Argentina/ noventa días de Macri [Claudio Katz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Mar 5 14:56:29 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

5 de marzo 2016

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

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Argentina

Noventa días de Macri

Claudio Katz *

Buenos Aires, 5-3-2016

Es indudable que Macri intenta implementar un ajuste brutal al servicio de
los grupos concentrados, para instalar una administración subordinada a
Estados Unidos. La única pregunta es si podrá hacerlo. Ganó por poca
diferencia, con mensajes tramposos y en un clima adverso para el recorte de
derechos populares. Al cabo de tres meses de gobierno: ¿hacia dónde si
inclina la balanza? Una comparación con el antecedente menemista contribuye
a esclarecer el interrogante. 

Ofensiva con límites 

Macri sorprendió con la virulencia de los despidos. Los 20.000 cesanteados
en la órbita estatal, facilitaron los 30.000 trabajadores que el
empresariado privado dejó en la calle. Busca generalizar el temor a la
pérdida del empleo para reducir los salarios. Prat Gay verbalizó el
chantaje: el trabajador deberá elegir entre menores ingresos y su puesto de
trabajo.

La ofensiva es maquillada con una identificación del empleo estatal con la
vagancia (“ñoquis”). Pero en ninguna dependencia hay auditorias. Primero
echan y luego evalúan la actividad del despedido. Las arbitrariedades son
tan numerosas como las venganzas. En lugar de estabilizar la enorme masa de
contratados que dejó el kirchnerismo, utilizan la precariedad como argumento
de cesantía.

Pero el gran paro estatal del 24 de febrero inauguró la resistencia a esos
atropellos. La mayoría de los trabajadores no se amedrentó, acató la huelga
y concurrió a la marcha.

Esta reacción se extiende a la batalla contra el techo salarial del 25%.
Macri pretende exceptuar las paritarias de la libertad de mercado que
estableció en todas las áreas. En el caso testigo de los docentes dio marcha
atrás. Los aumentos se ubican por debajo de la inflación pero violan el cepo
propiciado por el gobierno. 

También trastabilla el complemento represivo del ajuste. El PRO debutó
repartiendo palos en Cresta Roja y sancionó un protocolo que permite portar
armas letales para disolver  los piquetes “en 5 minutos”. No conciben esa
norma para marchas afines (Nisman, caceroleros, agro-negocio). Pretenden
apalear a los desamparados que pierden el empleo o sufren cortes de luz.
Desconocen que el derecho de protesta afecta otras normas pero protege a los
más débiles.        

El protocolo fue difundido en vísperas de la marcha del 24 y no pudieron
aplicarlo. Esa derrota fue muy celebrada por los manifestantes. Ahora Macri
recurrirá a los medios de comunicación y buscará aval social para
ensangrentar las protestas.

La detención de Milagros Salas se ha convertido en otro test del proyecto
represivo. La apresaron por un acampe y manipularon el tribunal para enviar
una señal de criminalización de la lucha social. Salas recibe duros
cuestionamientos de la izquierda por su autoritarismo y clientelismo. Pero
todas las causas contra la diputada del PARLASUR deben dirimirse fuera de la
prisión.

Los proyectos represivos incluyen la reintroducción del ejército en
actividades internas con el pretexto de enfrentar el narcotráfico. Milani
comenzó esa injerencia en el plano de la inteligencia. Pero ahora se avanza
en una emergencia en seguridad que permitirá reforzar la presencia de la
gendarmería en los barrios populares. 

Macri juega con fuego al delegar poder en fuerzas carcomidas por la
corrupción. La reciente fuga de los presos en la Provincia de Buenos Aires
ilustra una podredumbre, que remite al peligroso escenario mexicano.

Como el macrismo está embarcado en la restauración conservadora sus
funcionarios reavivan la teoría de los “dos demonios”. Afirman que no hubo
30.000 desparecidos, se reúnen con organizaciones de los genocidas y
eliminan el nombre de Laura Bonaparte de un Centro de Salud. La indignación
que generan estas contra-reformas hace vacilar al propio presidente. 

En las paritarias se concentra la confrontación decisiva. Allí se verá quién
gana la primera pulseada frente al techo del 25%. El balance será muy
distinto si esa restricción es impuesta, perforada o emparejada.

La otra batalla en curso es la resistencia al tarifazo del 300-500%. El
gobierno afirma que la baratura de los servicios es insostenible, pero
oculta cómo las empresas utilizaron subsidios multimillonarios para aumentar
sus ganancias sin invertir.

El tarifazo sin audiencias públicas, ni análisis de costos, en medio de una
oleada de cortes, afianza esa estafa. La promesa de mejoras futuras tiene
poca credibilidad. No hay plan o control oficial de las inversiones y los
principales funcionarios del área son ex gerentes de las compañías. Las
protestas de los vecinos contra los cortes de luz anticipan la reacción
popular frente a esa impunidad.

Nubarrones político-sindicales 

Macri afronta dificultades con sus aliados del sindicalismo. Busca cerrar un
acuerdo con la crema de la burocracia para atomizar la resistencia obrera.
Les ofreció convalidar el turbio manejo de las obras sociales y reducir el
impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores de mayores ingresos.
Recibió de inmediato grandes elogios de Moyano.

Pero ese idilio se está resquebrajando por el des-manejo oficial del
gravamen a los asalariados. En la campaña Macri prometió anularlo y sus
primeros anuncios sugerían modificaciones neutras, con aumentos
compensatorios de la inflación en el piso de tributación. Luego repitió lo
realizado por Cristina: un incremento transitorio del mínimo no imponible
sin cambios en las escalas, que se licúa con el aumento de los precios y los
salarios.

Pero la letra chica del nuevo decreto es mucho peor. Como la suba del piso
es más baja frente a una inflación más alta, unos 200.000 trabajadores (y
100.000 jubilados) que estaban exceptuados, ahora deberán tributar. Además,
la preservación de las escalas entrampa rápidamente a todos los afectados en
el porcentual del 35%, mientras que un millonario no suele pagar más del
16%.

Como el PRO debutó con un festival de rebajas impositivas para los
capitalistas, le resulta difícil repetir la justificación kirchnerista del
gravamen a los asalariados (“sólo afecta al 10% de los trabajadores”). Los
CEOs que prepararon el decreto introdujeron una penalidad disfrazada de
beneficio. Mientras que aseguran la adecuada reglamentación de todas las
ventajas otorgadas a las grandes compañías, intentan cuidar la caja del
estado cuando hay que aligerar la tributación de los asalariados.

La mentira duró poco y los jerarcas sindicales han respondido preparando un
proyecto parlamentario contrapuesto a la iniciativa oficial. Tomaron
distancia de Macri, sin involucrarse en ninguna lucha.

El mismo tipo de conflictos se verifica en la relación del oficialismo con
los políticos opositores-aliados. Macri empezó erosionando al peronismo,
tejiendo acuerdos con Massa, los gobernadores y Urtubey-Bossio. Atrajo a
varias figuras del justicialismo tradicional y dividió el bloque
kirchnerista en el Congreso.

Pero ahora debe pagar los costos de esa operación. Los popes de las
provincias exigen transferencias de los fondos adeudados por la
coparticipación. Massa acompañó a Macri a Davos, pero se suma al proyecto de
ganancias que preparan las CGTs. El justicialismo coloca huevos en varias
canastas para preparar su retorno al gobierno.

Macri se apoya en un armado político muy frágil y ni siquiera puede
movilizar a su propio público. Por eso busca sustento en el resentimiento
con el kirchnerismo. Acrecienta el cerco judicial contra Cristina y enfatiza
la corrupción de la gestión K. Todos los días algún juez de amigo destapa
alguna causa nueva contra Báez, el enriquecimiento de CFK, el escándalo de
Hotesur, las andanzas de Aníbal, las apropiaciones de Boudou o los robos de
Jaime. Ya funcionan a pleno los tribunales leales que recuerdan desfalcos de
ex funcionarios para ocultar las malversaciones en curso.

Pero esta hipócrita campaña puede rebotar sobre la propia gestión del PRO.
Resulta difícil ocultar el caso Niembro, los oscuros negocios en la ciudad
tapados con el incendio de Iron Mountain o las causas por espionaje ilegal
que involucraron a Macri.

Si la corrupción ocupa la primera plana, el procesado presidente del Banco
Central deberá responder por su participación en la estafa del mega-canje de
Cavallo y por su convalidación de los seguros de cambio de Vanoli. También
habrá interés por conocer las denuncias de Carrió sobre el dinero acumulado
por el presidente de la Corte Suprema.

En este terreno el macrismo juega con fuego. Ha colocando al frente de la
supervisión bancaria a financistas acusados de lavar dinero y otorga
comisiones millonarias a los intermediarios que comercializan los bonos del
estado. Además, todos los CEOs que dirigen ministerios mantienen descaradas
relaciones con las firmas que dirigían hasta el año pasado. Esta asociación
tipifica a un gobierno estructuralmente corrupto.

Pero Macri necesita transitar por ese peligroso camino de denuncias. Al
principio intentó mantener un discurso de optimismo y buena onda para hacer
digerible el ajuste. Se atuvo a las reglas de impunidad hacia los ex
presidentes que ampararon a Menen y De la Rúa. Sin embargo, el malestar que
generan sus medidas lo empuja a buscar un chivo expiatorio. Con la “herencia
kirchnerista” justifica el trago amargo de cada día y ese recitado es su
único relato.

Trasfondo político

Macri afronta la grave inestabilidad de la economía. Debutó con una
formidable transferencia regresiva de ingresos a favor de los capitalistas.
El agro recibió el regalo simultáneo (e infrecuente) de la devaluación y la
reducción de retenciones. La minería extractivista fue premiada con una
disminución de impuestos. Las empresas petroleras -que ganaron fortunas con
los altos precios barril- obtuvieron una gran compensación por la caída de
esa cotización.

También los bancos engrosaron utilidades con el levantamiento de los
controles y el negocio de convertir deudas interestatales en pasivos
privados. Hasta los impuestos al champagne y a los autos de alta gama fueron
recortados para celebrar el jolgorio.

Pero el desborde inflacionario arruina la fiesta. Macri confesó su
desconcierto y se enoja con el resultado de sus medidas. Sólo puede achacar
al legado kirchnerista la carestía derivada de la emisión y el atraso del
tipo de cambio que se instrumentaron para posponer el ajuste.

Pero el actual estallido de los precios desborda ampliamente ese arrastre.
Es consecuencia directa de la devaluación, el tarifazo, la remarcación
alocada de los supermercados y la destrucción del sistema de precios
cuidados. Los exportadores y los grandes grupos comerciales e industriales
se están embolsando la principal tajada del saqueo al bolsillo popular.

La única respuesta oficial es un ridículo monitoreo on line de los precios
para retratar el desfalco en tiempo real. En lugar de frenar las
remarcaciones se disponen a “webearlas”. 

El descontrol inflacionario ya precipitó también el desplazamiento de la
directora del INDEC, que fue presentada como un cerebro de la estadística.
Con varios índices dando vuelta el gobierno optó por cocinar algún número
frente a la opinión pública.

La gran carestía en curso acentúa la recesión al desplazar todo el gasto de
las familias hacia las necesidades básicas. Sturzenegger refuerza a su vez
esa contracción, con mayores tasas de interés y cortes de la emisión. Con el
consumo planchado, las inversiones detenidas y las exportaciones estancadas
se debilitan los presagios de un repunte en el segundo semestre. Todo
depende de la prometida lluvia de dólares.

Sin ese ingreso no hay forma de estabilizar el ajuste. Macri se lanzó a
reducir en forma desaforada los impuestos a los ricos descontando un aluvión
de divisas que no llegó. Los 25000 millones de préstamos inmediatos que
auguró Prat Gay no aparecen y la gran liquidación diaria de divisas esperada
de los exportadores tampoco se materializa.

Mientras continúa la imparable demanda de divisas, el gobierno no pudo
colocar siquiera el primer bono que lanzó al mercado. Además, ya gastó en
sostener la cotización del dólar la mitad del único crédito que obtuvo. 

Las empresas compran divisas para girar utilidades y los particulares con
altos ingresos para preservar su ahorro. Por esta razón las reservas están
al mismo nivel (o por debajo) de peligro piso que dejó CFK. Esta
vulnerabilidad ocupaba la tapa de los diarios y ahora es cuidadosamente
ocultada.

La espontánea “confianza” que esperaba suscitar un gobierno del PRO está
obstruida por la propia calesita de precios y tipo de cambio que desató el
gobierno. Además, la tensión financiera en Europa, el freno de China y la
recesión en Brasil tornan incierta la llegada de divisas a un país con las
cuentas fiscales en rojo. El bajo nivel de endeudamiento externo actual no
asegura esa afluencia de crédito. Los acreedores observan la capacidad de
pago del estado, que Prat Gay socava todos los días bajando impuestos y
acentuando la recesión.  

También tambalea la ingeniería diseñada para mejorar la salud fiscal con
políticas impositivas regresivas. Pensaban bajar el déficit con tarifazos,
despidos y podas de salarios, pero aumentaron más aún el bache con la
reducción de las retenciones.

En este escenario les urge el arreglo con los buitres. Griesa y Singer
conocen esa necesidad y han impuesto todas sus exigencias de montos, fechas
y normas legislativas. Se emitirán 15.000 millones de dólares para realizar
pagos al contado por sumas que multiplican varias veces el monto inicial del
pasivo. La quita negociada es irrisoria y podría quedar abierta una rendija
para demandas de “holds outs” y “holds in” insatisfechos. 

Macri amplía la estafa que consumó el kirchnerismo al acordar con REPSOL, el
CIADI y el Club de Paris. Negocia la anulación de las leyes cerrojo y pago
soberano con gobernadores interesados en el endeudamiento provincial y
aprovecha el apoyo implícito de los economistas de Scioli (Bein, Blejer).

El país vuelve a endeudarse en forma parasitaria por cifras descomunales
para financiar gastos corrientes y desequilibrios comerciales. Las
inversiones anunciadas ya estaban en carpeta (Renault) o son de escasa
significación (Coca Cola), mientras la ilusión de Vaca Muerta se congela por
el desplome del precio del petrolero. Nadie sabe a qué tasa de interés Macri
financiará el despilfarro en curso. El abaratamiento del crédito que
sucedería al cumplimento con los especuladores aún no se visualiza.

Por eso hay muchos síntomas de mareo en el gabinete. Los talibanes del
macrismo (Melconian, Broda, Espert) exigen mayor virulencia en el ajuste,
despidos generalizados y apertura comercial indiscriminada.

Diplomacia y medios

Macri busca oxigeno con fuertes gestos de sometimiento al imperio. Como todo
mandatario derechista espera recibir alguna devolución de favores, pero
olvida que las potencias utilizan y eyectan a sus subordinados.

En Davos el hombre de Cambiemos hizo su primera exhibición de comportamiento
colonial, al reunirse con Cameron sin hablar de Malvinas. Fue elogiado por
todos los presentes, que al mismo tiempo confirmaron la total irrelevancia
de Argentina para sus prioridades.

Macri retomó su idilio con Israel. Le aseguró a Netanyahu varios negocios
vinculados con la emergencia de seguridad y estrechó la conexión con el
Mossad para resucitar el caso Nisman. Con Stiuso y varios jueces leales se
dispone a reinstalar alguna hipótesis de asesino iraní amparado por CFK. Es
el libreto escrito en Estados Unidos por los republicanos y el lobby
sionista para socavar el acuerdo nuclear que Obama suscribió con Teherán.

Por ese camino el líder del PRO entierra nuevamente cualquier investigación
del atentado a la AMIA e involucra al país en peligrosas maniobras de los
jugadores de Medio Oriente. Transita por el mismo laberinto cuando discute
acuerdos con Hollande que van más allá de tratados comerciales con la Unión
Europea. Francia está muy comprometida actualmente en acciones belicistas
contra el mundo árabe.

Pero el colmo del retorno a las relaciones carnales será la llegada de Obama
el 24 de marzo. La elección de esa fecha es una estupidez oficial o un
inédito acto de sometimiento. Seguramente el Departamento de Estado anunció
que no tenía otro día para el viaje y la cancillería argentina aprobó sin
chistar. El extremo de esa provocación sería una visita al Museo de la
Memoria de un hombre del imperio que sostuvo a Videla.

Pero tanta obsecuencia reforzará la voluntad de protesta. Es probable que
Obama enfrente la mayor manifestación de repudio en un viaje al exterior de
todo su mandato. Su presencia puede convertir el próximo 24 de marzo en un
hito de las movilizaciones antiimperialistas.

Macri espera contrarrestar todas las adversidades con un mayor sostén
mediático. Debutó con el mismo pacto que todos los presidentes suscribieron
con el poder comunicacional. Pero ninguno hizo tantos deberes en tan poco
tiempo.

Disolvió el AFSCA desconociendo las normas de gestión compartida que rigen a
ese organismo. Ignoró el principio de autonomía que tanto celebra para el
Banco Central. Dio rienda suelta a los DNU y sustituyó la hipocresía
dialoguista por el decretazo presidencial.

Macri privilegia a Clarín. Frenó la división de la empresa y autorizó su
ampliación con la compra de Nextel. Mientras pondera el pluralismo acuerda
con otros medios adictos la manipulación de la información.

Sus voceros presentan la “convergencia digital” como el principal argumento
para liquidar la ley de medios. Afirman que la televisión, el cable,
Internet y la telefonía se asociarán en gigantescas empresas. 

Pero esa tendencia exigiría incrementar la regulación estatal. Sin una
intervención de ese tipo la extranjerización y la concentración de la
propiedad serán vertiginosas. Un puñado de medios ya trabaja para reproducir
el modelo de Televisa (México) y O Globo (Brasil). 

Por eso resurgen los mitos de la comunicación privada y del imperio de la
publicidad. Con esas reglas se desconoce que la información es un derecho y
no una simple mercancía. Las normas de preeminencia pública y gratuidad son
tan importantes en este campo como los derechos a la educación y a la salud.


El macrismo aprovecha el fastidio que generó la manipulación estatal de la
útima década para restaurar el reinado del mercado. Recuerda que la propia
gestión K sepultó la ley de medios al forjar grupos privados oficialistas
(Cristóbal López, Garfunkel, Spolski), que operaron con la misma tónica de
Clarín y La Nación. Utilizan métodos semejantes para cerrar empresas y
despedir trabajadores.

Esta frustrante experiencia es utilizada para resucitar todos los engaños de
la libertad de prensa. Los intelectuales de la derecha ocultan que el
capitalismo acalla las voces críticas. Nunca mencionan la persecución de
Assange, Manning o Snowden. A lo sumo discuten el rol del periodista,
silenciando quién detenta la propiedad de los medios.

Suelen elogiar al “periodismo independiente” omitiendo el singular
condicionamiento político, económico e ideológico de esa actividad. Como el
kirchnerismo transformó esa restricción en una burda contraposición entre
“militantes y cortesanos”, ahora reaparecen todas las leyendas del
comunicador libre y comprometido sólo con su público.

Pero el intento macrista de transformar a los medios en puro negocio
transmisor de ideología conservadora e información oficialista enfrenta
límites. Hay mayor conciencia en la población sobre esta amenaza y en algún
momento se romperá la luna de miel con la prensa hegemónica.

Menemismo y alfonsinismo

Las semejanzas de Macri con Menen son muy numerosas. El líder del PRO
transmite la misma idolatría por el mercado, imagina inversiones semejantes,
disfraza el saqueo con elogios al riesgo empresario y ensalza el
endeudamiento externo que empobrece al país.

También retoma la política exterior pro-imperial y reabre negocios en el
área militar sin recordar sus consecuencias (Rio Tercero, contrabando de
armas a Ecuador-Perú). Los acuerdos de libre-comercio que propicia con la
Unión Europea y la Alianza del Pacífico actualizan la apertura de
importaciones de los 90.  

Macri intenta repetir la sociedad con los burócratas sindicales que
participaron en el desguace del estado. Restaura la misma demonización del
empleo público, omitiendo su moderado porcentual en términos internacionales
y su mayoritaria conformación por policías, maestros o enfermeros con escaso
margen de reducción. Al igual que Cavallo se desentiende del salario docente
delegando ese gasto en las provincias.

Pero las diferencias de contexto son muy significativas. Menen gobernó en un
clima neoliberal, auxiliado por el trauma de la hiperinflación. Aprovechó
las expectativas en las privatizaciones y el desengaño con el
constitucionalismo pos-dictatorial.

Macri no cuenta con ningún sustento equivalente. Navega en una oleada
regional derechista pero sin bases sociales para acompañar el ajuste. No
tiene el aparato justicialista y debe lidiar con el traumático recuerdo de
los 90. Hasta ahora Macri no se atreve a reproducir las confrontaciones
thatcheristas que propiciaba el riojano (“ramal que para, ramal que
cierra”). 

El neoliberal del PJ llevó el desempleo al 18% y demolió la industria local
abriendo las importaciones. Macri actúa con más cautela, pero si su programa
trastabilla puede jugar las peligrosas cartas de su antecesor. 

Mientras que Menen gobernó sobre las cenizas de Alfonsín, Macri sucede al
enigma del kirchnerismo. Cristina se retiró con un monumental acto de
despedida, dejando una red de militantes que llenan plazas y organizan
marchas. Pero la expectativa en una poderosa continuidad K en el Congreso,
las provincias o el estado se está diluyendo.

CFK se mantiene en silencio y la estrategia de afiliación masiva al
justicialismo socava las esperanzas de construir una fuerza progresista
autónoma. No cabe duda que el PJ es un pilar del status quo conservador.

El kirchnerismo siempre mantuvo ciertas analogías con el alfonsinismo.
Gobernó acompañado por administraciones latinoamericanas semejantes,
convalidó conquistas democráticas comparables y mantuvo tensas disputas
internas con la cúpula tradicional de su partido.

Por eso conviene recordar como el alfonsinismo se diluyó en el llano. Fue
digerido primero por la Alianza y luego por Cambiemos. Si el kirchnerismo
repite esa trayectoria será deglutido por el justicialismo. 

También hay analogías entre la intelectualidad progresista que sostuvo a los
dos procesos. El Club Socialista y Carta Abierta contaron con pensadores
provenientes de la izquierda, que se auto-visualizaron como el sector más
avanzado de cada proyecto. Aportaron fundamentos ideológicos equivalentes de
democracia gramsciana-socialdemócrata (en el primer caso) y renovación
populista latinoamericana (en el segundo).

El Club Socialista mantuvo su alineamiento con Alfonsín a pesar de la
Obediencia Debida. Se consideraban ajenos a la estructura de la UCR, pero
actuaron en esa órbita y finalmente se disolvieron.

Carta Abierta sigue actualmente las vicisitudes del kirchnerismo, luego de
aceptar en silencio la candidatura de Scioli. No emiten balances críticos,
ni explicaciones de la derrota electoral. Tampoco objetan las medidas
regresivas de la era K que facilitaron la demagogia derechista y no conciben
repetir los desafíos de la JP a Perón. De la trayectoria del Club Socialista
no extraen ninguna enseñanza.

Pocas veces el escenario político argentino estuvo tan abierto a cursos
imprevisibles. La batalla social contra el ajuste condiciona todas las
alternativas, en pleno debate sobre lo ocurrido en la última década. 

* Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA (Universidad de
Buenos Aires), miembro del EDI (Economistas de Izquierda). Su página web es:
www.lahaine.org/katz

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