Brasil/ impeachment claustrofóbico [Correio da Cidadania - editorial]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Mie Ene 13 00:05:31 UYT 2016
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Correspondencia de Prensa
13 de enero 2016
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Brasil
Impeachment claustrofóbico
Editorial
Correio da Cidadania
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Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa
Brasil llegó al final de 2015, primer año del segundo mandato de la
presidenta Dilma Rousseff, en medio de una de las más profundas crisis del
país. Política, económica, social, ética, ambiental. Crisis, además,
permeada por una lógica perversa, profundizada luego de la llegada del
Partido de los Trabajadores al poder: la lógica de “nosotros contra ellos”,
tildada por muchos como “Fla-Flu”. (1)
Escándalos de corrupción, degradación de la política, desaceleración ruidosa
de la economía, desempleo asustador, avalanchas ambientales, siguieron
encadenándose en el año 2015. El proceso de impeachment que ahora amenaza a
la presidenta de la República es la expresión de la profundidad y de la
magnitud de esa crisis.
Desatado por Eduardo Cunha, y apoyado por Michel Temer y Aécio Neves, ese
proceso está siendo movido como arma de chantaje político, en un Congreso
hundido en escándalos y chicanas y ya desacreditado ante la población. La
extrema fragilidad de la economía, con una desaceleración que, a partir de
las previsiones más optimistas, debe alcanzar 3,5% del PIB en 2015, y con la
pérdida de cerca de un millón de empleos formales solamente en ese año,
incentivó la actuación radicalizada y el fisiologismo todavía más descarnado
de los partidos de orden. Una presidenta debilitada por los escándalos de
corrupción y, principalmente, por una economía moribunda, creó la
oportunidad para el empuje de esos partidos y, quién sabe, para su único
momento de gloria.
Al mismo tiempo, en lo que respecta al gobierno, está claro que la
consideración de la actual situación a que está sometido el pueblo brasilero
y que le costará años de pesada agonía, nos es de manera alguna fruto de
acontecimientos fortuitos.
Son muchos los análisis que desde bastante tiempo, vienen denunciando los
límites del llamado “desarrollismo” de las gestiones petistas. Montado,
entre otros pilares, en el incentivo al consumo, partir de la apertura de
numerosas líneas de crédito, creó una fuerte sensación de “empoderamiento”
en las clases menos favorecidas. Esas clases vieron que sus padrones de
consumo de modernizaban. En tanto, sus oportunidades no fueron expandidas
con mejor educación pública o con la mejoría de la atención en salud.
La exportación de commodities agrícolas, otro pilar de la era
“desarrollista”, al mismo tiempo que se aprovechó de un período de marea
alta en la economía internacional, mantuvo el país atado a una posición
subalterna en la división internacional del trabajo. Varios sociólogos y
economistas llegaron a pronosticar y denunciar esa “reprimarización” de
nuestros padrones de comercio.
Es innegable que, por primera vez en la historia, avances sociales retiraron
a millones de la miseria y de la pobreza absoluta. Mientras tanto, hasta los
defensores del ciclo petista y del gobierno, con ojos más críticos,
reconocen que eso ocurrió de forma separada de medidas emancipatorias, sin
tocar los problemas de la desigualdad social. Las avalanchas de barro y la
recesión que toman cuenta del país, amenazan ahora las grandes banderas del
lulismo, petismo y asociados, entre ellas, a la propia Bolsa Familia.
¿Y qué decir además de las alianzas reiteradas de los mandatos petistas con
sectores de la derecha a lo largo de tantos años? Alianzas que no se limitan
con alguien tan descalificado como Eduardo Cunha, con el cual se tentó,
hasta última hora, un maridaje que no aceptase, como presidente de la
Cámara, el pedido de impeachment.
La campaña de 2014 es el ejemplo más revelador del peso de esas alianzas.
Cualquiera que se hubiera detenido por algunos segundos en el programa de
gobierno de la candidata Dilma, podría verificar que estaba fielmente
encuadrado por la agenda conservadora y liberal. Los propios debates entre
los candidatos que lideraban las encuestas, dejaban transparente el
compromiso con el status quo delante de los grandes grupos económicos
nacionales e internacionales. ¿De lo contrario, Dilma hubiera recibido
tamaña suma de recursos de constructoras, mineras, del sector financiero,
etc.? Las promesas de la actual presidenta, de que no movería los derechos
de los trabajadores, fueron, por tanto, desmentidas antes de sus primeros
días de gobierno, cuando nombró a Joaquim Levy y Kátia Abreu para las
carteras más importantes.
Las tan comentadas “pedaleadas fiscales” son nada más que “pedaleadas
políticas”, resultantes de ese cuadro de engaños y distorsiones. Los
préstamos de bancos públicos al gobierno, considerados ilegales por violar
la Ley de la Responsabilidad Fiscal, y que ahora abren camino al
impeachment, fueron justificados como forma de no atrasar los traspasos a la
Bolsa Familia. Basta ver el porcentual del presupuesto público destinado a
la Bolsa Familia, así como a las áreas de salud y educación, en comparación
al que sagradamente es destinado al pago de intereses y amortizaciones a los
grandes inversores del mercado financiero, los detentadores de la deuda
pública.
Incontables son los hechos, las situaciones y los ejemplos que pueden ser
citados para demostrar que el gobierno Dilma no es, definitivamente, un
“gobierno en disputa”. La idea del “mal menor” queda también cada vez más,
triturada delante del contexto bien complejo que desmiente esas críticas
arraigadas, sean fruto de la ingenuidad o la mala fe.
Permanezca o no en el cargo la presidenta Dilma, el hecho es que continuarán
asegurados los compromisos con el gran capital. El nuevo ministro de
Hacienda, Nelson Barbosa, no bien asumido, y bajo las amenazas de aumento
del dólar y la caída de las Bolsas, reiteró en público su fidelidad al
ajuste fiscal.
Un eventual proceso de impeachment resultará bien apropiado por nuestra
“sociedad del espectáculo”. Y los únicos beneficiarios de ese proceso serán
los dueños del gran capital, representados por ambas partes en aparente
conflicto.
No será posible a los trabajadores y sectores progresistas seguir un rumbo
de verdadera concientización, mientras continúen presos de los maniqueísmos
y esquemas binarios de pensamiento. Se trata de esquemas inocuos para dar
cuenta de las realidades, esterilizando la capacidad de percibirlas en su
complejidad. Y la reiteración constante de esos esquemas en estos últimos
años -desde que la izquierda representada por el PT subió al poder y
desvirtuó el sentido de actuación de la izquierda y los movimientos
sociales- ha sido desastrosa. Destruyendo, cada día, a pasos largos, la
posibilidad de avance de un pensamiento y de un movimiento críticos.
A los trabajadores brasileros interesa huir de la trampa de las versiones
pensadas para capturarlos en la conmoción. Sólo la radicalización de la
crítica podrá encontrar los instrumentos políticos y de organización
necesarios para enfrentar un momento en que se presentan tantas y tamañas
contradicciones del desarrollo brasilero.
Nota de Correspondencia de Prensa
1) Alude a la histórica rivalidad entre Flamengo y Fluminense, equipos de
fútbol de Río de Janeiro, de los más populares de Brasil.
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