EEUU/ Las trabajadoras domésticas salen a la luz [Ai-jen Poo}

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Oct 16 22:54:45 UYT 2017


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Correspondencia de Prensa

16 de octubre 2017

Boletín Informativo

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Estados Unidos    

Las trabajadoras domésticas salen a la luz

Ai-jen Poo

openDemocracy, 16-10-2017

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Traducción de Viento Sur

http://www.vientosur.info/

Nuestros hogares son nuestros santuarios. El lugar al que regresamos tras un
día de trabajo a comer y descansar. El lugar donde más seguros nos sentimos.
Pero para mucha gente, nuestros hogares son lugares que presentan riesgos.

Para las trabajadoras domésticas —nannies, limpiadoras y cuidadoras que
hacen el trabajo que posibilita los otros trabajos— nuestros hogares son sus
centros de trabajo. Tras las puertas cerradas de las casas en nuestros
barrios es donde esta fuerza de trabajo invisible —que consiste en su
mayoría en mujeres migrantes— pasa el día cuidando a nuestros hijos e hijas,
limpiando nuestras cocinas y cuidando a nuestros mayores y familiares con
discapacidad. Hay 100 millones de trabajadoras domésticas, ocultas a la
vista del mundo exterior, excluidas de la mayor parte de leyes laborales que
protegen otros trabajos y vulnerables en las sombras de la economía.

Si escuchas a las trabajadoras domésticas, oirás historias que evocan todas
las emociones, del humor a la humillación y la desolación. Tener que dormir
en un sótano al lado de una fosa séptica a rebosar. Tener que sacar al perro
de paseo y al bebé por el barrio en un carrito doble. El dolor al tener que
dejar a tus propios hijos al cuidado de otra persona. Hay también muchas
historias positivas, historias de interdependencia y relaciones que se van
haciendo más estrechas que las familiares. Pero en el contexto de este campo
de trabajo tan íntimo, cada historia incluye vulnerabilidad y casi todas las
trabajadoras domésticas tienen una historia de abusos.

La cruel ironía es que las trabajadoras domésticas son algunas de las
trabajadoras más importantes en nuestra economía. Como la generación del
boom de la natalidad crece, goza de mayor esperanza de vida y prefiere
envejecer en casa y no en residencias u otras instituciones, aumenta la
necesidad de la asistencia a mayores en sus hogares. Además, muchas mujeres
se han incorporado al proceso laboral, con lo que ahora se dispone de menos
capacidad para los cuidados en el hogar y hay, así, un necesidad sin
precedentes de servicios y apoyo domésticos. Entre el desplazamiento del
trabajo en los sectores existentes de la economía por la automatización y la
inteligencia artificial y el aumento de la necesidad de cuidados y servicios
en los hogares, el trabajo de cuidados puede ser la mayor ocupación
económica en 2030.

Por algún lado tiene que salir.

Crecimiento continuo

La exclusión de las trabajadoras domésticas en EE UU de las protecciones
laborales básicas, incluyendo el derecho de organización, negociación
colectiva y la formación de sindicatos, tiene sus raíces en el legado de la
esclavitud. En los años 30, cuando se discutían los pilares fundamentales de
las políticas laborales en el Congreso de EE UU, algunos miembros de los
estados del Sur se negaron a firmar si se incluía en ellas a las
trabajadoras domésticas y rurales —que eran a la sazón mayoritariamente
afroamericanas—. Para tranquilizarlos, la National Labor Relations Act
(1935) y algunas otras leyes laborales clave fueron aprobadas con esas
exclusiones explícitas.

Con este trasfondo legal e histórico, empecé a organizarme con trabajadoras
domésticas de Nueva York hace 20 años como parte de una iniciativa para unir
a las mujeres asiáticas inmigrantes del servicio doméstico con salarios
bajos. Era imposible ignorar el silencioso ejército de mujeres de color,
fundamentalmente inmigrantes, empujando carritos de niños de una raza
diferente por las calles de Manhattan.

A pesar de que era una necesidad, era todo un desafío unir a un pequeño
grupo de mujeres. La mayoría de mujeres que conocí eran fundamentalmente
mujeres que dedicaban todos sus ingresos a su familia y se encontraban bajo
una extrema presión para llegar a fin de mes, y, por tanto, el miedo de que
asistir a una reunión pusiera en peligro su trabajo constituía una
importante barrera que superar. La presión sobre las mujeres migrantes
estaba además agravada por el miedo a ser deportadas y separadas de sus
familias y comunidades. Persistimos y al final superamos las dificultades,
creando espacios seguros para que las mujeres se asociaran, creando un
sentimiento de comunidad y pertenencia.

Las trabajadoras que asistían encontraban fuerza y poder unas en otras. La
noticia se difundió a trabajadoras de otras ciudades que también estaban
empezando a organizarse. Reunión tras reunión, en círculos grandes y
pequeños, la organización de las trabajadoras domésticas empezó a difundirse
a nivel local. Para 2007 estábamos preparadas para romper el aislamiento de
la organización local y asociarnos nacionalmente y celebramos así nuestra
primera reunión nacional en la que se formó oficialmente la National
Domestic Workers Alliance (NDWA).

Diez años después, somos una alianza de 64 organizaciones locales de
trabajadoras domésticas en 36 ciudades y 17 Estados de todo el país.
Nuestros miembros son nannies, limpiadoras de casas, cuidadoras de mayores y
de discapacitados que trabajan en los espacios domésticos. Las trabajadoras
pueden unirse por medio de una organización local afiliada o de forma
individual en cualquier lugar del país, pagar cuotas, acceder a formación,
beneficios y otros recursos.

Nuestros nuevos sentimientos de poder se hicieron tangibles a medida que
emprendíamos acciones legales y organizábamos movilizaciones para que los
patronos que abusaban respondieran por sus actos. Las acusaciones legales
nos llevaron a entender los límites de la propia ley, puesto que las
trabajadoras laborales estaban excluidas en un alto grado de las leyes
laborales. Quedaba claro que tendríamos que organizarnos para cambiar las
leyes e implantar políticas completamente nuevas.

Presentamos una Declaración de Derechos de las Trabajadoras Domésticas: una
legislación estatal que implantaría protecciones básicas para la fuerza de
trabajo como protección de la discriminación y día de descanso por semana y
tiempo libre pagado. Nuestro gran avance vino en 2010, cunado tras una
campaña de siete años el Gobernador de Nueva York, firmó la Declaración,
convirtiéndola en ley. Desde entonces, seis Estados más han aprobado esa
legislación de protección de derechos de trabajadoras domésticas y el
Departamento Federal del Trabajo, ha cambiado sus normas para incluir a dos
millones de trabajadoras doméstica previamente excluidas del salario mínimo
federal y de las horas extra.

Además, la importante labor con las trabajadoras domésticas que han
sobrevivido a la trata de mano de obra ha empezado a cambiar los términos
del debate sobre la trata para incluir el espectro de vulnerabilidad que
afrontan las mujeres del servicio doméstico con bajo salario. Se han
recuperado millones de dólares no pagados a trabajadoras domésticas y miles
de trabajadoras domésticas se han unido a las campañas,creando una nueva
generación de líderes de movimientos sociales.

El trabajo del futuro

Aunque durante una década, nuestro trabajo se ha centrado en mejorar las
condiciones de las trabajadoras domésticas, no puede exagerarse su
importancia para el resto de la fuerza de trabajo. En los primeros años de
organización, las condiciones y vulnerabilidad que afrontaban las
trabajadoras domésticas se consideraban marginales respecto al resto de la
fuerza de trabajo. Hoy, estas cuestiones afectan a un segmento mucho más
grande de gente —la ausencia de seguridad laboral, ausencia de vías de
ascenso profesiones o ausencia de acceso a la redes de seguridad social son
hoy cuestiones que afrontan trabajadores en muchos sectores—. De hecho, a
medida que la fuerza de trabajo se vuelve temporal, a tiempo parcial o de
auto-empleo, la dinámica del trabajo no-tradicional se ha convertido cada
vez más en la norma.

El futuro del trabajo —para todos y todas— se puede ver en la experiencia de
las trabajadoras domésticas.

A medida que la economía norteamericana se ajusta a una creciente gig
economy y a medida que las empresas y los trabajadores piensan en cómo
aprovechar los beneficios y esquivar los riesgos de un trabajo tecnológico e
informal, sólo tenemos que mirar a las trabajadoras domésticas para ver cómo
nos irá. Las trabajadoras domésticas son las trabajadoras originales de la
gig economy: hemos experimentado sus dinámicas, hemos luchado contra sus
desafíos y, más importante, hemos encontrado algunas soluciones para
sobrevivir como fuerza de trabajo vulnerable.

Todos podríamos beneficiarnos, por ejemplo, de una nueva declaración de
derechos del pueblo trabajador del siglo XXI. Además de las trabajadoras
domésticas, hay millones de trabajadores en marcos no tradicionales a los
que se les niega el acceso a beneficios. Todas las fuerzas de trabajo
podrían salir ganando con sistemas de formación reinventados para conectar a
trabajadores con elevados salarios con trabajadores con salarios bajos. Y,
si pensamos en cómo dar verdadera voz a esta fuerza de trabajo desgajada con
una organización de trabajadores del siglo XXI, sostenible y ampliable,
podríamos crear las condiciones para que los trabajadores se postulen como
una fuerza capaz de contribuir a dar forma a la futura economía global de
una vez por todas.

Una alianza para el siglo XXI

En la National Domestic Workers Alliance estamos desarrollando algunas
soluciones pensando en el futuro.

Estamos construyendo una asociación nacional, de gente voluntara, a la
cualquier trabajadora doméstica puede unirse y tener acceso a formación y
beneficios. Estamos desarrollando nuevos programas de formación y proyectos
de trayectoria profesional, y haciendo la formación accesible en varios
idiomas y en dispositivos móviles. Hemos creado Good Work Code —un espacio
para buenos trabajos en la economía online— que ayuda a empresas a diseñar
sus negocios pensando en el bienestar de sus trabajadores. Y estamos
desarrollando un programa de beneficios transferibles que proporciona medios
para empleadores y trabajadores del sector informal a reunir contribuciones
benéficas para destinarlas a las prestaciones que quiera.

Como fuerza de trabajo fundamentalmente femenina, el modo de plantear
soluciones es clave. Debemos asegurar que las trabajadoras sin papeles y las
mujeres migrantes estén totalmente incluidas en nuestras soluciones y
estrategias. Debemos tener en cuenta el legado de la esclavitud y el
colonialismo que dan forma a la fuerza de trabajo actual, al mismo tiempo
que nos dedicamos a organizar esta fuerza de trabajo. Afortunadamente, es
justo así como ha evolucionado nuestro movimiento. En la intersección de
muchas identidades y experiencias, nos hemos propuesto organizar modelos
donde todo el mundo tiene voz y dignidad, al que todo el mundo pertenece.

El movimiento global de mujeres trabajadoras está creciendo en el momento
preciso, no solo para dar dignidad y respeto al trabajo doméstico, sino para
hacer que el futuro del trabajo sea globalmente de oportunidad y de
seguridad económica real para todas las familias. La fuerza de trabajo
doméstica está en el centro de muchos cambios en la economía global y debe
ser también la referencia en las soluciones. Creemos que la investigación,
organización y soluciones que surgen del movimiento global de trabajadoras
domésticas son la clave para muchas cuestiones decisivas que hemos responder
para tener dignidad y oportunidades en el futuro.

De modo que tomen nota la próxima vez que vean a una trabajadora entre en
una casa con sus instrumentos de limpieza o a una nanny cuidando a un niño
que llora que no es suyo o un cuidador que empuja la silla de ruedas de una
persona mayor.

Pueden pasar desapercibidas, pero no puede ser exagerada su importancia para
todos nosotros. Sus luchas son las luchas del futuro del trabajo. Sus
soluciones son las soluciones del futuro del trabajo. No nos están librando
simplemente de las condiciones del trabajo doméstico del presente y del
pasado, están también librándonos de un futuro del trabajo que no aprende de
los errores del pasado.

Y así es como construimos un futuro del trabajo con dignidad y respeto para
todos los trabajadores, un futuro del trabajo del que todos podemos estar
orgullosos.

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