Uruguay/ Desmantelan el Programa de Aulas Comunitarias: retorno forzado al liceo que los expulsó [Tania Ferreira]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Oct 14 13:23:45 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

14 de octubre 2017

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Uruguay

El cierre del Programa Aulas Comunitarias

Organismos vivos 

El desmantelamiento del programa arruinó el festejo de su décimo cumpleaños.
En su lugar, Secundaria arriesga una alternativa llamada Propuesta 2016 para
que esos jóvenes salgan de los programas externos gestionados por Ong y
vuelvan a una especie de aula comunitaria pero dentro del liceo. Los
técnicos que trabajan en el territorio, y hasta algunas autoridades de la
educación, advierten el riesgo de perder en el camino a esos chiquilines, en
el afán de incluirlos a prepo dentro del mismo liceo que antes los expulsó.

Tania Ferreira

Brecha, 13-10-2017 

http://brecha.com.uy/

“Adolescentes con una historia de frustraciones y que tienen muy poca
confianza en su vínculo con el aprendizaje.” Esos son –según se lee en sus
fundamentos– los alumnos que alberga el Programa Aulas Comunitarias (Pac)
desde 2007. Cogestionado por el Consejo de Educación Secundaria (Ces), el
Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y organizaciones de la sociedad
civil de cada territorio, el Pac atiende a adolescentes de entre 13 y 17
años que terminaron la escuela pero abandonaron –o nunca asistieron– el
liceo o la Utu.

En sus inicios el Pac contó con 12 aulas, y en su momento de mayor esplendor
llegó a las 26; en su punto más alto (2015) atendió un máximo de 2.168
adolescentes. Desde ese mismo año las autoridades del Ces decidieron activar
un proceso de cierre, y aunque no hay una fecha exacta de finalización
(véase recuadro “Cero diálogo”), hoy quedan sólo 16 aulas.

La idea con Propuesta 2016 –el plan que está supliendo en simultáneo al Pac
desde el año pasado– es que sean los liceos los que ofrezcan propuestas
capaces de atraer y retener ese tipo de estudiantes. La principal diferencia
entre el Pac y la nueva alternativa es exactamente esa integración de los
estudiantes al centro educativo, dijo a Brecha Margarita Romero, directora
de Planeamiento y Evaluación Educativa del Ces, “que el adolescente se
integre al liceo desde el inicio del ciclo, y a los efectos de que se
contemple el proceso de los estudiantes, el ingreso se realiza en primer
año”. 

Romero agregó que la nueva propuesta pedagógica contempla una fuerte
evaluación del proceso de cada joven, para acompañarlo y apoyarlo a que
logre el perfil de egreso que cada colectivo docente elaboró. Para ello
cuenta con un sistema de apoyaturas que ayudan a los estudiantes que quedan
con asignaturas pendientes a que puedan “superar las dificultades y seguir
avanzando”. 

“Fue una respuesta correcta en un momento histórico determinado, pero no
debe eternizarse”, dijo hace un tiempo Celsa Puente sobre el cierre del
Pac.(1) Luego agregó: “La sociedad no puede seguir aceptando (que haya
jóvenes que) estén fuera del liceo en un dispositivo distinto”, pasados
“tantos años” no se puede permitir “que los más vulnerados queden
encapsulados en un dispositivo ajeno al liceo y después pretender que
ingresen al liceo con el mismo plan que el resto”.(2)

Territorios y cápsulas 

“Me preocupa que el barrio quede sin el servicio”, se lamenta Claudia,
educadora social del Aula número 4, de Paso de la Arena. Y sigue: “es la
pérdida de más de diez años de trabajo en un laboratorio pedagógico con las
familias, con el barrio. Es una pena que se pierda todo eso, cosas
interesantes que quedarían en puntos suspensivos”. Se refiere al enclave
territorial de las organizaciones que gestionan las aulas comunitarias, y a
las distintas modalidades de trabajo ensayadas con los jóvenes –parecidas a
las de la educación formal, algunas veces, y otras más alternativas– que les
permitieron a los docentes y técnicos acercarse con éxito a “ese tipo de
chiquilines, los que egresan de la escuela especial, los que pasaron por
maestras comunitarias, que ni ellos ni la familia sienten que están listos
para afrontar el liceo”. 

Para Alejandra Scafati, coordinadora general del Pac, que las organizaciones
sean las que gestionen las aulas comunitarias en los distintos territorios
tiene una riqueza incomparable, ya que los técnicos (educadores sociales y
profesores) que allí trabajan “tienen otra cultura que no tienen los
docentes que trabajan en los centros educativos, son docentes que aprenden a
mirar a los ojos a una realidad que no se ve normalmente, recorren barrios,
van a las casas de los chiquilines,¿dónde has sabido que alguien haga eso en
los liceos? En ninguno”.

La territorialidad incluye estar en el espacio, pero sobre todo saber quién
lo habita, resumió la representante de Secundaria en la Unidad Coordinadora
del Pac, contradiciendo a la institución que representa. Y siguió: “Ahora, a
diferencia de 2005, tenemos liceos en Casavalle, en el Borro. Pero si en
esos liceos se reconstruyó la misma lógica institucional educativa del sigo
XX tenés un problema, porque esa lógica no lee el barrio, lee sólo la
institución en sí misma. Pusiste un liceo, no pusiste una institución en el
Borro. Ahí está la diferencia”. Según Scafati, la Ong permite tener una
plasticidad y una lógica de vinculación con la familia y con los muchachos
que están dadas por la identidad con el lugar. Se construyen comunidades
humanas dentro de las aulas comunitarias, “son como organismos vivos, por
eso son tan difíciles de desarmar. Laten”.

“Secundaria no logra ver que los chiquilines no quieren ir y sus familias no
quieren mandar a sus hijos al liceo. Lo ven como un espacio peligroso y que
no sirve para nada en el futuro. La idea de que si vas al liceo no vas a
tener mejores trabajos hoy se ha extendido, y efectivamente es un poco así
en la realidad”, opinó Eduardo Musto, director de Instituto del Hombre,
institución que gestiona las aulas comunitarias 4 (Paso de la Arena) y 9
(Delta del Tigre). “Secundaria cree que seguimos viviendo en la década del
60, cuando teníamos tan internalizado estudiar que no se nos ocurría no ir
al liceo. Ahora algunos jóvenes no quieren ir y las familias tampoco lo ven
como una necesidad”, resumió.

Según Musto, las grandes preocupaciones son dos: qué va a pasar con todos
los chiquilines que este año asisten a las aulas que permanecieron abiertas,
y“qué va pasar con los muchachos cuando la rigidez de los liceos haga que
sean expulsados, fracasen y que se queden realmente sin ninguna propuesta
educativa formal o informal”. La otra preocupación es laboral: el equipo no
sabe si va a trabajar o no en aulas comunitarias el año que viene, y la
incertidumbre se vuelve difícil para los profesionales.

Claudia, la educadora del Aula 4, coincide con su coordinador: “Según la
gente del barrio en general, y lo que hablamos con los chiquilines cuando
llegan a las entrevistas, lo primero que dicen es ‘al liceo no’”. En
realidad, explica la educadora social, la gente muchas veces ve las
situaciones de violencia que trasmiten algunos medios de comunicación, o que
el liceo es muy difícil (los estudiantes destacados como “genios” que llegan
a la Nasa ocupan las portadas de los medios) y algo inalcanzable según su
trayectoria educativa. “Se construye así un mito de que el liceo no es para
ellos, y eso hay que problematizarlo y trabajarlo todos los días”,
preferentemente en un espacio fuera de ese liceo que tanto temen, explicó
Claudia.

Para Paula, trabajadora social del Aula 5 (gestionada por Gurises Unidos en
Malvín Norte), a los liceos les falta muchísima apertura a la comunidad.
“Esto del enrejarse, el no permitir el ingreso…, nuestros chiquilines son
muchas veces los que ‘hacen puerta’ en el liceo del barrio. La respuesta del
liceo es el 222, el encerrarse.” “Creo que el gran error de la Propuesta
2016 es no tomar la participación de la sociedad civil”, opina la técnica.
Según ella es necesario abrirles las puertas a la comunidad, a las redes del
barrio; las aulas tienen un enclave territorial de vínculo sistemático con
los padres, con los centros y nodos educativos de la zona, y “es eso
justamente lo que le falta bastante al liceo para que los chicos lo sientan
más parte de su comunidad, y no algo tan ajeno”, resumió la trabajadora
social.

Volveré si me muestras que has cambiado 

Lo cierto es que la experiencia del Pac ha mostrado que los chiquilines,
luego de pasar por Aulas Comunitarias, se insertan más en la escuela técnica
que en los liceos. El 60 por ciento de los egresados de este programa
prefirió a la Utu como siguiente opción. Eso, sumado a algunas cifras de
aprobación de cursos no del todo alentadoras (la mitad de los chicos aprueba
los cursos, la otra mitad pierde o abandona, véase recuadro), le han dado a
Secundaria esa sensación de fracaso general del Pac y por este motivo
decidió su cierre.

Pero para los técnicos que trabajan en el programa el éxito no está dado por
sus números sino por cumplir con el objetivo de captar a esos chiquilines y
que permanezcan estudiando. El enganche que hacen los chiquilines entre
Aulas Comunitarias y la Formación Profesional Básica (Fpb, también de 2007)
de Utu ha funcionado mejor que con el liceo, coinciden, porque Utu logró
generar un dispositivo de mayor acompañamiento, espacios más chicos –y por
lo tanto que generan menos miedos–, y más interesante a la hora de hacer
prácticas. Los talleres les gustan mucho a los chiquilines, ya que se
apartan bastante de la modalidad de sentarse a escuchar durante horas a los
docentes de distintas asignaturas.

“La continuidad entre Aulas Comunitarias y Fpb ha funcionado muy bien, y la
de Aulas y Secundaria relativamente, porque cuando los chiquilines llegan el
liceo éste sigue siendo el mismo de cuando se fueron. No hay mayores
modificaciones. Todos sabemos que la propuesta sigue siendo la misma, y a
ellos no les resulta interesante”, coincide Claudia, del Aula 4, de Paso de
la Arena. “No hay una revinculación directa con el liceo sino con la Utu.
Probablemente por eso Secundaria no lo evalúe como un programa exitoso”,
coincide su colega Paula, del Aula 5. “Pero si uno piensa en realidad en el
adolescente y en la posibilidad de que siga estudiando, es un programa
exitoso que logró sus cometidos. Depende de dónde ponés el foco”, aclara. Y
agrega: “Es una responsabilidad de Secundaria, que no lo logró… Aulas
Comunitarias arrancó como una experiencia piloto y está bien que cierre, en
el sentido de que siempre se pensó desde las organizaciones como una
respuesta temporal para el tránsito educativo mientras se generaban
transformaciones estructurales en Secundaria”, pero esos cambios nunca
llegaron.

Los liceos no están listos para recibir a estos muchachos, advierten los
técnicos y docentes de las Ong. Tanto en Aulas Comunitarias como en la Fpb
“todo tiene una dimensión mucho más humana, son 60 alumnos, mientras que en
el liceo son 600. En un liceo no sos nadie. En un aula comunitaria todo el
mundo sabe quién sos”, resume Eduardo Musto. Y da el ejemplo de Paso de la
Arena: “En las clases de liceo empiezan 60 gurises, a esta altura del año
van quedando unos 20. Un liceo de acá de la zona tiene 11 primeros y tres
terceros… ¿Dónde quedaron esos ocho grupos?”, se pregunta.

“Es difícil pensar que esos chiquilines puedan mantener una propuesta dentro
del liceo. Los estamos mandando nuevamente a que fracasen” con la Propuesta
2016, teme Musto, y explica: “Teóricamente todos estamos de acuerdo con que
tienen que estar dentro del liceo, sin ninguna duda”, piensa, pero “hay que
trabajar con ellos desde otro lugar para fortalecer la idea de que la
experiencia de estudiar y educarse será gratificante, y no al revés, una
experiencia traumática que agregue un nuevo fracaso”.

Para Scafati el análisis que hace Secundaria sobre Aulas puede ser de
fracaso porque los chiquilines no llegaron a los liceos. “¿Pero alguien se
preguntó que pasó en los liceos? Puede ser que los muchachos de Aulas
Comunitarias no entren a los liceos, pero sí entran a los Fpb. Puede ser que
no aprueben ese año, pero sí se mantienen dentro del sistema educativo. O
puede ser que no hagan ninguna de las dos cosas ese año, pero la experiencia
que tenemos es que dos o tres años después ese chiquilín vuelve en algún
momento a poner en su horizonte el estudio. Y llega a niveles más altos”,
resume Scafati.

Y agrega que para darse cuenta de por qué los chiquilines “prenden” en un
lugar y en otros no, lo que hay que mirar son las propuestas pedagógicas y
las diferencias en el programa: “¿Por qué nosotros aprendimos algo?, y ¿qué
es lo que aprendimos?, son las preguntas que tienen que hacernos. ¿Por qué
conseguimos mantener durante diez años centros educativos que todos los años
tuvieron inscripciones, ingresos, egresos y chiquilines que continuaron en
el sistema educativo? Más que si fue exitoso o un fracaso en los números,
esa es la verdadera pregunta”. 

Notas 

1) Brecha, 11-IX-15. 

2) La Diaria, 4-XI-15.

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Los números del PAC

Según el último monitoreo del Mides,1 en 2016 se inscribieron en el Programa
Aulas Comunitarias 1.611 estudiantes: 643 se anotaron en la modalidad A, 296
en la B y 671 en la C. Siguiendo la tendencia de los años anteriores, casi
60 por ciento de los estudiantes fueron varones y la media de edad fue de
14,5 años.

De los participantes de la modalidad A (similar al primer año del ciclo
básico pero dentro del aula comunitaria), 54,1 por ciento aprobó el año,
35,5 por ciento reprobó y el restante 10,4 por ciento se desvinculó del
programa.

De la modalidad B –una introducción a la vida liceal basada en la lengua
oral y escrita, pensamiento lógico-matemático y el desarrollo de hábitos–,
el 94 por ciento finalizó el año, mientras que el 6 por ciento restante se
desvinculó.

De la modalidad C participan los egresados de las modalidades anteriores,
que son acompañados por profesores referentes del Pac cuando ingresan al
liceo o la Utu. En cuanto a la institución educativa elegida, la mayoría de
los estudiantes (59,8 por ciento) eligieron la Utu y en segundo lugar el
liceo (38,1 por ciento). El informe advierte que la matrícula bajó en
relación con 2015 debido a la falta de cupos en la Utu, lo que llevó a que
muchos estudiantes que querían anotarse allí se tuvieran que inscribir en
los liceos.

En cuanto a los niveles de aprobación en 2016, de los 655 estudiantes que
cursaron la modalidad C, 54,7 por ciento salvaron el año, mientras que el 18
por ciento repitió y un 27,3 por ciento se desvinculó del curso. La
aprobación de esos chicos en la Utu (61,2 por ciento) es “visiblemente
superior”, destaca el informe, a la que se da en el liceo (43,7 por ciento).

Nota 

1) “Programa Aulas Comunitarias. Informe de resultados 2016”, Mides, agosto
de 2017.

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¿Una decisión más presupuestal que pedagógica?

“La idea de hacer desaparecer el Pac como un programa externo del Ces me
parece razonable, creo que la modalidad de aulas comunitarias o la atención
a ese tipo de población específica debe estar dentro del Ces, y la idea de
‘traerlos adentro de secundaria’ no me parece mal”, así comienza el diálogo
con Brecha Isabel Jáuregui, consejera del Ces en representación de los
docentes. Luego dice: “Estoy de acuerdo con la nueva Propuesta 2016, pero su
implementación me genera infinitas dudas”. Entre varios aspectos, la docente
tiene dudas sobre el reglamento de evaluación y pasaje de grado (el sistema
de apoyaturas y la tendencia a promover a los alumnos con bajas
calificaciones siguiendo el conocido “pase social”), el futuro
funcionamiento de las duplas y los tríos docentes como modalidad de trabajo,
el modelo de aprendizaje basado en la investigación o en proyectos (más
acorde con la educación terciaria que con la liceal), también desconfía de
que la Propuesta 2016 sea “la respuesta verdadera al derecho a la
educación”, es decir, si garantizará el derecho a aprender de todos los
estudiantes por igual, y si es una “propuesta válida” para esa población de
alta vulnerabilidad social.

Pero la gran duda para la consejera es acerca del carácter pedagógico del
nuevo plan: “Tengo una realidad generada, porque el Mides ‘baja’ el dinero
para el Pac y tengo que salir a las corridas a crear una política educativa
y una fundamentación pedagógica, que vienen después pero deberían estar
antes”, denuncia la consejera. “Es una decisión de presupuesto y de
realidad: ante esta realidad bajan las aulas, los metemos (a los chiqulines)
a los ponchazos a los liceos y después vemos cómo le encontramos el
fundamento…”

“Esta propuesta es muy nueva, obvio que puede modificarse con la
experiencia, pero no sé cómo haremos esto sin recursos materiales”, dice la
consejera, refiriéndose a los recortes presupuestales para la educación en
general (“la sociedad en general y la clase pública en particular exigen al
sistema educativo público los resultados de Finlandia, pero sin dar las
condiciones de Finlandia”). La Propuesta 2016 difícilmente se expanda, según
las predicciones de Jáuregui, en gran parte por la imposibilidad de sostener
económicamente la logística de grupos pequeños al estilo Aulas Comunitarias,
horas docentes y salones adecuados para la iniciativa. Un liceo de Maldonado
comenzó con el nuevo plan y cuenta con diez grupos y ocho salones; algunos
salones están repartidos al medio, ejemplificó.

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