Grecia/ La izquierda radical después de Syriza [Antoni Ntavanellos - entrevista - A l' encontre]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 18 23:14:29 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

18 de febrero 2017

Boletín Informativo

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

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Grecia

Entrevista a Antoni Ntavanellos, realizada por Liz Walsh en Socialist
Alternative, 1-2-2017

La izquierda radical después de Syriza

Liz Walsh

A l´encontre, 14-2-2017

http://alencontre.org/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur

http://www.vientosur.info/

El sufrimiento en que está hundida la gran mayoría de la población griega
puede ser ilustrado con estas cifras: el 49,2 % de las familias solo
disponen como única fuente de ingresos la jubilación de uno de sus miembros;
el 37,1 % de las familias afirman vivir con menos de 10 000 euros al año.
Oficialmente, el 73,3 % de la gente declarada en paro está clasificada como
parada de larga duración. En este contexto, es evidente que el 73,5 % de las
familias interrogadas durante el período que se extiende del 14 al 26 de
noviembre de 2016 “pronostican” que su situación financiera se deteriorará
en el futuro. Estos datos no revelan el descalabro de los servicios
públicos, en primer lugar el de la salud y el de la educación.

El salario mínimo para la gente asalariada mayor de 25 años era el
siguiente: 1 de enero de 2010: 739,56 euros; 1 de julio de 2011: 751, 39
euros; 14 de febrero de 2012: 580,08 euros. Los datos publicados por
Eurostat indican que, en el seno de los países de la Unión Europea, Grecia
es el único en el que el salario mínimo de 2016 era claramente inferior al
de 2008. Hay que precisar también que es un salario mínimo por un empleo a
tiempo completo. Ahora bien, solo el 42,6 % de los y las asalariadas
trabajan a tiempo completo. De cuatro personas asalariadas que hayan
obtenido un empleo en 2016, dos obtienen un salario inferior a 600 euros. Y
los empleos de dos o de cuatro horas por semana son corrientes, como exige
la “flexibilidad del trabajo” que debe asegurar la “competitividad” de la
economía griega y, sobre todo, una estadística a la baja del paro. El
salario horario en numerosos sectores está a la altura de 3 euros y el
Ministro de Trabajo ha tenido que reconocer que 125 000 personas asalariadas
ganan menos de 100 euros por mes, lo que plantea interrogantes sobre su
“seguridad social” y su futura jubilación.

La distribución por determinados patronos de cupones de alimentos es algo
cada vez más frecuente. Por ejemplo, un persona empleada en una sociedad
puede cobrar un salario de 800 euros y 160 euros en bonos de compra para
obtener bienes. La empresa tiene la obligación de pagar el salario mínimo,
pero puede proponer bonos de compra para la parte que depasa el salario
mínimo. La prensa indica la extensión de este sistema en el sector bancario,
el comercio y la construcción.

El sociólogo Christos Papatheodorou de la Universidad Panteion de Atenas
confía al periodista de Le Monde (14/02/2017): Las últimas medidas tomadas
por el gobierno de Alexis Tsipras van a empobrecer aún más a la población
griega y van a aumentar las desigualdades. La subida de los impuestos ataca
una vez más a las clases medias y no a las personas más acomodadas, que han
abierto desde hace mucho cuentas en el extranjero y encontrado los medios
para escapar al fisco. En 2009, el 18 % de la ciudadanía griega estaba
amenazada de pobreza o de exclusión social. En 2013, según las últimas
cifras conocidas, era el 49 %. Tal empobrecimiento es algo nunca visto.

Desde 2013, la situación no ha hecho sino agravarse. Los desahucios, por
imposibilidad de pago de los préstamos se han disparado. Comienza a darse un
movimiento análogo a lo que se ha producido en regiones del Estado español
contra estos desahucios; por ejemplo, en Tesalónica. En cuanto a las decenas
de miles de personas refugiadas, están encerradas y son víctimas de una
tortura cotidiana.

Desde hace 15 días existe una amplia movilización de agricultores con
bloqueo de carreteras, de acceso a aeropuertos, etc. Se ven estrangulados
por los nuevos impuestos, la supresión de subvenciones al gasoil, la
revisión drástica de las jubilaciones, etc. La convergencia de la
movilización en Atenas está a debate.

Ha habido diversas luchas sectoriales entre los estudiantes, los jubilados,
los bomberos, el sector de la salud… Sin embargo, el frente de los
acreedores no está dispuesto a ceder. Hundir a la mayoría de la población
griega en lo que, en el pasado, se llamaban “casas de reeducación” remite a
las exigencias de un “orden nuevo” que se oculta tras la pantalla de las
“negociaciones en el seno de una Europa democrática” y de una “bendición por
una mayoría parlamentaria” que apoya a un gobierno “democráticamente
elegido”. La contrarrevolución del ordoliberalismo toma arraigo en Grecia,
con la decrepitud del sistema político que se deriva de ello. Publicamos a
continuación una entrevista con Antonis Ntavanellos, que analiza la
evolución política desde 2010. En próximas fechas analizaremos la coyuntura
política (Redacción de A l´encontre, 14-2-2017).

-Liz Walsh: En la medida en que Syriza se ha revelado incapaz de poner fin a
la austeridad, ¿valía la pena construir un partido amplio que implicara a
diferentes corrientes de la izquierda radical, revolucionarias y
reformistas? ¿La lucha por un gobierno de izquierdas era el camino adecuado?

Antonis Ntavanellos: Syriza fue fundada a comienzos de 2004, sobre la base
de la experiencia acumulada anteriormente en el Foro Social Griego (FSG). El
FSG era un frente unificado en el seno de los movimientos sociales. Reunía
en la acción a fuerzas cuyas tradiciones y orígenes ideológicos eran
diferentes (por decirlo de forma resumida: reformistas, centristas y
marxistas revolucionarios).

El período estaba caracterizado por ataques capitalistas intensos, una
crisis de la izquierda tradicional así como un declive de los sindicatos y
de las organizaciones sociales. En este contexto, el FSG logró organizar una
ola de grandes movilizaciones contra el neoliberalismo y manifestaciones
masivas contra la guerra. El FSG constituyó la forma principal tomada en
Grecia por el movimiento internacional contra la mundialización capitalista
neoliberal.

Al mismo tiempo, el FSG era una afirmación del valor de un frente común,
aportando una renovación en los debates en el seno de la izquierda griega,
en donde las tradiciones estalinistas seguían teniendo fuerza.

Tras los acontecimientos de Génova, en 2001 [movilizaciones masivas contra
la cumbre del G7 en Génova, momento fuerte del “movimiento
antiglobalización”], toda la izquierda europea estuvo atravesada por el
debate que consistía en saber si y cómo podíamos expresar en las luchas
políticas la unidad de acción que habíamos establecido ya en las calles.
Estaba claro que esto implicaba la perspectiva de una participación común en
elecciones. En 2004, aceptamos este desafío, participando en la creación de
Syriza.



Syriza era la forma griega adoptada como respuesta al debate general sobre
los “partidos amplios” de la izquierda radical. A la vez que aceptaba el
desafío participando en Syriza, la Izquierda Obrera Internacionalista (OEA)
tenía una orientación sobre los partidos amplios que era diferente de la que
dominaba entonces, tal como estaba expresada por ciertas secciones de la IV
Internacional, por ejemplo.

No considerábamos, en primer lugar, a los partidos amplios como la
“respuesta final” a la cuestión del partido. Considerábamos que se trataba
de un proceso transitorio en una situación muy específica, con el telón de
fondo de una crisis de los movimientos de resistencia y de la izquierda.

En segundo lugar, por esta razón, no prometimos jamás y jamás hemos aceptado
la disolución de nuestra organización. No hemos relegado nunca a un segundo
plano nuestros propios “instrumentos” independientes de construcción y de
“comunicación” política con las personas interesadas: periódico, revista,
reuniones y actividades públicas propias.

Además, defendimos públicamente, desde el comienzo, la necesidad de una
corriente de izquierdas organizada en el seno de Syriza. Aunque nuestre
formación, DEA, gozara del respeto y del reconocimiento de una amplia parte
de los miembros de Syriza, no se sumó jamás a la mayoría dirigente; ni
siquiera en la fase más “radical” de Alexis Tsipras.

Este planteamiento se reveló de una gran importancia en el momento de la
crisis. Esto explica -parcialmente- la rapidez de la reacción de la
izquierda de Syriza en 2015, si se compara con lo que ocurrió, por ejemplo,
en Brasil [cuando el primer gobierno Lula de enero de 2003] o en Italia
[crisis del Partido de la Refundación Comunista].

Los once años de la experiencia Syriza han contribuido a la formación de una
amplia capa de militantes políticos en Grecia. Esta capa es más fuerte
numéricamente (en términos relativos) que en otros muchos países de Europa.
Es también más fuerte políticamente: está entrenada por la lucha y ha
superado la “enfermedad infantil” de la dispersión de las fuerzas en un
“movimientismo social”.

Es la razón por la que, quienes hemos combatido con vigor las políticas del
gobierno Syriza-Griegos Independientes desde febrero de 2015, defendamos la
experiencia del primer período de acción radical de Syriza.

Estamos convencidos de que esta capa de activistas políticos, hombres y
mujeres, no ha dicho su última palabra. Estamos convencidos de que esas
personas protagonizarán luchas contra el gobierno Tsipras y jugarán un papel
muy importante en la configuración de la nueva situación, dando forma a la
época “post-Syriza”.

Tras haber firmado [en julio 2015] el tercer memorándum con los acreedores,
el gobierno de Tsipras pone en marcha políticas neoliberales típicas:
disminución de los salarios, de las jubilaciones y de las prestaciones
sociales; privatizaciones y creación de un sistema de relaciones laborales
más “flexibles”; aumento de los impuestos a los sectores populares, etc. Con
estas políticas económicas reaccionarias, el gobierno Tsipras sigue siendo
incapaz de realizar reformas democráticas, ni siquiera las más elementales,
ni siquiera las que no tienen “coste financiero”. Para gobernar, necesita
apoyarse en el aparato represivo del Estado.

Para los marxistas revolucionarios, la cuestión de un “gobierno de la
izquierda” ha sido espinosa siempre. La primera vez que fue propuesto como
estrategia en el seno de Syriza, en 2008, le rechazamos considerándola una
estrategia parlamentario-reformista. No fue aceptada. Todo cambió como
consecuencia del estallido de la crisis y sobre todo como consecuencia de
las masivas luchas sociales de 2010-2011. En ese momento, amplios sectores
de la población se movilizaban masivamente -y con tenacidad- para echar
abajo los memorándums [impuestos por la Troika y aceptados por los gobiernos
griegos]. Comprendían que para alcanzar este objetivo, debían derrocar el
gobierno.

A pesar de la importancia de las luchas y de la determinación de las masas,
la situación no era revolucionaria en Grecia: el enfrentamiento no había
alcanzado el nivel de una “lucha a muerte”, el enfrentamiento no había
adoptado la forma clara de la “lucha de una clase contra otra”. Y la clase
trabajadora no disponía de sus propias organizaciones sociales
independientes capaces de reivindicar un poder real. Estos límites hicieron
que la voluntad de derrocamiento fuera “desviada” hacia la reivindicación de
un gobierno de la izquierda, incluso en el ambiente de una victoria
electoral.

Debíamos reconcer este contexto y buscar la línea política más radical en
estos parámetros. Reintrodujimos en el debate público en Grecia las
discusiones sobre el gobierno de izquierdas que se desarrollaron en el IV
Congreso de la Internacional Comunista [1923]. Este Congreso consideraba
esta cuestión como una política transitoria en dirección a una emancipación
socialista.

Hemos luchado en este sentido y todas nuestras iniciativas tácticas estaban
determinadas por este planteamiento. Esto nos ha permitido mantenernos
firmes en nuestra orientación de clase y conservar el respeto hacia nuestra
organización tanto de numerosos miembros de la base de Syriza como por
militantes exteriores.

Actualmente, Nuestro balance crítico del eslogan de un gobierno de
izquierdas gira principalmente sobre dos puntos.

· El primero concierne a los factores objetivos. Se ha demostrado que una
política transitoria que integre un gobierno de la izquierda supone un grado
más elevado de intervención política de las masas a través de sus propias
organizaciones sociales que el que habíamos creado en Grecia en 2015.

· El segundo tiene que ver con factores subjetivos: el equilibrio de las
fuerzas entre reformistas y revolucionarios en el seno de la coalición y en
el movimiento social. El proyecto de un “gobierno de la izquierda” supone
una determinación política bastante más fuerte para un enfrentamiento de
este tipo que lo que significó la resolución de Syriza en su conjunto en
2015.

Es importante señalar que DEA no afirmó jamás que Syriza lograría llevar a
cabo, de forma auténtica, un proyecto “gobierno de la izquierda”. En nuestra
opinión, se trataba más bien de una fórmula que servía de marco ideológico
para nuestras acciones -acciones que comprendían el enfrentamiento en el
seno de Syriza contra el grupo dirigente alrededor de Tsipras- que una
apreciación de lo que ocurriría finalmente.

En el corazón de los acontecimientos trascendentales, las ideas son siempre
importantes, aunque permanezcan en la superficie. En el momento del test
decisivo, la mayoría dirigente de Syriza puso sus orígenes eurocomunistas en
primer plano y se volvió hacia esa configuración política.

El gobierno de Tsipras claudicó tan rápidamente porque rechazó enfrentarse a
la clase dominante local durante los seis cruciales primeros meses de 2015 y
porque tenía la ilusión de que era posible llegar a una solución de consenso
gracias a negociaciones con la UE (Unión Europea), revisando las posiciones
anteriores de Syriza y modificándolas a fin de “permanecer a cualquier
precio en el seno de la Eurozona”. El resultado de estas dos importantes
retrocesos condujo a la firma del tercer memorándum por Alexis Tsipras en
julio de 2015.

Cuando el primer gobierno Tsipras, DEA jugó un papel central reforzando la
determinación de la izquierda en el seno de Syriza, la Corriente de
Izquierdas, a oponerse a la claudicación. En el desastre de Syriza, emergió
un nuevo partido-movimiento político, la Unidad Popular (LAE), a fin de
mantener la esperanza en la existencia de un camino diferente al seguido por
Syriza.

-¿Cuál es el clima en el seno de la clase trabajadora y cuál es la
orientación de LAE tanto para favorecer la resistencia a la austeridad como
la construcción de fuerzas de izquierda? ¿Cuál es la posición de LAE sobre
la pertenencia a la UE teniendo en cuenta que el eslogan de DEA en el seno
de Syriza era “ningún sacrificio por el euro, ninguna ilusión en el dracma”?
¿Ha cambiado esto tras la experiencia de Syriza?

En 2013, DEA fundó la Plataforma de Izquierdas (PIG) en el seno de Syriza,
con la Corriente de Izquierdas (la tendencia de izquierdas del partido
Synaspismos cuyo portavoz más conocido es Panayiotis Lafazanis). La PIG era
el centro de la resistencia contra Tsipras, y alrededor de ella se produjo
una ruptura rápida y masiva en el curso del verano de 2015 cuando alrededor
del 50 % de los miembros y cuadros del partido se nos sumaron fuera de
Syriza.

La PIG cofundó la Unidad Popular (LAE por sus iniciales griegas) con dos
organizaciones que rompieron con Antarsya, la coalición de la izquierda
anticapitalista. En las elecciones de septiembre de 2015, LAE no consiguió
tener su propio grupo parlamentario puesto que reunimos el 2,9 % de los
votos, es decir, menos del 3 % que es el umbral que permite entrar en el
Parlamento. Este fracaso puede ser atribuido al plazo extremadamente corto
que podíamos utilizar (menos de tres semanas para organizar un “nuevo
partido” y realizar la campaña electoral) y sobre todo a las calumnias
unánimes de los medios de masas contra el “ala izquierda de Syriza”,
definiéndonos como “peligrosos aventureros”.

Algunos meses más tarde, alrededor de 5 000 activistas organizados
participaron en la conferencia fundadora de LAE. Es evidente que LAE reúne
la mayor parte de la izquierda organizada opuesta al memorándum en Grecia
fuera del Partido Comunista (KKE).

Vale la pena decir algo a propósito de la evolución del KKE. Su dirección
parece estar poniendo en práctica un giro a la izquierda en el terreno de
las ideas: habla de socialismo, rechaza la estrategia de las “etapas”
intermedias, renueva la historia del partido sobre una base crítica,
abriendo de nuevo el debate sobre su estrategia durante la resistencia entre
1940 y 1944 así como durante la guerra civil que le siguió. Este proceso
tiene por objetivo principal descartar toda colaboración con otras fuerzas
de izquierda, toda acción común, ni siquiera la más pequeña. Esto se parece
más a la política estalinista del tercer período (1927-1928 a 1935) que a
una vuelta hacia una política revolucionaria efectiva.

En el seno de LAE, DEA plantea una forma organizativa democrática que
permita a otras fuerzas sumarse a LAE, incluyendo Antarsya y otras fuerzas
que han abandonado Syriza. Intentamos, de nuevo, construir una corriente
común de la izquierda radical opuesta al memorándum.

Sin embargo, lo hacemos en una situación política diferente.

· La rapidez de la capitulación de Syriza -y el giro abrupto pasando del No
expresado en el referéndum del 5 de julio de 2015 al Si al tercer memorándum
de Tsipras de los días 12-13 de julio en la reunión del Eurogrupo- y el
cinismo de la política gubernamental que siguió engendraron la
desmoralización entre una gran parte de la gente. El hundimiento de la
confianza hacia Syriza ha sido rápido, pero la amplia mayoría popular sigue
silenciosa por el momento. No se ha expresado directamente en luchas
sectoriales (y defensivas, hay que subrayar), sino en un giro hacia la lucha
individual para sobrevivir en medio de la crisis.

· El mantenimiento de movilizaciones, aunque sean muy pequeñas, necesita un
esfuerzo organizado de la izquierda política bastante más importante. La
contribución de LAE en este sentido es manifiesta. A través de nuestras
acciones anteriores, hemos heredado un programa común en términos de
objetivos contra la austeridad: la defensa de los salarios y de las
jubilaciones; la lucha contra la flexibilidad, la oposición a las
privatizaciones; la batalla contra los desahucios, etc.

LAE sigue defendiendo también, de forma unánime, la
nacionalización-socialización de los bancos así como la suspensión del pago
de la deuda, con el objetivo de su anulación. Se trata de “nudos”
indispensables para un programa transitorio necesario para derrotar la
austeridad y dirigirse hacia el socialismo.

· Sin embargo, emergen nuevas cuestiones de forma permanente. Has preguntado
sobre lo que ocurría con nuestra antigua consigna de “ningún sacrificio por
el euro-ninguna ilusión en el dracma”. Era una consigna “algebraica” en el
momento del ascenso de Syriza. Cuando nos vimos confrontados a posiciones
rígidas de los acreedores y de los dirigentes de la UE, que exigían muchos
más sacrificios, tuvimos que radicalizar la consigna y defender abierta y
claramente la salida de la zona euro como precondición necesaria para
derrotar la austeridad y anular los memorándums. Hay también unanimidad en
el seno de LAE en torno a ello.

Si la salida de la zona euro es efectivamente una precondición necesaria,
esto no significa no obstante que sea suficiente en términos de programa de
izquierdas, de la clase trabajadora. Afirmamos que una salida de la zona
euro y un enfrentamiento con los dirigentes de la UE solo tendrá un
contenido emancipador si está combinada a un programa más amplio de medidas
anticapitalistas que abra una perspectiva socialista. Otros compañeros y
compañeras, en el seno del LAE, piensan que una salida de la zona euro es
objetivamente una solución progresista en la medida en que prepararía el
camino a un crecimiento de la economía griega, lo que crearía objetivamente
más ocasiones para la acción de las clases trabajadoras y populares.

· Se trata, en cierta forma, de una repetición de la controversia entre los
partidarios de una estrategia socialista revolucionaria y quienes son
favorables a una estrategia de “independencia nacional”, es decir una
estrategia de las “etapas intermedias”. Un debate que atravesó a la
izquierda durante los años 1960 y 1970. Ahora mismo, en el seno de LAE
existe una discusión de ese tipo.

Este debate se ha vuelto más importante aún tras el voto favorable al
Brexit, el ascenso de Marine Le Pen en Francia, de Geert Wilders en los
Países Bajos (Partido de la Libertad) o también después del referéndum
contra la reforma constitucional de Matteo Renzi en Italia (diciembre de
2016). Algunas fracciones de las clases dominantes europeas parecen perder
confianza en la zona euro y volverse hacia el proteccionismo así como hacia
políticas de “preferencia nacional”. Esta tendencia está claramente
favorecida por la victoria electoral de Donald Trump en lEstados Unidos.

En Grecia no hay una fracción seria de la clase capitalista que contemple
mejores perspectivas fuera de la zona euro o que defienda una vuelta al
dracma. Esto podría cambiar porque la crisis del capitalismo griego es
extremadamente profunda, porque todo el mundo sabe que el tercer memorándum
conduce a un callejón sin salida y porque numerosos capitalistas temen que
al final del camino de las “devaluaciones internas” en el seno de la zona
euro no existe ningún tipo de recompensa por parte de los acreedores, sino
la bancarrota y la expulsión de la zona euro. Ya empiezan a aparecer en la
prensa las primeras voces provenientes del coro del establishment sobre la
necesidad de prepararse para todas esas eventualidades.

Syriza participa también en las tentativas de la Unión Europea de crear una
fortaleza Europa encerrando a las personas refugiadas en campos y
devolviendo a algunas a Turquía. ¿Puedes describirnos la situación de las
personas refugiadas en Grecia y, en particular, en las islas? Hemos asistido
en toda Europa al ascenso de partidos de extrema derecha. ¿Ha sido Amanecer
Dorado capaz de capitalizar la decepción representada por Syriza, así como
la llamada crisis de las personas refugiadas?

El destino de las personas refugiadas ha sido determinada por el acuerdo
reaccionario y racista concluido entre la UE, Turquía y Grecia. Es
importante subrayar que a fin de “controlar” la aplicación del acuerdo, una
flota de guerra de la OTAN ha entrado en el mar Egeo (principalmente debido
a la insistencia del gobierno Tsipras) y vigila la situación en Siria así
como los navíos de guerra rusos estacionados en el Este del Mediterráneo.

En las jornadas más difíciles de este invierno, la situación en los campos
se ha vuelto totalmente insostenible. Ha habido revueltas contra esas
condiciones execrables, así como contra los ataques racistas organizados por
la extrema derecha.

¡En un país que recibe cada verano 21 millones de turistas, el gobierno
afirma que le es difícil ofrecer hospitalidad decente para 60 000 personas!
A pesar de todo, lo que es positivo es que una gran parte de la población
griega manifiesta una solidaridad firme.

Las principales tareas a las que hace frente el movimiento antirracista
organizado son las siguientes: en primer lugar cambiar la situación en los
campos imponiendo un control social y democrático de las condiciones que
prevalecen en ellos, así como presionar para la transferencia de las
personas refugiadas a espacios de acogida abiertos y decentes, en las
ciudades. En segundo lugar, exigir que los y las hijas de las personas
refugiadas sean aceptadas de pleno derecho en las escuelas públicas [los
cursos se organizan a veces oficialmente, pero fuera de las clases de los
niños y niñas “griegos”] así como un acceso por entero a la atención
sanitaria en los hospitales públicos. En fin, una oposición a los esfuerzos
de Amanecer Dorado y de la extrema derecha que intentan organizar una
respuesta racista.

La dirección de Amanecer Dorado y un gran número de sus militantes, están
siendo juzgados acusados de ser miembros de una organización criminal.
Debido a ello, se han retirado con precaución: sus “tropas de asalto” han
sido retiradas de las calles y ha habido un fuerte declive del número de
“incidentes” ligados a la violencia racista.

La desilusión masiva que representa Syriza aporta sin embargo nuevas
posibilidades a Amanecer Dorado. Esta formación se sitúa constantemente en
tercera posición en los sondeos, con una estimación del 8 % en las
intenciones de voto. La dirección intenta explotar esta ocasión mediante un
giro parlamentario: presentan un perfil más “respetable”, se expresan sobre
todo como “nacionalistas” y no como neonazis, intentando así introducir en
el espíritu de sus partidarios que existe la perspectiva de que puedan jugar
un papel en un gobierno futuro. Sin embargo, este giro engendra también
tensiones en el seno de Amanecer Dorado.

Al mismo tiempo, otros políticos de extrema derecha lanzan iniciativas de
cara a crear un partido nacionalista amplio, que sería capaz de cooperar con
Nueva Democracia en el caso de que la “gestión” de la crisis en Grecia
tuviera que necesitar un gobierno de la “derecha dura”.

Nuestra tarea no es permanecer pasivos y hacer predicciones sobre la
evolución de los neonazis y de la extrema derecha. Debemos continuar
movilizándonos a fin de hacer quebrar a Amanecer Dorado, una organización
que es una amenaza seria para la izquierda y el movimiento de las y los
trabajadores. La mejor forma de hacerlo es ligar la lucha antifascista con
la lucha por derrotar a la austeridad y por la anulación de los memorándums.

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