Colombia/ Entre la transparencia y los atajos |Jesús Gualdron]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Feb 26 18:06:57 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

26 de febrero 2017

Boletín Informativo

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Colombia

Entre la transparencia y los atajos

Jesús Gualdron

Espacio Crítico, 25-2-2016

http://www.espaciocritico.com/

Las guerrilleras y los guerrilleros de las FARC-EP han hecho su entrada
masiva a las Zonas Veredales Transitorias de Normalización en un gesto de
consecuencia política y de decisión inquebrantable de honrar los acuerdos de
La Habana. En canoas, en buses, en camionetas, a lomo de mula o a caballo y,
cómo no, a pie, los vimos llegar con sus fusiles al hombro y la esperanza
pintada en sus rostros. El país entero fue testigo de un hecho que hace
apenas unos meses era inimaginable, cuando las pantallas de televisión
mostraron el momento en que los combatientes farianos saludaban a los
soldados del ejército nacional que prestaban guardia en las inmediaciones de
los campamentos. Después de esto, incluso los más escépticos tienen que
convenir en que es posible que esta vez la paz haya llegado para quedarse.
Las FARC-EP, por lo menos, así lo están confirmando.

Tanto más encomiable es el gesto de la guerrilla si se tiene en cuenta el
lamentable e irresponsable espectáculo de improvisación e incumplimiento por
parte del Gobierno Nacional en relación con la adecuación de la
infraestructura necesaria para el apropiado funcionamiento de las zonas de
normalización. Lo más grave, en realidad, es que la falta de seriedad y
compromiso con la que el Gobierno asumió el cumplimiento de este punto de
los Acuerdos puede ser un indicativo de su actitud futura frente a la
implementación de los mismos. Del Gobierno, como tal, pero también de la
elite gobernante, tan amiga de empantanar en discusiones jurídicas
farragosas la solución de los problemas nacionales para eludir su
responsabilidad histórica en nuestras tragedias. Y es que en el contexto
actual se hace necesario trascender la discusión meramente jurídica y
enfrentar con pragmatismo las exigencias de una realidad tozuda que impone
la reforma de las instituciones políticas tradicionales, si en verdad se
quiere aclimatar la paz mediante el blindaje de los acuerdos alcanzados, aun
si esto implica reformas a la Constitución y a leyes vigentes. Tal vez se
entienda mejor ahora por qué amplios sectores de la opinión democrática
colombiana propusieron durante el desarrollo de los Diálogos de La Habana la
realización de una asamblea constituyente.

Ese es un aspecto de enorme preocupación en el momento actual del proceso.
El otro es el de la persistencia de la criminalidad paramilitar que se
ensaña contra los lucha- dores populares por la tierra, la defensa de los
derechos humanos y la paz con justicia social. No es un hecho inédito: ya
desde los años 80, frente al crecimiento monstruoso del paramilitarismo
aupado por sectores de la economía, el Estado y la politiquería, los
sucesivos gobiernos de la época optaron por desentenderse del problema y
minimizar sus proporciones y efectos. A pesar de las múltiples denuncias y
pruebas aportadas tanto nacional como internacionalmente, no se implementó
en momento alguno una verdadera estrategia de combate contra el
paramilitarismo con el fin de derrotarlo militarmente y exterminarlo. No se
investigaron sus fuentes de financiación para poner al descubierto su
alianza con el narcotráfico y con sectores económicos regionales, nacionales
e incluso transnacionales. No se examinaron a profundidad sus nexos con
diversas instituciones del Estado y las elites políticas dominantes en
regiones y departamentos. Y el monstruo creció e implantó un verdadero
régimen de terror, cuyas brutales características no dejan de sobrecogernos.


Por ello es inaceptable que el ministro de Defensa, el señor Luis Carlos
Villegas, minimice y banalice lo que está ocurriendo en el país a este
respecto. ¿No habrá entendido que estas nuevas expresiones del
paramilitarismo pueden significar el surgimiento de nuevas violencias, sobre
todo ahora que copan territorios que habían estado bajo el control de las
FARC-EP? ¿Será posible que después de todo lo que ha pasado, la clase
dominante quiera seguir ocultando la relación entre la criminalidad
paramilitar y la acumulación de capital? ¿Será que no comprende el nexo
entre el discurso de la ultraderecha enemiga de la paz y el fortalecimiento
de estas organizaciones criminales?

¿Habrá olvidado que el Acuerdo Final dispone que El Gobierno Nacional
garantizará la implementación de las medidas necesarias para intensificar
con efectividad y de forma integral, las acciones contra las organizaciones
y conductas criminales responsables de homicidios y masacres, que atentan
contra los defensores y defensoras de derechos humanos, movimientos sociales
o movimientos políticos o que amenacen o atenten contra las personas que
participen en la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz,
incluyendo las organizaciones criminales que hayan sido denominadas como
sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo? Mucho me temo que esa
actitud y ese camino nos conducen en contravía de la paz verdadera y
seguirán teniendo consecuencias nefastas para el campo de la democracia
colombiana.

¡Y todo esto precisamente en el momento en que los guerrilleros de las
FARC-EP se aprestan a continuar el proceso hacia su desmovilización y la
insurgencia del ELN se sienta a una mesa de negociaciones para buscar un
acuerdo de paz con el Gobierno!

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