México/ Terremotos: también el social y el político [Edgard Sánchez]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Sep 27 10:58:48 UYT 2017


  _____

Correspondencia de Prensa

27 de setiembre 2017

Boletín Informativo

https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net

  _____

México

Los terremotos: también el social y el político

Edgard Sánchez *

Ciudad de México, 26-9-2017

http://www.prt.org.mx/node/467

Parece un ciclo maldito. Primero los ciclones del Caribe (desde Harvey hasta
María, pasando por Irma) que también hicieron sentir sus efectos en México,
así como los que golpearon directamente las costas del Golfo de México.
Paralelamente ocurrieron los de la costa del Pacífico, golpeando
especialmente a Los Cabos, en Baja California Sur. Luego, el primer
terremoto con epicentro en Chiapas -el 7 de septiembre- y que tuvo sus
efectos ahí pero también en Oaxaca y hasta Guatemala. Finalmente, el 19 de
septiembre, coincidiendo en la fecha con el terrible sismo del año de 1985,
ahora con epicentro entre Chiautla, Puebla y Axochiapan, Morelos y que está
teniendo efectos devastadores en el centro del país, particularmente en la
Ciudad de México, pero también en el Estado de Morelos y en el de Puebla.

Estamos en medio de las impresiones y consecuencias inmediatas e incluso
esperando, en el caso de la Ciudad de México (pues en Chiapas y Oaxaca ha
habido múltiples réplicas), posibles réplicas del terremoto del día 19 y por
tanto todavía requerimos mayores análisis, pero ciertamente no se trata de
una maldición o simplemente de fenómenos "naturales". Casualmente ahora han
golpeado importantes y prósperas ciudades de Estados Unidos, tanto en Texas
como en Florida, desde Houston hasta Miami, gobernado ahora por el
reaccionario e ignorante Donald Trump que reniega y se opone a las
investigaciones científicas que demuestran las consecuencias del
"desarrollo" capitalista en fenómenos como el cambio climático y por tanto
la elevación del nivel del mar y otros efectos que seguramente tienen que
ver los ciclones y huracanes "atípicos" (generalmente descritos como "nunca
antes" vistos) pero también con los movimientos telúricos que rompen récords
en comparación con fenómenos similares ocurridos muchos años atrás. Que se
convierten ahora en más frecuentes, como lo han mostrado estas semanas. No
son una casualidad ni maldición sobrenatural, sino en todo caso maldición de
la fase actual del capitalismo.

Si hubiera duda en el origen de estos terremotos relacionados con el
ecocidio y el cambio climático, sus devastadoras consecuencias también
tienen que ver con el "desarrollo" capitalista. No nos referimos simplemente
a la corrupción que permea la construcción y los materiales de construcción
de muchos de los edificios colapsados en lugares como la Ciudad de México
(CDMX), como ya se mostró en el sismo de 1985, sino al desarrollo de
intensos fenómenos en estos años como la gentrificación. Los mapas de los
derrumbes en la CDMX con este terremoto apuntan en esa dirección. Hubo zonas
especialmente golpeadas como Xochimilco (San Gregorio) y el sur de la Ciudad
entre Taxqueña y Miramontes. Pero a diferencia del 85 en que afectó amplias
zonas populares, ahora puede detectarse una cierta línea que cruza la
Delegación Benito Juárez (en colonias clasemedieras como Narvarte y Del
Valle) hasta llegar a la Condesa y Roma en la Delegación Cuauhtémoc. Es
decir, zonas de la gentrificación que se ha expresado por la compra barata
de casas habitación transformadas en enormes edificios de departamentos que
gozan de permisos de construcción a pesar de los graves problemas de
movilidad, de estacionamiento, de hacinamiento, de agotamiento del agua e
incluso con una galopante corrupción lo que ha permitido que con esos
"desarrollos" haya una sobre oferta de departamentos caros y sin uso, al
mismo tiempo que faltan casas de interés social o accesibles, pero en buenas
condiciones, para un sector de la población que vive en las orillas de la
ciudad. Ahora ha sido claro que muchos de los edificios de departamentos y
edificios de oficinas colapsados este 19 de septiembre en la CDMX
corresponden a la zona de mayor gentrificación, merced a las
"desarrolladoras" y constructoras que se enriquecen comprando barato casas
habitaciones para transformarlas en caros edificios de departamentos. Un
proceso que en el caso de la CDMX arrancó con el gobierno de AMLO y su bando
2 que quería repoblar delegaciones como la BJ y hacer crecer la ciudad hacia
arriba y que los gobiernos delegacionales del PAN aprovecharon para
,corrupción de por medio, autorizar infinidad de "desarrollos" sin
sustentatibilidad o rompiendo todo equilibrio.

O sea no estamos viviendo maldiciones o castigos divinos, ni fenómenos
naturales sino consecuencias del capitalismo salvaje que sufrimos. Aparte de
las responsabilidades políticas de los gobiernos en turno sobre lo que nos
referiremos también.

La solidaridad humana y la desconfianza al gobierno e instituciones del
Estado

Desde el sismo del 7 de septiembre que tuvo su epicentro en Pijijiapan,
Chiapas, hemos visto estas dos constantes: solidaridad humana y desconfianza
ante el Estado.

El desarrollo de una gran ola de solidaridad social y humana con las
víctimas y damnificados de los sismos y la profunda desconfianza a los
gobiernos de todo tipo y a las instituciones del Estado (lo que profundiza y
continúa a otro nivel la crisis política y de legitimidad del régimen sobre
lo que hemos analizado en otros momentos). El camarada Javier Contreras
destacó en una vibrante reflexión de estas horas (Temblor, sociedad civil,
jóvenes, esperanza, "normalización") "las consecuencias solidarias,
luminosas, empeñosas con las que la sociedad civil está asumiendo otra vez
la ayuda a los siniestrados, la generalización de una ética que reconoce el
nosotros y no la competencia y la guerra de todos contra todos (y
especialmente contra todas) como su fundamento irrenunciable"

Después del 7 de septiembre, en algún momento, instituciones como el Senado
anunciaron haber abierto una cuenta bancaria para recibir donaciones de
apoyo para los damnificados en Chiapas y Oaxaca. No consiguieron donaciones
ciudadanas, si acaso de algunos senadores. En cambio, la sección 22 de la
CNTE de Oaxaca consiguió trasladar desde la Ciudad de México y otros
lugares, toneladas de víveres y artículos de primera necesidad, para
repartirlos directamente en ciudades y pueblos de Oaxaca. Cuando Peña Nieto
(EPN) fue a Oaxaca a prometer ayuda, la sección 22 ya había repartido una
buena parte de apoyo. La consigna desde entonces y con más razón aún después
del sismo del 19 de septiembre ha sido un llamado público a la sociedad a
que no entregue su apoyo solidario al gobierno o a las instituciones
estatales, sino que lo entreguen a organizaciones sociales y movimientos
independientes del gobierno y los partidos institucionales. Después del 19
de septiembre, incluso en casas particulares en diferentes barrios de la
CDMX se abren centros de acopio de apoyo para los damnificados,
independientes del gobierno y que dicen abiertamente que no las entregarán a
instituciones oficiales sino buscando hacerlas llegar directamente a
barrios, comunidades, pueblos que los necesiten. Son múltiples centros de
acopio desde sindicales como el SME, hasta de grupos civiles como el pintor
Toledo de Oaxaca, pero sobre todo de familias y particulares que toman la
iniciativa de instalar estos centros de acopio, pero también de ofrecer
comida, agua, entretenimiento a niños de familias damnificadas y hasta
contactos para que los brigadistas puedan cargar sus celulares. Y
obviamente, esta es la otra parte maravillosa que recuerda el inicio del 85:
miles de brigadistas y voluntarios ayudando en el rescate de personas,
quitando escombros, llevando víveres, ropa o agua, pero también polines para
sostener casas, herramientas para cavar etc. Y además, tomando en cuenta que
la absoluta mayoría de estos brigadistas voluntarios ¡ni siquiera habían
nacido en 1985!

En el caso de la CDMX es impresionante y esperanzador la cantidad de jóvenes
voluntarios ayudando a rescatar personas y en general apoyando a los
damnificados. Grupos de jóvenes (que no son parte de alguna organización
previa, sino en todo caso compañeros de escuela, familiares o sin conocerse
pero que coinciden en alguna zona afectada) recorriendo calles con su
mochila en la espalda, con sus datos personales anotados en un brazo, el
celular cargado al 100 y buscando dónde ayudar.

Y todo ello frente a la ineficacia, cinismo y corrupción escandalosos del
gobierno en sus diferentes niveles. Osorio Chong, secretario de Gobernación,
es abucheado y sale rápidamente, de la zona de las fábricas de Bolívar y
Chimalpopoca en la CDMX. El delegado de Xochimilco sale huyendo, en medio de
gritos y botellas de agua que le avientan los vecinos en una de las zonas de
mayor desastre. El gobernador Graco Ramírez del estado de Morelos, también
es increpado por brigadistas y ciudadanos en Tetela del Volcán y en la
prensa es denunciado el robo del material de ayuda que ha enviado la
sociedad civil y que acaparan (se le señala tanto a él como a su esposa
Elena Cepeda). En Oaxaca, cuando la gente descubre una bodega del PRI llena
de acopio enviado por la sociedad y robado ahí para uso electoral y
político, es abierto y vaciado por la fuerza por la gente a la que realmente
estaba destinada. Y por supuesto, el repudio directamente contra Peña Nieto.

Antes del terremoto del 19, EPN viajó por primera vez durante su gobierno a
la ciudad de Oaxaca. La sección 22 organizó una gran movilización de
rechazo. Incluso uno de los cohetones que se usan en las movilizaciones en
Oaxaca, logró alcanzar a uno de los helicópteros de la comitiva de EPN
(donde eran trasladados reporteros de esa fuente), obligándolo a hacer un
aterrizaje de emergencia.

Pero quizá el más significativo incidente estos días en el repudio a Peña
ocurrió en el EdoMex en que los daños por el sismo del 19 no fueron tan
grandes, pero donde un hombre grande le reclamó "toma una pala" para
cuestionar sus compromisos demagógicos. Inmediatamente el Estado Mayor
Presidencial quiso detener a este hombre lo que ocasionó que muchos jóvenes
estudiantes, aparentemente de la UAEM, lo protegieran y también protestaran
contra EPN. Como respuesta al incidente y quizá perdiendo el control ante la
conciencia de que ni siquiera en el EdoMex escapa de las protestas, Peña
Nieto dijo un discurso amenazante al estilo de Díaz Ordaz en el 68 cuando se
denunciaba a los "agitadores profesionales", con "ideas extranjerizantes". 

En esta ocasión Peña dijo: "A veces no falta gente que no siendo del lugar,
llega a alborotar y a provocar...Lo que no se vale es que alguna gente
pretenda obstruir y obstaculizar la ayuda. Son condenables las expresiones
de gente que quiere entorpecer la ayuda a quien lo necesita....Hemos visto
en las redes sociales mucha desinformación, a veces información falsa,
noticias falsas que verdaderamente entorpecen la labor de auxilio y apoyo de
las personas damnificadas. No se dejen engañar, no se dejen confundir" (EPN
en Joquicingo, EdoMex. el 23 de septiembre de 2017).

No será extraño que haya una reacción juvenil, igual que como en 2012 surgió
el #yosoy132, cuando ante la protesta frente a Peña en la Universidad
Iberoamericana la quisieron descalificar diciendo que no eran más de 131
estudiantes, y que ahora  los miles de jóvenes solidarios, voluntarios y
brigadistas le respondan que no son alborotadores y que los que obstaculizan
la ayuda a los damnificados son el gobierno y los partidos institucionales,
al incautar el acopio civil para administrarlo políticamente o el impedir el
tránsito y llegada de vehículos y camiones solidarios a comunidades
afectadas por el sismo. La amenaza de tipo diazordacista está presente: los
que "no son del lugar" son alborotadores, como los "agitadores de fuera"
que fueron linchados en Canoa, Puebla, en 1968. Sin embargo, la desconfianza
y la falta de legitimidad del gobierno ahora son mayúsculos, como nunca
antes, y las amenazas  de Peña solamente pueden incrementar su desprestigio.

La "denuncia" de EPN contra los que "no son del lugar" no tiene futuro por
la amplitud de la solidaridad. A diferencia del 85, la incomunicación en la
CDMX, sin electricidad ni comunicación telefónica ni con la televisión muy
prolongada en aquella ocasión ahora duró relativamente poco, excepto en las
zonas donde no había electricidad, pero la comunicación se mantuvo y
extendió por medio de las redes sociales que vivieron una explosión, con
miles de personas armados con sus teléfonos celulares. Así se "compartieron"
mensajes pidiendo ayuda o apoyo, convocando a ayudar a rescatar personas de
los escombros antes que el gobierno actuara o incluso que llegaran
rescatistas de otros países. Es cierto que a veces hubo un excesivo número
de mensajes que podrían crear confusión o errores por llamados a destiempo
(un mismo mensaje de "urgencia" podría seguir repitiéndose horas o días
después de la urgencia por más usuarios) pero los que manipularon la
información o crearon noticias falsas fueron desde el gobierno, la Marina y
las televisoras como Televisa como parece ocurrió con el caso de la supuesta
niña Frida Sofía. Según algunos analistas, en esas horas, por medio de las
redes sociales un millón de personas ganaron las calles para ayudar a
rescatar personas en los edificios derrumbados en la CDMX. Y no importaba si
eran "de fuera" o no, es decir si eran de ese barrio de la ciudad o no.No
eran "alborotadores" sino voluntarios solidarios que sin embargo, se
confrontaban con las autoridades que querían suspender rápidamente las
labores de rescate o administrar la ayuda. Igual, voluntarios que se han
trasladado a Morelos, Oaxaca o Chiapas desde diversos lugares del país como
Michoacán o Sinaloa o enviando apoyo desde lugares más lejanos.

Pero ellos también aprendieron algo del 85.

Hay muchas similitudes con el terremoto de 1985, más allá de la terrible
coincidencia de haber ocurrido 32 años después, otra vez, en 19 de
septiembre.

Evidentemente, en primer lugar, el surgimiento de este movimiento espontáneo
de solidaridad. Ante la ineficacia y corrupción características del actual
régimen el amplio proceso de auto organización de voluntarios, especialmente
jóvenes, ayudando a las víctimas y damnificados del sismo. La solidaridad
humana y el envío de apoyo material, de víveres, agua y ropa, a los
damnificados en forma directa sin pasar por las instituciones
gubernamentales. Y además el hecho de que esta solidaridad humana y
ciudadana ha surgido y se ha organizado de inmediato, en las siguientes
horas, mientras que el gobierno reacciona lenta y torpemente, por supuesto
burocrática y maniobreramente.

Pero hay algo diferente del 85. Desde el gobierno quieren evitar, entorpecer
o abortar el proceso de auto organización, de la sociedad, de damnificados y
el movimiento solidario. Evitar que se conforme, como en el 85, como un
movimiento autónomo, independiente, del régimen. Es común la frase de que el
movimiento rebasó al gobierno. Eso pasó en el 85 y eso es lo que ahora
quieren impedir. Porque la experiencia de 1985 (que no concluye en unos
cuantas semanas, sino mucho tiempo más pues implicó el proceso de
reconstrucción) sentó un precedente de autorganización social y de fracaso
del gobierno, que continuó en 1986 con la huelga del CEU y que en el terreno
político electoral se expresó en la ruptura del PRI, encabezada por una
corriente histórica de ese partido, la de Cárdenas en 1987 y las elecciones
de 1988.

Cuando el gobierno está prácticamente incautando el acopio civil de
solidaridad, cuando impiden llegar a vehículos y camiones con letreros de
acopio civil a ciertas comunidades o pueblos, no están simplemente robando
por ser corruptos con fines de apropiación personal. Lo que les interesa,
sobre todo, es recuperar el control, desbaratar la organización de la
solidaridad civil y que la ayuda a los damnificados llegue a nombre de las
instancias gubernamentales, especialmente del DIF (Sistema para el Desarollo
Integral de la Familia) representado mediáticamente por Angélica Rivera, la
esposa de EPN

.Es cierto que desde el gobierno reaccionaron después que los voluntarios
civiles. Es cierto que son corruptos. Y que no resuelven los problemas de
fondo de los damnificados. Pero quieren evitar que surja, como en el 85, un
movimiento autónomo que se los exija. Las delegaciones y muchos municipios
también instalan centros de acopio para recibir el apoyo social para luego
concentrarlo y empaquetarlo con letreros del DIF (paquetes como con los que
aparecen EPN y su esposa, subiendo a camiones en el Campo Marte). Otros
vecinos vieron cómo del centro de acopio los llevaban al estadio Azteca a
empaquetar como si fueran del DIF. Es indignante que el gobierno entregue a
su nombre el acopio reunido por los civiles.

El miércoles 20 cuando se supo de los terribles efectos en San Gregorio, en
Xochimilco, miles de voluntarios se trasladaron allá con la intención de
ayudar o llevando acopio. El tapón de tráfico que se hizo para llegar al
pueblo fue por la cantidad de gente que fue a ayudar, pero también porque al
llegar había diversos cercos tanto de la Marina, como del ejército, las
autoridades delegacionales o del gobierno central, sugiriendo a la gente que
no avanzara más y que dejara con ellos el acopio. Supuestamente es una
medida de organización centralizar todo pero a ellos les sirve para
mostrarse como los que buscan resolver las necesidades de la gente y de que
no son útiles los voluntarios civiles. Al hacerlo así tratan de desbaratar
los procesos de auto organización de los damnificados junto con los
voluntarios.

Incluso la respuesta a la iniciativa ciudadana de que los partidos renuncien
a su financiamiento público para ser utilizado en favor de los damnificados
del sismo, muestra la diferente estrategia aprendida por el gobierno. La
sensibilidad ciudadana generalmente centra todo el problema en la corrupción
(que es también el discurso de AMLO) pero lo que hacen hoy al confiscar el
acopio ciudadano no es simplemente un robo para beneficio personal (para qué
querrían tantos garrafones de agua) sino para un objetivo político, que es
mantener el control de la población. Por eso ante el reclamo de que los
partidos devuelvan el dinero del financiamiento público, la demanda
ciudadana siente legítimo el reclamo para que no siguen robando ese dinero
para fines personales. Pero esos partidos pueden ceder parte del
financiamiento si con ello consiguen reforzar el control político. Por eso
es el mismo PRI quien responde diciendo que está dispuesto a renunciar al
25% de sus prerrogativas y propone llevar el tema al Congreso. Pero la
propuesta completa del PRI es que renuncia al 25% para entregarlo al FONDEN
(Fondo de Desastres Naturales). Es decir, de todos modos los recursos será
administrados por el Estado y si llegan a los damnificados será por medio de
las instituciones estatales para reforzar el control y debilitar la
solidaridad ciudadana.

Lo principal: impulsar y defender los procesos de auto organización

No se trata de una competencia con las instituciones del Estado para ver
quién es más reconocido por los damnificados. Es que la garantía de que los
damnificados logren obtener la solución a sus ingentes demandas,
especialmente la recuperación o reconstrucción de sus casas, depende de que
estén organizados, movilizados y luchando por esas demandas.

La ventaja es que no solamente en la Ciudad de México, pero también en
Chiapas, Oaxaca y Morelos hay experiencias y tradición de lucha. En la CDMX
el conjunto de las organizaciones de damnificados del 85, confluyeron
finalmente en la CUD (Coordinadora Única de Damnificados) como interlocutor
legítimo frente al Estado para conseguir la reconstrucción. En Juchitán, es
cierto, hay una larga tradición socialmente, ya no tanto por la histórica
COCEI (Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo) dividida al entrar
a la dinámica de institucionalización de la izquierda desde el surgimiento
del PRD, pero especialmente con una experiencia más reciente en la capital
del estado pero también regionalmente: la APPO (Asamblea Popular de los
Pueblos de Oaxaca) en el 2006.

Pero hay que cuidar el proceso de auto organización social no solamente de
los embates del gobierno y los partidos institucionales que quisieran
abortarle para pretender ser ellos los representantes y voceros de los
damnificados. Entre sectores de la izquierda y movimientos sociales hay
también una desesperación ante la situación, las potencialidades de un
naciente movimiento vigoroso, con mucha legitimidad y proyección nacional
pero actualmente desorganizado. Ante el riesgo de enfrentamiento con los
gobiernos y varios casos ya de represión de "baja intensidad" (en el fin de
semana del 21 al 23 de septiembre hubo varios choques de la policía con
rescatistas, con personas llevando acopio o queriendo recuperar cosas
confiscadas) ciertas corrientes quisieran ya conducir el movimiento para
sacarlo exitosamente pero montándose sobre las incipientes formas de
organización. Es cierto que la espontaneidad de un movimiento siempre es
relativa y siempre encontrarás aquí o allá elementos con historia política y
hasta militante. Pero más allá de historias individuales, un nuevo
movimiento social depende de que ocurra este proceso de auto organización de
los afectados y no de nosotros hablando a nombre de ellos. Cuando el
vigoroso movimiento contra el gasolinazo en enero de este año (que tuvo la
virtud de extenderse a zonas como el norte y la frontera norte, muy
diferentes a las tradicionales zonas de lucha en el centro y sur del país)
se convocaron a diversas reuniones y encuentros por parte de movimientos y
organizaciones pre existentes y con otros temas de lucha (aunque también
contra el neoliberalismo) tratando de integrar a sus filas al nuevo
movimiento. Y eso no funcionó.

Ahora hay el riesgo similar de creer que es la oportunidad de que nuestras
respectivas organizaciones sociales y movimientos en lucha crezcan
incorporando a sus filas a los damnificados y solidarios del movimiento por
el terremoto. Y así asegurarles una direccionalidad política, incluso
radical. Es cierto que antes del sismo del 85 hubo importante experiencias
del movimiento urbano que fueron un precedente y que obviamente aportaron
cuadros experimentados al movimiento de los damnificados. Esa experiencia
previa estaba concentrada en la CONAMUP (Coordinadora Nacional del
Movimiento Urbano Popular) que había surgido en forma paralela a la CNTE y a
la CNPA. Pero el movimiento de los damnificados del 85 no vino simplemente a
engrosar a las organizaciones previas de la CONAMUP. Se creó un nuevo
movimiento, nuevos sujetos de lucha y su propia organización que finalmente
confluyó en la CUD. De hecho, de alguna manera la experiencia de la CUD
superó a la CONAMUP

Si ahora, después del nuevo 19 de septiembre, surge un nuevo movimiento de
damnificados auténtico lo será por el desarrollo de un movimiento propio,
auto organizado, con los actores políticos y sociales que vienen del sismo.
Y por tanto creará su propia organización, cuyo embrión son ya hoy las
primeras asambleas de vecinos. Las organizaciones sociales y políticas,
movimientos sociales y sindicales, seguramente aportarán su ejemplo,
experiencia e incluso cuadros experimentados, pero impulsando y respetando
las propias formas de organización no pretendiendo corporativizar este
movimiento a las organizaciones previas. Es importante que la gente, los
damnificados y voluntarios, vean la acción y la solidaridad de estas
organizaciones apoyando para que las vean como diferentes y alternativas a
las instancias gubernamentales, pero cuidando de no pretender sustituir o
cooptar al inicial movimiento. Es difícil porque al mismo tiempo el
movimiento debe resistir la presión del gobierno que quiere desorganizarlo y
también cooptarlo y si no reprimirlo, pero si no hay movimiento autónomo no
habrá posibilidad de éxito.

Aunque los tiempos urgen salidas políticas rápidas, la potencialidad de este
movimiento también es cierta. A diferencia del "gasolinazo" de enero, el
terremoto apunta a un movimiento de mayor duración por las dificultades para
una solución rápida. Después del rescate de las víctimas en edificios
colapsados, se impone al mismo tiempo el apoyo a la gente que se ha quedado
sin casa, en albergues, campamentos o directamente en la calle. Muchos
recursos y apoyos de todo tipo se requieren para la sobrevivencia de esos
damnificados, seguramente mayoritarios en Morelos, Oaxaca y Chiapas, más que
en la CDMX. Pero después está el reclamo por la recuperación y
reconstrucción de las viviendas y casas de la gente que las perdió. El
proceso en la CDMX después del terremoto en 85 duró meses y años para lo
cual fue básico la existencia de organización propia de los damnificados,
para que la exigencia no se olvide o diluya.

O sea, el proceso apenas empieza y será muy complicado y difícil. El dolor
de los damnificados actuales deberá transformarse en energía para la lucha.
Una energía que confluya con la de miles de voluntarios que se han volcado a
solidarizarse. Después de la energía telúrica con que se ha abierto esta
nueva tragedia humanitaria, de sus escombros, estamos seguros, surgirá -está
surgiendo ya- otra energía, pero una energía social y humana del nuevo
movimiento de los damnificados.

El terremoto social confluyendo con el político: la crisis del régimen.

El movimiento de los damnificados del 85, como ya dijimos, antecedió la
huelga del CEU (Comité Estudiantil Universitario) en la UNAM en 1986 y luego
en 1987 la escisión del PRI que llevaría en el marco de la elección
presidencial a la crisis de 1988 con el fraude del priísmo neoliberal de
Salinas contra la otra corriente histórica, la cardenista, representada
precisamente por el hijo del General Cárdenas. La movilización popular y el
masivo rechazo del PRI, ahora controlado por los neoliberales, no se
entiende sin las experiencias previas de rupturas y confrontaciones con el
régimen. Esas experiencias y el nivel de conciencia alcanzado fueron
canalizadas en ese momento mayoritariamente por la perspectiva cardenista
que daría lugar al PRD, aunque esta perspectiva no representara un cambio
radical con el sistema, sino abriera a la estrategia de la "revolución
democrática" que buscara la alternancia.

El nuevo movimiento de los damnificados, con la autoridad moral que tendrá y
las seguras repercusiones que puede provocar surge en un momento de mayor
crisis política y social de por sí. Es el peor momento de la crisis de
legitimidad del régimen político mexicano, pero también el fin del ciclo de
la perspectiva de la alternancia representada por el PRD ahora asimilado
como partido colaboracionista, especialmente después del Pacto por México
suscrito con el PRI y apoyando el programa neoliberal de EPN. La crisis de
legitimidad del régimen, de sus partidos e instituciones, especialmente las
político electorales pero también las de justicia (por Ayotzinapa, por el
feminicidio rampante, por la violencia extrema contra defensores,
periodistas y en general en la sociedad, desde la militarización por la
"guerra contra el narcotráfico) ahora se está viendo profundizada con el
fracaso del régimen para atender a los damnificados y su escandalosa
corrupción y demagogia. La crisis del régimen se ha expresado durante todo
el periodo de EPN, con momentos paradigmáticos casi cada año (en 2012 mismo
con la imposición frente al juvenil movimiento #yosoy132 que se oponía al
regreso del PRI, en 2013 con el rechazo a las primeras reformas neolibeales,
en 2014 con Ayotzinapa diciendo "Fue el Estado" y "Fuera Peña", en 2015 con
la abstención y boicot a las elecciones intermedias y el surgimiento del
movimiento magisterial contra la llamada reforma educativa, en 2016 con la
huelga de 150 días contra la reforma educativa y Nochistlán, ese mismo año
la abstención histórica en la elección a la Constituyente de la CDMX y al
inicio del 2017, el movimiento contra el "gasolinazo" que nuevamente
gritó´"Fuera Peña") y si el régimen no ha caído no ha sido por fuerza propia
(que adicionalmente, también en 2017, se encuentra sin brújula ante la
política de Trump) sino por debilidad del movimiento. Parecía que el
siguiente momento de explosión de la crisis del régimen se vería en el marco
del fraude en la elección presidencial del 2018, pero el terremoto del 19 de
septiembre puede representar también un movimiento de placas tectónicas que
provoquen antes un terremoto político o que su energía social y político
fracture los edificios de un régimen en crisis y levantado, como si hubiera
tenido licencia de construcción. sobre la base de la corrupción.

El reto es ver si en el marco de esta crisis, el nuevo movimiento de
damnificados y los demás movimientos contra el neoliberalismo en México
pueden compartir una perspectiva antisistema decisiva. El ciclo del PRD y su
perspectiva de alternancia dentro del sistema se agotó y el desprestigio del
PRD va de la mano con el PRI y el PAN. López Obrador insiste con Morena en
la misma perspectiva y del 2014 para acá quiere convencer a todos los
movimientos en lucha contra el régimen a que supediten toda su fuerza a
esperar a las elecciones del 2018 y darle el voto. Afortunadamente todos los
movimientos de estos años no han  aceptado la propuesta de subordinarse a
las elecciones y la vía institucionalista que propone para instalar un
"gobierno de transición". Cada que puede el movimiento insiste "Fuera Peña",
aunque AMLO diga que no quiere un gobierno de escombros y que es mejor
esperar a las votaciones del 2018.

En esta contradicción está el movimiento actual. A diferencia del 88, la
perspectiva de la alternancia en el marco del sistema está desgastada,
aunque Morena quiere generar ilusiones nuevamente en el voto por AMLO en
2018 como solución a todos los problemas. En la desesperación y el odio al
PRI algunos sectores aceptan la ilusión electoralista, aunque la reciente
experiencia electoral en el EdoMex, demuestra que aunque Morena tenga la
mayoría de votos, el PRI impone el fraude y AMLO se allana recurriendo
solamente a las instancias legales para quejarse. En realidad esa es la
"crónica de una muerte anunciada" de lo que ocurrirá en el 2018.Por ello y
la potencial fuerza y energía del movimiento de los damnificados, el 2018 no
tiene que ser necesariamente como el 1988. Si el 85 antecedió una crisis
como la del 88 que se resolvió en la perspectiva de la alternancia en el
marco del sistema y en la institucionalidad fraudulenta, el movimiento del
2017 no antecederá necesariamente una salida de alternancia e
institucionalista, porque las relaciones de fuerza son diferentes y la
crisis del régimen mayor.

Hay ahora una mayor expresión de fuerzas anticapitalistas que no se
conforman con la alternancia dentro del sistema. Una conciencia
anticapitalista,a veces dispersa, pero que avanza en diversos movimientos
sindicales, sociales y políticos. Un ejemplo es la creación de la OPT
(Organización Política del Pueblo y los Trabajadores) a iniciativa del SME
en medio de una terrible lucha contra la ofensiva neoliberal que privatiza
los energéticos pero que también quiere destruir organismos de lucha como el
sindicato. Pero no es solamente esta opción. Es además la iniciativa del
EZLN de proponer al Congreso Nacional Indígena (CNI) constituya un Concejo
Indígena de Gobierno (CIG) y presente a su vocera, la compañera Marichuy,
como candidata independiente presidencial para el 2018. En mayo pasado el
CNI aprobó esta propuesta y han empezado a trabajar en su implementación.
Relevantemente la reunión nacional de la OPT del 9 de septiembre acordó
apoyar a Marichuy y la campaña del CIG. Importante señal para una alianza
entre el zapatismo y el CIG por unlado y por el otro  y el polo proletario
que representa el SME-OPT y que puede apuntar a un bloque social alternativo
al sistema en el marco de la actual crisis.

Es claro que la campaña del CIG y su vocera escapa a la lógica electoral e
institucional. Como dice Marichuy, no vamos por votos. Es una campaña de
organización para la lucha.

Por eso la nueva expresión de la crisis del  régimen incluso en el marco de
la elección presidencial del 2018 no tiene por qué repetir el desenlace
institucionalista de 1998.Es cierto que la campaña de Marichuy es muy
parecida a la de Rosario Ibarra postulada por el PRT en 1988. Pero la
relación de fuerzas es diferente. En aquella ocasión la mayoría de las
corrientes de izquierda socialista, incluidas las que, como el PRT provenían
del 68,  capitularon ante la perspectiva institucionalista cardenista e
incluso se disolvieron en el PRD. El PRT se quedó solo en ese contexto.
Ahora ha habido un crecimiento de las fuerzas anticapitalistas y una
desilusión con la perspectiva de la alternancia en el sistema, aunque AMLO
insista en repetirla ahora con Morena. El posible surgimiento del movimiento
de damnificados puede derruir más esas ilusiones y converger con una
perspectiva antisistema o por lo menos alimentarla en el marco de esta
crisis.

En medio del dolor ante la tragedia abierta con los sismos de este mes, hay
motivos para ser optimistas de que, como dicen en las redes sociales, el
sistema tiene fallas estructurales y está próximo al colapso. La energía
telúrica puede crear una fuerza social y política que como el viejo topo
venga desde el subsuelo con la energía política para tirar al vetusto y
corrupto edificio.

* Dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

  _____





---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20170927/8bb09bf2/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa