Brasil/ es posible combatir a la derecha y decir adiós al lulismo [Fábio Nassif]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mar 9 15:57:16 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

9 de marzo 2016

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Brasil

Es posible combatir a la derecha y decir adiós al lulismo            

Fábio Nassif *

Correio da Cidadania

http://www.correiocidadania.com.br/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

No. Este no es un texto que pretende agregar agua en el molino de la derecha
brasilera que intenta, con el apoyo de la prensa burguesa, derrotar
completamente cualquier perspectiva transformación social a la izquierda.

La intención principal de las palabras que siguen es dialogar con quien como
yo, está impactado por la presencia de la Policía Federal en la puerta de la
casa de uno de los mayores líderes populares que la izquierda brasilera
produjo en la últimas décadas. Este viernes, Lula fue escuchado por las
autoridades sobre una investigación de relaciones promiscuas entre el ex
presidente y empresas constructoras. 

Todo indica, que el traslado coercitivo de Lula fue innecesario. Sería un
nuevo contra un ciudadano brasilero, como ocurre todos los días por parte de
las autoridades y del Estado. Y, obviamente, la gran prensa usó y abusó del
hecho para desgastar a Lula. Ante el silencio de la prensa con otras
sospechas de corrupción sobre el PSDB, PMDB y otros representantes de la
derecha tradicional, el trago amargo del día es comprensible. Es solo
recordar los tantos aliados y opositores de derecha que pasean impunes por
Brasilia. 

Son muchas las preguntas a ser hechas en la actual coyuntura. Son muchos los
intereses, muchos los personajes y muchas las sospechas que correctamente
planteamos ante tal situación. Pero, es prudente reflexionar por lo menos en
cuanto a lo que no debemos hacer o decir por ahí. Y, principalmente, nunca
perder de vista que nuestras opiniones deben ser guidas por aquello que
creemos es lo mejor para construir conciencia política y un proyecto a favor
de los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad.

“¿Adiós, Lula?”

La película alemana “Adiós Lenin!” (que muy bien podría llamarse “Adiós,
Stalin”), (1) más que hacer un rescate apurado e histórico de lo que fue el
llamado “socialismo real” (que de socialismo no tenía nada), nos trae una
reflexión sobre un pasado y un presente lleno de contradicciones y más
perspectivas. En la ocasión, la Sra. Kemer entra en coma poco antes de la
caída del Muro de Berlín. Se despierta en 1990, luego de la caída del muro.
Alexander, su hijo, preocupado con los impactos que la noticia del triunfo
del capitalismo podría generar en la salud de su madre, busca formas de
esconder tal realidad, principalmente a través de la edición de videos que
simulaban una Berlín antes de la caída del muro. 

Lula no tiene absolutamente nada que ver con Lenin. Tampoco el “socialismo
real” se asemeja en nada con el proyecto de los gobiernos petistas. El
paralelo entre esta película y la actual situación brasilera que pretendo
colocar es solamente sobre las personas que parecen vivir en una internación
hospitalaria, insistiendo en creer que están bajo una realidad pasada. Llama
la atención la gran cantidad de personas que, en lugar de aceptar las
contradicciones de ambas realidades -del pasado y del presente- levantarse
del coma y moverse, prefieren intentar convencerse de que están de que están
viviendo una realidad diferente de la que objetivamente están viviendo.  

Como sugieren hasta los libros de autoayuda, el primer paso para cualquier
superación  es reconocer nuestras propias derrotas. Existe un gran debate en
la izquierda sobre los impactos de la caída del muro de Berlín en sectores
que no defienden ni el llamado “socialismo real” ni el capitalismo. No
quiero entrar en esta polémica. Pero es muy evidente que el muro cayó sobre
la izquierda socialista anti-Stalin. 

En Brasil, el mundo del lulismo puede estar cayendo. Y existen las más
variadas reacciones ante tal hecho: quien busca creer que el muro no está
cayendo, quien corre para reformar el muro, quien defiende un murito incapaz
de hacer cualquier división entre los “los dos mundos”, y quien,
reconociendo que el muro cayó de cabeza, quiere pensar cómo salir de los
escombros para construir un mundo nuevo y muy diferente de los mundos que
estaban supuestamente separados en la metáfora utilizada. 

La profundización de la polarización que ha divido al país gira en torno de
la pelea entre dos realidades desastrosas. De un lado defensores del lulismo
y de otro los defensores de las salidas más conservadoras para Brasil. Ambas
catastróficas. Ambas fruto de un muro que cayó sobre nosotros.

Ni derecha, ni lulismo

Los motivos para afirmar que ni la salida apuntada por la derecha
tradicional ni el rescate del lulismo deben movilizarnos, son en cierto
punto parecidos. Sabemos, simplemente por toda la historia del país, que la
burguesía, sus representantes partidarios y el capitalismo como un todo no
promueven nada más allá de una sociedad de muerte, explotación, opresión,
desigualdad y miseria. No vale la pena gastar tiempo con argumentos contra
esa hipótesis. 

Vale, sí, debatir porque no debemos defender el lulismo (aunque se quiera
denunciar ilegalidades y espectáculos mediáticos contra el dirigente Lula).

La opción del ala mayoritaria del PT a lo largo de los años fue por la
construcción de un proyecto de conciliación de clases con esta burguesía que
tenemos en Brasil. Lo logró con la elección de Lula en 2002. Y el líder
obrero gobernó para las viejas y nuevas elites por ocho años, seguido por la
sucesora Dilma, que consiguió hacer gobiernos más a la derecha todavía y hoy
se rinde a una política estrictamente neoliberal.

No me cabe a mí, en este momento, dictaminar se Lula fue beneficiado
individualmente por esquemas de corrupción. Pero la obvia realidad que
vivimos, nos dice que la opción para llegar al poder y gobernar con la
elites empresariales y las viejas oligarquías pasaron, necesariamente, por
relaciones promiscuas entre el petismo y la burguesía. Y, a pesar de lo que
aparenta, no hay nada de nuevo en eso. El capitalismo funciona así y punto. 

Defender el rescate del lulismo hoy es defender las paces con esa burguesía
corrupta que no tiene -al contrario de lo que creen muchos petistas-
proyecto nacional de sociedad que pueda realizar cambios civilizatorios
profundos en alianza con la clases trabajadora. Algunos hasta creen que esta
burguesía podría levantar banderas antiimperialistas, antimonopólicas y
antilatifundistas, y realizar reformas estructurales que podrían servir de
impulso a procesos de transformación del Estado. Se equivocan. 

El lulismo es el símbolo más fuerte de la conciliación de clases.
Conciliación, en este caso, significa necesariamente traición de clase. Y es
por este motivo que Lula fue aceptado por el capitalismo global. Él aceptó,
aplicó y convenció a las masas de que estas reglas de juego era
administrables. 

A la espera del “golpe” y del giro a la izquierda

Desde la elección de 2002, la militancia petista es insuflada por la lucha
contra el “golpe” que se estaba tramando contra sus gobiernos. Decían que no
dejarían ni siquiera asumir a Lula la presidencia después de la elección.
Con las denuncias del mensalão, otra vez la militancia petista se movilizó
contra el “golpe mediático”. Y enmendaron esta tesis repetidamente, por
muchas veces, durante todos los gobiernos de Lula y Dilma (incluyendo las
manifestaciones de junio de 2013). Esperan, hasta hoy, el tal giro a la
izquierda de los gobiernos petistas. 

El gran problema es no reconocer que Lula fue el principal responsable por
derrumbar este muro en nuestras cabezas. Antes de ganar en 2002, Lula y el
PT ya estaban aliados con parte de la burguesía –incluyendo la familia
Marinho, que ayudó a escribir la Carta al Pueblo Brasilero. Para defenderse
del mensalão, Lula dio ministros y recursos a la Rede Globo. Y las
negociaciones, tanto con la prensa burguesa como con otros sectores de las
elites (con las empresas constructoras, las del agronegocios y los bancos)
fueron pilares fundamentales del proyecto petista. Ellas ganaron mucho
dinero con las principales políticas gubernamentales. Por este motivo la
Operación Lava Jato es tan sentida por los defensores de este proyecto. Ella
golpea el pacto entre las fuerzas construidas en el maridaje del petismo y
las grandes empresas beneficiadas por el lulismo. 

Como consecuencia del desequilibrio entre gobierno petista y constructoras,
por ejemplo, la crisis también debilitó la alianza con las viejas
oligarquías. La derecha brasilera ocupó las calles y el escenario de la
crisis económica, social, política y ambiental torna la coyuntura todavía
más preocupante. 

La prensa burguesa y la elite brasilera son golpistas. Siempre lo fueron.
Pero eso no significa que debamos aliviar de responsabilidad a quien se alió
a ellas. Quien vendió la ilusión de que podríamos tenerlas como aliadas,
quien negoció con ellas y quien gobernó para ellas. 

La reacción más despolitizada y perjudicial para quien se considera
socialista es seguir creyendo en un mundo que cayó. El proyecto petista está
agonizando. Es lamentable ver el nivel de debate en el que se resume parte
de su militancia. Hoy por hoy, la única exigencia es que también investiguen
las corrupciones de la derecha. 

No dan pie sobre el verdadero crimen contra la izquierda cometido por la
dirección del PT, por Lula y por Dilma: tentativa de homicidio de la
esperanza, de amplias camadas de la clase trabajadora, en la construcción de
una sociedad socialista. Para los defensores del gobierno hace mucho tiempo
que el miedo -del “golpe”- venció a la esperanza.  

No sabemos si Lula tendrá la capacidad de restablecer su proyecto. Pero
sabemos que la construcción de un proceso revolucionario en Brasil pasa,
necesariamente, por el adiós a Lula, al lulismo y al PT. Quien quiera seguir
respirando por aparatos en la cama de un hospital, creyendo en las viejas
novedades del lulismo, puede acabar perdiendo el nacimiento de un mundo
nuevo que está siendo gestado. 

* Periodista.

Nota de Correspondencia de Prensa 

1) Good Bye, Lenin! es una película alemana de 2003, dirigida por Wolfgang
Becker, cuyo reparto incluye a Daniel Brühl, Katrin Sass, y Chulpan
Khamatova. Obtuvo varios premios internacionales. Transcurre en octubre de
1989, en la ex República Democrática Alemana (RDA), durante la rebelión que
terminó derribando el Muro de Berlín. 

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