Brasil/Mercosur/ Temer-Serra: cómo "despolitizar Itamaraty" [Agnese Marra]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 27 10:44:54 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

27 de agosto 2016

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Brasil/Mercosur 

La era Temer

Cómo “despolitizar Itamaraty” 

La política exterior de Brasil está en las manos de José Serra, que quiere
hacer “todo lo contrario de lo que hizo Lula”. Entre sus deseos están
flexibilizar el Mercosur, apostar por acuerdos bilaterales con Estados
Unidos y Europa, y acercarse a la Alianza del Pacífico. La crisis de
Venezuela y las acusaciones de Uruguay han dividido todavía más al bloque
del sur.

Agnese Marra, desde San Pablo

Brecha, Montevideo, 26-8-2016

http://brecha.com.uy/

La política internacional del gobierno de Michel Temer tiene un solo nombre:
José Serra. El único ministro de Relaciones Exteriores de Brasil que no es
diplomático de las últimas dos décadas. La mano derecha de Fernando Henrique
Cardoso, y candidato a la presidencia por el Partido Social Demócrata
Brasileño (Psdb) en 2002 y 2010. Siempre perdió. Sus esperanzas están en
2018. Pero mientras tanto Serra le pidió a Temer un lugar en el gobierno pos
impeach­ment. Y no cualquier lugar: se quedó con las llaves de Itamaraty.

Serra podía pedir lo que quisiera, porque de él dependía que el Psdb apoyara
la ejecución del impeachment, el juicio político organizado por el Partido
del Movimiento Democrático Brasileño (Psdb, ex aliado de Dilma Rousseff) que
terminará de procesarse la próxima semana con la ya inevitable salida de la
petista del poder. Serra prometía ayudar y conseguir los votos necesarios
contra Rousseff siempre que le dieran un buen cargo en el “gobierno del
cambio”. Así se quedó con uno de los ministerios más importantes del país
para hacer una rápida carrera hacia 2018 e intentar llegar a la presidencia.

Este paulistano, al que llaman el “vampiro”, está acostumbrado a abandonar
los puestos que conquista. Como alcalde de San Pablo no estuvo más que un
año, y como gobernador del estado apenas dos, para que le diera tiempo a
candidatearse al Ejecutivo de Brasilia, lo que siempre ha sido su
aspiración, casi una obsesión.

Ahora tampoco podrá estar más de dos años en su despacho, y quiere dejar su
impronta en Itamaraty. Su misión, lo advirtió nada más asumir (por el
momento todavía es interino), es “despolitizar la política internacional”,
hacer “todo lo contrario de Lula” y “dejar de hacer política por afinidades
ideológicas”. El profesor del Programa de Integración de América Latina, de
la Universidad de San Pablo (Usp), Wagner Iglecias, lo traduce para Brecha:
“Hablar de despolitizar es pura retórica. Para Serra y Temer eso significa
cambiar las prioridades de nuestra política exterior, reconducir al país al
viejo papel secundario de la política externa de Washington y de la Unión
Europea”. El Mercosur tampoco está entre sus prioridades. La cooperación
Sur-Sur que marcó la era Lula, mucho menos.

Cuando en junio le preguntaron a Temer por su política externa, dijo que la
delegaba completamente en Serra y que todos los cambios que el canciller
ejecutara le parecerían bien. Sobre el Mercosur, en vez de “redefinir”
utilizó la palabra “revisar” para referirse a las relaciones del bloque, y
añadió un nuevo término: “Es importante flexibilizar los vínculos con
nuestros vecinos para poder negociar abiertamente con otros”, le dijo al
diario O Estado de São Paulo.

La excusa de Venezuela

No se sabe si por su falta de conocimiento diplomático o simplemente por su
carácter, Serra comenzó su nueva política disputando abiertamente con sus
vecinos. Apenas tres días después de ser nombrado ministro atacó a cinco
países de la región (Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) porque
cuestionaron el gobierno interino de Temer, al que calificaron de
“golpista”. Lo mismo sucedió con dos organismos internacionales como la
Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Organización de los Estados
Americanos (Oea), que también desacreditaron el nuevo rumbo de Itamaraty por
ser un equipo en funciones que llegaba al poder a través de “dudosas
operaciones”. A la semana siguiente Serra amenazaba de forma velada al
gobierno de El Salvador (que también los acusó de golpistas) y le recordaba
públicamente que la ayuda de Brasil era fundamental para el país
centroamericano.

Pero la mayor crisis a la que se ha tenido que enfrentar el canciller se
produjo este mes cuando su homólogo uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, dijo que
Serra había intentado “comprar el voto de Uruguay” para evitar que Venezuela
accediera a la presidencia temporal del Mercosur. Es que que las nuevas
políticas “sin ideología” del equipo Temer-Serra están en las antípodas del
equipo venezolano. Desde junio el presidente interino de Brasil advirtió que
no estaba cómodo con Venezuela en el bloque. Serra suscribió sus palabras y
aseguró que Brasil no apoyaría que la nueva presidencia estuviera en manos
de Maduro. “Si no sabe gobernar su país cómo va a gobernar el Mercosur”,
decía Serra el pasado mes de junio.

Este primer enfrentamiento entre Brasil y Uruguay sirve como sinopsis de los
cambios que se avecinan en el bloque: “El escenario del Mercosur es
completamente diferente al de hace unos años. La derecha ha llegado al poder
en Argentina a través de la votación de las urnas. En Brasil y en Paraguay
los dos gobiernos de izquierda han sido derrotados a través de procesos
políticos muy controvertidos. Venezuela sigue bajo el chavismo, pero sin
Chávez, y está inmersa en una crisis económica y política, por lo que es muy
probable que gobierne la derecha en poco tiempo. Uruguay quedará como el
único país del bloque que siga gobernado por la izquierda”, advierte el
profesor Iglecias. La docente de Relaciones Internacionales de la
Universidad Federal de San Pablo Esther Solano añade: “Uruguay tiene una
economía muy pequeña para luchar contra los gigantes, no va a poder evitar
el rumbo neoliberal y exclusivamente comercial que va a tomar el Mercosur”.

Tanto Temer como Serra aseguran que no pueden aceptar a Venezuela porque no
firmó el Protocolo de Ushuaia, que pide el respeto a la democracia y a los
derechos humanos como condición de las libertades democráticas. La izquierda
brasileña ironiza sobre la preocupación del equipo de Temer: “Un gobierno
que llega al poder sin respetar el voto de 54 millones de brasileños no se
puede atrever a dar lecciones de democracia”, decía el diputado del Partido
Socialismo y Libertad (Psol) Jean Wyllys. Para la derecha la posición contra
Venezuela es la adecuada y debe servir para que Brasil se aleje cada vez más
del bloque: “¿Para qué nos sirve el Mercosur? Sería mejor salir y hacer
nuestros negocios libremente”, se escribía en el editorial de julio de la
revista brasileña Istoê.

De este modo Venezuela surge como la piedra en el zapato del bloque; sirve
de excusa para separar a un grupo ya dividido, y para que el gigante
brasileño “flexibilice” reglas como la modificación de la cláusula 32/2000,
que impide que el resto de los países haga acuerdos de libre comercio con
tasas inferiores al arancel externo común: “Si acaban con esa cláusula, será
el fin del Mercosur y traerá graves problemas para Brasil, que tiene como
uno de los principales destinos de sus productos manufacturados a los países
del bloque”, dice el economista Kjeld Jakobsen, refiriéndose a la industria
brasileña ya bastante golpeada por la crisis del país.

Serra advirtió que comenzaría a hacer acuerdos bilaterales con pequeños
países europeos, como Suiza o Islandia. Según el embajador Samuel Pinheiro
Guimarães, esos acuerdos “son para sentar precedentes”, porque no afectarían
a la economía brasileña: “El verdadero objetivo es hacer acuerdos
bilaterales con Estados Unidos y Europa”. Ni Temer ni su canciller lo
niegan, al contrario, admiten que quieren reavivar esas relaciones y
acercarse a la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Perú, México y Costa
Rica) porque es “la región más prometedora del siglo XXI”, según el propio
Serra. El Mercosur por ahora no es prioritario, es más, está dando
demasiados problemas: “No sé si desaparecerá, pero el riesgo de que quede
paralizado e inactivo es altísimo”, asegura la profesora Solano.

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