personas en cada una de ellas”. Otro dice: “hay que
ponerse en marcha”. Desde el público alguien grita: “habría quizá que dejar
hablar también a las chicas”. Una mujer de alrededor de 40 años, también
española, toma la palabra: “lo primero que falta son lavabos en
condiciones”.

A las cinco de la mañana, no queda más que medio centenar de personas que
abandonan sin enfrentamientos la plaza a petición de la policía. Ya hay cita
para esta noche a las 18 horas, en el mismo lugar, con el mismo tono. El DAL
y el CIP (Coordinadora de Intermitentes y Precarios) anuncian su presencia,
igual que los y las estudiantes de París 1 y París 4. En Twitter, algunos no
dejan de recordar que los indignados que ocupaban plazas en España eran
sistemáticamente dispersados al comienzo, pero que volvían siendo cada vez
más numerosos..

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Nantes y Toulouse: hablan los participantes

Jean Luc Ferre y Florence Pagneaux

La Croix, París, 6 abril 2016

La primera “Noche en pie” de Toulouse, que comenzó el martes 5 de abril al
final de la tarde, no sale de ninguna parte. Como recuerda un representante
del colectivo organizador, la primera ocupación de 200 personas tuvo lugar
el 31 de marzo pasado tras la difusión de la película Merci patron!
(¡Gracias patrón!) de Patrick Ruffin, fundador de la revista Fakir y que
está en el origen de estas noches que, tras la de la plaza de la República
en París, han aparecido en una veintena de ciudades.

Esta ocupación ha desembocado los días siguientes en tres asambleas
generales que se han estructurado en cuatro comisiones para asegurar la
logística del movimiento, reflexionar sobre la comunicación del mensaje,
sobre el aspecto legal y los contenidos de las acciones que se preparaban.
Antes de concluir en esa movilización nocturna inspirada en los movimientos
de los Indignados y de Occupy Wall Street, nacidos en otras latitudes en
2011.

Más allá de las huelgas y manifestaciones tradicionales

La aparente improvisación es por tanto muy relativa. Los organizadores han
alquilado una habitación, en un hotel de la plaza, para tener una conexión a
internet que les permitiera una retransmisión en streaming de los debates.

Con reglas también muy estudiadas: tomas de palabra de dos minutos como
máximo, tras inscripción en una lista que la gente que modera hace circular,
a las que el público puede reaccionar con signos para no molestar los
debates -manos agitadas como marionetas para el asentimiento, brazos
cruzados para mostrar desacuerdo-, un código inspirado en los Indignados.

Ante alrededor de 600 personas, de pie o sentadas en círculo sobre cartones
desperdigados por el suelo mojado, las intervenciones se encadenan. Se trata
de la “convergencia de las luchas”, de “reflexionar sobre nuevos modos de
acción más allá de las huelgas y de las manifestaciones tradicionales”, de
“todas esas élites que no nos representan ya”. Hay quien evoca el Consejo
Nacional de la Resistencia, otra gente el combate ecológico, el papel de las
mujeres en el movimiento, el dinero “que huye a Panamá cuando millones de
personas están en la miseria”. Tanto entre la asistencia como entre la gente
que habla, jóvenes y menos jóvenes.

Algo emerge al fin

“Es una primera etapa”, comenta Marc, un estudiante de 22 años miembro del
colectivo que está en el origen de esa noche tolosana. “Se trata de mostrar
a la gente que un movimiento ciudadano en el que cada cual puede aportar su
granito es posible en Francia. Que se puede construir conjuntamente a partir
de ahí”. Aquí se nota sobre todo un sentimiento de traición por parte de un
gobierno “que se dice de izquierdas”.

La Ley del Trabajo cataliza así un frente de rechazo. Pero más allá, se
sueña. “Este naciente movimiento nos supera a todos”, se entusiasma Pablo,
profesor de instituto implicado desde hace diez años en las luchas
alternativas. “Algo emerge al fin. Es difuso, pero es una excelente
noticia”.

Otro Pablo, español instalado en Toulouse desde hace tres años y antiguo
activista de los Indignados de Madrid, toma el micro: “En España, de
movimientos que venían de la calle han nacido estructuras que influyen hoy
en la vida política. Solo quiero decir que tenemos que aprender a ser
pacientes. Pero determinados”.

Perfiles variados, de estudiantes de secundaria a militantes con mucha
experiencia

En Nantes, en la plaza Bouffay, en el corazón histórico de la ciudad,
alrededor de 200 personas se han concentrado el martes por la noche en
calma, a dos pasos de los escaparates rotos algunos instantes antes por los
rompedores que han venido a perturbar la manifestación contra la ley El
Khomri (nombre que se da a la Ley de Trabajo, porque es el de la ministra
que lo ha llevado adelante, ndr).

Tras una sucesión de tomas de palabra en el micrófono, cada persona se suma
a una comisión para debatir sobre trabajo, democracia, libertad, emigración,
ecología o… Notre Dame des Landes. Entre la gente, militantes de extrema
izquierda con mucha experiencia, así como decepcionados del gobierno que
nunca habían salido a la calle.

Como Maia, estudiante de 17 años, que ha participado en todas las
manifestaciones contra la ley del trabajo: “Aquí vamos más lejos. Se habla
de ecología, de democracia… Me gustaría que se instaurara una nueva forma de
democracia, como en Suiza por ejemplo, con la votación ciudadana”.

Estudiante de filosofía de 23 años, Pierre vive también su primer movimiento
social. No está afiliado a ningún partido ni sindicato, se relaciona con
frecuencia con otros jóvenes “muy de izquierdas” para discutir. Aquí, viene
a poner a prueba sus ideas en el espacio público, pues “está bien decir no
al proyecto de sociedad defendido por la Ley del Trabajo, pero hay que
plantear soluciones concretas”.

Una “reapropiación de la democracia”

A su lado, Quentin, 21 años, estudiante de economía y miembro de l´Etincelle
(la Chispa), afiliado al Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), se alegra de
ver tanta gente nueva. “Es completamente falso decir que la juventud no está
politizada. Lo que pasa es que no se reconoce en los partidos actuales”.

Una temática que sigue Sandra, enseñante de 44 años. “Asistimos a una forma
de reapropiación de la democracia por abajo que se construye fuera de los
partidos y de los sindicatos”, observa, que cree en las premisas de un
movimiento duradero, “la juventud tiene tan pocas perspectivas que no tiene
nada que perder…”.

François, 50 años, miembro de Artesanos del Cambio, un colectivo de empresas
que defiende la “vuelta a lo humano en la economía”, ve en esta
concentración una “necesidad urgente de encontrar sentido” cuando “cualquier
política, tanto de izquierdas como de derechas, no ofrece ningún horizonte
deseable”.

¡Que dure!

Steeve, 41 años y su compañera, Charlie, 37 años, forman parte de la gente
decepcionada de la izquierda que ha venido a expresar su cólera. “Ahora se
acabó el PS”, exclama Steeve, educador en una asociación, haciendo balance
de su propia experiencia. “Desde hace tres años acumulamos los contratos
parciales. No es esta vida la que queremos para nuestra hija de cuatro años.
Padres angustiados, que renuncian a sus vacaciones en familia para prolongar
un contrato, eso no es la felicidad…”.

Animador cultural de origen chileno, Ariel 55 años, se felicita de ver
“jóvenes y adultos unos al lado de los otros para defender las conquistas
sociales admiradas por el mundo entero. Ahora hay que aguantar. Eso será lo
más complicado”.

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