Cuba/ Los militares y las cuentas, más allá de los cuarteles [Daniel Valero]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 21 23:03:42 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

21 de julio 2017

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Cuba

Los militares y las cuentas 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, repitió recientemente un
latiguillo sobre el cual su país insiste hace años: que el 60 por ciento de
la economía cubana se gesta en el Grupo de Administración Empresarial
Sociedad Anónima, un holding paramilitar de empresas que el nuevo ocupante
de la Casa Blanca pretende destruir.

Daniel Valero, desde La Habana

Brecha, 21-7-2017 

http://brecha.com.uy/

Es sólo un edificio entre tantos, ni siquiera de los más llamativos que se
alinean junto a la avenida del Puerto, en La Habana. A lo sumo, alguno de
los pocos vecinos de la zona podrá recordar que fue construido a mediados de
la década de 1950 para alojar la jefatura de la Marina de Guerra; los guías
turísticos, en tanto, tal vez ni lo noten, ocupados en conducir a sus
clientes hacia las cercanas y fotogénicas plazas del centro histórico.

Sin embargo, tras sus ventanas ahumadas se toman muchas de las decisiones
fundamentales en Cuba. Se trata del complejo donde radica la gerencia
general del Grupo de Administración Empresarial Sociedad Anónima (Gaesa). De
acuerdo con las declaraciones que Trump hizo hace algunas semanas ante un
histérico auditorio anticubano de Miami, en Gaesa confluyen los hilos que
mueven alrededor del 60 por ciento de “la economía comunista”. De inmediato,
medios de prensa de todo el mundo se apresuraron a replicar al presidente
estadounidense.

Para William M LeoGrande, profesor de la Facultad de Asuntos Públicos en la
Universidad Americana de Washington, “incluso una revisión superficial de la
composición del producto bruto interno de Cuba demuestra que ese ‘hecho’ es
absurdo”. Sus indagaciones le han permitido encontrar el “nacimiento” de tal
sinsentido allá por febrero de 2004, cuando The Miami Herald adoptó la
premisa de que “las fuerzas armadas cubanas han asumido hasta el 60 por
ciento de la economía de la isla”. Para avalarla, ese rotativo citaba al
“Proyecto de Transición de Cuba, del Instituto de Estudios Cubanos y
Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, un proyecto financiado por el
gobierno estadounidense”.

De ahí en adelante la historia ha ido cobrando cuerpo, repetida siempre con
un marcado sesgo político que busca presentar al gobierno de La Habana como
una dictadura militar. Mientras, el propio LeoGrande y otros analistas
alejados de las posiciones de izquierda coinciden en otorgar a Gaesa una
preeminencia mucho menor a la que repiten Trump y sus adláteres. Sus
ingresos (las estimaciones rondan en torno a los 3.500 millones de dólares)
“representan el 21 por ciento del total de ingresos en divisas de las
empresas estatales y del sector privado, el 8 por ciento de los ingresos
estatales totales y sólo el 4 por ciento del Pbi (según el Anuario
Estadístico del 2015)”, asegura LeoGrande. 

Más allá de los cuarteles

No es menos cierto que los militares –y ex militares– juegan un papel
fundamental en el ordenamiento institucional cubano. En primera instancia,
por su “confiabilidad”; en segunda, por su número.

Gracias a la amplia estructura de organismos de seguridad que regentea
(coordinada por el coronel Alejandro Castro Espín, hijo del presidente Raúl
Castro), el gobierno cubano mantiene un estrecho control sobre su población
y, en especial, sobre los miembros del Ministerio del Interior (Minint) y de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Far). Esa supervisión se complementa
con programas de “formación político-ideológica” dirigidos a todos los
combatientes en servicio o a aquellos que se forman en las academias
militares.

Respecto a la cantidad de efectivos, no existen datos oficiales. De acuerdo
con el número de unidades establecidas luego de su último proceso de
reorganización, las Far contarían con unos 100 mil combatientes en activo y
entre 200 mil y 300 mil reservistas; el Minint, por su parte, suma alrededor
de 200 mil efectivos regulares. En ambos cuerpos armados sientan plaza
soldados del Servicio Militar Activo (que cumplen los varones por uno o dos
años), y oficiales y suboficiales de profesión, que “juran” por períodos que
van desde cinco hasta 25 años. Tras su licenciamiento, todos tienen
prioridad para optar por un empleo en el amplio sector estatal.

Esa es la causa de que en tantas dependencias civiles ocupen cargos de
dirección antiguos militares, a veces formando mayoría. “En las escuelas de
cadetes se da una gran importancia a las técnicas de dirección y de gestión
de recursos. Incluso en algunos módulos nos repetían que necesitábamos
formarnos para la vida con la tropa pero también para cuando fuéramos de
nuevo civiles”, explica David Alejandro, ex jefe de unidades radiotécnicas
que aprovechó su título militar para encontrar trabajo en la compañía
Copextel, una empresa de equipos electrónicos integrada dentro del esquema
corporativo de Gaesa.

“Como mi regimiento pasaría a la reserva, me ofrecieron el licenciamiento y
este puesto. En total fuimos cuatro, y a todos nos dijeron lo mismo:
preferían contratarnos a nosotros porque ‘los militares son más
responsables’.” Muchos de sus compañeros y jefes tienen el mismo origen.

“Son múltiples los ejemplos de mandos militares transformados en
empresarios: el general de brigada Luis Pérez Róspide, antiguo director de
la Industria Militar, preside el Grupo Gaviota (la mayor hotelera de América
Latina, con casi 30 mil habitaciones); el coronel Héctor Oroza dirige el
monopolio corporativo de importación y exportación (Cimex), donde actúa como
asesor el antiguo jefe de los servicios militares de Inteligencia, el
general de división retirado Fabián Escalante”, señalaba en un artículo
reciente el periodista Fidel Gómez Sosa.

Para el profesor de Política Internacional en la Universidad de California
en San Diego Richard Feinberg, funcionario durante la administración de Bill
Clinton, Gaesa “está invirtiendo sabiamente en las áreas económicas más
internacionales y lucrativas de la economía”. A su juicio, “unas fuerzas
armadas bien ubicadas probablemente apoyarán las reformas económicas que
volverán a Cuba más eficiente y competitiva”.

De la magnitud del fenómeno da cuenta el hecho de que siete de los 17
miembros del Buró Político –el máximo órgano del gobernante Partido
Comunista– visten uniformes; el resto de los integrantes de ese grupo de
dirección o lo hizo en algún momento o está encuadrado en algunas de las
instancias de defensa territorial con que la isla caribeña ha preparado su
respuesta a una hipotética intervención norteamericana.

El hecho de que al frente de Gaesa se encuentre uno de los ex yernos del
presidente Raúl Castro, el general de brigada Luis Alberto Rodríguez
López-Callejas, no hace sino agregar “leña” al fuego de las especulaciones,
pues para nadie es un secreto que esa corporación funciona como un virtual
“Estado dentro del Estado”, bajo un esquema de subordinación que sólo muy en
segundo plano llega hasta la presidencia del país o la Asamblea Nacional.

“Ninguna de estas empresas presenta ningún tipo de información sobre sus
ingresos, ganancias, impuestos pagados, estado de cuentas, ni el nombre de
sus directores ejecutivos, ni hace licitación pública para ninguno de sus
cargos”, apuntaba a comienzos de 2016 el sitio ForesightCuba, especializado
en análisis estadísticos acerca de la isla. El tiempo transcurrido no ha
contribuido a cambiar tal realidad.

Surgidas en la década de 1980 ante la necesidad de sortear las barreras del
bloqueo contra Cuba, las primeras compañías del actual grupo tuvieron como
premisa el secreto. Treinta años después, a pesar de su crecimiento
exponencial, la práctica totalidad de las operaciones de Gaesa se mantiene
en las sombras. Para bien o para mal.

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