Euskadi/ El desarme de ETA. y más allá [Petxo Idoyaga]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Abr 3 18:58:37 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

3 de abril 2017

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germain5 en chasque.net

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Euskadi

El desarme de ETA… y más allá

Petxo Idoyaga *

Viento Sur, 1-4-2017

http://www.vientosur.info/

El próximo 8 de abril se realizará materialmente el desarme de ETA. El
anuncio de este hecho lo hizo al diario Le Monde el pasado 17 de marzo Txetx
Etcheverry, una de las cinco personas, llamadas artesanos de la paz,
detenidas en Luhuso el pasado 17 de diciembre tras ofrecerse a participar en
el desarme de ETA "ante la pasividad de los gobiernos español y francés",
cuando procedían a la inutilización de un depósito de armas de ETA para
entregarlo a las autoridades francesas. Ese mismo día se celebrará en Baiona
-la principal localidad de la Euskal Herria bajo administración francesa- el
acto que dará el reconocimiento político al desarme: una concentración
ciudadana que se quiere sea masiva.

Se desconoce la forma concreta en que se procederá al desarme. Tampoco se
sabe si las armas estarán inutilizadas o en perfecto estado, con el riesgo,
en este caso, de ser utilizadas para la investigación sobre su uso en
atentados concretos. Pero no solo los artesanos de la paz sino también las
instituciones vascas, los partidos nacionalistas y otros referentes
políticos y sociales aseguran que se trata de un desarme total, definitivo y
verificable. Y, sin duda, en eso consiste la credibilidad del desarme, más
allá de las cuestiones técnicas que se susciten.

Cargos institucionales de todo el arco político francés (a excepción de los
del Frente Nacional de Marine Le Pen) han dado públicamente su apoyo y, con
la excepción de UPN y el PP, las fuerzas parlamentarias de la Comunidad
Autónoma Vasca (CAV) y la Comunidad Foral Navarra (CFN) también lo han
hecho. Si el protagonismo de los artesanos de la paz mostraba que la
sociedad civil actuaba como intermediaria política del desarme, se ha
llamado ya a mostrarlo con más fuerza asistiendo masivamente a Baiona a
participar en la jornada.

Queda por ver si los gobiernos español y francés no interferirán de forma
represiva en todo ello aunque parece que los datos señalados –y las
conversaciones que hayan existido por debajo- han creado un ambiente de no
intervención /1. Pero nunca se sabe.

Los argumentos de la reacción

En el Estado español tanto el PP como el PSOE (a diferencia, en este caso,
de su actitud en la CAV y en la CFN), así como diversos editorialistas de
medios de comunicación y tertulianos de incansable verborrea, están
construyendo tres líneas argumentales para uniformizar la opinión pública.

La primera es restar importancia al hecho mismo del desarme. Lo que importa
–dicen- no es eso sino que ETA se disuelva. Hasta ahora “que se desarmen”
era la exigencia más repetida y con la que esos voceros justificaban –hasta
que el desarme se cumpliese- la continuidad de la política penitenciaria.
Ahora, hasta el tertuliano que menos pinta en las decisiones del gobierno
asegura que cuando se disuelvan sí, ¡pero nunca antes!, se podrá revisar
acercar presas y presos a cárceles más cercanas de donde viven sus
familiares, bla, bla, bla.

La decisión política de ETA de poner fin a la lucha armada de una manera
definitiva el 20 de octubre de 2011, al aceptar que la vía armada estaba
acabada como referencia para la defensa de cualquier derecho democrático
nacional en Euskal Herria, fue, en todo este proceso, el hecho más
relevante. Pero esa decisión política sólo es completa cuando se produce el
hecho material del desarme. Por creíble que fuera la declaración del fin
definitivo de su violencia armada, ETA sigue teniendo las armas, sigue
siendo una organización armada. Que materialmente deje de serlo no es algo
banal cuando la tenencia de esas armas era lo que determinaba el carácter de
la organización, su espacio y sus posibilidades de actuación.

Como imagen de punto final que ETA se dé a sí misma, me parece de interés
que declare que se ha disuelto. Creo, además, que sería beneficioso para la
lucha por la democracia, y para las dinámicas de soberanismo socialista,
aunque necesite articular nuevas formas de organización y relación en el
colectivo de presas y presos. La eventual disolución difícilmente podría
hacerse antes de que la proponga una mayoría de presos (militantes de ETA)
que están en la cárcel precisamente por su disciplina militar y que se
preguntarán quién defenderá bien sus intereses en el futuro si ya no existe
su organización. De hecho lo van a debatir y resolver en los próximos meses

Pero ¿qué será ETA el 9 de abril? ¿una organización desarmada? ETA como
organización desarmada será una No ETA, será ya una No Organización. Si la
decisión del cese definitivo de la violencia armada y el desarme no han
provocado cambio alguno de la política penitenciaria ¿qué credibilidad tiene
que la declaración de disolución lo vaya a provocar? ¿Para qué se banaliza
lo principal, el desarme, mientras se ensalza la importancia de la
declaración de disolución organizativa de una No Organización? Obviamente,
para restarle importancia al desarme, para evitar que aparezca como un hecho
que exige cambios en la política penitenciaria y para legitimar la
continuidad de la política represiva del Estado no ya sólo contra ETA sino
contra una disidencia más amplia (política, cultural, de juventud…) y hasta
contra hechos como los de Alsasua.

La segunda línea argumental en la batalla reaccionaria por uniformizar la
opinión pública frente a un desarme que es unilateral, consiste en calificar
como “folklore” y “romería” (estos términos se repiten en discursos de
políticos y medios de difusión) que la intermediación del mismo la
protagonice la sociedad civil.

Es muy posible que en el momento de declarar el fin definitivo de la
actividad armada la perspectiva de ETA fuera la de un acuerdo con los
gobiernos español y francés. El pasado 12 de enero Rufi Etxebarria, hablando
en nombre de Sortu, informó que, en lo que la izquierda abertzale
consideraba la fase de solucionar las consecuencias del conflicto tras el
cese de la actividad de ETA, se pensaba en acuerdos bilaterales con ambos
gobiernos. Añadía que vieron refrendada esta idea por los mediadores
internacionales que en octubre de 2011 intervinieron en la Conferencia de
Aiete, quienes les informaron de que había un documento con el visto bueno
del gobierno del PSOE y de ETA que incluía presos y desarme entre sus 16
puntos /2. Concluía Etxebarria que tras la victoria electoral del PP en
noviembre de 2011 se fue todo al carajo, aunque al parecer ETA y la propia
izquierda abertzale tardó en entenderlo y durante un tiempo siguieron con la
esperanza de un acuerdo bilateral con ambos gobiernos sobre el tema del
desarme.

De existir, esas esperanzas cayeron hace ya tiempo. Y en estas condiciones
el modo en que se va a realizar el desarme de ETA no es ni “folklore” ni
“romería” (al menos en el sentido despectivo con que se usa el término) sino
un acto de muchísimo significado político. Es la sociedad civil quien toma
en sus manos intermediar en el desarme y es la sociedad civil la que se
autoconvoca masivamente a escenificar el acto político que celebra el
desarme de ETA como una victoria propia. Lo hará seguro con alegría (¡y si
eso es “romería”, que lo sea!), con toda la que nos merece este desarme. Que
no haya más una organización armada tiene como intermediario y portavoz de
la noticia a la sociedad civil y eso es magnífico.

Y creo que casi toda la gente que, desde la defensa de la plena democracia
para Euskal Herria, hemos enfrentado públicamente nuestras opiniones contra
la violencia armada de ETA y seguimos pensando así, casi toda esa gente
pensaremos que el protagonismo de la sociedad civil en el desarme es,
también, la manera más digna en que podía escenificarse el final de ETA (un
compañero habitual en esta web ya ha recibido maldiciones por utilizar ese
término de dignidad en el sentido que aquí, gustosamente, se lo retomamos).

La tercera línea argumental del discurso reaccionario es que antes de
proceder a cambios en la política penitenciaria y a poner fin al abuso
represivo por vía judicial sobre el pasado, presente y futuro de las
protestas civiles contra el Estado, que, antes de ello, debe darse la
autoinculpación o la delación sobre la autoría de los –según las directas o
filtradas afirmaciones policiales- 300 atentados en los que aquella no está
aclarada.

¿Dará el PP y PSOE el listado de sus miembros o de los que contrataron para
los atentados del BVE, del GAL y de los demás comandos terroristas
implicados en la guerra sucia? ¿Darán el interminable listado de los
miembros de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que durante todos
los años de este “régimen democrático” han torturado salvajemente a miles de
personas de la izquierda abertzale acusadas y no acusadas de pertenencia a
ETA? ¿Por qué aunque la izquierda abertzale hace tiempo ya que mostró su
acuerdo en crear una Comisión de la Verdad /3 para analizar la violación de
todos los derechos humanos en el conflicto vasco, no se quiere saber nada de
todo eso?

Verdad, justicia y reparación es el triple eje con el que, ciertamente,
puede cerrarse este tema. Hay mucha verdad por saber aún y basta, para ello,
con mirar la amplia documentación hecha pública por la Secretaría de Paz y
Convivencia del Gobierno Vasco desde hace años /4.

Pero la verdad no es la autoinculpación ni la delación personalizadas entre
quienes militan o han militado en ETA sobre atentados cuya autoría se
desconoce. Tampoco creo que esa deba ser la línea del conocimiento y la
determinación de violaciones de derechos humanos relativa a quienes las han
ejercido (torturas, por ejemplo) contra la izquierda abertzale y otros
sectores de la sociedad civil vasca.

La verdad es, ante todo, una acción ética y, sobre todo, política de
reconocer todos los actos de violación de tales derechos realizados por unas
y otras partes del conflicto y de ofrecer todos los datos necesarios para
saber por qué ocurrió tal violación, qué se perseguía con ella, cómo se
valoró los efectos de dolor sobre quienes golpeaba el atentado y sobre su
entorno. Esto es lo relevante y no el DNI del autor o autora, mucho menos
cuando, como ocurre aquí, se pretende conocer sólo la autoría de una parte.

Y hay que añadir que quienes ponen el conocimiento de la autoría de los
atentados de ETA como condición a modificar la política penitenciaria están
persiguiendo lo mismo que cuando decretaron que el cese definitivo no era
suficiente, cuando decretan hoy que el desarme no es suficiente y cuando
decreten mañana (porque lo harán) que la autodisolución tampoco lo es para
poner fin a las políticas represivas y penitencias del Estado contra la
izquierda abertzale.

El fin de ETA requiere otro balance político en el soberanismo socialista

El desarme de ETA es un motivo de alegría y puede ser –esperamos que sea-
una nueva condición favorable para el desarrollo de la izquierda abertzale y
del soberanismo socialista vasco en su conjunto. Por eso, lo más coherente
para una organización emancipadora como Sortu sería que fuera acompañado de
un balance político en profundidad tanto sobre los efectos en la lucha por
la libertad nacional y el socialismo de la violencia armada de ETA, como del
soporte de apoyo que le dio el conjunto de la izquierda abertzale.

Ciertamente es discutible si este tema debiera ir en el presente artículo a
continuación de lo anterior sobre el desarme o sería mejor quedar para otro
artículo de futuro. Pero creo que por influjo del propio desarme, también se
concentran ahora balances, reflexiones y preguntas en el espacio del
soberanismo socialista. Por eso sigo con ello

Es necesario recordad que no sólo durante el franquismo sino en los primeros
años de la transición, la actividad armada galvanizaba resistencias sociales
porque ETA aparecía como el obstáculo que impedía la clausura con pedigrí
democrático de la Transición. Pero apenas 15 días después de las Elecciones
Europeas de 1987 (en las que Herri Batasuna obtuvo su mejor resultado
histórico) ETA cometió el brutal atentado terrorista en el supermercado
Hipercor de Barcelona que causó la muerte a 21 personas y heridas a 45. A
partir de ahí entraron en funcionamiento los Pactos Antiterroristas de
Madrid y Ajurua Enea y a partir de 1993 (secuestro de Julio Iglesias)
comenzaron a producirse movilizaciones en la calle contra la organización
armada.

La respuesta de ETA fue involutiva. Y arrastró a toda la izquierda abertzale
organizada a un proceso en el que la defensa de la acción violenta de ETA se
convirtió en el eje principal de su actividad y en el que construyó
prácticas y discursos cercanos a la confrontación social (lo que se dio en
llamar estrategia Oldartzen, de “socialización del dolor”). El paréntesis
del Acuerdo de Lizarra volvió a demostrar que la violencia armada de ETA no
sólo debilitaba la fuerza de la reivindicación democrática en Euskadi, sino
también el espacio de la izquierda abertzale. Pero esa dinámica siguió
manteniéndose. Y ahora, creo, habría que hacer balance tanto de su
legitimidad como de su sentido político. Al menos a partir de ese periodo.

Recordemos, por ejemplo, este hecho. El 31 de octubre de 2006, las
representaciones de Batasuna, PSE-PSOE y PNV que venían reuniéndose en el
santuario jesuita de Loiola (Gipuzkoa) se retiraron de la mesa con un
borrador de acuerdo en el que se afirmaba que partiendo de la existencia de
dos ámbitos institucionales diferenciados -la Comunidad Autónoma Vasca (CAV)
y la Comunidad Foral Navarra (CFN)- se iba a crear un órgano institucional
común para ambos con atribuciones ejecutivas y de propuesta legislativa.
Cuando las tres delegaciones volvieron a reunirse en noviembre, Batasuna
planteó como condición para el acuerdo establecer como tarea expresa de ese
órgano institucional •elaborar un “Estatuto de Autonomía” común para ambas
comunidades, es decir, ser, desde el inicio, un órgano constituyente común
para ambas. Aunque no fuese la única causa de la ruptura, poner eso como
condición previa para la constitución misma de la institución común, era ya,
por sí sólo, impedir el acuerdo. Y la ruptura de este trajo consigo la
vuelta de ETA –atentado T4 en Barajas- al escenario del conflicto /5.

El sábado 21 de enero finalizaba el Congreso de Sortu y lo hacía renovando
casi en su totalidad la anterior dirección. Al día siguiente el diario
Berriak publicaba una larga entrevista con Arkaitz Rodriguez secretario y
portavoz de Sortu. Aunque la perspectiva independentista sigue siendo firme
en los documentos de ese Congreso y en las declaraciones de Arkaitz
Rodríguez, éste explica que Sortu no sólo acepta diferenciar como sujeto
político la CAV y la CFN sino, además, que “hoy por hoy no hay mayoría
suficiente para un proceso independentista ni siquiera en la CAV y que ese
proceso necesita una estación intermedia favorable al derecho a decidir, una
cuyas herramientas es un nuevo estatus político de la CAV, con o sin el
acuerdo con Madrid”. ¿Cómo leer desde esa perspectiva las conversaciones de
Loiola?

Sinceramente no creo que dentro de las fuerzas que, con sus diferencias
(algunas importantes) podemos englobar en el espacio del soberanismo
socialista, pueda tejerse un hilo de reconstrucción común de ese
partido-movimiento presentado como gran objetivo para el propio Sortu sin un
balance y un debate sobre todo ello. Más aún ante la evidencia de factores
de disidencia y hasta de ruptura con el propio Sortu –que, por pequeños que
aún sean condicionan ya el desarrollo de su debate y de su acción política-
no será posible sin ello “el paso de la identidad de resistencia a la
identidad de proyecto” y hacerlo •”recuperando espacios de desobediencia
civil y confrontación política” como defendió Otegi en el Congreso de enero.

La importancia que tuvo la votación muy mayoritaria del congreso de Sortu
sobre la estrategia de “desobediencia civil”, hay que entenderla en clave de
rechazo –actual al menos- a estrategias de actividad armada como la que
sostuvo ETA. Sin embargo no hubo en el Congreso ni lo ha habido después un
balance ni debate público sobre la valoración y justificación política de la
actividad armada de ETA desde la Transición, ni siquiera sobre sus acciones
indiscriminadas que afectaron a civiles (Hipercor…), sobre las que
supusieron estrategias contra representantes de partidos políticos elegidos
por voto popular o sobre periodistas y otras similares. Y, lo que es tan o
más importante: no hay balance político del apoyo político, reforzado con la
estrategia Oldartzen, que la izquierda abertzale civil dio a esa dinámica de
violencia armada.

Claves para desarrollar ese balance existen en el documento Euskal Herria
Zutik de febrero de 2010 /6. Pero no se ha desarrollado lo suficiente. Hoy
todos los movimientos memorialistas ponen la denuncia de la violación de los
derechos humanos básicos tanto a los fusilamientos de la guerra y la
posguerra, como a las actuaciones policiales, torturas etc., del
tardofranquismo y la transición. Hoy la izquierda abertzale pone, con razón,
la defensa de los derechos humanos en el centro argumental para el proceso
de paz. Hay que afirmar, efectivamente, que la base de una denuncia
democrática a todo ello es que fueron violaciones de derechos humanos. ¿No
lo fueron, también, muchísimas de las actuaciones de ETA, no casos aislados
sino la espina dorsal de su estrategia?

Frente a los argumentos antiterroristas sostenemos que la militancia en ETA
no se debía a afanes racistas ni nada parecido. Retomamos aquí, a gusto las
palabras del que fue creador de este viento sur, Miguel Romero: “No es
verdad que ETA sea una banda de asesinos y criminales. Es una organización
político militar integrada por militantes independentistas vascos. Como lo
fue el IRA que ahora es reconocido en Gran Bretaña e internacionalmente como
una organización respetable y, por cierto, no especialmente “alternativa” en
sus objetivos, ni en su forma de hacer política. Si no se entienden los
vínculos ideológicos y políticos de ETA con un sector muy amplio del pueblo
vasco, no se entiende nada” /7 Pero las razones políticas de esa militancia
no impiden considerar que no había razones que justificaran esa violación de
derechos humanos.

En el análisis de la izquierda abertzale sobre su pasado no hay un espacio
para una valoración política sobre todo ello. Al menos no hay un espacio
suficientemente claro. Pero debería ser un espacio principal para la propia
izquierda abertzale y para el entorno más amplio del soberanismo socialista,
sea social o político. Y el desarme de ETA es un buen momento realizarlo.

* Petxo Idoiaga es miembro del Consejo Asesor de Viento Sur.

Notas

1/ Bastante información sobre estos hechos, así como sobre las reacciones
que han producido pueden encontrarse en:
http://www.eitb.eus/es/noticias/politica/paz-euskadi/
<http://www.eitb.eus/es/noticias/politica/paz-euskadi/>

2/ La intervención completa de Rufi Etxebarria está disponible en:
http://sortu.eus/es/noticias/resolucion-del-conflicto/1672-charla-de-rufi-et
xeberria-askatasunaren-bidean-presoak-etxera Publiqué en esta web un
artículo de valoración sobre la misma en:
http://vientosur.info/spip.php?article10963

3/ Ver, por ejemplo, el documento presentado el 27/02/2012 por la Mesa
Nacional Construyamos la paz en el proceso democrático que titula su punto
2.4.- “El Pueblo Vasco necesita conocer la verdad: La Comisión de la Verdad
como instrumento para conocer lo acaecido” , disponible en
http://gara.naiz.eus/agiriak/20120226_ezkerab.pdf. El documento en su
conjunto y la propia propuesta contienen perfiles que, con toda legitimidad,
podía ser contestados y propuestos a modificación. Pero hay que resaltar que
nadie aceptó el tema.

4/ Toda la documentación está disponible en:
http://www.euskadi.eus/web01-s1lehbak/es/contenidos/informacion/documentos_p
az_convivencia/es_def/index.shtml

5/ Realicé un balance desarrollado sobre las conversaciones de Loiola en “El
conflicto vasco sin horizonte político” disponible en:
http://vientosur.info/spip.php?article2895
<http://vientosur.info/spip.php?article2895>

6/ Disponible en:
http://gara.naiz.eus/paperezkoa/20100216/183290/es/Zutik-Euskal-Herria

7/ “El relato único” disponible en:
http://vientosur.info/spip.php?article5911

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