Argentina/ Macri sube la apuesta neoliberal [Claudio Katz]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Oct 31 00:16:05 UYT 2016


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Correspondencia de Prensa

31 de octubre 2016

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Argentina

Macri subre la apuesta neoliberal        

Claudio Katz *

Buenos Aires, 30-10-2016

Antes de concluir el primer año de gestión Macri ya concentra todas sus
energías en las elecciones del 2017. Proyecta prolongar su gobierno para
reinstalar a pleno el programa neoliberal recreando los mitos de la
privatización, la apertura comercial y la flexibilización laboral. ¿Podrá
lograrlo?

Catarata de fallidos

El crecimiento no aparece en el esperado segundo semestre y la recesión del
2-3% supera los promedios de las últimas caídas. También la inflación del
40% desborda los porcentajes habituales de la carestía. En lugar de avances
hacia la pobreza cero, más de un millón de personas han sido empujadas a la
miseria. Los asalariados formales perdieron entre el 8% y el 12% de su
ingreso real y la tasa de desempleo se ubica en las zonas industriales por
arriba de los dos dígitos. La desigualdad se expande en forma abrupta. 

Hasta ahora la administración de Cambiemos no logró las ansiadas
inversiones. Los únicos capitales que llovieron son los fondos golondrinas
que especulan en el circuito financiero. Si se cumplen las estimaciones
oficiales, la economía se encontrará a fines del 2017 en el mismo punto que
estaba al concluir el kirchnerismo.

El divorcio entre promesas y realidad se extiende al terreno de la
corrupción. Macri no ha explicado el fraude de las empresas off shore que
montó para evadir impuestos. Su vicepresidente escondió bolsos con dólares
de dudoso origen. El titular del Banco Central arrastra un cajoneado proceso
por el fraudulento manejo de la deuda pública y el jefe del Banco Nación
participó en las malversaciones de los fondos buitres. Además, el secretario
de energía suscribe contratos con sus amigos de Shell y el dueño de un gran
supermercado supervisa el jolgorio de los precios.

El líder del PRO enaltece la institucionalidad, pero fuerza la renuncia de
los magistrados adversos, disciplina a los fiscales y negocia directamente
los temas conflictivos con la Corte Suprema.

Los anuncios de imparcialidad en la comunicación naufragaron con la
anulación de la ley de medios. Los principales emporios evitaron la
subdivisión y sostienen al gobierno para ampliar su influencia con la
próxima regulación del cable, los satélites y la telefonía.

Este blindaje mediático le permite a Macri ocultar el agravamiento de la
criminalidad, que afronta con la misma improvisación del gobierno anterior.
Trasladan gendarmes de las fronteras al conurbano y negocian cambios con las
cúpulas policiales, sin modificar la connivencia de esas jefaturas con el
delito. 

Durante la campaña Macri cuestionaba la ausencia de un diálogo transparente.
Pero desde el gobierno ha convertido al Parlamento en una oficina de favores
para aprobar leyes a cambio de prebendas. Con la misma manipulación de los
fondos públicos ha logrado frenar el paro de la CGT. La burocracia sindical
preserva su turbia administración de las obras sociales y recibe protección
frente a cualquier investigación de su enriquecimiento personal.

El presidente ha confirmado la típica fractura entre lo que se enuncia desde
el llano y se realiza en el gobierno. Al principio eludió esa estafa con
simples llamados a la felicidad. Luego culpó a la herencia kirchnerista de
todas las desventuras y posteriormente denunció imaginarias obstrucciones de
la oposición. El agotamiento de esos libretos lo induce a ensayar un nuevo
relato.

Gobernabilidad conservadora 

Para contrarrestar los fracasos del año el oficialismo sube la apuesta y
convoca a un gran operativo electoral. Afirma que un triunfo en las
legislativas del 2017 facilitará otro mandato del oficialismo en el 2019,
que permitirá destrabar los fallidos del 2016.

Con esta prioridad en los comicios Macri sepulta todas sus críticas
anteriores a la obsesión electoral de los políticos por eternizarse en el
gobierno. En lugar de “trabajar para la gente” ahora se embarca en la
conservación de los cargos.

Proyecta inducir un rebote del consumo anclando el tipo de cambio. Intentará
crear la misma primavera económica que indujeron sus antecesores en los años
impares de elección. Repetirá el retraso del dólar para apuntalar el poder
de compra con el auxilio del gasto público.

Macri tiene previsto recurrir al endeudamiento para financiar el enorme
déficit fiscal (6-8% del PBI). Lo que el kirchnerismo solventaba con
emisión, el oficialismo sostiene con empapelamiento. Ningún país del mundo
compite con el vertiginoso incremento de un pasivo estatal que terminará
desatando los conocidos ajustes del FMI. 

El pago de intereses usurarios ya absorbe el 11% del presupuesto y la deuda
es utilizada para facilitar fugas de capitales, gastos corrientes y aumentos
de importaciones. Con esa bomba de tiempo el PRO se dispone a motorizar la
campaña de sus candidatos.

Los medios hegemónicos convalidan ese plan. Avalan todas las tonterías de
Prat Gay sobre el “enderezamiento de la macroeconomía” y justifican lo que
antes demonizaban. 

El monumental déficit fiscal, el deterioro de la balanza comercial, el
derroche de divisas o la fractura entre inflación y tipo de cambio son
presentados como inconvenientes pasajeros. Los mismos desajustes que eran
identificados con el precipicio, ahora son retratados como simples datos
cotidianos.

El establishment avala posponer un ajuste mayor para facilitar la maniobra
electoral. Los talibanes del neoliberalismo también aceptan la demora y la
embajada de Estados Unidos invita altos funcionarios del Tesoro o el
Departamento de Estado, para elogiar las maravillas de su nuevo peón
sudamericano. 

Pero el plan de Macri requiere la cooptación de segmentos del justicialismo
para fortalecer la cogestión de Vidal con los intendentes. También exige
tratativas permanentes para apuntalar la conducta amigable de los
renovadores en el Congreso y la decisiva neutralidad del Papa Francisco. La
intermediación de Bergoglio fue determinante de la decisión cegetista de
anular el paro. El PRO incentiva, además, la división del peronismo y acosa
judicialmente a Cristina para forzarla a desertar del 2017.

El proyecto de Macri presupone también el afianzamiento de una base social
conservadora permeable a los discursos de mano dura. Por eso el presidente
justifica linchamientos o asesinatos de ladrones, mientras enmascara las
causas sociales de la criminalidad (desigualdad) y la impunidad del
bandidaje financiero. Cuenta, además, con la derechización de capas
intelectuales que repiten el itinerario de Vargas Llosa. Lanata es el
prototipo de esa involución.

La ideología del mercado

Para implementar un severo ajuste el macrismo necesita reintroducir las
creencias neoliberales. Cómo esa idolatría quedó afectada por el desastre de
los 90, el PRO ensaya nuevas fórmulas para las mismas falacias.

Despliega una intensa campaña contra el populismo, sin definir el contenido
de ese mal. En pleno electoralismo no puede identificarlo con baches
fiscales o “fiestas de los políticos”. 

Al macrismo le cuesta disimular su pertenencia a la crema de las clases
dominantes. Encarna un gobierno de la Ceocracia divorciado de las
mediaciones políticas tradicionales y se maneja con gerentes de grandes
empresas, que desconocen el universo exterior a Puerto Madero. Por eso
proclaman que el pueblo está feliz con “un ajuste necesario y provechoso”.

Los representantes de esa elite declaran abiertamente que se ha vivido una
“fantasía consumista”. Se indignan con las vacaciones o las compras de
vehículos y electrodomésticos de bajo presupuesto. Retoman las teorías del
derroche que identifican a la argentindad con el abuso del gasto y el
desapego al ahorro.

Pero recomiendan restricciones sólo para los humildes. Durante el 2016 el
segmento de los híper-privilegiados (ABC1) multiplicó sus viajes suntuarios
y compras de automóviles de alta gama, mientras descorchaba el champagne que
desgravó Macri.

El discurso austero no sólo choca con esa impudicia, sino con el propio
intento de crear un alivio de consumo para el escenario electoral del 2017.
Esa operación está amenazada por la demolición del poder adquisitivo que
Cambiemos pondera y lamenta al mismo tiempo.

La restauración neoliberal también transita por cuestionamientos al “adverso
clima de negocios” que generan los altos impuestos. No se refieren al IVA
sino a lo aportado por los acaudalados. Pero el PRO ya redujo los gravámenes
al patrimonio (bienes personales) y al agro-negocio (retenciones) sin ningún
resultado de inversión.

Para soslayar esa contradicción Macri ataca el ausentismo y la baja
productividad laboral. Sugiere que los capitales llegarán cuando los
asalariados acepten una mayor tasa de explotación. Pavimenta ese camino con
una reforma de las ART, que reducirá los derechos de los litigantes en los
juicios por accidentes de trabajo. Los capitalistas se ahorrarán
compensaciones por las tragedias que cada doce horas se cobran la vida de un
operario.

Con el mismo objetivo Macri vetó la ley anti-despido y tolera un incremento
del desempleo. Busca recrear el escenario disuasivo de la resistencia obrera
que prevaleció a mitad de los 90.

Pero todo el paquete de mensajes neoliberales oculta que las elogiadas
inversiones están detenidas por limitaciones estructurales de la economía
argentina. No sólo la rentabilidad de los sectores ajenos a la agro-minería
es reducida. En el contexto actual no se verifica la euforia privatista que
acompañó a Menen, ni el viento de cola internacional que rodeó al
kirchnerismo. 

En esta coyuntura es muy improbable la repetición de lo ocurrido en el
2002-03, cuando el repunte del agro se transmitió rápidamente a la
industria. Brasil es un espejo de las recesiones profundas y continuadas que
socavan a las economías sudamericanas.

El macrismo disimula este duro escenario con la fantasía de imitar
prosperidades ajenas. Propaga y archiva a toda velocidad los ejemplos a
seguir. Ahora propone copiar la trayectoria de Australia, olvidando las
diferencias con un país de menor densidad demográfica y mayor dotación de
recursos naturales.

La lejana economía de Oceanía que ensalzan los neoliberales exporta
minerales (y no alimentos), en estrecha asociación con los vecinos procesos
de industrialización asiática. Es un socio militar privilegiado del
imperialismo estadounidense, mantiene una estructura interna más igualitaria
y nunca afrontó las tensiones sociales de Argentina.

Los cerebros del macrismo discuten Australia, para no registrar lo ocurrido
en cualquiera de los modelos latinoamericanos de neoliberalismo continuado.
El futuro macrista de Argentina se puede avizorar en la terrible desigualdad
de México, la precarización laboral de Perú, las miserables jubilaciones de
Chile o la marginalidad social de Colombia.

Allí se pueden explorar los anticipos del país “serio y normal” que propicia
Cambiemos. Macri recita el viejo sermón liberal de enderezar a la Argentina
con mayor apego al trabajo y respeto a la institucionalidad. Con ese
maquillaje disfraza su proyecto de minorías más acomodadas y multitudes más
empobrecidas. 

Socavar la educación pública 

Cualquier afianzamiento del neoliberalismo exige un drástico deterioro de la
enseñanza estatal, puesto que en ese ámbito predomina una fuerte oposición a
la prédica derechista.

El macrismo ya retomó las campañas contra todos los docentes que se ubican
en la primera fila de la resistencia al ajuste. Cuenta con el apoyo de los
grandes medios, que hostilizan a los maestros para enfrentarlos con la
población. 

El oficialismo y sus escribas presentan al magisterio como un sector que
abusa de privilegios, elude obligaciones y aprovecha el ausentismo. No
ofrecen pruebas de esas calumnias y ocultan las adversas condiciones de
trabajo que prevalecen en la mayoría de los colegios.

También olvidan que sólo la esforzada labor de los docentes contuvo la
destrucción de la educación pública. Las Carpas Blancas impidieron en los 90
la degradación que monitoreaba el Banco Mundial.

Macri pretende reiniciar ese desguace. Por eso implementa censos concebidos
por las consultoras privadas, para establecer los rankings escolares que
preceden a la privatización. Es totalmente falso que “los docentes no
quieren ser evaluados” o evitan un “diagnóstico de la situación”.
Simplemente se oponen a la cirugía que prepara el gobierno.

Bullrich ha confesado que promueve una “segunda campaña del desierto”, sin
recordar a las víctimas de la primera cruzada. Los Ceócratas tienen en mente
el modelo chileno de endeudamiento de las familias para costear los
estudios, pero se presentan como adalides de una educación pública de
calidad. 

Con cierto cinismo declaran su propósito de contener la emigración de
alumnos a los colegios privados. Ese enunciado choca con el mantenimiento de
los subsidios a las escuelas pagas y con la abrumadora distribución de
cargos entre directivos provenientes de ese sector. Un funcionariado que
envía a sus hijos a las escuelas más costosas, no tiene el menor interés en
potenciar la enseñanza pública. El gabinete de egresados del Cardenal Newman
que maneja el país, ni siquiera conoce dónde quedan los colegios del estado.

El macrismo critica la conversión de muchas escuelas en centros
asistenciales, pero no propone restaurar su función educativa. Su gestión
acentúa la segmentación social que recrea esa degradación. Suelen constatar
el deterioro de las escuelas más empobrecidas y la reducción de las
exigencias de aprendizaje, en un ámbito que contiene a millones de chicos
excluidos. Pero presentan esa desgracia como un dato ajeno a la inequidad
que potencian todos los días. 

Cambiemos intenta gobernar durante muchos años para crear un consenso
privatista que naturalice la fragmentación escolar. Necesita un tiempo
prolongado para instaurar creencias elitistas, que chocan con la
extraordinaria historia de la educación pública argentina. Esa tradición
distingue al país del grueso de América Latina.

Para promover la sostenida expansión de la enseñanza privada, la derecha
necesita socavar la subsistencia de buenos colegios y universidades
públicas. Allí florece el pensamiento crítico y la actividad militante, que
los conservadores pretenden erradicar. 

El des-financiamiento de la educación superior es el primer paso de la
campaña por el arancelamiento que prepara el macrismo. Ya subrayan el “alto
costo” de universidades con bajas tasas de graduación en proporción a los
ingresantes y el malgasto en estudiantes extranjeros. No comparan esas
“pérdidas” con los millones de dólares transferidos a los parásitos del
sector financiero. Ocultan que sólo los fondos buitres recibieron este año
una suma dos veces y media superior al presupuesto de las universidades. 

En lugar de introducir becas para aumentar el porcentaje de los recibidos,
Cambiemos piensa en la expulsión de los “sobrantes”. Su objetivo es
despolitizar y embrutecer a la juventud.

Nuevos planes frente a la resistencia 

El macrismo ultimó su plan de gobierno prolongado a partir de lo ocurrido
con las movilizaciones del 2016. La intensidad de esa lucha puso en
evidencia que el movimiento popular no será doblegado con facilidad. El
nivel de resistencia y ocupación de las calles supera el promedio regional.

Las batallas que iniciaron los estatales contra los despidos fueron
sucedidas por importantes paros en incontables sectores. El gran acto
sindical de abril constituyó la mayor concentración unitaria de los últimos
años y corroboró el fortalecimiento de la agremiación registrada durante la
última década. Esa ampliación volvió a otorgar protagonismo a los
asalariados en reemplazo de los piqueteros.

Pero también la manifestación de San Cayetano reactivó la presencia
callejera de los movimientos sociales y la masiva marcha federal logró un
excepcional impacto de concurrencia y visibilidad.

La expresión más reciente de estas acciones ha sido la movilización contra
el femicidio. Un nuevo sector irrumpe con niveles de organización forjados
en encuentros periódicos de la militancia. Allí se han elaborado programas
para preservar vidas, revertir la desigualdad y legalizar el aborto.

La intensidad general de esas acciones neutralizó las pretensiones
represivas del macrismo. El oficialismo no pudo aplicar la ley
anti-piquetes, ni los protocolos de garrotazos que ensayó en las primeras
semanas de gobierno.

Han logrado mantener en la cárcel a Milagros Salas, pero fracasaron en el
intento de detener a Hebe de Bonafini. Tampoco pudieron avanzar en el
desprocesamiento de los genocidas y el masivo repudio a la negación de los
desaparecidos forzó la renuncia de Loperfido. Nuevamente la resistencia
democrática transita por los mismos carriles que la lucha social.

El gobierno sufrió también una dura derrota en la aplicación del tarifazo.
La Corte percibió el malhumor social y obligó a reformular los aumentos, a
través del sinuoso camino de las audiencias y las nuevas facturaciones. En
los cacerolazos de protesta reapareció una reacción espontánea de vecinos
indignados, que actúan más allá de las organizaciones sindicales o
políticas. Ese despertar atemorizó al macrismo e incentivó su plan de
priorizar las elecciones.

En un momento de crecientes protestas, Macri logró el aval de la burocracia
sindical para desactivar el paro nacional a cambio de un bono vergonzoso.
Los jerarcas archivaron la reapertura de las paritarias sin lograr ninguna
compensación. La suma negociada es insignificante y su otorgamiento depende
de la voluntad de cada sector patronal. Pero el gobierno sabe que la batalla
social continúa y por eso renueva su artillería política, ideológica y
electoral.

Comparaciones y escenarios 

Macri encabeza el mismo proyecto de restauración neoliberal que ensaya Temer
en Brasil. En ambos casos se han instalado gobiernos directos de las clases
dominantes, con el propósito de consumar agresiones virulentas contra las
conquistas populares.

El líder de Cambiemos engañó al electorado, pero logró una consagración en
los comicios que no tuvo su colega brasileño. Temer fue instalado por una
mafia de corruptos, que utilizó la farsa del Parlamento para derrocar a
Dilma. Es un bandido ungido por la casta de jueces y poderes mediáticos, que
reemplazan a los militares en el viejo ejercicio de la acción golpista.

Macri no carga con esa mochila de ilegalidades, pero afronta obstáculos
inmediatos de mayor alcance que su par brasileño. Frente a un nivel de
resistencia popular más intenso, no ha podido desplegar el acelerado plan de
ajuste que implementa Temer. 

El golpista ya dispuso recortes del programa Bolsa Familia, congeló el gasto
social y avanza en la reforma laboral y jubilatoria. Brasil no cuenta con el
margen de endeudamiento que tiene Argentina y por eso los neoliberales
impulsan las privatizaciones que Macri pospone.

La derecha brasileña tiene en carpeta la proscripción de Lula, pero su
principal apuesta es la desmoralización popular. La abstención masiva en las
recientes elecciones es una carta de esa estrategia. En cambio Macri debe
colocar todas sus fichas en una próxima secuencia de comicios con alta
concurrencia.

El dirigente del PRO tiene un proyecto reaccionario muy definido, pero
carece del poder requerido para implementarlo. Por eso busca repetir la
trayectoria de Menen que sorteó un debut tormentoso, para afianzar luego su
gestión con endeudamiento y contubernios. 

En un contexto internacional muy distinto a los 90 y con gran memoria de ese
desastre, el periplo de Macri puede naufragar. Si pierde las próximas
elecciones podría afrontar el mismo destino de Fox (México) o Piñera (Chile)
-que con gabinetes de CEOs o equipos políticos- no pudieron consolidar su
proyecto. Perdieron la partida y fueron reemplazados por otras fuerzas de
las clases dominantes.

Las elecciones serán un campo de batalla pero la gran pulseada se dirimirá
en las calles. Menem empobreció al país al doblegar la resistencia popular.
En cambio De la Rúa falló en ese mismo operativo y quedó sepultado por la
rebelión del 2001. 

El primer resultado condujo a una década de miseria y el segundo a un
periodo de mejoras sociales y conquistas democráticas. Quiénes proclaman su
deseo de “que a Macri le vaya bien” deberían recordar esos antecedentes.
Sólo con victorias del pueblo y derrotas de los poderosos el país saldrá
adelante. 

* Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA (Universidad de
Buenos Aires) miembro del EDI (Economistas de Izquierda). Su página web es:
www.lahaine.org/katz

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