Francia/ Las fracturas siguen abiertas [Josu Egireun]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mayo 10 00:26:01 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

10 de mayo 2017

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Francia

Las fracturas siguen abiertas

Josu Egireun *

Viento Sur, 9-5-2017

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Con la victoria de Emmanuel Macron (En Marche!) sobre Marine Le Pen (Front
National) concluye la elección presidencial en Francia. Los resultados son
los siguientes: Macron obtiene el 66,1 % de los votos y Marine Le Pen el
33,9 %.

Ha sido una victoria holgada, pero al mismo tiempo una victoria frágil y que
deja como rastro una progresión enorme del Front National (FN). Una elección
en la que la izquierda radical se ha visto confrontada a elegir entre la
peste y la cólera, con fuertes divisiones internas e incapaz de construir un
frente de rechazo común, tanto a la extrema derecha del FN como al centro
extremo de En Marche!, en una perspectiva que mirara más allá de esta
segunda vuelta. Y en medio de ese cuadro no hay que olvidar el incremento de
la abstención (25,44 %) y, sobre todo, el de votos blancos y nulos: 11,47 %.

A falta de las elecciones legislativas (11 y 18 junio) que cerrarán este
ciclo electoral, vamos a asistir a tiempos convulsos. Según las encuestas,
se conformaría una Asamblea Nacional, totalmente escorada a la derecha: En
Marche, entre 250 y 290 escaños; Los Republicanos+Udi (centro derecha), en
una horquilla de 200 a 210; el PS, de 28 a 43, el FN entre 15 y 25 (primera
vez con grupo parlamentario propio) y Francia Insoumisa+Frente de Izquierdas
entre 6 y 8 escaños 1/.

Victoria frágil

Ha ganado el candidato de las finanzas, del establishment, el hombre de
recambio a la crisis de los partidos pilares del sistema (ambos
descabalgados de la segunda vuelta) para las élites francesas y europeas, y
el encargado de poner velocidad turbo a las políticas neoliberales; el
artífice, durante el quinquenio de Hollande, del desmantelamiento de los
servicios públicos (La Ley Macron), del Pacto de responsabilidad (regalo de
40 000 millones para las empresas), el impulsor de la contrarreforma de la
Ley del Trabajo hace un año.

Su programa electoral se resume en pisar aún más fuerte el acelerador:
supresión de 120 000 puestos en la función pública, una vuelta de tuerca más
a la reforma laboral, acabar con el actual sistema público de pensiones,
poner fin a las 35 horas, etc. Y consciente de que puede tener dificultades
para lograr la mayoría absoluta, así como para evitar el engorre de un
procedimiento parlamentario muy largo, gobernar a través de “decretos-Ley”.

Pero se trata de una victoria frágil. De entrada, porque carece de una
adhesión popular mayoritaria, como en su día pudo tener Hollande frente a
Sarkozy. Su victoria se basa en el voto prestado para evitar que ganara la
peste negra que representa Le Pen (que hasta su catastrófica intervención
televisiva se situaba en el 40-41 % y en progresión). De hecho, a la derecha
que llamó a votar Macron le ha faltado tiempo tras su victoria para anunciar
una legislatura convulsa. En segundo lugar, porque si se confirman las
encuestas, E. Macron no dispondrá de una mayoría parlamentaria para impulsar
su proyecto político y, en tercer lugar, porque las medidas que va a tratar
de impulsar van a generar un clima de convulsión social. Como ocurrió en el
mandato de Hollande.

FN: La paradoja de la derrota

El FN ha salido electoralmente derrotado y probablemente vivirá tensiones
internas debido a que esperaba ganar tras un largo periplo de
“desdiabolización” de la extrema derecha y tras haberse situado a la cabeza
en 40 departamentos en la primera vuelta. A lo que se añadió el pacto
gubernamental firmado con un sector de la derecha extrema (France debout,
que obtuvo el 4,7 % devotos en la primera vuelta). Y si bien, como recogen
P. Del Moal y U Palheta en el balance de la primera vuelta, salvo el
estancamiento que conoció en 2007, el FN viene progresando de forma estable
desde 1995, en estas elecciones su progreso ha sido excepcional y va a
marcar el diapasón de la derecha en un contexto de derechización global de
la sociedad.

De ahí que de cara a la segunda vuelta “minorizar” al FN, no solo impedir
que ganara, constituía un elemento de preocupación central en amplios
sectores de izquierda. Sectores que no comulgaban con el Pacto Republicano
(apoyar a Macron para defender la República frente a los “extremos”) pero
para quienes la posibilidad de que Marine Le Pen quedara a las puertas de la
presidencia o reducida al 21,3 % de la primera vuelta no era una cuestión
banal.

Una izquierda hecha jirones

Justamente el debate sobre qué hacer en la segunda vuelta ha desgarrado a
los sectores de izquierda que no entraban en el “Pacto Republicano”. Desde
France Insoumise al NPA, las divisiones internas han sido fuertes en todos
los partidos.

La cuestión de cómo hacer frente al ascenso del FN en la segunda vuelta era
un debate con muchas aristas. En 2002, cuando la segunda vuelta se dirimió
entre Chirac y Jean M Le Pen, una fórmula que hizo consenso fue “vencer al
FN en la calle y en las urnas”: el FN apenas progresó del 16,86 al 17,79 %.
En esta ocasión el abanico de opciones ha sido más abierto: quienes
consideraban que no había que optar entre la peste y el cólera (los “ni-ni”)
y partían directamente a la abstención, quienes decían que había que
combatir el FN, pero que la vía no era votar Macron (voto nulo-voto en
blanco) y quienes llamaban a derrotar el FN en las urnas votando a Macron y
combatir Macron al día siguiente de ser elegido.

Estas opciones han cristalizado en prácticamente todas las fuerzas políticas
y a ello contribuyó mucho que la noche de la primera vuelta electoral Jean
Luc Mélenchon no se pronunciara al respecto y dejara el campo libre a su
electorado.

En cierta medida, durante la campaña que ha precedido a la segunda vuelta
hemos asistido a una especio de “desdiabolización” del FN por parte de
sectores de la extrema izquierda, con fórmulas como: votar Macron en 2017 es
situar a Le Pen en la presidencia en 2022.

El problema, en el sistema electoral francés, es que está ideado para que en
la segunda vuelta la única fórmula de evitar que la extrema derecha llegue a
ganar es votar al contricante en liza. No hay otra alternativa. ¿Era posible
“huir” de esta dicotomía? Difícil el riesgo de “huir” de la dicotomía, en
condiciones de reflujo político y social, se situaba en que si Macron no
superaba a Marine Le Pen ésta alcanzaría la presidencia…. no en 2022 sino en
2017.

Y si bien su derrota es una buena noticia, su elevado porcentaje no lo es
tanto. Y lo preocupante es que más allá del debate sobre la fórmula de voto,
la izquierda haya estado prácticamente ausente a lo largo de la segunda
vuelta, que no haya existido ninguna dinámica unitaria de denuncia y
confrontación con el FN y sus propuestas políticas, salvo determinadas
movilizaciones estudiantiles.

La ausencia de una dinámica unitaria también se va a expresar de cara a las
legislativas. De entrada porque France Insoumise –siguiendo en cierta medida
el modelo inicial de Podemos-, sólo concibe la unidad si el resto de fuerzas
políticas se disuelven en sus filas y tragan con su programa. Algo que a
todas luces no se va a dar. Por eso las posibilidades de avanzar marcos
unitarios en las distintas circunscripciones que permitan situarse en la
disputa por la segunda vuelta (es necesario superar el 12,5 % de los votos
en la primera) va a resultar más que problemático 2/.

Más allá de las elecciones

En general, no resulta arriesgado pronosticar que se abre un nuevo tiempo
político. Un tiempo en el que vamos a asistir a reconfiguraciones tanto en
el campo de la izquierda como en el de la derecha, que aún no ha acabado de
digerir no haber llegado a disputar la segunda vuelta. Incluso el FN va a
estar sujeto a tensiones. Pero el dato dominante es que se anuncia un tiempo
mórbido: de medidas austeritarias y liberticidas, de acentuación del Estado
policial y securitario, de reforzamiento de las políticas contra la
inmigración, de incremento del racismo y la xenofobia, etc.

En este contexto, la izquierda está confrontada a dos desafíos: la
construcción de un espacio unitario y amplio de resistencia social ante el
quinquenio que se anuncia duro, pero también abordar un proceso de
recomposición política que se antoja urgente.

Aunque no hayan sido masivas, las movilizaciones del 8 de mayo en Paris y en
otras localidades son todo un síntoma de los tiempos que se avecinan en unas
condiciones de asfixia social y democrática, que demandan la acción en la
calle pero también de la unidad para avanzar.

Tiene razón Philippe Poutou, candidato del Nuevo Partido Anticapitalista
(NPA) en la primera vuelta, cuando insiste en que es preciso “unirse para
para preparar la resistencia a la apisonadora de Macron… [que]… debemos
organizar unitariamente todo tipo de movilización para revertir la relación
de fuerzas y construir un frente que defienda de forma unitaria nuestros
derechos sociales y democráticos”.

En el ámbito político, respecto a France Insoumise, más allá de lo que
representa en cuanto a al proyecto de JL Mélenchon -fusión entre el líder y
las masas al margen de la construcción de un marco colectivo basado en una
democracia pluralista y de base-, el dato a retener es que ha servido de
catalizador de decenas y decenas de miles de activistas que corren el riesgo
de dispersarse si se ven sometidos a una dinámica vertical, plebiscitaria y
totalmente orientada a la política electoral.

Pensar en una recomposición política de la izquierda es pensar en una
alternativa política que se inscriba en las dinámicas de resistencia, en la
calle y en los centros de trabajo, y que articule de una forma nueva tanto
las relaciones con los movimientos sociales como entre estos y las dinámicas
institucionales. El problema está ens que siendo no solo necesaria sino
urgente esta recomposición política de la izquierda, como urgente es crear
espacios para la elaboración de propuestas concretas que lleven hacia ella,
ahora mismo las condiciones para lograrlo son mínimas. La falta de unidad de
cara a las legislativas es toda una muestra.

En este terreno, retomando la fórmula de Daniel Bensaïd, habrá que trabajar
con una “lenta impaciencia”. La crisis de régimen sigue abierta y, también
con ella, las fracturas que siguen desgarrando a la sociedad francesa, pese
a la “revolución pasiva” que quizás intente poner en pie Macron… con el
permiso de la Alemania de Merkel. 

* Josu Egireun es miembro de la redacción de viento sur y militante del NPA
(Nuevo Partido Anticapitalista).

Notas

1/  La mayoría absoluta se sitúa en 290 escaños)

2/  Justo tras escribir el artículo la noticia ha salido a la prensa: no hay
acuerdo entre FI y el PCF y van a competir entre sí en cerca de 535
circunscripciones.

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