Colombia/ La comida: el imán de las Farc en Icononzo [Natalia Arbeláez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 13 14:58:00 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

13 de abril 2017

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Colombia

La comida: el imán de las Farc en Icononzo

Natalia Arbeláez

La Silla Vacía, 11-4-2017

http://lasillavacia.com/

Desde que se planeó la visita a “La Fila”, la vereda donde está ubicada una
de las 19 zonas de concentración de las Farc, me dijeron que nos ofrecerían
almuerzo.

¿Almuerzo?, pensé. Con trescientos guerrilleros ahí concentrados, cerca al
páramo de Sumapaz, a unos 90 minutos de Melgar, donde es difícil que los
alimentos lleguen y habiendo poca plata, sumarle el almuerzo de todos los
periodistas que visitan la zona parecía un exceso. Luego entendí.

En la plaza de Icononzo ya hay montado todo un negocio de transporte de
camionetas 4 x 4 para subir a los que llegan a visitar la zona, que se ha
vuelto un sitio de peregrinaje: los papás que quieren buscar a sus hijos
guerrilleros, periodistas, activistas, universitarios, organismos
internacionales.  Alquilamos una de ellas y arrancamos cuesta arriba.

La carretera es destapada y después de cuatro días de verano, el barro ha
cedido. La topografía es quebrada y completamente verde.

Aunque ahora resulta difícil de creer y sus habitantes califican el
territorio como “sano”, Icononzo fue escenario de guerra de los liberales y
conservadores, de las Farc y de los paramilitares. Uno de sus principales
atractivos turísticos, el Puente Natural de Pandi a 115 metros sobre el río
Sumapaz, solía ser el destino final de uno y otro bando. A veces los tiraban
vivos, a veces muertos, cuentan sus pobladores.

“En Icononzo empezó la guerra y ahora está naciendo la paz”, dice Mauricio
Toro, el dueño del Supermercado El Mayorista.

Toro se pensionó del Ejército tras recibir 14 impactos de bala de las Farc
en un combate  y perder su brazo. Ahora se prepara para ser el enlace entre
los campesinos y el gobierno para que los primeros puedan vender sus
productos para alimentar a los guerrilleros.

Los alimentos tienden el puente para la reincorporación de las Farc.

La zona de concentración

Supe que habíamos llegado por la cantidad de carros que estaban estacionados
afuera.

Aunque inicialmente una “línea roja” del presidente Santos era que los
guerrilleros no tuvieran contacto con las comunidades, la afluencia de gente
que los quiere ver hizo que tuvieran que ceder y crear unas “zonas de
recepción”, que es un área limítrofe hasta dónde pueden llegar los civiles
que visitan la zona veredal pues allí los guerrilleros están sin uniforme y
sin armas.

La carpa de la recepción está llena de gente y parecen estar en un taller.
Carlos Alberto Grajales, quien hace parte de la dirección de la Comisión de
Relacionamiento y Trabajo Político de las Farc, dice que son presidentes de
juntas de acción comunal de las veredas, líderes sociales y estudiantes
universitarios, entre otros, y están haciendo pedagogía de los acuerdos.

“La gente tiene que saber que los acuerdos también los benefician y, por
eso, tienen que exigirlos. Un 90 por ciento de las reivindicaciones que se
hicieron en los diálogos de La Habana son para el pueblo y un 10 por ciento
son sólo para de la guerrilla”, agrega este hombre, de tez blanca, de unos
40 años y modales suaves.

Es el primer guerrillero con el que hablo en la vida; me cuesta trabajo
creer que hacía parte de los frentes que se movían alrededor de Bogotá.

Una de las cosas que él quiere que la gente ‘exija’ es que el Gobierno le
compre a los campesinos del municipio los productos para abastecer las zonas
veredales en cambio de traerlos de Bogotá.

En Icononzo, como en muchas zonas que tienen variedad de climas, casi todo
lo que se siembra se da. Hay ganado, pollos, tomate de árbol, guayaba,
plátano, fríjol y tomate, entre otros.

Los campesinos son dueños de sus minifundios y están listos para vender sus
productos. Pero como la mayoría de agricultores, no tienen registro en una
Cámara de Comercio, empleados afiliados a la seguridad social y demás
requisitos para contratar con el Estado. Y el Estado no puede contratar sin
factura. Esto ha dificultado el proceso, pero ya están encontrando la
solución a través de intermediarios formalizados como el ex militar Toro.

Hay tanta gente en la carpa de recepción que nos ubicamos en un lugar vacío,
al lado de la cocina. Nos preguntan si queremos desayunar.

El menú es pan, huevos y arroz, hay abundante café y limonada de panela. Los
conductores de los carros que están parqueados abajo desfilan por el lugar y
aprovechan el ofrecimiento.

Doce guerrilleros y guerrilleras despachan desayuno mientras adelantan el
almuerzo que va a ser sancocho con arroz. Están cocinando para 180 personas,
que son en buena parte los visitantes que se encuentran en la zona de
recepción. Los guerrilleros tienen sus propias ‘ranchas’ en los campamentos,
donde aún duermen porque en la zona propiamente de concentración por ahora
solo hay planchas de cemento.

Los víveres que llegan a las zonas veredales son comprados con dineros de
los contribuyentes, y me pregunto qué opinará el Gobierno de la generosidad
de la guerrilla con dinero ajeno.

Se lo pregunto a Andrea Rodríguez, que sirve de enlace local de la Oficina
del Alto Comisionado para la Paz.

Ella me explica que hay un monto límite por guerrillero que fue negociado en
su momento y con base en el cual cada campamento hace su pedido de comida al
comando nacional de las Farc, que se lo pasa a la Agencia Logística de las
Fuerzas Militares. Con base en ese cálculo, cada ocho días llegan unas cinco
toneladas de alimentos frescos, y cada quince días siete toneladas de secos.

Ya cada campamento ve cómo administra su comida y si la ceden o la reducen,
para compartir con otros, es su problema, opina Andrea.  Ya me había contado
que parte de la manera de ser de las Farc es no negarle un plato de comida a
nadie.

La política en Colombia va siempre de la mano de la comida; los votos a
veces se intercambian por un plato de lechona o un tamal y se bajan con
cerveza; así muestra el candidato su desprendimiento. Las Farc no son
necesariamente la excepción.

Esto lo compruebo cuando visito una de las fincas cafeteras cercanas a la
zona veredal.

Las Farc bajo otra lupa

La finca queda a la orilla de la carretera por donde pasan todos los días
los miembros del mecanismo tripartito de las Farc, la ONU y el Gobierno,
vigilando que se cumpla el cese bilateral y las condiciones pactadas para la
zona de concentración.

Los dueños son una pareja de viejos campesinos de Icononzo. Las mujeres
están preparando tamales, mientras los hombres tuestan el café recién
recogido.

Una de las mujeres más jóvenes me cuenta que visitó la zona veredal días
atrás con su esposo y otros familiares por primera vez. Dice que “los habían
citado” a una reunión que no se realizó, pero, en todo caso, los
guerrilleros los invitaron a quedarse y compartir un rato.

“Nunca habíamos visto un guerrillero”. Quedó sorprendida de ver lo amables
que fueron.  “Nos atendieron muy bien”, dice. “Nos ofrecieron tinto y
limonada, y como teníamos tanta sed porque subimos caminando, dijimos que
limonada. Pero también nos dieron café”. Luego como a las 5, les ofrecieron
comida: “arroz, carne sudada y papa”.

Después de conocerlos, dice, no le molestaría que la guerrillerada se
quedara en la zona tras su reincorporación a la vida civil, desde que “no
hagan maldades”. Cree incluso que podría ser bueno para el pueblo.

“Nos van a ayudar a nosotros”, dice. “A ellos no les gusta que haya
cochinada. Ellos son personas normales que han cometido pecados y van a
poner orden para que no roben ni haya viciosos”.

El dueño de la finca, que se nos une luego y que, como dice, “nació debajo
de las matas de café que se ven alrededor”, cuenta que en años pasados la
situación era pesado pues en la zona había muchos milicianos que hacían
fiestas, tomaban trago y ponían a cuidar a los campesinos para que si veían
algo llamaran.

Asegura que el movimiento político de la guerrilla va a nacer con mucha
fuerza: “Todo lo que es campesinado, la gente, les cree mucho. Eso los
respetan como al papá. Ellos lo que le han sembrado toda la vida al pueblo
es que han estado luchando por ellos”, dice.  A pesar de eso él es
escéptico: “todo el que coge un mando, se olvida del pueblo”.

La humanización

Cambiar la percepción que la gente tiene de ellos es uno de los propósitos
centrales de las Farc en esta etapa.

La guerrilla quiere “visibilizar y humanizar al guerrillero como un ser
humano del común y corriente que tiene sueños. La guerrillera que es mamá,
el joven que tiene aspiraciones”, dice Gregory Morales, el guerrillero
encargado de comunicaciones en la zona veredal.

Gregory es bogotano. Era estudiante de la Universidad Nacional cuando a sus
21 años decidió “conscientemente” ingresar a las filas de las Farc. “El
Estado no ofrecía la posibilidad de hacer cambios sociales por la vía
legal”, dice.

Ahora que podría estar rondando los 40 trabaja en el canal Nueva Colombia
Noticias, que se transmite por redes sociales. Dice que para “romper el
cerco mediático durante los dos períodos de Uribe” había que ser
contestatarios, pero que ahora quieren llegarle a todos los colombianos.

“Nuestro interés ahora no es llegarle a la Unión Patriótica, Marcha
Patriótica ni los Jóvenes Rebeldes, sino al 90 por ciento de la población
restante”, dice, con optimismo.

A la una de la tarde, cuando nos vamos ya de la zona de recepción, sigue el
taller con los líderes sociales. Al día siguiente, me encuentro con el
concejal por la Alianza Social Independiente Víctor Manuel Márquez, quien
asistió a esa jornada.

Me lo topé, casualmente, en la plaza de mercado, ubicada en un colegio
abandonado cuya remodelación se discute hace unos ocho años.

Me comentó que durante la reunión habían conformado una veeduría ciudadana
para verificar el cumplimiento de lo acordado tanto por el Gobierno como por
la guerrilla y que se trataba de “una iniciativa de la ciudadanía.”

Le pregunté por qué, si era independiente, se había conformado en la zona de
recepción de las Farc.

Su respuesta fue que habían hecho una primera reunión en el pueblo, pero
sólo diez personas habían asistido y, en todo caso, era importante que la
gente tuviera contacto con la guerrilla y se diera cuenta que no son unos
“monstruos” pese a que cometieron errores.

“Tenemos que concientizarnos que a veces vienen políticos de corbata que han
matado más gente con la corrupción”, dice, convencido, cuando habla de la
importancia de exigir el cumplimiento de los acuerdos. A él  o desplazaron
los paramilitares en 2006 y regresó al pueblo en el 2011.

La guerrilla tiene poder de convocatoria, y su comida y el abandono del
Estado son sus grandes aliados. Ya se habla de un plantón en Icononzo a
finales de abril contra el Gobierno por el incumplimiento de los acuerdos,
por no comprarles la comida directamente a los campesinos pero también hay
otras quejas o expectativas

La gente con la que hablé dice que no ha habido cambios con la zona veredal
hasta ahora. Y aspiran que lleguen proyectos productivos, al ser una de las
zonas priorizadas y que les pavimenten las vías, que es una de las mayores
dificultades que tienen los habitantes de Icononzo para sacar sus productos,
porque cuando llueve, cosa que sucede a menudo en una zona de páramo, las
trochas se ponen imposibles.

Sin embargo, todos parecen sentir que lo mejor está por venir.

El  representante legal de Asobaicotol, una de las asociaciones más grandes
de bananito en el país, que es el producto estrella de Icononzo, y Mauricio
Toro, el oficial del Ejército que perdió su brazo y quien además de su
supermercado, ahora le está apostando al turismo en la región, están
dispuestos a emplear a aquellos guerrilleros que quieran trabajar.

En Icononzo hay más futuro que pasado.

Esa misma tarde, en la zona de recepción, estaba por llegar otra comitiva.
Esta vez eran representantes de diferentes credos (un santero, un judío,
varios cristianos) para compartir su visión de paz y celebrar una vigilia
con los guerrilleros. Para ellos, seguramente también habría una cena
dispuesta.

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