Bolivia/ Evo y la reelección: el patriarca en problemas [Raúl Zibechi]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Feb 19 17:07:34 UYT 2016
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Correspondencia de Prensa
19 de febrero 2016
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Bolivia
Evo Morales y la nueva reelección
El patriarca en problemas
En un clima crispado y violento, en ciudades paralizadas por las protestas,
se realiza el próximo domingo un referendo que definirá si Evo Morales puede
presentarse a una nueva reelección. Aunque los medios denuncian corrupción
en el gobierno y éste los acusa de imperialistas, queda pendiente un debate
de fondo sobre los problemas del modelo extractivo.
Raúl Zibechi, desde La Paz
Brecha, Montevideo, 19-2-2016
http://brecha.com.uy/
“Aquí la gente no tiene miedo”, sonríe el taxista mientras se abre paso, con
lentitud exasperante, por las imposibles calles de El Alto, rumbo al centro
de La Paz. “No tienen miedo”, repite encogiendo los hombros. Casi un mantra
con el que parece explicarlo todo, desde el caos del tránsito hasta la
increíble fuerza interior de las mujeres –omnipresentes en la ciudad aymara–
trabajando como hormigas, cargando bultos, haciéndose cargo de la vida.
La ciudad luce cambiada, sobre todo por el asfalto impecable de sus calles y
los edificios de cuatro y cinco pisos, los “cholets”, estilo arquitectónico
mestizo nacido en El Alto de la mano de una pujante burguesía comercial
aymara. Nadie parece alarmarse por el confuso episodio de la ocupación y
quema del municipio alteño por padres de familia que se saldó con seis
muertos, en el mismo momento en que el taxista repetía su mantra.
La alcaldesa Soledad Chapetón, que venció en las elecciones municipales con
el 55 por ciento de los votos en un bastión oficialista, acusa a ex ediles
del Movimiento al Socialismo (Mas), liderado por Morales, por el asalto e
incendio de la alcaldía. El gobierno, por su parte, asegura que se trató de
un “autoatentado” de la alcaldía alineada con la oposición. Los hechos de El
Alto cobran especial relevancia en la recta final de la campaña electoral
para el referendo del domingo, en el que los bolivianos deben decidir si se
reforma la Constitución para permitir una segunda reelección de Evo Morales.
La avenida principal de La Paz, en el centro de la hoyada, medio quilómetro
debajo de El Alto, lleva varios días cortada por manifestantes. Hileras de
cholas con sus polleras y sombreros, sentadas serenamente, cortan las
calles, mientras los varones disparan cohetes. La mayoría pertenecen a
asociaciones de jubilados, pero detrás de ellos llegan los mineros, los
petroleros y diversos sectores que aprovechan la coyuntura electoral para
arrancar una demanda adicional al gobierno.
“Reclamamos por el segundo aguinaldo”, explica una mujer cuando se le
pregunta el motivo de la protesta. La semana previa al referendo es testigo
de la multiplicación de manifestaciones populares, una confluencia
espontánea de los más diversos sectores que creen que es el momento oportuno
para exigir.
Resultados inciertos
“¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución
Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta
o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos por dos veces
de manera continua?” Esta es la pregunta que deberán responder 6 millones de
bolivianos este domingo.
La iniciativa partió de la presidencia y muchos creen ver la mano del
vicepresidente Álvaro García Linera, el cerebro del gobierno. Morales llegó
a la presidencia en 2006 con el 54 por ciento de los votos. Fue reelegido en
2010 con un abrumador 64 por ciento y en 2015 con 61 por ciento obtuvo un
tercer mandato que concluirá en 2020. Ahora pugna por presentarse
nuevamente, lo que podría llevarlo a ejercer el poder hasta 2025, o sea 20
años consecutivos.
La pregunta que se hacen muchos bolivianos es por qué se promueve un
referendo con tanta anticipación, ya que las elecciones nacionales se
realizarán dentro de cuatro años. Lo cierto es que el referendo partió al
país en dos mitades. Con el Sí están alineados el Mas y los movimientos
sociales que apoyan al gobierno, entre ellos la Confederación Sindical Única
de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb), la más importante
organización social del país. Pero también algunas figuras locales de
relieve, como los ex futbolistas Marco Etcheverry y Erwin Sánchez.
El No a la reelección es mucho más heterogéneo. Entre sus filas destacan el
ex presidente Carlos Mesa, el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, ambos
de la derecha, pero también el gobernador de La Paz, Félix Patzi, y la ex
ministra de Defensa Cecilia Chacón, que pueden ser considerados de
izquierda.
Las encuestas son una lotería. Las difundidas en febrero apuntan a un empate
en torno al 40 por ciento para cada opción, correspondiendo la definición a
los indecisos. En el cierre de la campaña oficialista, el miércoles 17,
miles de personas aclamaron a Morales en la avenida Costanera de la zona sur
de la capital.
“Nos hemos liberado e impulsamos desde los movimientos sociales un
instrumento político de liberación y en diez años hemos cambiado la imagen
de Bolivia”, aseguró Morales, quien destacó que su proclamación fue producto
del “pedido de los movimientos sociales y del pueblo organizado”.
A la misma hora estudiantes de la Universidad Pública de El Alto protestaron
cerca de la plaza Murillo, aludiendo al último escándalo que vincula a
Morales con la empresaria Gabriela Zapata Montaño, quien se habría
beneficiado de su relación privilegiada con el presidente. “Evo, Zapata,
devuelvan la plata”, coreaban los estudiantes que junto a organizaciones de
jubilados colapsaron el centro de la ciudad.
Según la prensa opositora, las personas que participan en los actos
oficialistas son funcionarios que asisten de modo obligatorio. Apenas
finalizó el discurso del presidente, “funcionarios públicos y miembros de
organizaciones sociales se afanaban en estampar su nombre y firma en las
listas de asistencia del cierre de campaña del Sí que organizó el Mas en la
ciudad de La Paz” (Página Siete de ayer jueves).
Una de las movilizaciones más concurridas fue la realizada también en la
noche del miércoles 17 en la céntrica plaza San Francisco por los
partidarios del No, en la que participaron organizaciones sociales
importantes (como Conamaq) que antes estaban a favor del gobierno y que le
dieron la espalda en 2011 cuando la marcha en defensa de un territorio
indígena y parque natural que iba a ser atravesada por una carretera fue
reprimida por las autoridades. “Fue la manifestación más numerosa y ruidosa
realizada por la oposición boliviana en una década en La Paz” (Agencia de
Noticias Fides, jueves 18).
Un golpe demoledor
Una semana antes del referendo estallaron dos bombas que afectan la
credibilidad del gobierno. La de menor potencia se relaciona con el
vicepresidente, en cuya libreta militar figura como “licenciado en
matemáticas” si bien nunca finalizó sus estudios. En sus numerosos libros
también aparece como titulado. En la solapa de Sociología de los movimientos
sociales en Bolivia, García Linera dice que es matemático y sociólogo, lo
mismo que en otras de sus publicaciones. El sábado 13 se presentó ante los
medios y declaró, con una soberbia que le ha granjeado numerosas antipatías:
“Álvaro García Linera estudió matemáticas en México, no concluyó su
licenciatura porque se vino a Bolivia a organizar una guerrilla para luchar
contra los neoliberales, lo dije hace dos años, hace tiempo atrás”.
La agencia Fides informó que una biografía que estaba publicada en la página
web de la Vicepresidencia había sido retirada. En ella se señalaba que
García Linera “obtuvo su pregrado y posgrado” en la Unam. Ahora figura otro
texto, que señala solamente que “estudió matemáticas” (Página Siete, lunes
15).
Pero el petardo mayor estalló en las narices de Morales. El periodista
Carlos Valverde denunció que el presidente realizó tráfico de influencias
para beneficiar a Gabriela Zapata Montaño, representante de una empresa
china en Bolivia. El presidente reconoció que mantuvo una relación con la
joven empresaria y que en 2007 tuvieron un hijo que falleció, aunque no dio
detalles, pero negó que su empresa se hubiera visto beneficiada por la
relación sentimental.
Según la denuncia, Morales conoció a Zapata en 2005 cuando ésta tenía 19
años y el presidente 45. Ella es una asidua en las páginas sociales de la
ciudad de Santa Cruz, trabaja para la empresa China Camc Engineering, que
mantiene millonarios contratos con el Estado boliviano. La acusación
sostiene que el gobierno la favoreció en contratos que superan 500 millones
de dólares. Fue el primer golpe directo al mentón de Evo.
El gobierno contraatacó con fuerza, señalando que el periodista fue jefe de
la inteligencia boliviana entre 1989 y 1993, en pleno período neoliberal, y
que actualmente tiene relaciones estrechas con la embajada de Estados
Unidos. Según el argumento oficialista, Washington está intentando frenar el
avance chino en la región sudamericana, lo que explicaría el hecho de que
los contratos con la empresa que representa Zapata estén en el ojo del
escándalo.
Ambas cosas pueden ser ciertas: que el periodista trabaje en función de los
intereses estadounidenses y que la empresa china se haya visto favorecida
por la especial relación entre el presidente y la empresaria.
Modelo
Lejos del ruido mediático, el debate más de fondo coloca en el centro la
cuestión del modelo productivo impulsado por el Mas, centrado en la
explotación y exportación de hidrocarburos, minería y monocultivos de soja.
En suma, el mismo modelo que caracterizó al país a lo largo de toda su
historia, desde la colonización española.
El Movimiento al Socialismo había prometido un “salto industrial”, que no
sólo no se produjo sino que se asiste a la profundización del extractivismo.
Ahora el vicepresidente habla de un “extractivismo temporal”, que permitiría
la acumulación de recursos para invertir en la industrialización. Sin
embargo, fuera de una reactivación de la industria textil en manos de
pequeños y medianos productores, los cambios no llegan.
El investigador Pablo Villegas, del Centro de Documentación e Información
Bolivia (Cedib), sostiene que la caída de los precios de los commodities en
el mundo está provocando una aguda crisis en el país. “Esta crisis tiene dos
aspectos –dijo a Brecha–. Por un lado tenemos un endeudamiento externo
creciente y un importante aumento de impuestos, y por otro una incapacidad
institucional para afrontar la crisis. De ese modo vamos a tener un gobierno
con recursos en un país sin recursos y con una población estrangulada por
altos impuestos.”
Meses atrás el Cedib, cuya sede está en Cochabamba, fue una de las Ong
amenazadas de expulsión por sus permanentes críticas al oficialismo. Los
gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia se han caracterizado por no
aceptar críticas cuando provienen de las izquierdas. Villegas no es
optimista respecto al futuro inmediato, y sospecha que de agravarse la
crisis el gobierno puede optar por una salida represiva contra los
movimientos sociales y las inevitables movilizaciones callejeras que forman
parte de la cultura política del pueblo boliviano.
“Todo su plan es mantenerse en el poder”, sostiene Villegas con respecto al
Mas y a Evo Morales. “La alternativa es recuperar la democracia”, dice, y
considera que una característica común de los progresismos es “la
corrupción, como lo muestran los gobiernos de Brasil, Chile y Bolivia”.
El sociólogo Luis Tapia, por su parte, asegura que “el excedente de las
exportaciones de commodities no se ha utilizado en la transformación
productiva, sino en lubricar redes clientelares para aumentar el control
político de las sociedades y facilitar el ascenso de una nueva burguesía”.
Tapia fue miembro del grupo de intelectuales Comuna, y trabajó años junto a
García Linera, del que está distanciado tanto personal como
intelectualmente. Reflexiona sobre lo que denomina “presidencialismo
colonial”, que consiste en “procesos electorales permanentes para legitimar
decisiones tomadas fuera de los ámbitos institucionales e incluso fuera del
país, usando los procesos plebiscitarios como fachada para evitar cambios de
gobierno”.
Pero la crítica más demoledora la realiza la socióloga aymara Silvia Rivera
Cusicanqui, un mito tanto para los intelectuales como para los movimientos.
Rivera es autora del más importante libro sobre la historia social
boliviana, Oprimidos pero no vencidos, que relata y analiza la historia del
campesinado aymara y quechua desde 1900. Es tanto intelectual como
activista, y es la pensadora boliviana más reconocida dentro y fuera del
país.
En una carta difundida el martes 16, en que defiende el voto contra la
reelección, acusa a García Linera de haber pergeñado una alianza con los
terratenientes de Santa Cruz a quienes habría ofrecido “cambiar cualquier
ley o decreto para favorecerlos”. Va más lejos al destacar que “reconozco en
él a uno más de los arribistas que han llenado nuestro trayecto de oprobios,
indignidades y derrotas”. Convoca a las “energías de nuestra conciencia
rebelde y la luz de las enseñanzas indias y plebeyas de nuestra historia”
para evitar que gane la reelección.
Llama la atención la mutua desconfianza, y hasta el odio, que se prodigan
mutuamente los miembros del gobierno y quienes fueron parte del mismo
proyecto hasta que comenzaron a transitar caminos opuestos. Hasta 2005 unos
y otros pelearon juntos en las guerras del agua (2000) y del gas (2003 y
2005), participaron en decenas de marchas y acciones colectivas a lo largo y
ancho del país. Para los oficialistas, los críticos “hacen el juego al
imperialismo”. Para los opositores de izquierda, los nuevos gobernantes “han
traicionado la agenda de octubre”, una lista de demandas que se rubricó con
sangre en las jornadas de octubre de 2003, donde murieron 67 manifestantes y
500 fueron gravemente heridos.
Un diálogo imposible que muestra los límites de los procesos de cambio y de
las propias alternativas por izquierda.
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