Venezuela/ ¿cómo se gobierna un país que se desintegra, una sociedad en descomposición? [Raúl Zibechi]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Jun 1 22:09:16 UYT 2016


  _____

Correspondencia de Prensa

1° de junio 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____

Venezuela

En descomposición

¿Cómo se gobierna un país que se desintegra, una sociedad en descomposición?
O, mejor, ¿qué sentido tiene ser gobierno en una sociedad así? La impresión
es que todas las medidas que toma el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela
profundizan una crisis social que tiene raíces largas y que ha aumentado en
los últimos años.

Raúl Zibechi, desde Caracas y Barquisimeto

Brecha, Montevideo, 27-5-2016

http://brecha.com.uy/

“La comida es poder”, dice Gustavo en una enorme ronda de cooperativistas
que reflexionan sobre cómo la escasez está afectando todos los proyectos y
dejando a cada familia a la intemperie, en una situación desesperada para
conseguir los alimentos de cada día. La lista de productos que han sido
desviados al mercado negro por el “bachaqueo” (contrabando) es cada día
mayor, y esto empieza a afectar la cohesión social, al punto que no son
pocos los que temen estallidos sociales.

La contracara es la noche. En las grandes ciudades, apenas baja el sol las
calles quedan desiertas, gobernadas por la soledad y la penumbra, ya que el
temor a los robos hace que las familias abandonen –y eso pasa hace años ya–
la tradicional sociabilidad caribeña, bullanguera, colectiva, callejera,
para encerrarse en la seguridad del hogar. Apenas deambulan algunas parejas
y casi no se ven personas solas desafiando la oscuridad de avenidas mal
iluminadas.

Sorprende sin embargo la circulación de enormes coches de los años sesenta,
los célebres “colachatas” uruguayos que de-saparecieron hace tiempo de la
geografía urbana del continente. La falta de divisas para importar coches
despierta el ingenio y, mientras pueden, los caraqueños y habitantes de
otras ciudades venezolanas hacen rodar estos armatostes que enseñan los
rasgos de una sociedad atravesada por escaseces de todo tipo. Junto a la
seguridad, la falta de alimentos y de medicinas es el problema mayor en el
día a día de los venezolanos.

Hay situaciones casi ridículas. El dólar oficial más bajo vale 13 bolívares,
pero en el mercado negro se paga a más de 1.000. Es el dólar para importar
medicinas y alimentos regulados. Hay otro intermedio que se vendería a unos
300 bolívares. Pero todo es ficción, porque ninguno de los dos se consigue,
siendo el Estado el único que puede hacerlos circular. El resultado es que
para todo hay que ir a abastecerse al mercado negro.

Baile de números

Las distorsiones de los precios suenan alucinantes y los relatos a realismo
mágico. Algunos ejemplos. Un quilo de harina “regulada” tiene un precio de
19 bolívares (subió a 190 hace apenas un día), pero sólo se consigue en el
mercado negro pagando más de 1.000. Por cierto, algunos la pueden comprar,
pero deben hacer largas colas, de horas y hasta días, para hacerse con el
tesoro a precio oficial. Salvo las personas con poder (armas o influencias),
que se hacen de los alimentos sin tener que pasar por las increíbles filas
que rodean las tiendas y supermercados que los venden.

Una botella de medio litro de agua, que sí abundan, vale cien “bolos”
(bolívares). El litro de nafta de 91 octanos tiene un precio de un bolo y la
de 95 octanos de seis bolos. Se puede llenar un tanque de 50 litros por la
mitad del precio de la botellita de agua. La garrafas de 18 quilos de gas
cuestan 11 bolos, pero no las distribuyen (o sea, se las quedan los que
pueden), y la gente debe pagarlas a 700 bolívares a los “bachaqueros”.

El salario mínimo es de 18 mil bolívares. Si se mide por el dólar a 300,
sería de unos 600 dólares. Pero si se divide por el dólar real, el paralelo,
se reduce a apenas 18 dólares. O sea, nada. Por eso la gente se pelea por
conseguir los productos a los precios regulados, porque es la única forma de
que el dinero le rinda. La mayoría hace las colas, donde se deprime y
enfurece, y cuando no tiene más remedio acude al bachaqueo.

El problema se agrava porque los productos que faltan son cada vez más
numerosos. Leche no se encuentra. Los alimentos básicos (harinas, fideos,
arroz) tampoco. Ahora las cosas se agravan por la falta de gas y, en los
últimos meses, por la falta de energía eléctrica, producto de la sequía que
está provocando cortes de luz rotativos de tres y cuatro horas diarias. La
inflación trepó a más del 700 por ciento en 2015 y se espera que este año
alcance los cuatro dígitos. El billete mayor es el de 100 bolívares. Pero el
autobús vale 50. El aumento vertiginoso de precios no ha ido acompañado de
la emisión de billetes mayores, y la gente empieza a salir a la calle con
bolsas cargadas de papeles de 20 y 50 bolívares con los que les suelen pagar
los salarios y las jubilaciones.

Todos se preguntan cuánto tiempo puede durar esta situación. “El tiempo que
los militares decidan”, responde uno de los participantes en la ronda
cooperativista. Al parecer comienzan a verse fisuras en los cuerpos
militares que hacen imprevisible el desenlace de una crisis que, en
realidad, va mucho más allá de una simple crisis: una sociedad que se
descompone, que ya no tiene referencias y parece estar siendo tragada por
una espiral fuera de control.

Pero los rasgos de la descomposición se sienten en todos los sectores y
actitudes, no sólo respecto de la comida. Hay toda una industria de
falsificación de partidas de nacimiento para poder comprar pañales a precios
regulados. Algunas familias que tienen el “privilegio” de tener un
discapacitado, lo “alquilan”, porque hay colas especiales para que reciban
alimentos a precios reducidos.

Pero la clave de la situación se encuentra en la caída de la producción, en
general, y de alimentos en particular. El Estado fue ganando presencia en la
economía, pero a medida que expropiaba o nacionalizaba empresas la
ineficiencia iba ganando nuevos sectores. Una gangrena que comenzó
llamándose “rentismo petrolero” y terminó afectando a todo el cuerpo social.

Sin embargo, hablar de contrabando/bachaqueo puede inducir a error. Existen,
sin duda, redes de bachaqueros que cuentan con la complicidad de los
uniformados (policías y militares) y de poderosos empresarios. Sería ingenuo
dudar que algunos de ellos son cómplices de poderes globales, el
“imperialismo” que denuncia el gobierno a toda hora. Pero el bachaqueo es
mucho más que eso, está presente en todos los poros de la sociedad y le
impide respirar.

El señor que compra una comida en un comedor a precio regulado y sale a la
calle para venderla a diez veces lo que pagó no forma parte de ninguna red
ilegal. Así sucede con muchas personas, un porcentaje imposible de
establecer pero cada día mayor. Son actitudes que ya se volvieron cultura,
para algunos son modos de acumulación y para otros formas de supervivencia.
Lo cierto es que la sociedad no sólo las tolera sino que vive de ellas: unos
como bachaqueros y otros como consumidores. “Es el pobre especulando con el
pobre”, dice Jorge Rath, de la red de cooperativas Cecosesola. Ahora el
gobierno se propuso entregar una bolsa de alimentos a cada familia como
forma de enfrentar la crisis de escasez. Pero al segundo mes ya no tienen
con qué llenar las bolsas. Las empresas privadas no entregan mercadería si
no se les paga al contado. Y las empresas estatales naufragan en la
improductividad y el despilfarro. La entrega de bolsas también tiene otros
efectos: la gente debe anotarse en una lista, y siempre está el temor de que
si protesta la saquen de la lista.

Al parecer, se vive al día. Ni el gobierno tiene un plan a mediano plazo. La
impresión es que todos los planes, que se anuncian mediáticamente con bombos
y platillos, se los lleva el viento de la degradación colectiva. “Estamos
pasando del rentismo a la depredación”, remata Jorge. Quizá la mejor forma
de describir un modelo de sociedad que descansó en los altos precios del
petróleo y, cuando éstos se evaporaron, perdió el rumbo y apenas le queda
mirar alrededor para ver quién tiene, y quitárselo.

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20160601/0d1edcb5/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa