Feminismo/ violencia hacia la mujer: pedagogía de la crueldad en un mundo de dueños [Rita Segato - Sara Babiker]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jul 13 12:14:21 UYT 2016


  _____  

Correspondencia de Prensa

13 de julio 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____  

Feminismo

Rita Segato sobre la violencia hacia las mujeres 

Pedagogía de la crueldad en un mundo de dueños

Sarah Babiker 

Diagonal, 5-7-2016

https://www.diagonalperiodico.net <https://www.diagonalperiodico.net/> 

La antropóloga argentina Rita Laura Segato llegó al mundo de la violencia
contra las mujeres por casualidad. El tema no le interesaba especialmente,
pensaba que se trataba de una cuestión privada, una "anomalía histórica"
destinada a desaparecer.

Corrían los años 90 y ya enseñaba en la Universidad de Brasilia. La ciudad
padecía unos índices de violación desproporcionados y, acompañadas por la
Administración, un grupo de académicas feministas se decidió a investigar.
Segato fue al grano: quiso hablar directamente con los violadores. Fueron
años de entrevistas a presos con su equipo de estudiantes.

"Nada de lo que digan les va a favorecer en su condena", les aclararon en
esas conversaciones. Y los violadores hablaron. "No entiendo, yo tengo mi
mujer, tengo mis novias, el viernes voy con mis amigos al burdel, no
entiendo qué pasó ahí", decía uno de los testimonios.

"El mismo violador, preguntado sobre su acto, se mostraba incapaz de
entenderlo, era ininteligible para su propia conciencia", cuenta la autora
más de dos décadas después. De ahí la conclusión de que los crímenes no eran
para conseguir algo, no tenían un fin instrumental: "Surge esa idea que me
acompaña a Ciudad Juárez y a los crímenes de guerra, que es ver que ahí se
está diciendo algo".

Violencia

Es jueves por la tarde y, en la librería madrileña Traficantes de Sueños, un
público compuesto mayoritariamente por mujeres, donde se oyen diversos
acentos, escucha atento a la autora de Las estructuras elementales de la
violencia.

Resuenan las últimas violaciones colectivas en Brasil en la cabeza cuando
Segato rememora esa primera investigación en Brasilia y narra cómo después
comprobó y extendió su hipótesis en Ciudad Juárez. De ahí surgieron dos
textos: La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad
Juárez: territorio, soberanía y crímenes de segundo estado y Las nuevas
formas de guerra y los cuerpos de las mujeres.

Confiesa Segato que querría dejar el tema de la violencia atrás, pero la
violencia no cesa. "Tenemos que pensar –nos desafía– por qué a pesar del
accionar de las instituciones, la promulgación de leyes, el habernos dotado
de un vocabulario, la violencia no tiene fin. No se supera con los clásicos
clichés, llamándola crímenes de odio o hablando de morir por el hecho de ser
mujeres: el tema no se agota nombrándolo, esto es perjudicial porque se deja
de pensar: hemos pasado a repetir burocráticamente conceptos y definiciones,
pero no hemos salido del lugar".

Salir del lugar, volver inteligible lo ininteligible. En Las estructuras
elementales de la violencia, Segato afirma que las violaciones son medios de
expresión, expresan potencia, la expresan ante la víctima, pero sobre todo
la expresan frente a los pares: "El mandato de masculinidad obliga al hombre
a comprobar, a espectacularizar, a mostrar a los otros hombres para que lo
titulen como alguien merecedor de esta posición masculina: necesita exhibir
potencia". Y, al menos en Occidente, matiza la antropóloga, "poder y
sexualidad están muy relacionados entre sí".

La dominación

"No es lo que pensamos, que está un sujeto en la calle y pasa una mujer
linda, y se siente estimulado sexualmente, y la testosterona se le salta y
se va encima y entonces se da el gusto. Ningún relato de los que conocimos
tiene estas características: el placer no está presente, la dominación sí".

Por eso Segato defiende que hablar de crímenes sexuales desorienta, pues las
violaciones son "crímenes por medios sexuales, pero no son crímenes para la
sexualidad".

El acceso sexual es una forma de castigo, de dominación: "No hay placer,
sino gozo dominador". Y es un acto expresivo dirigido a otros, pues "la
persona más importante para un hombre es otro hombre, se constata todo el
tiempo, todos los días".

Explorando en la literatura previa sobre el fenómeno, Segato descubrió datos
reveladores: las sociedades racistas y consumistas tienen mayores tasas de
violación y, cuando son los jóvenes quienes las ejecutan, son también más
cruentas, "porque la adquisición de este título de ser capaz de crueldad y
traspasar los límites es central en estos grupos".

Así, Segato inicia una vía que la aleja de lo que considera el gran error
del feminismo: centrarse en el eje vertical de la violación, la relación
entre victimario y víctima. Una reducción que, en su opinión, responde a un
problema mayor: "Haber guetificado todo aquello que nos pasa a las mujeres,
pensar que la violencia es un problema de las mujeres cuando nos habla de
toda la sociedad. Aceptar la expulsión de todo lo que pasa a las mujeres,
que se convierta en un tema minoritario y no entender que ahí hay luz para
entender la época, la civilización, la sociedad, la economía e, inclusive,
la marcha del capital".

Adentrándose en esta senda, Segato llegó a Ciudad Juárez en 2004, invitada
por activistas mexicanas. Aquello de lo que hablas, le dijeron, encaja
totalmente en lo que está pasando en México, donde el mandato de la
masculinidad se sufre en los cuerpos de las niñas.

Años después, en Guatemala, le preguntaron cómo enfrentar las formas de
violencia "que participan de la desposesión, que son el brazo armado de los
procesos de despojo. Una de las formas de detener estas violencias es
deconstruir el mandato de masculinidad: el capital no podría cumplir sus
objetivos sin ese mandato de otros pares que demandan pruebas de coraje,
pruebas que se ejecutan sobre el cuerpo de las mujeres. La masculinidad
tiene que ser demostrada, si no es demostrada no existe. Y ése es el
problema de la humanidad".

Ese mecanismo operaría en una guerra difusa, de actores paraestatales, que
persiguen el ejercicio del control social, que se extiende desde México,
América Central, Colombia, hacia al Sur, según la autora.

La profanación colectiva de los cuerpos es una de sus armas: "Se especializa
el discurso de la crueldad, imponer su voluntad y espectacularizar su
soberanía jurisdiccional. No son crímenes que puedan estar referidos a la
interpersonalidad, no se perpetran como respuesta a un deseo, sino para
formar parte de una organización mafiosa. Son crímenes bélicos cuyo
escenario es público; crímenes expresivos de mafias que dialogan entre sí".

Una "pedagogía de la crueldad", como la conceptualiza la autora, que alcanza
el máximo de su eficacia cuando actúa por medios sexuales, supone el
"asesinato moral" del sujeto, despojándole de la jurisdicción sobre su
propio cuerpo que, también la cultura occidental, designa como cosa, como
objeto de despojo y rapiña.

Y responde a un proyecto histórico, defiende Segato: "Para esta fase del
capital es indispensable que las personas se vuelvan menos empáticas, que
sean menos vinculadas. Que el sufrimiento del cuerpo que tengo al lado no
vibre en mí. Que se anule la solidaridad que es consecuencia de la empatía.
Nos están entrenando para ser menos empáticos y tolerar el presente".

Un presente desigual, con una concentración en pocas manos de la propiedad
del planeta: "El poder tiene que expresarse por medio de la espectacularidad
de la crueldad sobre el cuerpo y el territorio, modo de expresión del
control sobre las personas en una fase de dueñidad, de señorío".

¿Cómo enfrentar las violencias? ¿Cómo truncar el proyecto de dominio que se
escribe sobre los cuerpos de las mujeres y desarmar el pacto masculino? "Es
indispensable que las mujeres construyan su pacto, formen su cofradía, se
muestren también articuladas", reflexiona Segato, quien celebra iniciativas
como el #niunamenos en Argentina, o las movilizaciones de denuncia en
Brasil.

Pero no es suficiente: "Tendría­mos que mostrar al hombre su infelicidad,
quizás el rédito de la masculinidad sea más ilusorio que real".

Segato advierte de que "las personas están tan atrapadas en el discurso de
la acumulación que no registran el carácter lúgubre de la vida que viven".

Y concluye que "quienes alertamos del camino sin salida de la acumulación,
del productivismo, de la competitividad, de la relación con las cosas por
encima de la relación con las personas no hemos sido capaces de crear una
retórica de valor para nuestro proyecto histórico. No hemos sido capaces de
mostrar que hay cosas más interesantes, hay cosas más festivas, hay cosas
más alegres, hay formas menos lúgubres de existir".

Violaciones colectivas en Brasil

Interrogada por las recientes violaciones colectivas en Brasil, la autora
tiene una certeza: "El modelo del pacto masculino se aplica como un guante a
las violaciones que han sucedido en Brasil. Esos hombres celebraron el daño
sobre esa niña dormida y sangrando, lo viralizaron y luego otros hombres
celebraron por internet ese daño, esa capacidad de daño que sería la
quintaesencia de la masculinidad –entendida por toda esa gente en ese
paradigma de presente–, el ser masculino dueño de dañar, expresando
potencia".

  _____  

 

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20160713/b3132aa6/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa