América Latina/Debates/ Entre el reflujo de los progresismos y experiencias alternativas [Franck Gaudichaud - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 13 22:02:28 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

13 de abril 2017

Boletín Informativo

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América Latina/Debates

Entrevista a Franck Gaudichaud

Entre el reflujo de los progresismos y experiencias alternativas

Michèle Kiintz

Cerises/Rebelión, 21-3-2017

http://www.rebelion.org/

Traducción de Caty R.

¿El regreso revanchista de los neoliberales a los gobiernos de algunos
países de América Latina pone en entredicho las experiencias liberadoras de
los últimos años ?La realidad es más compleja, nos dice Franck Gaudichaud.
¿En qué se han convertido en realidad los « intentos de alternativas
liberadoras locales o nacionales en marcha » que evocas en una entrevista en
este mismo medio ? /1

Más que un «final de ciclo» en América Latina, tema de numerosos debates
actuales, asistimos al regreso de una coyuntura sociopolítica. Y más
exactamente al reflujo de fuerzas progresistas o nacionales-populares en
varios países claves, especialmente en Venezuela donde la oposición ya
domina el Parlamento y donde hay una enorme crisis económica y política. Y
en Brasil, con el golpe parlamentario que permitió la destitución de Dilma
Roussef, país donde existe un auténtico descontento de las clases populares
y medias frente al balance del Partido de los Trabajadores (PT) y todavía
más frente al corrupto Gobierno conservador actual. Otro símbolo de esos
reflujos en curso es Argentina con la llegada del neoliberal Mauricio Macri,
el hombre de la patronal y las multinacionales, tras el fracaso electoral de
Cristina Kirchner en las elecciones presidenciales. Podríamos seguir así
–pero en una medida mucho menor- con la derrota de Evo Morales en Bolivia en
el último referéndum, aunque Morales todavía es popular, está muy arriba en
los sondeos y aparentemente en condiciones de volver a presentarse a pesar
de todo. Finalmente hay numerosas tensiones y conflictos abiertos entre los
movimientos sociales-medioambientales, sindicalistas o indígenas y el
Gobierno de Correa en Ecuador.

Esos reflujos políticos y electorales relativos, de lo que en dos palabras
se podría denominar “progresismos gubernamentales”, y de las nuevas fuerzas
políticas hegemónicas en una decena de países sudamericanos desde 2002-2005
vienen acompañados de un balance crítico de la cuestión del extractivismo y
la utilización de los recursos naturales, de las formas de desarrollo y
producción, de las nuevas dependencias y reprimatización de las economías,
un debate impulsado por ciertos sectores de los movimientos sociales e
indígenas, así como por las corriente de la izquierda anticapitalista (que
permanece muy minoritaria). Balance que en el plano de los avances sociales
y de reconstrucción de un Estado social en esos diferentes países es
claramente positivo comparado con el período neoliberal anterior, como lo
señalan regularmente el sociólogo brasileño Emir Sader y diferentes
intelectuales próximos a los ejecutivos progresistas.

Sin embargo, no basta con ver el nivel estatal e institucional, también hay
que mirar la efervescencia popular que continúa “por abajo”, y abajo a la
izquierda, en términos de autoorganización, de creación de espacios
autogestionados, de empresas recuperadas, de comunidades indígenas que
recuperan su territorio y se oponen a las multinacionales (como los shuars
en Ecuador), de medios comunitarios en los barrios populares urbanos o
rurales como Radio Villa Francia o Canal Señal 3 en Santiago de Chile) /2.
En esta ebullición está también la construcción zapatista que remonta en
México, ya que el avance de la idea de la candidatura de una mujer indígena
a las próximas elecciones presidenciales, apoyada por un consejo indígena,
es una excelente noticia (después de años de retiro en sus tierras de
Chiapas). También están los consejos comunales y las organizaciones
cooperativas rurales existentes en el marco del proceso bolivariano, algunos
todavía activos. La idea de la construcción comunal permanece a pesar de la
profunda descomposición actual. Y a pesar de los ataques constantes a las
empresas recuperadas en Argentina se puede hablar de conquista a largo plazo
en decenas de ellas. En el Cauca, en Colombia o en Cuba se llevan a cabo
experiencias innovadoras de agroecología, etc.

Así pues, a pesar de un reflujo real “por arriba” y la vuelta revanchista de
las derechas, a pesar de la violencia neoliberal e imperialista, y también
militar, paramilitar y el narcotráfico (en México, en Colombia, en
Centroamérica), hay un conjunto de experiencias que restablece el debate
estratégico sobre cómo transformar el mundo y distribuir el poder, sobre la
necesidad de combinar la construcción por abajo sin abandonar la
transformación radical del Estado. Pero los límites del movimiento
progresista de la década muestran la dificultad que eso significa.

-¿Hay una traducción política de los movimientos populares en los poderes
instituidos, en las estructuras estatales de los diferentes países?

Vuelve el debate (intenso desde finales de los años 90) sobre “cambiar el
mundo sin tomar el poder” (de Estado) o, al contrario, tener como objetivo
la conquista del Gobierno y del Estado a través de las urnas para forjar una
contrahegemonía frente al neoliberalismo en conjunto con los movimientos
sociales. Globalmente se trata de una falsa dicotomía. En todo caso los
términos del debate –de momento- ya no son como en los años 70, “vía armada”
contra “transición institucional”. Vemos que la mayoría de los nuevos
movimientos políticos de izquierda, y antiguos como el PT, tomaron nota, a
veces antes incluso de la caída del Muro, del peso de las instituciones y de
los momentos electorales para intentar construir un espacio político propio.
Pero eso no impide que el dilema siga ahí: ¿Si se consigue el Gobierno se
consigue realmente el poder? El poder económico, militar, mediático, de
clase, finalmente, está en gran parte en otro lado. El Estado “profundo” es
mucho más amplio que solamente el Gobierno, e incluso que el Parlamento, las
instituciones representativas. El poder real a menudo es difícil de
conquistar y mucho más difícil de transformar. De ahí la importancia de
insistir en la autoorganización, la capacidad de construir a nivel local,
regional, nacional, de las formas de poder popular constituyente, que puede
transformarse finalmente en poder popular constituido. Sin embargo el
control de los Estados por parte de la izquierda ha permitido los avances
sociales más importantes de la década en países como Ecuador, Bolivia o
Venezuela. Y aunque la cuestión de la relación entre la institución y lo
instituido, entre movimientos y partidos, permanece esencial, aprender las
lecciones de los grandes procesos revolucionarios latinoamericanos del siglo
XX en México, El Salvador, Cuba, Chile, Nicaragua, etc., es igual de
importante. ¿La ruptura en un momento dado con las viejas formas estatales
de organización en las fuerzas armadas ? Esa es toda la dificultad de la
transformación social que está en curso, por ejemplo en Bolivia. Esto
también ha sido objeto de las discusiones de izquierda durante la reciente
campaña presidencial en Ecuador entre Alianza País y otros sectores que
señalan un balance muy crítico de la gestión de tecnocrática de Correa con
respecto a la frontera minera, la deforestación, la extracción masiva de los
recursos en beneficio de las multinacionales. Ahí tenemos una verdadera
cuestión directamente vinculada a los modos de producción, de acumulación y
de explotación de la naturaleza que continúan.

-¿Cómo han evolucionado las relaciones entre los países latinoamericanos y
los esfuerzos de consolidación de asociación regional?

Las integraciones regionales, en efecto, también son esenciales. No se puede
hacer un balance de los diferentes gobiernos progresistas sin tener en
cuenta sus márgenes de maniobra reales a nivel continental y frente a las
potencias imperiales (empezando por Estados Unidos). Un “pequeño país”, un
país empobrecido por el saqueo neocolonial, como Bolivia, difícilmente puede
salir solo del intercambio injusto, de la dominación oligárquica interna y
de las desigualdades. Para crear alternativas hacen falta socios, las
asociaciones interestatales y también un internacionalismo activo entre
movimientos populares. La experiencia cubana recuerda que el aislamiento (y
el bloqueo) aceleran las involuciones internas.

El sueño de Bolívar que Hugo Chávez puso en medio del escenario, es decir,
una perspectiva de integración bolivariana antiimperialista, es una apuesta
de acuciante actualidad. Y el reflujo de los progresismos está también
vinculado a su ausencia. Sin embargo la evolución regional ha conocido
avances muy considerables. Por ejemplo el proyecto de la Alianza Bolivariana
de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) era totalmente original cuando fue
impulsado por Chávez, es decir, la posibilidad del “trueque” entre países,
de complementariedad asimétrica : por ejemplo, recibir el petróleo de
Venezuela en contra de algunos productos agrícolas cuando se es una pequeña
isla como La Dominica o incluso Cuba (que aportó una gran riqueza a
Venezuela: sus médicos). El proyecto es interesante, pero enseguida entró en
crisis al mismo tiempo que la crisis del proceso bolivariano y además se
enfrenta a otros obstáculos (entre ellos los intereses contradictorios de la
potencia brasileña).

También hay que señalar avances políticos y diplomáticos muy notables, como
la construcción a partir de 2009 de UNASUR, Unión de las Naciones del Sur.
Por primera vez los 22 países sudamericanos se agrupan en una entidad
diplomática, y también de gestión y de arreglo de los conflictos, sin la OEA
(Organización de Estados Americanos) y por lo tanto sin Estados Unidos.
Después, en 2010, llega la CELAC, la Comunidad de los Estados
Latinoamericanos y Caribeños, que plantea una América Latina sin los
gigantes del Norte, un progreso que ha permitido la reintegración de Cuba en
el concierto latinoamericano. Antes incluso del restablecimiento de las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

-¿Cuál es la naturaleza de las fuerzas de oposición en los gobiernos
progresistas todavía vigentes o de las que derrocaron a Dilma en Brasil?

El panorama es muy sombrío en ese terreno con el regreso de las derechas
neoliberales y conservadoras y la emergencia de nuevas derechas que
presentan un aspecto un poco diferente al de las viejas oligarquías. Es el
caso, por ejemplo, de Macri en Argentina y su movimiento “Compromiso para el
Cambio”, que ha usado y abusado del marketing político para darse un aspecto
“moderno”. Pero esas derechas, nuevas o viejas, siguen siendo socialmente
violentas, marcadas por el punto de vista de la clase social y defienden el
proyecto de la burguesía globalizada, con una visión ultraconservadora y
represiva de los movimientos sociales en el plano social.

En Brasil el impeachment contra Dilma Rousseff es una victoria de los
sectores más reaccionarios, el de las “4 B” (balas, biblias, bueyes y
bancos), es decir, el sector del armamento y la seguridad, los evangelistas,
los terratenientes y el sector financiero… También son los más corruptos,
empezando por Temer, el presidente ilegítimo actual, ya que aunque incluso
la dirección del PT también está muy impregnada de la cultura de la
corrupción clientelista no llega al nivel de los que están actualmente a la
cabeza del Estado brasileño. Recordemos que la situación actual es también
el producto de alianzas contra natura entre el PT y esos sectores y que en
la actualidad son los antiguos aliados del PT los que han cambiado de
chaqueta y se han aliado con la derecha más reaccionaria.

En Venezuela, la mayoría de la Asamblea Nacional está en manos de la
oposición, la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), coalición heterogénea,
más que un núcleo duro abiertamente neoliberal, con dos tendencias : un
sector “insurreccional” (los que apoyaron el golpe de Estado de abril de
2002 y las guarimbas /3 de 2014, es decir, la violencia en la calle, con
Leopoldo López como líder, actualmente encarcelado y calificado de “preso
político” por la oposición), y otro grupo de partidos que busca más la vía
institucional, estimando que después de ganar el Parlamento, la exigencia de
referéndum revocatorio en curso desde hace más de un año podría desembocar
en la destitución de Maduro por las urnas. Lo que por otra parte es muy
probable, visto el estado ruinoso del país, la amplitud de la crisis
económica y la actitud de los reaccionarios autoritarios del Gobierno que
han hecho de todo para impedir, hasta ahora, que se celebre el referéndum.

En general, nos encontramos frente a esas derechas duras, apoyadas por
Washington, cuya remontada permite una realineación de los astros en el
sentido de Estados Unidos y los dos grandes países aliados, a saber, México
y Colombia. Y ahora también Argentina y Brasil, que presionan sobre los
gobiernos “no alineados” como Venezuela, Ecuador y Bolivia.

-¿Se puede hablar de un regreso hacia el neoliberalismo? ¿Y quedan todavía
potenciales poderes populares para contrarrestarla?

A finales de los años 90 hubo un período de grandes luchas populares contra
la “larga noche neoliberal” y esos movimientos sociales excepcionales, en
conjunto con la crisis de legitimidad de los partidos tradicionales,
desembocaron en que una decena de países sudamericanos pasaran a la
izquierda con una cierta diversidad –centro izquierda, izquierda nacional
popular, social-liberal o antiimperialista- Se podrían añadir a esa lista
Nicaragua, especialmente, y Honduras antes del golpe de Estado. En muchos
casos los partidos tradicionales de los burgueses fueron marginados (ya
fueran socialdemócratas, demócratas cristianos o conservadores) y se abrió
una ventana de oportunidades a los movimientos sociales para reforzar a las
fuerzas políticas que parecían más abiertas a los cambios, por ejemplo el PT
en Brasil, e incluso para crear nuevas fuerzas, como Alianza País (Ecuador),
el MAS boliviano (Movimiento al Socialismo) o el Movimiento V República en
Venezuela alrededor de Hugo Chávez, etc.

Las victorias electorales en cadena de esas izquierdas gubernamentales
permitieron en particular la creación de varios programas sociales
condicionados (no universales) en Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia e
incluso Uruguay. La pobreza retrocedió como nunca en el decenio 2000-2010 al
mismo tiempo que avanzaban las conquistas de derechos sociales, los
salarios, la educación, etc. Durante una década el elevadísimo precio de las
materias primas permitió una redistribución de las rentas de los recursos
naturales satisfaciendo a unos y otros, al capital y al trabajo, combinada
en algunos casos con una perceptiva claramente neo-desarrollista (como en
Bolivia o Ecuador). Con el barril a más de 100 dólares se podía, por
ejemplo, redistribuir una parte de las rentas petroleras o del gas hacia
programas sociales destinados a los más pobres sin desestabilizar, ni atacar
los intereses de las clases dominantes. Así, el Estado rentista “mágico”
venezolano funcionó a toda máquina, pero esta vez con redistribución real
hacia abajo. De esta forma las desigualdades retrocedieron efectivamente,
pero la estructura social de clases se mantuvo. Sin embargo las viejas
oligarquías blancas (y racistas), las clases dominantes, vivieron muy mal el
surgimiento y la victoria de actores hasta entonces marginales : indígenas,
sindicalistas, mujeres o predicadores de la teología de la liberación que
llegaban al centro de la política y, al mismo tiempo, incluían con ellos
–aunque siempre de manera subordinada- a una parte de las clases subalternas
cada vez más politizadas.

-¿Estamos ahora frente a un regreso a la “larga noche neoliberal”?

Un regreso tal cual a los años 90, no… Se hicieron cambios profundos que
permanecen. Por ejemplo el espacio progresista nacional-popular está todavía
en numerosos países, bien en el Gobierno o como principal fuerza de
oposición. Permanece en el Gobierno en Venezuela; en Ecuador con una muy
probable victoria de Lenín Moreno, el sucesor de Correa /4; en Bolivia,
donde Evo Morales a pesar del fracaso del referéndum tiene un apoyo
electoral suficiente para pensar en la reelección. En otros países ese
espacio progresista es la principal fuerza de oposición : el peronismo y el
kichnerismo en Argentina; el PT hoy está muy debilitado, marcado por los
casos de corrupción (Petrobras, Odebrecht), criticado por una parte de la
izquierda y de la juventud, de la clase obrera, de los movimientos sociales
por su balance. Pero permanece como fuerza institucional de oposición frente
a la derecha.

Lo que hay que ver en primer lugar es la capacidad de los movimientos
populares, de la izquierda anticapitalista (como el FIT en Argentina) o
ecosocialista, de sacar balances críticos del momento progresista
nacional-popular, así como de construir frentes unitarios para oponerse a
las derechas duras, violentas y neoliberales y a la agenda actualizada de
Washington, en los próximos años. Algunos intelectuales críticos, como
Massimo Modenesi (México), Raul Zibechi (Uruguay) o Maristella Svampa
(Argentina), muestran que el progresismo ha desarmado en parte la autonomía
y la capacidad de reacción de los movimientos sociales, que se hallan
apresados en redes clientelistas, a veces incluso en las esferas de
integración en el aparato de Estado (en Argentina, por ejemplo). Otro
problema es el papel del caudillismo o del “hiperpresidencialismo” en estos
distintos procesos, cuando si bien el “liderazgo carismático” o el
“populismo de izquierda” pueden significar una repolitización de sectores
subalternos también obstruye y dificulta la auto-organización y formas de
poder popular. Estas gramáticas de “revolución pasiva” (en clave gramsciana)
han limitado las capacidades de resistencia “desde abajo”, e incluso
significado diferentes escenarios de criminalización de la protesta popular,
feminista e indígena (como en Ecuador o Brasil). Alberto Acosta en Ecuador
hablar incluso de “restauración conservadora” a propósito del Correismo y
Pablo Dávalos de “democracias disciplinarias” en el momento de calificar las
experiencias postneoliberales progresistas latinoamericanas…

No obstante, en la nueva coyuntura actual, se anuncian grandes luchas. Así,
en Argentina, el movimiento sindical de clase se está organizando frente a
la máquina de guerra que es el Gobierno de Macri, que ha despedido a más de
100 000 personas y ataca a los derechos laborales. En Venezuela un fracaso
de Maduro marcará el regreso de una derecha clasista y revanchista que
quiere desbaratar los logros y las conquistas del chavismo popular en
términos de organización, así como de derechos sociales. En Perú reina una
derecha neoliberal abierta con grandes niveles de represión en especial de
las luchas indígenas en torno al proyecto minero Conga. Si miramos lo que
pasa en México desde hace años, con un embrutecimiento permanente de la
sociedad y de las luchas populares, el futuro puede aparecer efectivamente
sombrío. Pero siempre con destellos de esperanza, como lo demuestran las
actuales movilizaciones masivas desde hace algunas semanas contra las
medidas del Gobierno Federal de peña Nieto.

Tenemos por lo tanto grandes retos en un escenario muy complejo. Si hay
arranque y capacidad de resistencia entonces ahora la cuestión es la de las
alternativas. ¿Se va a intentar recomponer con el PT o el kichnerismo ? ¿O
quizá analizar los resultados y reconstruir una izquierda anticapitalista
ecosocial, con todos los sectores sociales y políticos independientes que
estén dispuestos ?

-¿Qué mundo y qué geopolítica ahora, en la era Trump, para América Latina?

Creo que este es el problema del momento. Ya hemos visto la relación
violenta, racista y xenófoba de Trump con los chicanos y el conjunto de los
latinoamericanos, con los trabajadores sin papeles en Estados Unidos y la
amenaza y el inicio de deportaciones masivas. Hay que recordar que Obama
también deportó a cientos de miles de personas sin papeles y tampoco intentó
acabar con la política imperial y belicista de Estados Unidos, ¡muy al
contrario ! Pero con Trump el peligro es todavía mayor. El anuncio de
ampliar el muro con México es un símbolo fuerte de su política de odio.
Trump anuncia su voluntad, incluido cuestionar el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas con Cuba, y podría amenazar el proceso de paz en
Colombia.

Vemos en esto efectos contradictorios. Recordemos que si el movimiento
zapatista surgió públicamente a principios de 1994 en México fue también
para luchar contra el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte
(ALENA). Actualmente es Trump quien denuncia ese Acuerdo… Es una paradoja de
la historia. El populismo reaccionario y proteccionista de Trump se opone
también a determinados acuerdos multilaterales, incluso bilaterales,
neoliberales. Así, el multimillonario republicano acaba de volver a
cuestionar el gran Tratado Transpacífico (TPP) en el que países como Chile,
Perú y México también están implicados. Michèle Bachelet anunció finalmente
que Chile también se retira del Tratado puesto que Estados Unidos ya no
participa. Por lo tanto no han sido los movimientos sociales los que han
hecho fracasar ese Tratado, sino una fuerza reaccionaria hegemónica del
Norte, Estados Unidos. Algunos analistas se alegran de esas consecuencias
inesperadas de la elección de Trump. ¡Me parece que no hay que confundirse
de aliados!, porque si Trump vuelve a cuestionar esos tratados es para
defender todavía más los intereses egoístas de Estados Unidos, imponer otros
acuerdos aún más duros y en ningún caso para abandonar la hegemonía de
Washington en América Latina (sobre los recursos naturales, el agua dulce,
las tierras raras, las tierras de cultivo, el petróleo venezolano, el cobre
chileno, etc.), aunque de momento nada hace presagiar que la región forme
parte de sus prioridades inmediatas. Pero si el balance geopolítico de Obama
es bastante terrible, el que se anuncia puede serlo todavía más en términos
de caos mundial.

Hay pues grandes luchas que llevar a cabo y también la necesidad de
reorganizar la solidaridad internacionalista con América Latina y sus
movimientos populares. Es lo que nosotros intentamos hacer aquí
–modestamente- a través de la asociación Francia América Latina
(http://www.franceameriquelatine.org/) y aprovecho la oportunidad para
invitar a los y las lectore/as a apoyarnos y a unirse a nosotros/as.

Notas

1/ « Amériques latines : utopies concrètes et émancipations », Cerises, n°
171, 22 de febrero de 2013,
https://alencontre.org/ameriques/amelat/ameriques-latines-utopies-concretes-
et-emancipations.html

2/ Esto lo analizamos en un librito colectivo : América Latina.
Emancipaciones en construcción, Editorial América en Movimiento y Tiempo
robado editoras, Santiago, 2015 :
http://americaenmovimiento.cl/america-latina. Fuente:
http://www.cerisesenligne.fr/article/?id=5559

3/ Barricadas en las calles y vías rápidas erigidas por los grupos de
extrema derecha, una forma de bloqueo de la vida diaria que llegó a actos de
violencia, entre ellos asesinatos.

4/ Esta entrevista fue realizada antes de la segunda vuelta del 2 abril que
confirmó la victoria de L Moreno con más del 51% frente al banquero
neoliberal Lasso. En la primera vuelta de las elecciones del 19 de febrero
Lenín Moreno, que se presenta como sucesor de Correa por Alianza País,
obtuvo el 39,8 % de los votos. No consiguió el 40 % y una distancia del 10 %
para salir elegido en dicha primera vuelta.

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