Francia/ la noche en pie: protesta contra la reforma laboral del gobierno de Hollande [Valentina Viettro]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mayo 20 12:43:22 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

20 de mayo 2016

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Francia

La Noche en Pie

Surgió en protesta contra la reforma laboral del gobierno de François
Hollande, que acaba de ser aprobada por el Parlamento, pero en realidad
expresa un malestar mucho más profundo de sectores de la sociedad francesa y
conecta en parte con la “indignación” manifestada por los españoles hace
cinco años.

Valentina Vietrro

Brecha, Montevideo, 20-5-2016

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Desde el 31 de marzo pasado miles de personas ocupan una de las principales
plazas de París, la de La República. El movimiento, llamado La Nuit Debout
(La Noche en Pie), surgió en protesta contra la reforma laboral del gobierno
de François Hollande, que acaba de ser aprobada por el Parlamento, pero en
realidad expresa un malestar mucho más profundo de sectores de la sociedad
francesa y conecta en parte con la “indignación” manifestada por los
españoles hace cinco años y que tuviera traducciones similares en otras
partes del mundo. El quinto aniversario del 15 M se celebró el fin de semana
en alrededor de 500 ciudades de 25 países (la mayor parte europeas, pero
también de Estados Unidos, Australia, Filipinas e incluso Chile), y hubo una
delegación de los protagonistas de La Nuit Debout en la madrileña Puerta del
Sol, así como ha habido intervención de los “15 mayistas” españoles en
distintas expresiones de la revuelta francesa. “Ellos tienen millones,
nosotros somos miles de millones”, fue el lema común de la conmemoración.

Desde aquel 31 de marzo, miles de ciudadanos, fundamentalmente jóvenes
militantes de asociaciones, trabajadores precarios, gremialistas, también
extranjeros indocumentados, invadieron la céntrica plaza parisina,
ocupándola masivamente de día, y luego, por las noches, con acampadas.
Desalojados, a menudo violentamente, por la policía, vuelven una y otra vez.
Ya llevan más de un mes y medio en ese ida y vuelta. Han creado incluso su
propio calendario, en un guiño a los revolucionarios de 1789, y hablan de 32
de marzo, 33 de marzo, 34 de marzo, etcétera. Es un movimiento asambleario,
muy similar en ese plano a lo que fuera el 15 M, y está atravesado por
tensiones del mismo tipo.

La ley de trabajo elaborada por la ministra Myriam El Khomri y fuertemente
respaldada por el primer ministro, Manuel Valls, un “social liberal”
partidario de cambiarle el nombre al Partido Socialista, ha logrado unir en
su contra a distintos sectores hasta el momento dispersos, al proponer una
flexibilización que no se había animado a impulsar la derecha: la reforma
dispone que las jornadas laborales puedan durar hasta diez e incluso 12
horas en función de la necesidad de las empresas, suprimirá o disminuirá el
pago de horas extra, privilegiará los acuerdos por empresa en vez de las
negociaciones colectivas, dará mayores facilidades para despedir
trabajadores “excedentarios”. Y así. Una reforma “radical” que entronca con
lo exigido por la Comisión Europea a los países con legislaciones más
garantistas, de cara, entre otras cosas a la armonización “por abajo” que se
impondrá en caso de firmarse el tratado transatlántico de libre comercio
entre Washington y Bruselas.

Aquel 31 de marzo el economista y sociólogo Frederic London, director de
estudios en el Centro Nacional de Investigación Científica e investigador
del Centro Sociológico Europeo, uno de los referentes intelectuales de La
Nuit Debout, saludaba la involuntaria contribución de los gobernantes
socialistas al movimiento: “Nunca tendremos cómo agradecer a François
Hollande, Manuel Valls y Myriam El Kohmri la oportunidad que nos dieron de
hacer converger todas nuestras luchas”, dijo.

En un artículo publicado recientemente en el diario en la web Mediapart, el
filósofo Jacques Rancière, autor de libros como La palabra obrera, La noche
de los proletarios y La filosofía y sus pobres (véase entrevista adjunta),
sostuvo que de todas maneras no se le debe pedir mucho a un movimiento que
dada su espontaneidad y juventud evoluciona de una manera poco ordenada y en
direcciones todavía no muy claras.

La heterogeneidad de la convocatoria, la horizontalidad de la organización,
el asambleísmo, la independencia política, han sido puntos de acercamiento
básicos entre los dos movimientos surgidos con un lustro de diferencia a un
lado y otro de los Pirineos. El 15 M y La Nuit Debout nacieron además bajo
gestiones socialistas (de José Luis Rodríguez Zapatero y de Hollande),
desafiando a las izquierdas tradicionales en el terreno de lo social y
proponiendo “nuevas formas de hacer política”. También vieron la luz en
coyunturas parecidas: Zapatero acababa de anunciar una dura política de
recortes y una reforma laboral, más o menos en la misma línea que Hollande.
En España el 15 M fue de todas maneras “tolerado”, y se debió esperar
bastantes meses –hasta la instalación del gobierno de Mariano Rajoy– para
que la criminalización de la protesta fuera una constante. La reacción
francesa ha sido mucho más dura.

Violencia

En la tarde del martes 10, una decena de días después de multitudinarias
concentraciones obreras con motivo del Primero de Mayo en las que
convergieron representantes de La Nuit Debout, miles de personas se
congregaron en las afueras de la Asamblea Nacional para protestar ante la
inminente aprobación de la ley de reforma laboral. El gobierno acababa de
anunciar que recurriría a un artículo de la Constitución que autoriza la
aprobación de proyectos de ley sin discusión parlamentaria, una disposición
que unos años antes tanto Hollande como Valls consideraban antidemocrática y
decían que debía ser eliminada. Pero la división interna de los socialistas,
muchos de cuyos diputados calificaron a la reforma laboral como “de cuño
neoliberal”, forzó al gobierno a recurrir a ese artículo para obligar a la
bancada a votar unificada.

Ese 10 de mayo tuvo pues lugar una concentración pacífica, convocada por los
colectivos animadores de La Nuit Debout, sindicatos y diversas fuerzas de
izquierda, en las cercanías de un parlamento rodeado de fuerzas de choque de
la policía con carros lanza agua. A pesar de que los manifestantes se
mantuvieron tranquilos, parados detrás de sus pancartas o sentados con las
manos levantadas, las fuerzas policiales los gasearon y persiguieron por las
calles aledañas. Testigos dijeron haber visto a policías marchar al trote
golpeando sus cachiporras contra los escudos, como si se tratara de
militares. Lo cierto es que estas escenas se vienen repitiendo en Francia
ante cada protesta social de cierta envergadura. El “estado de urgencia”
vigente desde los atentados del 13 de noviembre, que ha sido renovado dos
veces, es la excusa utilizada por el gobierno para justificar la actitud
policial. Pero los excesos han sido casi que la norma. El 17 de diciembre,
antes del nacimiento de La Nuit Debout, la policía había quebrado un tabú:
reprimir a estudiantes dentro de un recinto universitario, cuando las
fuerzas antidisturbios ingresaron a la Universidad de París I, golpeando y
deteniendo a los jóvenes. Un día después, una marcha en solidaridad con los
detenidos culminó con nuevos abusos policiales documentados por filmaciones.
El grupo Defensa Colectiva (Defcol), integrado por abogados “comprometidos”,
viene denunciando la violencia y la arbitrariedad de las intervenciones
policiales en los conflictos sociales, empleadas a repetición en el caso de
La Nuit Debout, por ejemplo para desalojar la plaza. El colectivo registra
más de 300 detenciones por motivos políticos y en torno a 2 mil
allanamientos de domicilios de militantes sociales, incluidos los de
liceales menores de edad, entre diciembre pasado y este mes de mayo.

Extensión

A priori, el 15 M parece haber sido un movimiento mucho más espontáneo que
La Nuit Debout, con un tiempo de gestación y permanencia en la plaza más
corto (alrededor de un mes duró la ocupación de la Puerta del Sol) pero con
estructuras que se definieron de una manera más concreta y una comunicación
encauzada sin mayores dificultades. A La Nuit Debout le cuesta, todavía,
extenderse más allá de algunas categorías y tener el carácter masivo que fue
asumiendo el movimiento español. Le cuesta, por ejemplo, trascender hacia
las periferias urbanas populares, cargadas de inmigrantes, y ese “déficit”
ha sido una de las discusiones más reiteradas en filas del movimiento. La
otra: el vínculo con los trabajadores sindicalizados, promovido expresamente
por alguna de sus corrientes, y rechazado también expresamente por otra, que
ve en las dirigencias sindicales a aliados de la preservación del sistema.
De hecho, si bien La Nuit Debout comienza a definir estructuras mínimas, aún
esta tarea le resulta complicada a la hora de concretar las ideas en
acciones. La propia represión le ha hecho reconcentrarse, obligándola a
destinar tiempo y recursos a la “interna” y a pensar formas de resistencia a
los embates policiales, que provocan un desgaste difícil de superar.

Pero quizás la más importante de las diferencias entre el movimiento español
y el francés tenga que ver con el después, y en particular con su relación
con la política partidaria. En España, el 15 M surgió desafiando a los
partidos –a todos–, y en las acampadas de la Puerta del Sol no se aceptaba
la presencia de dirigentes políticos, del grupo que fuera. Esa, y el rechazo
a los liderazgos “personalistas”, es una condición casi unánimemente
aceptada por los 15 mayistas. Unos pocos meses después, de las filas del 15
M nacía Podemos, con la intención de “asaltar las instituciones” y
articulado en torno a la figura de un fuertemente mediático dirigente, como
Pablo Iglesias. En Francia, si bien La Nuit Debout se plantea como un
movimiento horizontal donde nadie se siente representado por el otro y hasta
los responsables de las distintas comisiones internas son rotativos, desde
un comienzo la presencia de dirigentes políticos y sindicales ha sido
aceptada. En la Plaza de la República se pueden ver por ejemplo puestos de
las Juventudes Comunistas, del Nuevo Partido Anticapitalista y de la Francia
Insumisa, un grupo liderado por el ex candidato presidencial del Frente de
Izquierda Jean-Luc Mélenchon. Por ahí han pasado además referentes de
distintas tendencias de la izquierda europea, incluido el ex ministro de
Finanzas griego Yanis Varoufakis. En los debates que se arman por las noches
–sobre precariedad, inmigración, refugiados, el Ttip, derechos civiles,
violencia social, consumo, etcétera–, el del futuro del movimiento, su
ampliación y hacia dónde ir, es de los que más caldea los ánimos…

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(No) Futuro

El 20 de abril tuvo lugar en la Bolsa del Trabajo de París, a muy poca
distancia de la Plaza de la República, una discusión sobre el futuro de La
Nuit Debout. La convocó el equipo del diario Fakir, dirigido por el cineasta
François Ruffin, realizador de Merci, patron!, la película símbolo del
movimiento (véase recuadro), y dos de las comisiones de los movilizados
(Convergencia de las Luchas y Huelga General). El objetivo de los
convocantes era claro: “inyectar política en algo que se ha ido
transformando en un ágora gigante” algo descosida, según resumió una
cronista del diario digital Médiapart. Ruffin dijo entonces, y lo planteó
nuevamente algunas semanas después, que si el movimiento no busca confluir
con los sindicatos obreros se agotará en sí mismo. “Con La Nuit Debout ya
respiramos mejor. Emociona, pero necesitamos un plan de batalla, una
maduración política y eso vendrá de la mano de la confluencia con los
sindicatos.” Entre los 350 participantes que se sucedían en la tribuna
estaba Serge Halimi, director de Le Monde Diplomatique, para quien el
movimiento francés debe evitar caer en la deriva en la que cayó el
neoyorquino Occupy Wall Street, que “se enamoró de sí mismo” y murió de
narcisismo. “Hay que trascender las luchas reivindicativas y la crítica para
inscribir al movimiento en el largo plazo una vez que las manifestaciones y
la ocupación decaigan”, declaró Halimi, que propuso a los nocheros franceses
vincularse a la resistencia al Ttip, tanto o más “peligroso” que la reforma
laboral de Hollande, para darle globalidad a un movimiento que
“necesariamente debe tener una dimensión transfronteriza”. Pero entre los
asambleístas de la Bolsa del Trabajo la idea que resonó con más fuerza fue
la de ir preparando una huelga general. Según otro portal, Rue 89, alguien
hizo referencia a que le alegraba que “algunas buenas consignas de los años
setenta, como la de la unidad obrero-estudiantil, volvieran al centro de la
escena, aunque también reconoció que los eventuales actores de esa deseada
unidad son hoy muy distintos a lo que eran hace cuarenta años. Eso dificulta
en mucho las cosas y crea malos entendidos mayores aun que los que había en
los setenta”.

Pero si “malos entendidos” hay entre los jóvenes de las plazas –aun entre
aquellos más afines a buscar la confluencia– y los sindicatos, qué decir de
los que existen entre esos jóvenes y los habitantes de las ciudades
periféricas, fundamentalmente los “no blancos” de piel, que tienen la
sensación de que los rebeldes de La Repúblique no pasan de ser “unos pocos
miles de hijos malhumorados o más o menos marginales de la pequeñoburguesía
urbana, intelectual y blanca parisina”, según dijo en otra reunión una
militante barrial de origen árabe. Ruffin reconoce la realidad de ese “muro”
y es una de sus “obsesiones” destruirlo, pero no son pocos los colectivos de
los barrios periféricos que sostienen que las buenas intenciones son una
cosa y la realidad otra. “La izquierda de la izquierda hace años que admite
su distancia con los jóvenes de los barrios populares, pero nada hace en los
hechos para que nos sintamos atraídos hacia un movimiento como este”,
sostiene por ejemplo la militante antirracista Sihame Assbague. Mohamed
Mechmache, presidente de una asociación que forma parte de un colectivo de
200 grupos barriales (Pas Sans Nous, “No sin nosotros”), reclama que se los
escuche “en serio”. “Ustedes se dicen indignados. Nosotros estamos
indignados hace añares”, declaró en una reunión convocada por La Nuit
Debout. “Más de treinta años llevamos los barrios populares en estado de
emergencia. No se nos aplica el derecho, y los jóvenes de buena familia no
se imaginan la violencia y la opresión escandalosa que vivimos en nuestros
barrios.”

Daniel Gatti, Brecha.

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“Merci, patron!”

La indignación filmada

Así como se dice que en el origen del 15 M español está Indignaos, un
opúsculo del veteranísimo francés recientemente fallecido Stéphane Hessel,
La Nuit Debout nació de los colectivos que asistieron a proyecciones de una
película que tuvo un éxito viral en Francia. Merci, patron! (¡Gracias,
patrón!), una suerte de documental-comedia del novel cineasta Francois
Ruffin, director del fanzine Fakir, cuenta cómo uno de los símbolos del
capitalismo francés contemporáneo, Bernard Arnault, Ceo de Lvmh, un
conglomerado de empresas de lujo que agrupa a marcas como Louis Vuitton,
Kenzo, Dior, Fendi y Gyvenchi, suprime miles de puestos de trabajo de un
plumazo y convierte a una pequeña localidad francesa en un pueblo fantasma,
al cerrar la única fábrica local “deslocalizándola” hacia un país con
“costos laborales” muchísimo más bajos. La película fue rodada por el equipo
de Fakir y sus actores son los propios habitantes de la localidad y ex
trabajadores de la fábrica cerrada, fundamentalmente dos sindicalistas. La
bronca que causó ver a Arnault, una de las mayores fortunas de Europa y la
mayor de Francia, justificar los despidos de cientos de obreros “sobrantes”
en aras de maximizar las ganancias de una trasnacional que las acumula fue
tal que Merci, patron se convirtió rápidamente en fenómeno sociológico.
Ruffin se dedicó a su vez a recorrer el país organizando reuniones “del tipo
de las que se dice que se hacían en mayo del 68, cuando el documental
social, en particular el documental relacionado con el mundo del trabajo,
tomó un auge tremendo en Francia”, según dijo. Una tradición olvidada que
vive actualmente una suerte de renacimiento y de la que es también expresión
Comme des lions, un documental presentado por su autora, Françoise Davisse,
como “el retrato de la aventura colectiva” protagonizada por los
trabajadores de una fábrica del grupo automotor Psa, que el mismo día que
anunciaba ganancias récord comunicaba que en tres años se había
“desengrasado” suprimiendo 17 mil empleos.

Daniel Gatti, Brecha.

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