Ecuador/ El largo caminar de Correa hacia el neoliberalismo [Alberto Acosta]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Feb 18 23:18:45 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

18 de febrero 2017

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Ecuador

El largo caminar de Correa hacia el neoliberalismo

Alberto Acosta *

Brecha, Montevideo, 17-2-2017

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Antes de cumplir una década en funciones, el presidente Rafael Correa
completó el ciclo. Dio la vuelta completa. Empezó poniendo su brújula en
dirección contraria a la entonces dominante. Sus primeros pasos, en
consonancia con su discurso, fueron posneoliberales. Pero en el camino
cambió de orientación.

Antes de cumplir una década en funciones, el presidente Rafael Correa
completó el ciclo. Dio la vuelta completa. Empezó poniendo su brújula en
dirección contraria a la entonces dominante. Sus primeros pasos, en
consonancia con su discurso, fueron posneoliberales. Pero en el camino
cambió de orientación. Poco a poco borró sus orígenes “progresistas” –no
confundir simplonamente con socialistas–. Paulatinamente sus acciones se
sintonizaron con propuestas al más puro estilo fondomonetarista. Y ahora se
identifica con visiones y prácticas neoliberales, como consecuencia de la
suscripción de un acuerdo multipartes con la Unión Europea: ni más ni menos
que un tratado de libre comercio.

Recordemos brevemente los inicios de la gestión del gobierno de Correa. En
línea con el plan de gobierno de Alianza País 2007-2011, elaborado en 2006,
Correa se empeñó en terminar con la “sumisión” de Ecuador a organismos como
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Se cerró la puerta a
las privatizaciones. Aceptando una idea surgida desde la sociedad civil se
auditó la deuda pública, con resultados que ayudaron a reducir
sustancialmente su servicio y trasparentar su manejo en los 30 años
precedentes. Con la Iniciativa Yasuní-Itt, surgida mucho tiempo atrás
también desde la sociedad civil, se propuso transitar hacia una economía no
petrolera; es decir empezar a transformar la matriz productiva y alejarse de
la lógica de una economía primario-exportadora. Inclusive se construyó una
posición interesante para participar en las negociaciones comerciales con la
Unión Europea, sin aceptar la lógica de un tratado de libre comercio.

En la Asamblea Constituyente de Montecristi, donde se tramitó gran parte del
proceso propuesto en 2006, también se consiguieron logros importantes, como
impedir la neoliberal flexibilización laboral; desmontar el baratillo de
concesiones mineras; fortalecer la función del Estado en la economía. Algo
se avanzó en este último tema.

Sin embargo, los diez años de gestión acabaron con el esquema de gobierno
planteado inicialmente. Correa simplemente devino en el conductor de un
proceso que empezó alejándose del neoliberalismo para, luego de un largo y
confuso recorrido, retornar al punto de partida, usando para ello la
fortaleza del propio Estado construida en esta década. Por eso quizás hoy
podríamos decir que vivimos una suerte de “neoliberalismo transgénico”: un
neoliberalismo híbrido que, sin desmantelar el Estado (e incluso con su
ayuda), busca reanimar la acumulación capitalista con políticas neoliberales
duras, readecuadas a las actuales circunstancias.

Es más, Correa, ya transformado desde hace años en el caudillo del siglo
XXI, lidera una “restauración conservadora” que golpea a los propios grupos
sociales que en un inicio lo ayudaron a llegar al poder. Todo esto sin
desactivar su discurso “progresista”…

Extractivista

Este presidente cumplió uno de los sueños neoliberales no alcanzados por
gobiernos anteriores: imponer la minería a gran escala. Y lo ha hecho, como
cualquier gobierno neoliberal, desplegando diversas violencias que se
traducen en persecución, criminalización e incluso asesinato de los
dirigentes antimineros.

Correa pudo hacer historia liderando la Iniciativa Yasuní-Itt. Pero no. Tal
iniciativa le quedó tan grande que terminó cediendo a las presiones de las
petroleras y autorizó la explotación de crudo en el Itt. También consintió
ampliar la frontera petrolera en el centro sur de la Amazonia, en contra del
compromiso adquirido por Alianza País en 2006, destinado a impulsar una
moratoria petrolera.

Este gobernante apoya los monocultivos y los agrocombustibles, algo
completamente opuesto a una estrategia sustentada en la soberanía
alimentaria. Incluso rechazó las demandas campesinas e indígenas de reforma
agraria, irrespetando el mandato constitucional. Además permite que en
Ecuador ingresen semillas y se realicen cultivos transgénicos –prohibidos en
la Constitución–. Así, cediendo a las presiones del Tlc con la Unión
Europea, impulsa la aprobación de una ley de semillas que beneficiaría los
intereses de quienes controlan los transgénicos, la ya conocida “ley
Monsanto”.

Fondomonetarista

Antes de que cayeran los precios del petróleo, en 2014, Correa regresó al
Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Requería el beneplácito
del Fondo para colocar bonos en el mercado financiero internacional. Y desde
entonces se endeuda aceleradamente bajo condiciones cada vez más onerosas:
elevadas tasas de interés y plazos cortos, incluyendo la entrega del oro de
la reserva a Goldman Sachs. En vez de ser un líder “antisistema”, Correa
deberá pasar a la historia como el gobernante que más deuda pública ha
contratado, y sin transparencia. También se le recordará como uno de los
facilitadores para que sobre todo el imperialismo chino se imponga con
fuerza.

Privatizador

En su haber registra la entrega de campos petroleros maduros a empresas
extranjeras (campo Auca a Schlumberger, campo Sacha a Halliburton), algo que
Correa, en 2005, llamaba “traición a la Patria”. También podríamos anotar la
concesión por medio siglo –sin licitación– del puerto de Posorja a una
empresa de Dubai, y Puerto Bolívar a una turca, en ambos casos con
participación de grandes grupos empresariales nacionales, como el grupo
Nobis. Otros de los grupos ganadores (directa o indirectamente) con el
correísmo son Eljuri, Pronaca, La Favorita, y hasta las grandes telefónicas
Claro y Movistar y los bancos (recordemos al propio Correa mencionando que
en su gobierno los bancos han obtenido las mayores utilidades de su
historia).

Promociona las alianzas público-privadas que, en el fondo, sólo son un
eufemismo de las privatizaciones. Aquí se incluye, por ejemplo, la
privatización de hidroeléctricas construidas por el Estado, la puesta a la
venta de gasolineras públicas, la enajenación del Banco del Pacífico e
incluso la privatización de los programas de alimentación escolar.

Hay otros procesos de privatización –menos notorios–, pero no por ello menos
peligrosos para el interés del país. Por ejemplo, la privatización de la
salud vía convenios con clínicas y hospitales privados que también han
generado sobreprecios exagerados que ahora salen a la luz. Algunas
tendencias privatizadoras también se registran en el ámbito de la educación.

Ajustador y represor

Si bien con Correa no se han adoptado algunos de los paquetes de ajustes
típicos de los anteriores regímenes neoliberales, sí podemos incluir una
lista de acciones que han golpeado y debilitado a los sectores populares.

Acabada la bonanza petrolera, se volvió a la vieja práctica de aprobar
incrementos ínfimos del salario básico unificado de 14 dólares entre
2014-2015 y de 12 dólares entre 2015-2016. Además, a pretexto del terremoto
de Manabí, Correa incrementó el Iva, un impuesto regresivo y hasta recesivo
pero de fácil recaudación, con el fin último de paliar los efectos de la
crisis en el sector público.

Cabe recordar aquellas reformas que han reintroducido la flexibilización
laboral, en gran medida eliminada por la Asamblea Constituyente de
Montecristi.

Esta lista incluye la aprobación de los decretos 016 y 732 para controlar
las organizaciones sociales y de la sociedad civil; y del decreto 813 para
disciplinar a los trabajadores públicos usando la compra de renuncias
obligatorias, además de otras disposiciones que limitan la organización
sindical.

En síntesis, Correa estableció un ambiente de permanente propaganda y
amedrentamiento para sostener y combatir las crecientes protestas populares.
Creó organizaciones sociales paralelas (estudiantiles, sindicales,
indígenas, etcétera), propias y afines al gobierno, buscando debilitar a las
organizaciones que se le opongan. Ha restringido la libertad de expresión,
inclusive procesando a periodistas críticos que han descubierto actos de
corrupción del gobierno.

Cereza

De todas formas, la cereza del pastel es la firma del Acuerdo Multipartes
con la Unión Europea.

Recordemos que el gobierno de Correa, recogiendo la lucha y el mandato de
varios grupos sociales, se comprometió, en sus inicios, a no dar paso a un
Tlc. Así, en el plan de gobierno 2007-2011 de Alianza País, escrito en 2006,
se resolvió “luchar en contra de los procesos impulsados por los intereses
mezquinos de las mafias corporativas en detrimento de la mayoría de
ecuatorianos, como el mal llamado tratado de libre comercio, que es una
propuesta depredadora de la vida misma en tanto anuncia la profundización
del modelo neoliberal y una creciente sumisión antiética del ser humano al
poder monopólico del capital y a las empresas trasnacionales, amenazando,
además, las posibilidades de una integración regional en el sur”.

Incluso se planteaba en aquella época que “a través de la democracia activa
–con tantas consultas populares como sean necesarias– se abordarán
cuestiones cruciales como el Tlc”. Soplaban vientos de cambios. La
democracia se perfilaba en el horizonte.

El “pragmatismo” se impuso. Ganaron las mafias corporativas.

Con el Tlc acordado con la Unión Europea, sin entrar en más detalles,
entendemos que se reforzaría la condena de Ecuador como productor y
exportador de materias primas. Esto debilitaría cualquier estrategia de
transformación productiva del país y, por cierto, mucho más las perspectivas
de construir el “buen vivir” o sumak kawsay (que el correísmo transformó en
un mero fetiche al servicio de su proceso de reconstrucción hegemónica).

En esto termina la ahora mal llamada “revolución ciudadana”, que hace rato
perdió lo ciudadano y dejó de ser revolucionaria realmente desde el mismo
momento en que el proceso pasó a depender de un caudillo, es decir, poco
después de iniciada. Las agujas del reloj, que empezaron a la izquierda,
marchan irremediablemente hacia la derecha.

*  Economista. Figuró entre los redactores del plan de gobierno inicial de
Alianza País y entre los ideólogos de la “revolución ciudadana”. Fue
ministro de Energía y Minas de Correa y después presidente de la Asamblea
Nacional Constituyente, tras haber sido el diputado más votado a ese órgano.
Renunció en 2008, y desde entonces denuncia las “traiciones” del “correísmo”
a sus postulados iniciales. Nota tomada de www.rebelión.org. Brecha
reproduce fragmentos.

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