Uruguay/ una "cárcel especial": el día a día de siete represores de la dictadura que están "presos" [Tomer Urwizz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ago 27 21:51:48 UYT 2016


  _____  

Correspondencia de Prensa

27 de agosto 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____  

Uruguay

Condenada al cierre

Diez años: la vida en Domingo Arena

De los 30 procesados con prisión por delitos en la dictadura, solo siete
están recluidos en Domingo Arena. A diez años de su creación, el futuro de
esta cárcel especial para alojar a los militares y policías represores,
cabalga a la par de la biología de quienes la ocupan.

Tomer Urwizz

El País, Montevideo, 27-8-2016

http://www.elpais.com.uy/

El dormitorio-celda de José Sande tiene televisión por cable, aire
acondicionado, computadora, calcomanías de Nacional, flores y dibujos de su
hijo de tres años. Sande está sentado en una de las cuatro sillas que compró
para cuando recibe visitas y sonríe dejando entrever un perno de metal en la
muela, uno de los pocos problemas de salud que ha tenido desde que está
preso. Habla y casi no deja hablar, pero su discurso se interrumpe por la
aparición de una figura en la puerta. José Arab, otro de los reclusos, pide
permiso y pasa, como vecino que se ha ganado el derecho de molestar cuando
lo necesita.

—Amigo, ¿terminó ya de colocar esa antena?— pregunta Arab.

—En eso ando— responde Sande señalando el serrucho que dejó apoyado en su
cama de una plaza— pero por ahora sigo sin agarrar ningún canal.

En el pasado uno era de los azules y el otro de los verdes, pero ahora los
une una misma realidad. Sande ofrece un café, de esos que tiene en el mueble
junto a las frutas y los chocolates, y su compañero rechaza la invitación.
Es miércoles después del mediodía y Arab recién se levanta. Todavía está con
el salto de cama blanco, el pijama y las pantuflas; apenas le dio el tiempo
de almorzar la pasta casera que su esposa le había llevado cuatro días
antes. Nada hace pensar que ese hombre de 76 años, que habla de álgebra y
filosofía moderna, cumplirá dentro de dos semanas sus primeros 10 años de
reclusión de una condena de 25, por el homicidio de 28 personas durante la
última dictadura uruguaya (1973-1985). A Sande le dieron 20 años, también
por los asesinatos del llamado "segundo vuelo".

Las celdas de Sande, Arab y los otros cinco reclusos de la cárcel de Domingo
Arena no tienen llaves ni horarios para apagar la luz. Si bien hay una
guardia militar que custodia el perímetro y unos policías que controlan a
quien entra y sale durante las 34 horas de visita que hay por semana, lo más
peligroso es un perro salchicha llamado Poli que olfatea a todo recién
llegado. El resto tiene la impronta de un residencial de ancianos cercado
con alambre de púas.

La Unidad de Internación N° 8, como se llama técnicamente, es una prisión
creada hace 10 años para albergar a los militares y policías condenados por
crímenes de lesa humanidad. Pero a una década de que Tabaré Vázquez haya
inaugurado este predio que el Ministerio de Defensa le cedió al de Interior,
solo queda claro que es una reclusión con fecha de vencimiento.

La cárcel de Domingo Arena —nombre de la calle en la que está ubicada en
Piedras Blancas— cabalga a la par de la biología de quienes la ocupan; acá
solo la muerte o la enfermedad la van desocupando. No se reemplazan las
ausencias, sino que van contando los días hasta que el público objetivo de
ese centro carcelario finalmente se agote y se cierre una etapa en la
historia reciente de Uruguay.

Desde hace 10 años fueron procesadas 29 personas por violaciones a los
derechos humanos durante la dictadura. Antes había sido encarcelado el civil
Juan Carlos Blanco, por la muerte de la maestra Elena Quinteros. En tres
casos la Justicia revocó el procesamiento de quienes no tenían otra causa.
Del resto, seis ya fallecieron, cinco están en el hospital, cuatro cumplen
prisión domiciliaria, cuatro están encerrados en Coraceros y otros siete en
Domingo Arena.

Para mantener la vida en prisión de José Arab, José Sande, Jorge Silveira,
Pedro Freitas, Ricardo Medina, Enrique Rivero y Ernesto Soca el Estado
invierte en el salario de unas 100 personas, más comida, mantenimiento,
traslados y TV cable. Los reclusos cuentan con una enfermera que los visita
todos los días —por más que algunos también tienen su seguro privado—, y
tienen la posibilidad de ver en vivo los partidos del fútbol uruguayo.

En el comedor hay un televisor LED de 32 pulgadas, en diagonal a la estufa a
leña, que siempre está apagado. Los presos miran la TV en sus celdas y los
espacios comunes son solo sitios de paso. El patio es el lugar de reunión
cuando el día está lindo. Es allí donde Medina aprovecha para caminar, Soca
escucha la radio y Rivero mira pasar los aviones de su Fuerza Aérea: "Cómo
se extraña volar", dice este aviador sentenciado en 2010 a 19 años de cárcel
por la detención y muerte de Ubagesner Chaves Sosa, cuyos restos fueron los
primeros hallados de un desaparecido.

Cuando se les da la posibilidad de hablar, todos estos presos dicen que
están encerrados "injustamente", que "no hay pruebas contundentes" y que
"algún día se sabrá la verdad". Sin embargo, la mayoría ya tiene condena y
hasta la confirmación de la Suprema Corte de Justicia, contrario a lo que
sucede con el resto de los reclusos.

La gravedad de los delitos por los que fueron sentenciados los hoy
prisioneros de Domingo Arena, hace que parte de la sociedad uruguaya se
indigne por el tipo de castigo que cumplen en relación a otros presos. Sin
embargo, para la exfiscal Mirtha Guianze, que llegó a procesar a 20 personas
y que hoy integra la Institución de Derechos Humanos, "no se trata de que
estos presos estén en malas condiciones, sino de que todos deberían tener un
trato digno".

Según Guianze, el castigo les está llegando a personas mayores, "no es eso
lo que se persigue, sino mantener la memoria". Para la exfiscal los presos
de Domingo Arena son solo un puñado de los muchos responsables de delitos
que dejó la dictadura. Dice que "quedaron enormes expedientes sin resolver",
que "apenas se procesó a dos personas laterales por abusos sexuales contra
mujeres", y que los procesos judiciales están siendo demasiado "largos y
secretos".

Medina es uno de los reclusos que tiene más interés por estos procesos y
escribe sobre Derecho como pasatiempo. A diferencia de Arab, que está
"cansado de todo" y que prefiere que su hija abogada sea quien se encargue
de lo legal, a Medina los casos jurídicos le apasionan. Fue a él quien la
Justicia le encontró documentación reservada en su computadora. Y él es una
prueba de la información que maneja este tipo particular de presos.

Por eso la exministra de Defensa, Azucena Berruti, justifica que se haya
creado una cárcel especial. "Reunir a estos expolicías y militares con los
presos comunes podría crear una situación de difícil control, ellos saben de
inteligencia y de seguridad", afirma la exjerarca que negoció la creación de
este recinto, y que entiende este hecho, 10 años después, como una de las
decisiones "más complejas" que le ha tocado sortear en su gestión.

En el terreno

La cárcel de Domingo Arena ocupa 3.400 metros cuadrados y es la 17ª parte
del predio militar que la envuelve, espacio al que también acceden los
reclusos bajo custodia. El patio con piso de hormigón ocupa la mitad del
centro de reclusión, luego hay un pabellón central con biblioteca, baños,
cocina, comedor, aparatos de gimnasia, lavarropas, y unas 15 celdas en donde
están alojados seis de los presos.

Jorge "Pajarito Silveira está en una zona aparte. Su habitación, conocida en
la interna como "el apartamento", es un espacio más amplio y fue diseñado
para albergar a los presos con problemas de conducta. Desde hace unos años,
cuando Silveira denunció que Arab lo había amenazado, lo cambiaron para
allí. Tiene su huerta propia que, según los compañeros, un soldado es quien
la trabaja. No saben si hay dinero de por medio o lo sigue haciendo por
jerarquía militar.

No es lo único que los compañeros hablan de Silveira. También comentan que
se ha llevado prostitutas a la cárcel en los 10 años que lleva recluido, que
desprecia al personal subalterno y que ha encabezado una huelga de hambre,
algo "inadmisible" para la disciplina militar. El "Pajarito" no se defiende
porque dice que "no habla con la prensa".

Los privilegios de Silveira provocan la mayor tensión que hay en la cárcel
Domingo Arena. Hace un año y medio, el semanario Búsqueda relató un
encontronazo protagonizado por el exdictador Gregorio "Goyo" Álvarez a la
hora de repartir los bizcochos, pero el nonagenario ahora está internado en
el Hospital Militar.

Soca (67), el más joven de los presos, fue quien se había peleado con
Álvarez. Aquel enfrentamiento dejaba entrever otra fisura que, sin
nombrarla, está presente en esta cárcel: las jerarquías. Mientras Álvarez
llegó a ser comandante y presidente de facto (1981-1985), Soca era parte del
personal subalterno; un simple sargento. Hoy este exsoldado es el único que
trabaja en Domingo Arena para redimir la pena.

Desde hace más de un año que Soca sale con un carrito con baldes de agua y
jabón a lavar los autos de la dependencia militar, aledaña a la cárcel. Hace
ocho horas de trabajo diario, ayuda en el gallinero del establecimiento y en
el traslado de la comida. Según sus compañeros eso "le ha hecho muy bien" y
lo "despejó" de su afectación psicológica por miedo a ser extraditado a
Argentina.

Soca fue acusado de participar en las torturas y matanza de las 28 víctimas
de Automotores Orletti. Recibió una condena de 15 años, y por cada dos días
de trabajo se le descuenta uno de encierro. El resto de los reclusos
prefiere no descontar días de prisión. Hay un motivo de edad y hay razones
ideológicas. Para Medina, "redimir la pena es para los delincuentes". A Arab
le "daría mucha vergüenza que un soldado le tenga que dar órdenes".

Arab llegó a estudiar Ingeniería y fue mayor en el Ejército. Si bien gran
parte de sus charlas en la cárcel rondan en las enfermedades —sus camaradas
lo embroman de "hipocondríaco"—, es uno de los presos que pasa más horas
leyendo. En su celda tiene una biblioteca con títulos sobre matemáticas —fue
profesor—, novelas de Don Brown y literatura religiosa. Desde hace unos
meses dejó de ir a la misa de los domingos que ofrecen en la reclusión. Pero
su habitación está llena de estampitas, cruces y un póster del papa
Francisco, junto a las camisetas de Nacional y Atenas.

En el caso de Arab la comida es otro de sus pasatiempos. Además de los
platos caseros que le lleva su esposa, tiene acumuladas cajas de fábricas de
pasta y rotiserías, y en la heladera, al lado de una Sprite Cero, guarda
celosamente unos chocolates suizos.

El resto del ocio, aunque confiesa que cada vez le da menos espacio, lo
dedica al trabajo en la carpintería. Frente a su cama, atrás del televisor
plano, tiene colgados serruchos, destornilladores, cinceles y martillos.

Junto a Freitas, que casi no ve y no escucha, Arab es de los que pasa más
horas encerrado y sin ánimo. Medina, en cambio, aprovecha a caminar como
también lo hace Rivero. Sande juega a la paleta con los soldados o repara
computadoras. Soca trabaja y escucha la radio. Silveira recibe visitas y ve
al soldado cultivar la huerta. Son las rutinas que continúan en una cárcel
que se está quedando vacía.

  _____  

Una carrera contra la biología y las demoras

El 18 de octubre de 2002, el juez Eduardo Cavalli procesó con prisión a Juan
Carlos Blanco por el "homicidio especialmente agravado" de Elena Quinteros.
Desde entonces ya son 30 las personas procesadas por delitos ocurridos
durante la última dictadura, tres de los cuales fueron revocados. La cifra
de presos podría ser mayor si "los juzgados no estuvieran tan saturados",
reclama Raúl Olivera, coordinador del Observatorio Luz Ibarburu, que lleva
el conteo de los casos. Según Olivera solo el juzgado penal de 7° turno
tiene más de 60 expedientes sin resolver. "No es que pidamos un juzgado
especializado, pero sí descongestionar para que las causas avancen". La
exfiscal Mirtha Guianze cuestiona el que no se haya avanzado "casi nada" en
relación a las violaciones a mujeres. Solo hubo dos procesados (Héctor
Amodio Pérez y Asencio Lucero). Para Guianze los juicios deberían ser
públicos y orales, como en los otros países de la región. "Esto daría más
garantías y aceleraría los procesos". El nuevo Código Penal prevé este tipo
de juicios, pero no aplica para las causas que ya están en trámite. Por eso
Olivera afirma que "no se espera ningún cambio".

  _____  

Presos que juegan con los beneficios de la edad

Sobre uno de los muebles de su celda, José Sande tiene cuatro paletas de
madera. Casi todos los días aprovecha para pelotear unas horas junto a los
militares que custodian la cárcel de Domingo Arena. Antes iba con algunos de
sus compañeros reclusos, pero la vejez y la falta de voluntad fue bajando la
cantidad de participantes. Cada vez que Sande quiere jugar a la paleta debe
pedir permiso, porque la cancha está fuera del cerco que controla el
Ministerio del Interior. Es una formalidad, no es que teman su fuga. De
hecho los presos de Domingo Arena pueden portar serruchos, tijeras, y
elementos que en un centro de reclusión convencional serían objetos
peligrosos. "No hay problemas de relación entre estos presos y el exterior,
no existe el temor a la fuga o el mal comportamiento", explica Juan Miguel
Petit, comisionado parlamentario para las cárceles.

Según Petit, lo "ideal es que no haya diferencias entre los presos, pero por
la edad y por el tipo de reclusos no sería conveniente juntar" a estos
privados de libertad con otros. El comisionado no sabe qué será de esta
cárcel el día después del cierre.

  _____  

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20160827/59be3017/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa