Uruguay/ Antes muerta que obligada: Noemí y el caso de aborto espontáneo [Guillermo Garat]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Abr 23 13:11:13 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

23 de abril 2017

Boletín Informativo

https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____

Uruguay

El caso del aborto espontáneo en Mercedes (departamento de Soriano)

Antes muerta que obligada

Guillermo Garat

La Diaria, 22-4-2017

https://ladiaria.com.uy/

Una joven quiso interrumpir su embarazo en enero de este año. Pero el chico
con el que salía pidió por su derecho a "ser padre" ante la jueza Pura
Concepción. Un Tribunal de Apelaciones en Montevideo desestimó el recurso de
amparo. Aunque no ha sido notificada de nada, se enteró por la prensa que el
hombre la denunció nuevamente en una comisaría y el caso volvió a un juzgado
de Mercedes. Dos meses después que el caso tomara estado público, Noemí
revela su nombre y abre las puertas de su historia para que ninguna mujer
sufra lo que ella.

Noemí cumplió 25 años en marzo. En febrero, cuando todavía tenía 24, quiso
interrumpir un embarazo no planificado. Las dudas y los miedos la cercaban,
a pesar de las garantías de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Pero de la ansiedad pasó a la ira: un abogado, un tipo con el que había
tenido algunas aventuras y una jueza mercedaria la quisieron obligar a tener
un feto que luego expulsó, tras cinco días de sangrado y estrés. Al embrión
de la discordia, que saltó de Soriano a todo el mundo, lo guardó en la
heladera durante dos días, junto a las milanesas y las hamburguesas para su
hijo, esperando la anatomía patológica que confirmara que ella no lo abortó
voluntariamente, que no llegó.

Un Tribunal de Apelaciones de Montevideo desestimó con durísimos argumentos
el fallo de la jueza, Pura Concepción Book, que quería obligarla a ser madre
por segunda vez. Pero “el padre del feto” le hizo otra denuncia penal. A dos
meses del aborto espontáneo, es muy probable que Noemí deba volver al
juzgado. Su mutualista ya presentó los mismos papeles que certifican que la
joven abortó espontáneamente. Y aunque considera poco probable que vaya a
terminar en la cárcel, esta causa todavía no se cerró. Y la anterior, en
algún sentido, tampoco: en su fuero íntimo persiste el miedo al “qué dirán”
de pueblo chico, en medio de miradas que se dirigen a ella y también a su
familia.

El 23 de enero de 2017, la ecografía confirmó lo que no quería escuchar.
Estaba embarazada. El 14 de febrero, mientras cocinaba, Noemí escuchó un toc
toc en la puerta. Un alguacil del Juzgado Letrado de 1° Turno de Mercedes la
intimó a presentarse con abogado al siguiente mediodía. No entendía por qué
hasta que vio el nombre de Mariano -el de las aventuras, el apuesto personal
trainer- que presentó un recurso de amparo contra el aborto, que hasta unos
días atrás parecía ser el único objetivo que tenían en común (el 11 de
enero, él le decía por whatsapp: “Por favor decimecuando tenemos q hacerlo…
Y t acompaño”, “Yo te dije q estoy… Es tu cuerpo”, “Yo te voy a acompañar”).

Cuando llegó el cedulón, Noemí llevaba 15 días trabajando sin parar en la
mutualista local, a la que ingresó en 2012, por un sueldo de 8.000 pesos
mensuales. Aquel 14 de febrero tenía 12.000 pesos; 11.000 se los dio al
abogado, y se quedó con 1.000 para el resto del mes. Ella cobra 17.000 y con
eso se las arregla para alimentar al hijo que tuvo a los 19 años. Y lo hace
sola: el padre dejó de trabajar y ya no tiene la obligación de pasar los
3.600 pesos (una Base de Prestaciones Contributivas, BPC) mensuales que
venía aportando durante los últimos cuatro años.

El 23 de febrero, Noemí iba a librar. Era la fecha que había coordinado con
el ginecólogo de otro pueblo, porque en Mercedes son todos objetores de
conciencia. Los resultados de los análisis de su útero no eran buenos: “Los
estudios me habían salido mal, el PAP salió mal, la colposcopía salió mal,
la biopsia salió mal, los análisis, cuando comenzaron el sangrado y los
dolores antes del aborto, me habían salido todos mal”. Ella es una mujer
flaca, menuda; empezó a tomar anticonceptivos a los 13 años y nunca paró.

Entre octubre y noviembre habló con Mariano, el de las aventuras. “Me
cambiaron la pastilla, me volvió a caer mal y me la cambiaron de vuelta. Le
dije que se cuidara él porque no quería embarazo, ni nada”. Se lo pedía por
razones laborales, económicas y también por antecedentes biológicos: su hijo
de cinco años nació con una parte de su vejiga e intestinos fuera del
cuerpo; por esa razón, estuvo internado un mes y medio en Montevideo. 20
horas después del parto, Noemí se perdía entre las calles y los ómnibus de
Montevideo, con 600 pesos en el bolsillo. Se acostumbró a dormir en una sala
de espera y a aguantar el hambre. Después volvió a Mercedes, pero un mes
después, otra sintomatología complicadísima brotó en el niño. Con 200 o 300
pesos en el bolsillo, volvió a la capital.

Estuvo cuatro meses viendo cómo el bebé intentaba digerir primero un
mililitro de su leche ordeñada y después otro, y así hasta que pudo volver.
El padre del niño no quería que trabajara. Pero ella consiguió trabajo y se
separó. Desde entonces no ha parado: “No tengo tiempo ni para el cuidado
mío, el ritmo de la vida que llevo es a full. Trabajando de 18.00 a 0.00,
haciendo guardia de 0.00 a 6.00 todos los días de lunes a viernes y 24 horas
sábado, domingo y feriados”.

Noemí duerme poco, porque cualquier día normal el niño entra a las 8.00 a la
escuela y ella sale del sanatorio apenas un par de horas antes. Aquel 14 de
febrero de la notificación judicial tampoco había dormido porque su hijo
estaba de vacaciones.

“Me llegó el cedulón al mediodía. Tenía que terminar de cocinar para que el
nene coma. Limpiar mi cuarto, el cuarto de él, el living, dejar todo pronto
porque entraba a las seis de la tarde a trabajar. Darme una ducha, darle una
ducha a él, dejar la leche, el yogur, dejar organizada la cena, porque salgo
a las doce de la noche. Tenía que organizar la vida diaria de una mujer
normal con un hijo y salir en modo ama de casa y madre total. Además, tenía
que conseguir un abogado. Pero… ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿De dónde saco un abogado?
¿Cuál? ¿Con qué? ¿Qué pasa si no tenés la plata para pagar un abogado? ¿Qué
hacés?”.

Noemí leía las tres hojas adjuntas a la citación mientras cocinaba. El
defensor de Mariano, con técnica grandilocuencia, ponía en un sagrado
pedestal jurídico/moral el derecho del “padre”; que “está dispuesto
plenamente a hacerse cargo”, que el “accionante intentó de todas las formas
posibles hacer reflexionar a la demandada”; que el “padre de la criatura […]
propende […] a la protección del BIEN JURÍDICO SUPREMO QUE NO PUEDE SOSLAYAR
NORMA ALGUNA DE CREACIÓN HUMANA: LA VIDA” (negritas, mayúsculas y subrayado
en el texto original). Y que como esa protección es “resorte del Derecho
Natural, y por ende está fuera de la voluntad de los hombres”, que el doctor
Martín Risso, que el honorable Jiménez de Aréchaga, que el hábeas corpus y
varios artículos del Código Penal y que la Constitución en sus artículos 7,
26, 72 y 332, la inconstitucionalidad de la Ley 18.987 y la vida, la vida,
la vida…

Ella leía y buscaba leyes en internet. Una de las cosas que buscó fue el
valor de la BPC. Encontró un titular que decía que aumentaría, pero no
encontró el valor real.

Mientras trataba de mantener la calma para que el pequeño almorzara, subrayó
algo sobre la protección a la vida, la muletilla de las tres hojas doble faz
engrampadas a la citación. Al margen derecho de la hoja anotó: “¿La vida de
quién?”. Se hacía todas las preguntas posibles. “Leía y pensaba: la vida es
importante según un profesor importante. ¿La vida de quién será? ¿La mía no?
Nadie me mandó un texto diciendo que mi vida, mi cabeza, mi hijo o mis
prioridades son importantes, que tenía derecho a decidir mi vida como se me
antoje. No estamos en dictadura. ¿Tengo que ser una incubadora? ¿Me van a
obligar al reposo? ¿Me vas a obligar atada a una silla? ¿Me vas a hacer
todos los estudios?”, todavía se pregunta.

“'Mi amor, andá por ahí, tratá de…Hacé algo…Porque tengo que terminar de
leer este papel de mierda, te juro que te cambia la vida a vos también.
Tengo que sacar de tu comida para comprar pañales'. Tenía un pensamiento
así. Soy madre y conozco lo que pretende la ley uruguaya de un padre
responsable: 3.500 pesos”.

O sea leche, agua, fideos, pan y electricidad de un mes para dos personas.
Ni ropa, ni transporte, ni útiles escolares ni lujos como pañales, manteca o
salsa de tomate que los delicados intestinos del niño no tolerarían.

“A las cinco tenía que entrar. En menos de una hora debía darme una ducha
para ir relativamente presentable al trabajo, marcar, tomar la guardia,
prestarle atención a mi compañera: mirá que esto es importante, que este
paciente esto, que aquello y lo otro. ¿Me habré olvidado de comprar la leche
del nene porque estoy pelotudeando con esta mierda? En simultáneo veía la
forma de arreglar con el abogado. ¿Cuándo me iba a encontrar con él, si
tengo que trabajar? Lo hicimos por whatsapp. Pero el teléfono está prohibido
en el trabajo. Y ta. Que me suspendan, si no trabajo me muero de hambre y
tampoco hay bebé. Le escribí a un abogado que conocía, le dije: 'Me llegó
esto, es para mañana, cuánto sale'. El mes es largo cuando no tenés plata
para comer”. Juntó el dinero de la luz, la comida, el agua, los créditos y
el cable para que el hijo mire dibujitos.

Cuando alguien le daba ánimo por el proceso, ella pedía ayuda para vender la
heladera. “No le dije al abogado que me quedaba sin un peso para comer todo
el mes. […] Anímicamente me paro y me la banco de pecho. Pero por qué.
¿Quién le da derecho a otra persona para que decida sobre vos? ¿Por qué hay
que pasar todo eso? ¿Por qué la tenés que aguantar? La respuesta no es
lógica, es un capricho personal sostenido por un 'poder', una voluntad
política buscando sacar un rédito, llámese abogado [Federico Arregui] que da
a conocer el caso mediante una página web: con un protagonismo maravilloso y
sensacional. ¿Y yo, qué? Agachá la cabeza, seguí laburando y pensá cómo
comés mañana. Porque si te obligan, te obligan. Y si no te obligan, capaz
que te morís de hambre”.

Nada personal

Noemí tampoco durmió entre el 14 y 15 de marzo. Fue lo mejor que pudo al
juzgado. Aquel día comprendió el significado de moverse por inercia. Sentía
dolores en la parte baja del vientre, pero no había comenzado el sangrado.
La jueza dispuso la hora de audiencia a las doce del mediodía. Estuvieron
esperando dos horas hasta que salió de su despacho para decir que el abogado
demandante no había sido notificado. Así que los miedos, las dudas y las mil
preguntas sin respuesta se repitieron en su cabeza durante otras 24 horas.
Lo que Noemí no sabía era que el día de la audiencia suspendida la jueza
había designado a una defensora para el feto y que los honorarios los había
fijado unilateralmente en 15 Unidades Reajustables, unos 500 dólares, que
deberían pagar entre el padre “de la criatura” y ella.

La joven abogada le dijo: “Me llamaron para que defendiera al feto, pero no
es nada personal”. Noemí pensaba cómo hacían para defender el derecho de
alguien que no había nacido. No tenía rabia contra ella, tenía rabia con
todo el circo. “No es nada personal”, le retumbó en la cabeza. “Todos
dirigen mi vida, pero no es nada personal”, concluyó.

La abogada le preguntaba sus razones y un vendaval de argumentos cruzaba su
mente.

Rumiaba, relinchaba por dentro, pero mantenía la calma todo lo que podía de
su cara para afuera. “Estoy acá porque me encanta abortar, es hermoso pasar
como el orto. Es tal cual una tortura”, pensó.

Entonces comenzó el capítulo de exponer su vida ante la jueza, la abogada de
la “criatura”, los abogados defensores, el demandante y los vecinos. Y luego
ante los medios. En pleno revuelo, se encontró en el almacén con un
periodista que preguntaba por ella. Llamaban de todos lados. Del fallo
judicial que la obligaba a incubar el embrión se enteró por amigas que
habían leído los diarios. A su abuela le subió la presión. A ella, la
calentura. “Te exponen, les dan derecho a todos a hablar de mí, sin tener
idea de mi condición, lo que significa para mi familia o la importancia que
esto tiene en mi vida. […] El daño no se repara, nadie aparece pidiéndote
perdón. Es incalculable. De Mercedes se fue para todo el país y para afuera.
Quedás al nivel de los que matan, los que violan. Volvemos a la
estigmatización”. Es el único momento de la entrevista en el que se banca
los ojos rojos de rabia; está lejos de llorar, recibió un golpe fuerte que
no frena la verborragia ni la ecuanimidad para contar su historia.

Noemí no quiso que tomáramos fotos. Lo importante es que las arbitrariedades
contra las mujeres frenen, dice. Por eso se volvió a exponer para esta nota.
“Como me pasó a mí le puede pasar a otra, porque queda un antecedente y hay
que estar para bancarlo”.

No hace pausas para hablar. Pero a veces baja la mirada. “No era dueña de
transitar mi dolor tranquila, pensaba que si pasa algo me metían presa
porque la jueza es letrada”.

Noemí tomaba mate en la rambla cuando el dolor y el sangrado fueron
insoportables. “No sé cómo llegué a casa. En el baño tenía a mano un par de
guantes, un frasco esterilizado y una tijera para abrir el plástico del
frasco. Lo expulsé y abrí el frasco. Es todo… muy estresante, pero también
es deprimente que no tengas derecho a transitar tu dolor de forma tranquila,
normal, natural”.

Cerró el frasco y lo puso en la heladera, al lado de las milanesas y las
hamburguesas para su hijo. Hasta que, dos días después, consiguió hora para
que en Anatomía Patológica hicieran los análisis que probaran que lo perdió
de forma natural.

Qué soledad. Si parece que las leyes valen según donde estés y quién seas.
Que la justicia es ciega y algunos de sus efectores creen más en las
sagradas escrituras talladas en piedra 2.000 años atrás que en las leyes que
se votaron hace cinco años.

  _____







---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170423/5eb4cf9f/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa