Debates/ Wilhelmen Reich, el psicoanalista maldito [Virginia Martínez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Mar 11 20:24:37 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

11 de marzo 2017

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germain5 en chasque.net

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Debates

Wilhelmen Reich

El maldito

Hijo intelectual y dilecto de Freud, luego disidente expulsado del círculo
íntimo del maestro, Wilhelm Reich fue, para muchos, un psicoanalista
maldito. Pionero de las terapias corporales, revolucionó la sexología con la
teoría sobre la función del orgasmo. Desprestigiado y prohibido, murió en
una cárcel de Estados Unidos a donde había llegado huyendo del nazismo para
continuar sus investigaciones sobre la energía vital, que él llamaba orgón.

Virginia Martínez *

Brecha, 10-3-2017

http://brecha.com.uy/

Wilhelm Reich nació en una familia judía y acomodada que vivía en una zona
rural de la actual Ucrania, por entonces parte del imperio austrohúngaro. El
padre le puso el nombre en homenaje al emperador de Alemania, pero la madre
prefería llamarlo Willi, quizá para protegerlo de la cólera de ese hombre
celoso y autoritario que tenía por marido. Próspero criador de ovejas, León
Reich trataba mal a todo el mundo, fuera familia, empleados o vecinos. El
niño creció aguantando en silencio las penitencias y las bofetadas del
padre. Solitario por obligación, aprendió en casa y de los padres las
primeras letras hasta que León contrató a un preceptor.

Una tarde el pequeño Willi descubrió que el preceptor era también el amante
de su madre. Aunque lo devoraban los celos, se cuidó de no contarle nada al
señor Reich. Después de todo, la madre era el único refugio en el mundo
sombrío y hostil de la casa familiar. Hasta que para vengarse de ella por
una tontería, la traicionó denunciando la infidelidad. Sobrevino la
catástrofe. Reproches, golpes y gritos. La mujer intentó suicidarse con
veneno pero el marido la salvó sólo para seguir atormentándola. Willi
terminó pupilo en una pensión de familia, y tuvieron que internarlo para
tratarlo por una soriasis severa. Determinada a poner fin a una vida de
reclusión y violencia, la madre logró irse para siempre en el tercer
intento. Durante mucho tiempo el sentimiento de culpa atormentará al
muchacho de 14 años que tres años más tarde perderá también al padre.

Socorro obrero

Luego de la Primera Guerra Mundial Reich empezó a estudiar medicina, se
interesó en el psicoanálisis y se convirtió en uno de los discípulos más
apreciados de Freud, quien le derivó a sus primeros pacientes. Unos años
después el maestro ya se refería a él como “la mejor cabeza” de la
Asociación Psicoanalítica de Viena. En 1921 llegó a la consulta una hermosa
muchacha, con quien se casó al terminar el tratamiento (“Un hombre joven, de
menos de 30 años, no debería tratar pacientes del sexo opuesto”, escribió en
su diario). Por esa época profundizó el estudio de la sexualidad (“he
llegado a la conclusión de que la sexualidad es el centro en torno al que
gravita toda la vida social, tanto como la vida interior del individuo”) y
siguió devoto a su mentor.

En ocasión de la fiesta de los 70 años de Freud le ofreció como regalo La
función del orgasmo. Mucho más tarde de lo que esperaba recibió una
respuesta lacónica del maestro. Fue el primer signo de que las cosas con él
no iban bien. Diferencias teóricas (la teoría de Reich sobre el origen
sexual de la neurosis) y políticas (su acercamiento a la cuestión social y
al marxismo) hicieron el resto.

El 15 de julio de 1927 Reich y Annie, su mujer, presenciaron la represión de
una manifestación de trabajadores que dejó cien muertos y más de mil
heridos. La conciencia social de Reich había comenzado a forjarse como
médico en el hospital público, pero la brutalidad de la actuación policial
lo decidió a tomar partido. Se afilió al Socorro Obrero, organización del
Partido Comunista austríaco, y comenzó a trabajar la idea de que marxismo y
psicoanálisis eran complementarios (“Marx es a la ciencia económica lo que
Freud a la psiquiatría”). Empezó a hablar en actos callejeros, repartía
volantes, enfrentaba a la policía. Hizo amistad con un tornero, un muchacho
más joven que él llamado Zadniker, de quien aprenderá tanto o más que en la
universidad. Con Zadniker se asomó a la miseria sexual y las relaciones
amorosas en la clase obrera, y conoció el efecto devastador de la
desocupación en las relaciones familiares. Compró un camión y lo equipó como
una policlínica ambulante, y dedicó los fines de semana a recorrer los
barrios pobres de la ciudad junto a un pediatra y un ginecólogo: atendían
niños, mujeres, jóvenes y daban clases de educación sexual.

Nada podía ser más ajeno a Freud que la militancia política de Reich. Le
advirtió que estaba metiéndose en un avispero y que la función del
psicoanalista no era cambiar el mundo. Pero él ya estaba lejos del maestro,
viviendo en Berlín, preparándose para publicar el ensayo “Materialismo
dialéctico y psicoanálisis” y viajar a la Urss.

Sexualidad proletaria

Aunque en Moscú no encontró un ambiente favorable a las teorías
psicoanalíticas, regresó convencido de que la explotación capitalista y la
represión sexual eran complementarias. En 1931 fundó la Asociación para una
Política Sexual Proletaria. La “Sexpol”, como se la conoció, llegó a reunir
a 40 mil miembros en torno a un programa que casi un siglo después mantiene
vigencia: legalización del aborto, abolición del adulterio, de la
prostitución, de la distinción entre casados y concubinos, pedagogía y
libertad sexual, protección de los menores y educación para la vida. Para
editar y difundir materiales de educación creó su propia editorial. Cuando
tu hijo te pregunta y La lucha sexual de los jóvenes fueron dos de los
folletos más exitosos en los que explicaba en lenguaje llano y sin
prejuicios los tabúes de la vida sexual: orgasmo, aborto, masturbación,
eyaculación precoz, homosexualidad.

El primer día de enero de 1932, a renglón seguido de un comentario sobre el
agravamiento de la gastritis que padecía, Freud anotó en su diario: “Medidas
contra Reich”. Entendía que su afiliación al partido bolchevique le restaba
independencia científica y lo colocaba en una situación equivalente a la de
un miembro de la Compañía de Jesús.

Dos días después del incendio del Reichstag, el diario oficial del Partido
Nacional Socialista publicó una crítica contra La lucha sexual de los
jóvenes. La prédica libertaria también le valió la reprobación de su
partido, pues los comunistas temían que el interés por las cuestiones del
sexo debilitara el compromiso político de sus militantes. Primero retiraron
sus publicaciones y luego lo expulsaron del partido. Poco después la Gestapo
lo fue a buscar a su casa.

Psicología de masas del fascismo

La primera escala del exilio que terminaría en Estados Unidos lo llevó a
Copenhague, luego a Malmö, en Suecia, y más tarde a Oslo. Publicó La
psicología de masas del fascismo, una obra que le dio celebridad, en la que
analizaba la relación entre la familia autoritaria, la represión sexual y el
nacionalsocialismo. La comunidad psicoanalítica lo excluyó, y empezó a
circular el rumor de que estaba loco. A propósito escribió: “Los dictadores
directamente expulsan o matan. Los dictadores democráticos asesinan
furtivamente con menos coraje y sin asumir la responsabilidad de sus actos”.

En ese período se dedicó a estudiar la naturaleza bioeléctrica de la
angustia y del placer. Volvió al laboratorio y al microscopio. A fines de
mayo de 1935 escribió en una entrada de su diario: “Éxito total de la
experimentación. La naturaleza eléctrica de la sexualidad está probada”. A
principios del año siguiente fundó el Instituto Internacional de Economía
Sexual para las Investigaciones sobre la Vida, donde reunió a un equipo
multidisciplinario de médicos, psicólogos, pedagogos, artistas, sociólogos y
laboratoristas. Ese año también conoció al pedagogo inglés Alexander S
Neill, fundador de la escuela de Summerhill, con quien forjó una larga
amistad personal e intelectual. Reich se interesaba en su pedagogía y él en
los estudios sobre la psicología de masas del fascismo. En esa época publicó
el artículo “¿Qué es el caos sexual?”, que los estudiantes de Nanterre
retomarán como programa político en mayo de 1968, divulgándolo en volantes.

Las investigaciones y el proselitismo en materia de libertad sexual
complicaron su situación en Oslo. En 1938, a través del psiquiatra
estadounidense Theodor P Wolfe, consiguió un contrato como profesor en la
Nueva Escuela de Investigación Social, de la Universidad de Nueva York, que
recibía universitarios europeos perseguidos. En agosto del año siguiente
desembarcó en la ciudad donde ya vivían su ex mujer y las dos hijas.

Acumuladores de orgón

Abandonó el psicoanálisis y se concentró en investigar la relación de la
psiquis con el sistema nervioso y el cuerpo. Empezó a trabajar los conceptos
de “coraza muscular” (agarrotamiento, tensión) que se correspondían con los
de “coraza caracterial” (producto de la represión de los sentimientos).
Introdujo prácticas de terapia corporal en la consulta (masajes, abrazos,
respiración, estiramiento) para ayudar al paciente a liberarse. Decía que el
cuerpo necesitaba contraerse y expandirse en movimientos equivalentes a los
de una medusa, y que las corazas y bloqueos impedían el movimiento,
originando enfermedades.

Postuló la existencia de una energía vital, el orgón, que determinaba el
funcionamiento del cuerpo humano y también estaba presente en la atmósfera.
Creó dos instrumentos: el orgonoscopio, dispositivo para medir la energía, y
el acumulador de orgón, especie de caja de madera revestida interiormente
por capas de metal y material orgánico para atraer y concentrar el orgón.
Primero fueron pequeños acumuladores donde colocó ratones con cáncer. En
1940 creó el primer acumulador de tamaño humano, una caja con aspecto de
armario en la que uno podía sentarse. Sostenía que en una sesión dentro del
acumulador el paciente absorbía orgón del aire que respiraba dentro de él y
que esto tenía un efecto beneficioso para el sistema nervioso, los tejidos y
la sangre.

Sin apoyo de la comunidad científica, sus investigaciones empezaron a ser
tildadas de delirios y él de charlatán. Buscó el respaldo de Einstein, a
quien le presentó su trabajo y le ofreció un acumulador, que instaló en su
casa. El científico desechó el resultado de sus experiencias y la relación
terminó en disputa. Mientras tanto había comenzado a tratar de forma
experimental a enfermos de cáncer con la convicción de que el acumulador
podía mejorar su capacidad para combatir la enfermedad. Otros enfermos se
sumaron voluntariamente al tratamiento. Reich constató notables mejoras en
el estado general y un descenso en los dolores de los pacientes. En 1946
compró un terreno al borde del lago Mooselookmeguntic, un edén al norte del
país, en el estado de Maine, en la frontera con Canadá. Un sitio de bosques
y montañas donde el contacto con la naturaleza era intenso. Allí instaló su
vivienda y el laboratorio, un conjunto de edificaciones que pronto los
vecinos llamaron “La casa de Frankenstein”. En 1945 se casó con una
colaboradora, Ilse Ollendorf, con quien vivía desde tiempo atrás. Un año
antes había nacido su hijo Peter, y un año después obtuvo la ciudadanía
estadounidense.

En la mira del FBI

Inventando amigos comunes y con el pretexto de que tenía un mensaje para
darle, la periodista Mildred Edie Brady logró franquear los filtros que Ilse
ponía para salvaguardar a Reich. La recibió, recorrieron juntos el
laboratorio y le mostró sus acumuladores de orgón. En abril de 1947 Brady
publicó un artícu¬lo en Harper’s Magazine titulado “El nuevo culto del sexo
y la anarquía”, por el que se haría famosa. Un mes después retomó el tema en
The New Republic con “El extraño caso de Wilhelm Reich”. Brady afirmó que la
ciencia desaprobaba sus actividades y conclusiones, que tenía más pacientes
de los que podía atender y una influencia “mística” y perjudicial en los
jóvenes. Fue el inicio de una campaña de desprestigio a la que se sumaron
otras publicaciones. La prensa convirtió a los acumuladores en “cajas de
sexo” y a la terapia corporal en sesiones de masturbación a los pacientes.
En agosto recibió la primera inspección de la Administración de Alimentos y
Medicamentos (Fda).

En los años siguientes Reich continuó publicando (Escucha, pequeño
hombrecito, 1948, El análisis del carácter, 1949) e investigando, en
particular los efectos de las radiaciones nucleares y las posibilidades de
neutralizarlas. Para ello colocó una muestra mínima de radio en un
acumulador, pero el efecto provocado fue el contrario del que buscaba. El
acumulador amplificó la radiactividad, con consecuencias negativas para él y
sus colaboradores. Su hija Eva, médica e investigadora, sufrió una
bradicardia severa. El resto del equipo volvió a mostrar los síntomas de
enfermedades que habían padecido antes. Todos, incluido Reich, presentaron
alteraciones emocionales. Poco después, Ilse decidió dejar la casa con el
pequeño Peter.

Para limpiar el lugar de la energía tóxica, que llamó Dor (por deathorgone),
creó el “Rompe nubes”, una máquina de seis tubos en línea apuntados al
cielo. A partir de ella hizo, con éxito, experimentos para provocar lluvia
en la región donde vivía, afectada por una larga sequía. Inagotable, pensó
en probarla en el desierto y en adaptarla, reduciendo el tamaño, para
extraer el Dor de un cuerpo humano enfermo.

Paranoico con delirios de grandeza

A pedido de la Fda, la justicia del Estado de Maine inició una acción contra
Reich y su fundación. Le prohibieron trasladar acumuladores a otros estados
y calificaron las investigaciones de expedientes publicitarios. Lo acusaron
de charlatán y de obtener beneficio económico de la credulidad de los
enfermos. El 19 de marzo de 1955 un juez ordenó retirar de circulación y
destruir los acumuladores, quemar las publicaciones que hicieran referencia
al orgón y, aunque sin relación con lo anterior, también prohibió las
ediciones de La psicología de masas del fascismo y El análisis del carácter.

En octubre Reich viajó a Tucson, en Arizona, para, como informó a la
justicia, estudiar la energía de orgon en la atmósfera en zonas desérticas.
Luego de semanas de intenso trabajo en el desierto lograron hacer llover. Se
proponía repetir el experimento en California, cuando el 1 de mayo de 1956
lo detuvieron.

El psiquiatra que lo examinó en la prisión dictaminó que no podía ser objeto
de juicio pues se trataba de un enfermo mental: “Manifiesta paranoia con
delirio de grandeza y de persecución e ideas de influencia”. La justicia,
sin embargo, entendió que estaba en condiciones de ser juzgado. Lo
condenaron a dos años de prisión y a pagar una multa de 10 mil dólares.

Dicen los testimonios que fue un preso ejemplar, que se adaptó bien a la
disciplina de Lewisburg y que el único privilegio que reclamaba era bañarse
con frecuencia para aliviar la soriasis que no lo abandonaba desde los
tristes días de la infancia.

El 3 de noviembre de 1957 lo encontraron muerto en su celda. Dos días
después iba a asistir a la audiencia donde el juez debía decidir sobre su
pedido de libertad condicional. Reich dormía vestido, sin zapatos, sobre la
cama tendida. Lo velaron en el observatorio de Orgonon, en Rangley, donde
hoy está el museo que lleva su nombre.

* Nota de Correspondencia de Prensa:  Profesora de Historia, realizadora y
productora de cine. Dirigió numerosos documentales sobre los anarquistas y
la resistencia contra la dictadura uruguaya. Editó varios libros, entre
ellos Siglo de Mujeres, Banda Oriental, Montevideo, 2012.

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Freud sí, Reich no

“Acá todos estamos dispuestos a asumir riesgos por el psicoanálisis, pero no
ciertamente por las ideas de Reich, que nadie suscribe. Con relación a eso,
he aquí lo que piensa mi padre: si el psicoanálisis debe ser prohibido, que
lo sea por lo que es no por la mescolanza de política y psicoanálisis que
hace Reich. Por otro lado, mi padre no se opondría a sacárselo de encima
como miembro de la asociación.”

Carta de Anna Freud a Ernest Jones, presidente de la Asociación
Internacional de Psicoanálisis y biógrafo de Freud. 27 de abril de 1933.

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Deseo sexual versus autoritarismo

“La familia autoritaria no está fundada sólo en la dependencia económica de
la mujer y los hijos con respecto al padre y marido, respectivamente. Para
que unos seres en tal grado de servidumbre sufran esta dependencia es
preciso no olvidar nada a fin de reprimir en ellos la conciencia de seres
sexuales. De este modo, la mujer no debe aparecer como un ser sexual, sino
solamente como un ser generador. La idealización de la maternidad, su culto
exaltado, que configura las antípodas del tratamiento grosero que se
inflige a las madres de las clases trabajadoras, está destinada, en lo
esencial, a asfixiar en la mujer la conciencia sexual, a someterla a la
represión sexual artificial, a mantenerla a sabiendas en un estado de
angustia y culpabilidad sexual. Reconocer oficial y públicamente a la mujer
su derecho a la sexualidad conduciría al hundimiento de todo el edificio de
la ideología autoritaria.”

De La psicología de masas del fascismo.

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¿Qué es el caos sexual?

Es apelar en el lecho conyugal a los deberes conyugales.

Es comprometerse en una relación sexual de por vida sin antes haber conocido
sexualmente a la pareja.

Es acostarse con una muchacha obrera porque “ella no merece más”, y al mismo
tiempo no exigirle “una cosa así” a una chica “respetable”.

Es hacer culminar el poderío viril en la desfloración.

Es castigar a los jóvenes por el delito de autosatisfacción y hacerles creer
que la eyaculación les debilita la médula espinal.

Es tolerar la industria pornográfica.

Es soñar a los 14 años con la imagen de una mujer desnuda y a los 20 entrar
en las listas de los que pregonan la pureza y el honor de la mujer.

¿Qué no es el caos sexual?

Es liberar a los niños y a los adolescentes del sentimiento de culpa sexual
y permitirles vivir acorde a las aspiraciones de su edad.

Es no traer hijos al mundo sin haberlos deseado ni poderlos criar.

Es no matar a la pareja por celos.

Es no tener relaciones con prostitutas sino con amigas de tu entorno.

Es no verse obligado a hacer el amor a escondidas, en los corredores, como
los adolescentes en nuestra sociedad hoy, cuando lo que uno quiere es
hacerlo en una habitación limpia y sin que lo molesten.

Wilhelm Reich

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