Los Nuestros/ Mario Michelena: en vez de obedecer, compañero de la rebeldía [Ernesto Herrera]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Abr 12 18:42:57 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

12 de abril 2017

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Los Nuestros

Mario Michelena (1958-2017)

En vez de obedecer, compañero de la rebeldía

Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

El “sentido común” nos exige estar en duelo. Tristes, abatidos. Con el alma
desagarrada por la separación.

Es lo que deberíamos sentir, si nos atenemos a la cultura deshumanizada de
la sociedad capitalista, dónde los vivos pensamos en los muertos como los
ausentes.

Sin embargo, hay que trasgredir las costumbres para dibujar una semblanza de
este incomún luchador. Hasta por su manera singular de llegar a morir.

Fue el jueves 30 de marzo, por la tarde, recién asomado el otoño. Sin
preaviso dramático, ni bocinas médicas. Calmo, en paz, en su espacio de
cocina y mate, cigarro y lectura. Lo encontraron sus queridos vecinos. Que
ya lo extrañan. Era uno de sus pares.

Sabios, los latidos de su corazón eligieron el lugar. La “finca sin
cimientos” de Parque del Plata, amigable, solidaria y alegre. Levantada a
partir de un contenedor en medio de unos árboles y del esfuerzo de una
familia trabajadora de brazos fraternos, mentes vitales, almas felices. Ese
refugio alegre que junto a Isabel, su compañera, decidieron construir con la
esperanza entre los dientes.

Padre de Yael, Venancio, Carolina, Diego, Rebeca. Referencias ineludibles
que trazaron las apuestas de su vida afectiva.

Su transitar fue sin griterío. Jamás se colgó pergaminos revolucionarios.
Hablaba poco de su historia militante y le espantaba el discurso épico de la
izquierda. Derrotado muchas veces, volvía a recomenzar...y siempre así. Lo
guiaban su coherencia política y una conciencia de clase bien anclada y
generosa.

Empezó desde muy joven. En el liceo Rodó se incorporó a la resistencia
contra la dictadura, estuvo preso unos meses en el Departamento de
Inteligencia de la Policía y perdió la calificación de estudiante.

Su primer trabajo fue en el laboratorio de Chicle Adams. Tendría entre 18 y
20 años. Lo echaron porque agarró del pescuezo a su jefe.

Deambuló luego por el mundo del “trabajo informal”. Vendió libros puerta a
puerta (incluso en Buenos Aires) y anduvo de bagayero por las ferias
barriales. Trabajó en Motocar, un taller metalúrgico, y organizó el
sindicato para enojo del patrón que se ufanaba de pertenecer al Partido
Comunista. Cuando despidieron a Mario, sus compañeros ocuparon el taller.

Ya en democracia, se presentó a un concurso en el ex Iname (hoy Instituto
del Niño y Adolescente del Uruguay) y comenzó a trabajar como educador de
“menores infractores privados de libertad” en varios centros del interior de
país (Maldonado, Durazno, Paso de los Toros) fue uno de los dirigentes del
sindicato. Allí empezó su desprecio por los aparatos burocráticos, el
corporativismo sindical, y la tecnocracia oficialista. Renunció al Iname y
en 1989 entró a trabajar en la Comag (Cooperativa Magisterial) hasta el
momento de prejubilarse.

En 1993, asumió la presidencia del sindicato (Empleados de Cooperativa
Magisterial-Ecma), luego que la agrupación independiente que integraba
ganara las elecciones en 1993. En 2005, la misma corriente sindical ganó en
la Agremiación de Funcionarios de Cooperativas de Consumo (AFCC) y Mario
pasó a ser presidente de la federación de sindicatos de la rama. Puso
énfasis en organizar a la militancia de base en las cooperativas y a
denunciar la vinculación mafiosa entre algunas direcciones sindicales y las
directivas de las cooperativas. Batalló contra la corrupción imperante en el
cooperativismo de consumo y en contra de los “asesores rentados” que
contrataba AFCC. En el 2008, en un amañado “congreso extraordinario” de la
AFCC, el sindicalismo oficial, protegido por el PIT-CNT, impuso la remoción
de la dirección clasista presidida por Mario.

En octubre de 2009, él y un núcleo de trabajadores y trabajadoras se
organizaron y decidieron romper con el sindicalismo sometido al gobierno del
Frente Amplio. Salieron de Ecma y constituyeron Ecos, un sindicato de clase,
independiente de la estructura del PIT-CNT. Fue una experiencia inédita y
fundacional en el sindicalismo de la era progresista, sin dirigentes
rentados, ni viáticos diarios, ni celulares gratis. Una “opción peligrosa”
para la “unidad sindical”, atacada por los funcionarios del PIT-CNT,
ilegalizada por el Ministerio de Trabajo del progresismo. Pero continuaron,
sin doblegarse.

Su militancia se ubicó, sin vacilaciones, en el espacio de un sindicalismo
antipatronal  y antiburacrático. O sea, en la corriente de clase enemiga del
“dialogo” con los dueños del capital y de la “negociación” como arma pasiva
y desorganizadora. Se despegó de la trampa conformista y oportunista de la
llamada “unidad sindical”. Su actividad partía de una premisa básica:
intransigente oposición al maridaje entre aparatos sindicales, gobiernos y
partidos políticos institucionales.

Fue un pilar de la Tendencia Clasista y Combativa (TCC), generó acciones de
solidaridad con trabajadores de empresas tercerizadas, apoyó luchas
abandonadas por el PIT-CNT, acompañó el movimiento contra la impunidad del
terrorismo de Estado, por Memoria y Justicia. Participando de experiencias
internacionales que construyen alternativas de lucha de clases; diciendo
presente en un congreso de la Conlutas en San Pablo, Brasil, una central
animadora y organizadora de toda huelga y movilización obrera; reuniéndose
con Christian Mahieux y Nara Cladera de paso por Uruguay, coordinadores de
la Unión Solidaires de Francia, una central activa en los movimientos
sociales, organizadora de las huelgas generales, impulsora, junto a la
Conlutas, de la Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas.

Su historial político tampoco supo de renunciamientos en el terreno de los
principios y de los valores fundamentales.. Se integró al Partido Comunista
de joven y fue sabiendo de manipulaciones y traiciones. Rompió con la estafa
estalinista y fue acercándose al trotskismo. Se zambulló con entusiasmo en
el marxismo revolucionario. La lectura del “Hombre que amaba a los perros”
del cubano Leonardo Padura, fue la confirmación de que había dado el paso
justo, coherente con su conciencia. Lo identificaba la lucha sin cuartel de
León Trotsky contra los aparatos totalitarios, la rabiosa e incondicional
defensa de la democracia obrera, la temeraria voluntad del revolucionario
bolchevique.

Sí, no caben dudas. Puede definirse a Mario como hombre íntegro, que en vez
de obedecer a los de arriba -y a sus empleados y gerentes de turno-, confío
en los rebeldes. Eligió estar entre ellos, con la confianza visceral de un
desobediente. Hizo estandarte de su vida aquel dicho del notable John
Berger: “en esta tierra no existe la felicidad sin anhelo de justicia”. Por
eso, abrazó todas las causas de la condición proletaria

El viernes 31 de marzo, sus familiares, compañeros y amigos lo acompañamos.
La liturgia tradicional diría que fue un velorio. Donde lloramos al ausente.
Claro, se percibía la pérdida, el golpe sorpresivo, artero, demoledor. Es lo
normal en estos casos. Habla de pesadumbre, sentimiento de dolor compartido.


No obstante, se percibía (re)encuentro de compinches. Empatía, Respiración
común. De gente que conoció su ser bueno, sencillo, franco, luchador,
solidario. Entrañable. Como para seguir contándolo entre nosotros.

Montevideo, 12 de abril de 2017

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